¿Es posible que un cristiano convertido sea gobernado por un ídolo personal y privado en lugar de Dios? ¿Puede un verdadero cristiano tener el Espíritu de Dios y aun así adorar a dioses falsos?
Cuando Dios llamó al antiguo Israel para que saliera de la esclavitud egipcia, también destruyó a sus ídolos. Sin embargo, a pesar de ser la nación especialmente llamada y elegida de Dios, ellos persistieron en la adoración de ídolos hasta que Dios los envió al cautiverio nacional. Ellos se descalificaron como la nación de sacerdotes de Dios.
En la era del Nuevo Pacto, los verdaderos cristianos están comprometidos para casarse con Jesucristo a Su Regreso y están calificando para ser reyes y sacerdotes en el Reino de Dios. En este mundo moderno, ¿cómo podemos saber qué es un ídolo? La respuesta a esta pregunta no es un examen rancio de hechos históricos polvorientos ni se trata de exhumar reliquias físicas de la historia bíblica pasada. La sorprendente respuesta es tan fresca y pertinente para nuestras vidas en la actualidad como el día en que Dios dio el mandato prohibiendo la idolatría. Además, ¿cómo puede un cristiano liberarse de la esclavitud de la idolatría para tener una confianza e intimidad más profundas con Dios?
El llamado de Abraham
Dios se reveló a Abraham y le ordenó que saliera de la tierra natal de su padre y fuera a una tierra desconocida (Génesis 12:1-2). “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). Puso toda su vida en manos de Dios.
Al llamar a Abraham a salir de Harán (Génesis 11:31-32), Dios estaba llamando a Abraham a salir de la idolatría de sus antepasados. Como dijo Josué más tarde a los israelitas: “… Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río [Éufrates], esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños” (Josué 24:2). Dios sacó a Abraham de Harán y de su sistema idólatra y le enseñó Su gobierno y Su ley y le reveló Su plan supremo de salvación.
Así que Abraham se convirtió en peregrino, vagando en cabañas temporales. Abandonó la idolatría de sus antepasados y caminó por fe. “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). Así Abraham llegó a aprender y guardar todos los mandamientos, estatutos y leyes de Dios (Génesis 26:5).
Israel en Egipto
Después de las muertes de Abraham e Isaac, sus descendientes fueron a Egipto para escapar de una hambruna devastadora. Dios había orquestado las circunstancias para que José precediera a sus hermanos y a su padre, Jacob. Así fue como Dios proveyó un lugar de refugio para los hijos de Israel. De este modo, Dios liberó a toda la casa de Israel, 70 almas que comprendían a Jacob, sus hijos y sus nietos. Él estaba con ellos para cuidarlos y, más tarde, para sacarlos.
Entonces se levantó en Egipto un nuevo rey que no conocía a José. Como los egipcios temían a los israelitas, los llevaron a un severo cautiverio nacional (Éxodo 1).
Mientras los antiguos israelitas estuvieron en cautiverio, perdieron gran parte, si es que no toda, la verdad que Dios había revelado a Abraham, Isaac y Jacob. Los egipcios habían prohibido a los israelitas adorar al Dios verdadero y les hicieron trabajar siete días a la semana. Como resultado, perdieron el conocimiento del reposo (Sábado) del séptimo día. Ellos incluso comenzaron a adorar ídolos egipcios (Josué 24:14). Sin duda, para muchos israelitas, Dios ya no era real.
Por lo cual, cuando Dios levantó a Moisés para liberarlos, tuvo que revelarse a Sí Mismo, Sus leyes y estatutos de una manera completamente nueva para ellos. El Antiguo Pacto está registrado para nosotros en Éxodo 19-24; los Diez Mandamientos (Éxodo 20) habían estado en vigor desde Adán y Eva. “Dado que los Diez Mandamientos ya estaban en vigor, lo único nuevo sobre ellos en el monte Sinaí fue la forma escrita y codificada en la que Dios los presentó al pueblo después de enunciarlos con Su propia voz” (Curso bíblico por correspondencia del Herbert W. Armstrong College, Lección 12).
Contra los Dioses de Egipto
Pero antes que Dios pudiera revelar Su gobierno y leyes a Israel, Él actuó para liberarlos de la esclavitud egipcia. Esta liberación milagrosa provocó la muerte de todos los primogénitos egipcios, tanto de hombres como de animales.
Dios dijo a través de Moisés: “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juiciosen todos los dioses de Egipto. Yo [el Eterno]” (Éxodo 12:12).
Dios estaba profundamente preocupado por la influencia que los dioses de Egipto tenían sobre los israelitas, manteniéndolos anclados en el presente, en lo físico. Había más de 2000 dioses egipcios. Estos ídolos tenían influencia y control sobre el pueblo egipcio. Representaban demonios (Deuteronomio 32:17; Salmos 106:36-37, 40-41). Se entretejieron en la vida nacional, religiosa y privada, dirigiendo los hábitos y pensamientos del pueblo. La sociedad egipcia estaba esclavizada a sus ídolos, e Israel no escapó de su dañina influencia.
Una vez liberados de Egipto, inmediatamente después de haber consagrado su pacto con Dios (Éxodo 24), Israel cometió una rebelión idólatra contra Dios.
Mientras Moisés estaba en el monte Sinaí recibiendo la forma codificada de la ley de Dios, el pueblo le ordenó a Aarón que les hiciera dioses. Después de moldear un becerro fundido, el pueblo proclamó descaradamente: “… Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éxodo 32:8).
He aquí un excelente ejemplo de cómo la adoración de ídolos ejercía control sobre el pensamiento y el comportamiento del antiguo Israel. Incluso después de la conversión, un cristiano puede encontrar un ídolo que ejerce cierto nivel de control sobre su pensamiento y su comportamiento. Cuando un ídolo es expuesto, debemos hacer todo lo posible para destruirlo, tal como Dios lo registró en Éxodo 32:20.
Historia para nuestro aprendizaje
Dios sacó a Israel de Egipto con mano fuerte y brazo extendido (Salmos 136:11-12; Deuteronomio 5:15). Esta frase se usa en toda la Biblia hebrea, pero exclusivamente en el contexto del Éxodo.
Esta frase es específica de Egipto, “y en particular del Egipto del periodo del Nuevo Reino”, escribió Christopher Eames. “Y es una forma de expresión específica que elogia el poder y la fuerza de un faraón egipcio deificado, supuestamente semidios” (“Zeus’s Thunderbolt, Pharaoh’s Arm: The God of Israel’s Inversion of Pagan ‘Powers’” [El rayo de Zeus, el brazo del Faraón: La inversión de los ‘poderes’ paganos por parte del Dios de Israel]; ArmstrongInstitute.org/739).
Dios derribó la jactancia del faraón porque quiere que Su creación entienda profundamente quién realmente tiene un brazo extendido y una mano poderosa que puede salvarnos de la esclavitud del pecado. ¡Los pecados de idolatría nos apartan de Dios!
Dios dice: “Yo soy [el Eterno] tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy [el Eterno] tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:2-5). Dios quiere que estemos alerta para huir de la adoración a los ídolos. ¡Se trata de aprender a pensar y actuar como Dios para que podamos nacer de nuevo como hijos de Dios!
Israel y Judá nunca huyeron de la idolatría. Después de heredar la Tierra Prometida, Josué advirtió a los israelitas que si servían a ídolos, ¡Dios les quitaría esa herencia!
Josué dijo: “Ahora, pues, temed a [el Eterno], y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río [Éufrates] y en Egipto; y servid a [el Eterno]” (Josué 24:14). Este es lenguaje del Nuevo Pacto (1 Corintios 5:7-8), y quizás uno de los pasajes más importantes del Antiguo Testamento acerca de la idolatría.
Cuanto más pueda un cristiano derribar sus falsos ídolos, más sinceridad y verdad entrarán en su relación con Dios y más evitará el pecado de la hipocresía, eliminando las manchas espirituales y las falsas apariencias que le separan de Dios. Dios está lleno de sinceridad y verdad.
Josué 24:20 concluye: “Si dejareis a [el Eterno] y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien”.
2 Reyes 17:7-8 muestra que los israelitas pecaron contra Dios, y “temieron a dioses ajenos, y anduvieron en los estatutos de las naciones”. Los versículos 12 y 18 dicen: “Y servían a los ídolos. (…) [El Eterno], por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino solo la tribu de Judá”. ¡Dios desheredó a las 10 tribus de la Tierra Prometida!
El apóstol Pablo escribió toda esta historia en 1 Corintios 10:11, la cual fue registrada para nuestro beneficio en este tiempo del fin. Si un cristiano permite que un ídolo permanezca en su vida, ¡puede ser descalificado y desheredado de ser hijo en el Reino de Dios! Esta es la razón por la que Dios trabaja tan duro para purificar nuestras vidas de la idolatría espiritual.
Pablo continúa: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (versículo 13). E inmediatamente después da la siguiente amonestación: “Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” (versículo 14). Muy a menudo, las pruebas fuertes exponen ídolos espirituales ocultos, obstáculos entre nosotros y Dios.
El profeta Jeremías escribió: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (Salmos 119:71). Algunas veces Dios tiene que afligir a Sus hijos, pero el objetivo final siempre es más fe y obediencia.
¿Qué es un ídolo?
1 Juan 5:21 dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. Un ídolo es un dios falso. Pero ¿qué es un dios? Herbert W. Armstrong explicó que es aquello a lo que uno adora y obedece, aquello en lo que alguien confía o lo que ejerce control sobre el pensamiento y el comportamiento.
En nuestro mundo sofisticado, la mayoría de las personas no utiliza ídolos físicos literales que consideran representaciones de Dios como ayuda en su culto religioso. Pero eso no significa que no seamos culpables de idolatría. En la era del Nuevo Pacto, la idolatría suele ser más una cuestión del corazón (Ezequiel 14:3-6).
Pablo escribió: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16). Muchas cosas pueden convertirse involuntariamente en ídolos si nos rendimos a ellas en lugar de rendirnos a Dios y a la justicia.
Las personas suelen recurrir a ídolos espirituales porque piensan que ese ídolo les ayudará a salir de sus problemas. Por lo tanto, un ídolo es algo en lo que un cristiano confía en lugar de confiar en Dios.
Muchas personas adoran y obedecen la voluntad humana y el razonamiento humano. Algunos adoran y obedecen a sus estómagos. Otros adoran y obedecen al dinero, a sus carreras o a los pasatiempos. Otros adoran y obedecen el miedo y la ansiedad. Otros adoran y obedecen patrones de pensamiento negativos, complejos de inferioridad o la buena opinión de familiares y amigos. Otros adoran y obedecen a sus hijos. Otros adoran y obedecen a personas y las complacen en lugar de esforzarse por obedecer y complacer a Dios de corazón (1 Corintios 7:23; Colosenses 3:22-24). Estos son sólo algunos ejemplos de ídolos que pueden ejercer cierto nivel de control sobre nosotros.
“Yo soy [el Eterno] tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Deuteronomio 5:6-7). ¡Es una orden de Dios! Olvidar que Dios nos liberó del Egipto espiritual nos llevará a la idolatría.
Al resumir la historia de Israel, el Salmo 106 nos muestra el peligro de olvidar esa liberación. Los versículos 7-8 dicen: “Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino que se rebelaron junto al mar, el mar Rojo. Pero, él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder”. Los versículos 19-21 dicen: “Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto”.
Dios quiere que Sus hijos confíen en Él con una fe relajada y con todo su corazón. Quiere que le llevemos todos nuestros problemas a Él. ¿Estamos aprendiendo a confiar en Dios para que nos libre de todas las circunstancias adversas, pruebas, desafíos de la vida, preocupaciones y miedos? ¿O confiamos en otro dios para que resuelva nuestros problemas, para que guíe nuestro camino? ¿Estamos aprendiendo a depender completamente del Dios Todopoderoso? ¿O limitamos a Dios y Su poder?
¡Los ídolos son substitutos despreciables e inútiles del vivo, verdadero y Todopoderoso Dios de los milagros y la vida! No es de extrañar que Dios se entristezca y enfurezca cuando ve a Su pueblo abandonarlo y poner su confianza en la vanidad, en sus propios intereses egoístas (p. ej., Jeremías 2:5, 11-13; 5:7-9; 10:23).
Siga el ejemplo de nuestro padre, el rey David, que adoraba al Dios verdadero de misericordia y poder. Él siempre recurrió a Dios en busca de ayuda, misericordia y liberación, ¡y Dios libró sus batallas por él! (p. ej., Salmos 9:9-10; 18:1-3, 6-17; 24:8; 25:15-18). Al igual que David, podemos entrar con firmeza en el salón del trono de Dios y tener la confianza y la certezade la fe en que Dios nos responderá (Hebreos 4:16). Cristo es nuestro Esposo, y Él desea proteger y proveer. Él vive para ayudar a Su pueblo (Hebreos 7:25). ¡Él es nuestra Roca y Fortaleza!
¡Abandone todas las falsificaciones y ponga toda su confianza en el Dios viviente!
Cuatro pasos para huir de la idolatría
1) Construya el valor espiritual para servir sólo a Dios. No es fácil enfrentar una naturaleza hostil que tira de usted y favorece el camino ancho que conduce a la destrucción. La vida cristiana es el camino angosto y difícil (Mateo 7:14). Se necesita valor espiritual para obedecer frente a los impulsos erróneos, miedos, preocupaciones, ansiedad, las opiniones contrarias de familiares y amigos inconversos y las tendencias e ideas populares de este mundo. Ore regularmente para tener el valor que necesita y ejercítelo cada vez que pueda.
2) Crezca en fe salvadora para obedecer a Dios. El apóstol Pedro dice que la fe es más preciosa que el oro (1 Pedro 1:7). Un verdadero cristiano es salvado por graciaa través de la fe (Efesios 2:8). La fe no se puede ver, sentir, saborear ni tocar; es espiritual e invisible. Proviene de Dios; es un fruto de Su Espíritu Santo (Romanos 12:3; Gálatas 5:22). La fe es la sustancia y la evidencia de que recibiremos lo que Dios ha prometido (Hebreos 11:1). Es creer lo que Dios ha dicho,que se revela en Su Palabra (Romanos 10:17). La obediencia es la evidencia de una fe viviente (Santiago 2:17-24). Obras de obediencia muestran sumisión al gobierno de Dios, y Dios no dará vida eterna a nadie a quien no pueda gobernar. Como herederos del Reino de Dios, debemos obedecer a Dios antes que podamos heredar esta recompensa prometida. La obediencia también es un requisito para que nuestras oraciones sean respondidas (1 Juan 3:22). La ley de Dios verdaderamente es la “ley de la libertad” (Santiago 2:12). Obedecer la ley de Dios trae verdadera libertad de toda maldición, paz mental y muchas otras bendiciones físicas y espirituales (Salmos 34:19; 103; 119:1; 1 Juan 4:18).
3) Practique fe relajada. “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en [el Eterno] su Dios” (Salmos 146:5). La duda vacilante produce negatividad, ansiedad, temor, inquietud, maquinaciones y preocupación (Santiago 1:6-8). ¡Mirar lo físico hace que el corazón se derrita en la batalla! El miedo, el estrés y la tensión crean patrones de pensamiento perjudiciales. Los cristianos deben mantener sus ojos en Cristo. David escribió: “Busqué a [el Eterno], y él me oyó, y me libró de todos mis temores. (…) Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará [el Eterno]” (Salmos 34:4, 19). ¡Qué certeza! Desarrollar ese tipo de fe no siempre será cómodo. Pero cuanto más tarda Dios en dar una respuesta, más se estimula esa fe y, como un músculo, ¡crece! Cuando nos asalte la duda, debemos orar. Enumere las promesas de Dios. Encomiéndese a la Palabra de Dios, y confíe en Dios para el resultado. Esto trae paz mental. Junto con la obediencia, la fe es el segundo requisito para que la oración sea respondida (Mateo 9:29). A los cristianos se les instruye soportar con paciencia (Hebreos 6:13-15; Santiago 1:2-4; vea también Filipenses 4:6 y 1 Pedro 5:7).
4) Lleve cada pensamiento a la obediencia de Cristo. Pablo dijo que debemos “[derribar] argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y [llevar] cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). “Derribar” significa demoler, como Moisés destruyó el becerro de oro que estaba contra Dios. Dios está listo para ayudar en esta guerra mientras llevemos cada pensamiento a la obediencia a Él. Si se presenta un pensamiento sin fe, sea constante en la oración (Romanos 12:12), pidiéndole a Dios que lo elimine. Es importante que se arrepienta del pecado que es la causa de cualquier problema personal y privado (Isaías 55:7). ¡Eliminar permanentemente el pecado acercará al cristiano mucho más a Dios! Dios perdonará y salvará. Trabaje para hacer de la ley de Dios el centro de todo pensamiento (Salmos 10:4; 119:97; 139:17). Ore por tener la mente de Cristo (Filipenses 2:5).
¡Estamos en el camino hacia la Tierra Prometida, una herencia eterna en el Reino de Dios! Dios quiere que Sus hijos recuerden y aprendan de la historia de idolatría del antiguo Israel. Él quiere ser el primero en nuestras vidas, en el centro mismo de nuestros pensamientos, emociones y conducta. Si aprendemos y aplicamos esas lecciones, Su amor, fe y paz recargarán nuestras vidas. ¡Tendremos gran paz, felicidad y una intimidad mucho más profunda con Dios y Jesucristo!