¿Qué pasaría si usted fuera uno de los cuatro únicos humanos vivos, y el cuarto humano que ha vivido? Ese era Abel, el humano n.º 4. Era hijo de Adán y Eva, y hermano menor de Caín, que lo asesinó cruelmente en la flor de la vida.
Aunque la vida de Abel fue truncada, Dios canonizó su impresionante historia para nuestro beneficio. Su breve biografía bíblica está repleta de lecciones útiles. Es un relato fascinante, sobre todo teniendo en cuenta el contexto de su lugar en la primera familia de la Tierra.
N.º 1: ADÁN
El padre de Abel era Adán, el humano n.º 1. Adán había sido creado del polvo de la tierra, físicamente perfecto.
Adán estaba íntimamente conectado con el Creador. Dios enseñó a Adán los conocimientos esenciales, el propósito de la vida humana y el camino hacia el éxito definitivo. A Adán se le presentó la elección entre dos árboles, dos formas de vivir, dos ideologías. Fue una elección para sí mismo y para la humanidad. ¡Elegir el bien sobre el mal lo calificaría para sustituir a Satanás en el trono de la Tierra! Pero tomó la decisión equivocada.
Adán y Eva fueron expulsados del Edén, separando a la humanidad de Dios. Algún tiempo después, estos dos ampliaron su familia. “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de [el Eterno] he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel…” (Génesis 4:1-2).
En un mundo cautivo, Abel fue uno de los pocos a lo largo de la historia llamados para un servicio selecto. “Durante estos 6.000 años en que la humanidad en su conjunto está cortada del Espíritu Santo, Dios ha estado preparando la salvación de la humanidad. Por eso algunos pocos han sido llamados antes del regreso de Cristo y del establecimiento del gobierno de Dios. Hebreos 11 menciona a Abel, Enoc, Noé, Abraham y otros. Cada uno de ellos fue llamado para una misión especial preparatoria para la salvación de la humanidad. Para que pudieran realizar su misión, era necesario que se hiciera una excepción y que el Espíritu de Dios les diera poder” (Curso bíblico por correspondencia del Herbert W. Armstrong College, Lección 31).
Abel aprendió sobre Dios y desarrolló una relación con Él. Cómo ocurrió eso es una pregunta interesante. Dios era muy real para Adán. ¿Hizo hasta cierto punto que Dios fuera real para Abel? ¿Cuánto divulgó Adán sobre la experiencia del Edén? Hay muchas cosas que no sabemos.
Sabemos que Abel fue receptivo a lo que aprendió sobre Dios, pero Caín no. Hay razones para ello. Las graves deficiencias en la crianza de los hijos de Adán y Eva eran síntoma de otros problemas en el hogar, en particular, las evidentes deficiencias de liderazgo de Adán.
Abel se crio en una primera familia fracturada.
N.º 2: EVA
Dios maldijo a Adán y Eva por desobedecerle (Génesis 3:16-19). “La Biblia no nos da ninguna indicación de que el matrimonio de Adán y Eva se recuperara de este trauma”, escribió Brad Macdonald. “Es probable que el resentimiento y la amargura se apoderaran de ellos. Probablemente pelearon y discutieron mucho. (…) Quizás Adán nunca volvió a mirar a Eva de la misma forma, desde luego nunca con la emoción, el placer y la inocencia que tuvo en el momento en que la vio por primera vez. El resentimiento de Eva hacia Adán probablemente se intensificó. Y puede que haya sido así durante cientos de años” (Visión Real, mayo-junio de 2014).
Después de que Eva diera a luz a Caín, descubrimos más sobre la dinámica disfuncional de la primera familia. Ella había elegido el árbol equivocado en el huerto, que simbolizaba el modo de vida del “obtener”. Cuando llegó Caín, sus palabras pusieron al descubierto el egoísmo del que no se había arrepentido. Ella dijo: “Por voluntad de [el Eterno] he adquirido varón” (Génesis 4:1). Los hijos son un regalo de Dios, pero ella no lo veía así. “Su afirmación: ‘Por voluntad del Eterno he adquirido varón’ no es correcta. En el original hebreo, esta afirmación dice: ‘He adquirido varón: el Eterno” (Roy Schulz, Exploring Ancient History-The First 2.500 Years [Explorando la historia antigua: los primeros 2.500 años]).
En el Edén, cuando Adán no logró calificar para reemplazar a Satanás en el trono de la Tierra, Dios profetizó que vendría un Salvador y destronaría al diablo (Génesis 3:15). Eva tenía aspiraciones mesiánicas para Caín. “Básicamente, Eva creía que su hijo era el Hijo de Dios”, escribió el Sr. Macdonald. “Esta creencia dio lugar a una deformada relación madre-hijo. Eva antepuso a Caín a todo lo demás, incluyendo a su esposo. Es un error peligroso” (op. cit.).
Imagínese que es Abel y su madre trata a su hermano mayor como si fuera un Mesías. Esa no es una situación saludable para ningún miembro de la familia. La famosa disputa sobre sus respectivas ofrendas de adultos surgió sin duda de una profunda división desde la infancia. Esa situación hace que el legado de Abel sea muy admirable.
Como Eva pensó que Caín era el Mesías, creyó que él era la solución a sus problemas. No podía estar más equivocada. Caín se convirtió en un problema colosal. Al final, Eva perdió a sus dos hijos. Irónicamente, fue Abel, el primer mártir, a quien se compara con el Mesías en las Escrituras (Hebreos 12:24).
N.º 3: CAÍN
No es difícil entonces imaginar la naturaleza consentida de Caín cuando era bebé, niño, adolescente y joven adulto. Caín fue un opresor desde el principio, lo que no es sorprendente dado el ambiente tóxico en el que se crio. La parcialidad de su madre fue desastrosa; sin duda creó división en la familia. La corrupción de Caín estableció un patrón de conducta que impregna la sociedad moderna. Se describe en la Biblia como el camino de Caín (Judas 11).
“… Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra” (Génesis 4:2). Estos hijos y sus ofrendas representaban formas de vida opuestas.
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a [el Eterno]” (versículo 3). Es interesante que Caín supiera dar una ofrenda. Por lo tanto, debió haber sabido de Dios. Sin embargo, la motivación y la actitud con la que hizo su ofrenda demuestran que era una relación tensa. Eso queda evidente en su conversación cara a cara (versículos 9-15). La ofrenda de Caín era inaceptable, no necesariamente por su sustancia, sino ciertamente por la actitud que había detrás de ella.
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró [el Eterno] con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (versículos 4-5).
Hay otra implicación en torno al rechazo de la ofrenda de Caín y la aceptación de la de Abel. Es posible que Caín rechazara el papel de la ganadería en la agricultura adecuada y el manejo del suelo (Your Living Environment).
Sea cual fuere la causa, el rechazo de su ofrenda fue la gota que colmó el vaso para Caín. Masacró brutalmente a Abel.
La sentencia de Dios sobre Caín y su expulsión de la zona le obligaron a una existencia nómada (versículo 12).
N.º 4: ABEL
Los dos primeros versículos de Génesis 4 dan a entender que Abel era el gemelo menor de Caín. Las disputas por las posesiones, la atención y la culpa habrían sido habituales. Con unos padres negligentes que no ejercieron control, la división entre hermanos se agravó al llegar a la adolescencia. Los chicos se convirtieron en hombres jóvenes, más capaces y aventureros, y en algún momento se independizaron. Pero la hostilidad se enconó.
Uno puede imaginarse años de animosidad, rivalidad, celos y resentimiento, especialmente de Caín hacia Abel. El apóstol Juan utiliza su ejemplo para enfatizar el amor que debemos tenernos unos a otros: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3:12). Cualquiera que odie a su hermano es culpable de asesinato (versículo 15).
Es poco probable que el arrebato de Caín fuera completamente atípico en él. Merece la pena meditar sobre ello. ¿Cuánto ridiculizó, amenazó e intimidó Caín a Abel antes de finalmente matarlo? Dada su historia, podemos imaginar que Abel necesitó cierto valor para dar una ofrenda aceptable a Dios, sabiendo que podría enfurecer a Caín.
Abel buscó agradar a Dios antes que a los hombres; se entregó a Dios sin reservas y con plena fe. Dios aceptó la ofrenda de Abel, y Dios aceptó a Abel. Donde otros miembros de su familia fallaron, Abel eligió el camino correcto: el camino que conduce a la vida eterna. Dio su vida por Dios.
Abel se convirtió en el primer mártir. Dio un sacrificio y fue un sacrificio.
Su nombre se convirtió en el primero registrado en el salón de la fe. Observe la primera parte de su cita: “Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas…” (Hebreos 11:4; Nueva Traducción Viviente).
‘Ejemplo de fe’
El cuarto ser humano de la historia fue el primero del que se tiene constancia que murió. Fíjese ahora en la última parte de Hebreos 11:4: “Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe” (Nueva Traducción Viviente).
¿Qué lecciones podemos aprender de este hombre extraordinario y de su historia? He aquí algunas lecciones familiares amplias y fundamentales.
Los esposos y padres deben guiar a sus esposas e hijos con amor y firmeza (Efesios 5:25). Esta primera familia tenía muchas faltas. Adán debería haber marcado una diferencia positiva. Aunque fueron expulsados del Edén, habían recibido una educación sobre la forma correcta de vivir. En la medida en que hubieran aplicado las instrucciones de Dios, habrían sido bendecidos (Deuteronomio 5:33).
Las esposas y las madres deben someterse a sus maridos. Ningún esposo es perfecto, pero la sumisión a él a pesar de sus errores es vital para el éxito espiritual (Efesios 5:22-24). Cuanto más acepte su papel de esposa, madre y ama de casa, más estable será el entorno en el cual criar a los hijos.
Los niños son, de hecho, regalos de Dios. Cada niño es diferente y no debe mostrarse ninguna parcialidad (Santiago 3:17). Donde hay envidia y contienda, hay inestabilidad (versículo 16). Debido a la naturaleza humana, los niños se convertirán naturalmente en rivales a menos que los padres estén atentos para hacer cumplir el espíritu de la ley de Dios en su educación. A los niños, desde pequeños, se les debe dar una visión de por quéla familia, explicada a un nivel que puedan entender. Los padres deben vigilar las tensiones entre hermanos y utilizar su autoridad para restablecer y promover la paz en la familia. Las heridas y cicatrices de la rivalidad entre hermanos perduran en una persona mucho después de que abandone el hogar y pueden mermar su capacidad para entablar relaciones más profundas con los demás. Debemos plantar semillas de paz para hacer la paz (versículo 18).
He aquí otras lecciones personales de Abel.
Abel tuvo el valor de quedarse solo. Como único miembro de su familia y único ser humano del planeta con una relación sana con Dios, no tenía a nadie en quien confiar seriamente durante sus pruebas y tribulaciones, excepto su Creador.
Puede que a veces se sienta solo. Quizá sólo sea usted uno de una familia, uno de una ciudad, uno de una nación. Tal vez usted se sienta solo en una prueba, o se enfrente a una dificultad que cree que nadie más comprende. Tal vez esté encarcelado, figurativa o literalmente. Es probable que se identifique con Abel y se sienta alentado por su fe.
Pero usted tiene algo que Abel no tenía. Además de suplicar a su Padre celestial, puede buscar consejo, orientación, consuelo y aliento en el gobierno de Dios en Su Iglesia. Los miembros de la Iglesia de Dios pueden encontrar apoyo adicional en el edificante compañerismo cristiano.
Tal vez usted experimente problemas familiares similares a los que sufrió Abel. Sus creencias pueden haber tensado las relaciones con algunos de sus familiares más cercanos. El ejemplo de Abel es sin duda reconfortante. Jesús dijo: “Y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:36). Eso fue sin duda cierto para Abel. Los versículos 34-37 explican directamente algunos de los retos familiares que acompañan al llamamiento cristiano.
Si permanece con Dios a pesar de la presión familiar, de hecho está sirviendo a su familia de la mejor manera que puede.
También puede inspirarse en la conducta de Abel. Abel demostró su fe por sus obras (Santiago 2:18). Era un hacedor. Era un hombre ocupado, cuidando su ganado, cuidando la tierra y probablemente generoso en proveer a los demás. Sin duda disfrutaba de la creación, tanto observándola como trabajando con ella. La obra de Dios, en gran parte intacta en aquel tiempo, era una herramienta inspiradora para aprender a pensar más allá del yo. Sobre todo, Dios era lo primero en su vida. Aunque estaba solo en muchos aspectos, era activo, productivo, servía; todo ello le ayudaba a combatir la soledad.
Del mismo modo, hoy en día, nuestro apoyo a la Obra de Dios y nuestro compromiso con Su causa producen satisfacción y felicidad duraderas.
Enfrentándose a la prueba más dura, la fe de Abel era sólida como una roca, construida con el tiempo a través de la experiencia. Tuvo que ser fiel en las áreas más pequeñas de su vida para ser fiel con su vida, incluso hasta la muerte (Lucas 16:10).
Su historia es un increíble ejemplo de fe registrado para nosotros hoy. Este es el camino de Abel.