Reconozcámoslo, la mayoría de la gente de hoy en día tiene problemas con sus finanzas. Con los costos crecientes de hoy, muchos se preocupan y se inquietan por esto más que por cualquier otro problema, independientemente de cuánto dinero ganen. Sin embargo, esta preocupación les roba la verdadera felicidad y alegría que Dios quiso que el hombre tuviera. Incluso entre el pueblo de Dios, los problemas financieros ejercen un control opresivo.
¿No es hora de revertir esta tendencia y controlar sus finanzas?
Pero ¿cómo hacerlo? ¿Por dónde empezar?
La idolatría del materialismo
Hay una causa para todo en la vida. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, la renta media de los hogares en 2003 se mantuvo sin cambios en 43.318 dólares, pero al mismo tiempo, la tasa de pobreza en EE UU subió a 1 de cada 8 hogares. ¿Cómo puede ser eso posible en una nación próspera como ésta? ¿Cuál es la causa de tales estadísticas?
Este problema no es nuevo en estos tiempos. Durante siglos, la gente ha tenido problemas financieros. En el primer siglo de nuestra era, el apóstol Pablo escribió lo siguiente, indicando una de las principales causas de los problemas financieros: “Porque raíz [causa] de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).
Observe que dice “el amor al dinero”, no el dinero en sí. El deseo de tener riquezas materiales es lo que ha causado muchas penas a los que las “codiciaban”.
Dios no se opone a las riquezas. De hecho, muchos de los hombres y mujeres bíblicos a los que Dios utilizó eran ricos, como Job, Abraham, Isaac, Jacob, David, Salomón y Ester. Dios promete bendecirnos cuando Le obedecemos (Deuteronomio 28:1-9). Sin embargo, Dios advierte contra una actitud codiciosa hacia la riqueza material.
Caer en el materialismo disminuye nuestra dedicación a Dios y a Su Obra. No podemos dejar que las preocupaciones de este mundo controlen nuestras vidas. Si lo hacemos, es posible que no estemos alerta a las señales de los tiempos, esos acontecimientos que indican el inminente regreso de Cristo y el establecimiento de un gobierno basado en el camino de dar en lugar de recibir. Cristo Mismo dijo: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día” (Lucas 21:34).
La obsesión por los intereses físicos devora el suministro del Espíritu Santo de Dios y nos impedirá alcanzar nuestro pleno potencial. “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:17). Codiciar le conducirá a más y más problemas financieros, personales y físicos.
Si Dios prometió bendiciones físicas por la obediencia a Sus mandamientos, ¿no tendría sentido que especificara lo que ocurriría si dejamos que nuestras mentes se desvíen de Su ley espiritual y nos enfoquemos en lo físico? Por supuesto. “Y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles. Pero acontecerá que si no oyeres la voz de [el Eterno] tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán. Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Malditas tu canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. Y [el Eterno] enviará sobre ti la maldición, quebranto y asombro en todo lo que pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado” (Deuteronomio 28:14-20). Dejar que el materialismo se convierta en nuestro dios cosechará automáticamente estas maldiciones, “hasta que seas destruido”.
Perseguir la riqueza material es una forma de idolatría y si vamos tras ella, incurriremos en estas maldiciones. Una de las principales razones por las que la gente no tiene control sobre sus finanzas es su mentalidad materialista que deja a Dios fuera de sus vidas.
Pasos hacia la estabilidad financiera
Jesucristo enseñó que el sabio manejo del dinero refleja parte de la sabiduría, la discreción, el dominio de sí mismo y la planificación necesarios para el éxito en el Reino de Dios. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?” (Lucas 16:10-11).
Dios es el multimillonario que está deseando compartir todas Sus riquezas con nosotros (Apocalipsis 21:7), pero debemos aprender a manejar nuestros asuntos ahora para que Dios pueda confiarnos tal responsabilidad. A fin de prepararnos para nuestras funciones futuras, Dios nos ha dado el dominio, o gobierno, sobre nuestras posesiones físicas ahora.
Examinemos cinco pasos que nos ayudarán a prepararnos para nuestras responsabilidades futuras y a desarrollar en nosotros las características de un administrador sabio.
Diligencia fiel
Nuestra generación ha perdido el dominio de la diligencia fiel. Dios bendecirá nuestros esfuerzos; no dijo que recompensaría nuestra ociosidad. Dios quiere que aprendamos a trabajar y dijo que “si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Dios no da limosnas sociales a los que pueden, pero no quieren, producir.
Lamentablemente, incluso entre el pueblo de Dios, algunos no son buenos proveedores. Dependen de las limosnas del gobierno, de sus compañeros o incluso de la Iglesia para suplir las necesidades de sus familias. Dios reprende tal comportamiento: “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).
Los cristianos tienen la obligación de trabajar duro para mantener a sus familias físicas. Deben llevar la carga no sólo de sus parientes inmediatos, sino incluso suplir las necesidades de las generaciones anteriores y posteriores a ellos. Deben cuidar de las viudas de su familia y acumular para sus nietos (versículo 16; Proverbios 13:22).
El trabajo duro será recompensado. Los que observen este principio prosperarán y podrán compartir sus bendiciones con los demás. Con su primer diezmo ayudan a la Iglesia de Dios a hacer la Obra. Con su excedente segundo diezmo proporcionan un medio para que otros asistan a los festivales de Dios, y con su tercer diezmo, dos veces cada siete años, proporcionan seguridad social a los que realmente están necesitados, las viudas y los huérfanos.
Un individuo así es un orgullo para la Iglesia de Dios y para su comunidad.
Incluso en una economía deprimida, un cristiano verdaderamente diligente ejercita la fe en que Dios le proporcionará una forma de cumplir esta función en la que pueda dar a su prójimo. Si está desempleado, este individuo producirá obras de fe, buscando empleo diligentemente, sin miedo a trabajar duro y a empezar donde sea necesario. Tal actitud impresionará a cualquier empleador.
La fe y la diligencia van de la mano. En lugar de esperar a lo que venga, demos el primer paso, tan necesario, hacia la estabilidad financiera: preocuparnos por los demás.
Conozca sus finanzas
Millones de personas en todo el mundo esperan ganar la lotería, creyendo que esto resolvería sus preocupaciones financieras de una vez por todas. La pura verdad es que la falta de dinero no suele ser el principal problema. La falta de sabiduría, sin embargo, sí lo es. “Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta” (Proverbios 13:11).
Fíjese en esta afirmación del folleto de Herbert W. Armstrong Las siete leyes del éxito: “Catar es un pequeño país peninsular ubicado en el golfo Pérsico. El gran auge del petróleo llegó al pequeño reino del emir Alí de 69 años, generándole al país de 35.000 habitantes 50 millones de dólares anuales, de los cuales 12 millones y medio iban directamente al viejo emir”.
“¿Qué haría usted si de repente recibiera una renta de 12,5 millones de dólares al año?”.
“¡Probablemente no haría lo que piensa que haría! Tal cantidad de dinero, llegada repentinamente, cambiaría radicalmente las ideas de uno. Eso fue lo que pasó con el emir Alí”. (…)
“El viejo emir Alí se volvió tan generoso con sus propios caprichos, que pronto sus deudas llegaron a los 14 millones de dólares, ¡sobrepasando a sus fabulosas entradas!”.
“Alrededor del mundo se difundió la noticia de que Alí simplemente no podía cubrir sus gastos con sólo 12 millones y medio de dólares al año”. (…)
“Le fue más difícil sufragar sus gastos con 12 millones y medio de dólares anuales, que cuando estaba en relativa pobreza”.
Más dinero no resolverá nuestras preocupaciones financieras a menos que controlemos cómo lo gastamos.
No deje de leer el artículo “Sea un buen mayordomo” para aprender a controlar sus gastos de acuerdo con un presupuesto equilibrado.
Muchos argumentan que no ganan lo suficiente para hacer un presupuesto, pero lo cierto es que cuantos menos ingresos tenemos, menos margen hay para el despilfarro y más necesario se hace un presupuesto. Otros piensan que podrán preocuparse de hacer una estimación de costos una vez que hayan salido de sus deudas. Con demasiada frecuencia, estas personas ni siquiera saben el grado de endeudamiento que tienen. No tienen una visión de su patrimonio neto. Determinar su patrimonio neto puede proporcionarle una imagen realista de su situación financiera y motivarle para aumentar su patrimonio neto.
Cuando elabore su presupuesto, sea duro consigo mismo, sobre todo si tiene deudas. Cuanto más recorte sus gastos, más pronto podrá liberarse de las deudas.
Reduzca gradualmente la deuda
Cuando violamos las leyes financieras de Dios, traemos maldiciones sobre nosotros mismos. Endeudarnos para financiar nuestros gastos de consumo es una de las formas en que nos exponemos a estas maldiciones. En esta sociedad, la mayoría de la gente se ve obligada a pedir una hipoteca para financiar su vivienda, pero al contrario que los bienes de consumo, éste es un patrimonio que tiende a revalorizarse con el tiempo. En cambio, los coches, los electrodomésticos, los aparatos electrónicos y los muebles disminuyen de valor y preferiblemente no deberían financiarse. Si hemos estado financiando nuestros deseos, el consejo que Dios nos da es que nos arrepintamos: que cambiemos y vayamos por el camino opuesto. Aprenda a ahorrar pacientemente hasta que estos artículos puedan pagarse con dinero en efectivo. Los verdaderos cristianos no son inmunes a las pruebas financieras ni a las deudas. Pero necesitamos invocar a Dios con fe en busca de ayuda y liberación. Dios nos promete: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará [el Eterno]” (Salmo 34:19). Dios no quiere verle pasar apuros. Él le ofrece Su ayuda, pero hay ciertos pasos que usted debe dar.
Proverbios 22:7 nos dice que “el que toma prestado es siervo del que presta”. La forma de invertir la tendencia al endeudamiento no consiste en esconderse de él, sino en afrontarlo y abordar el problema de frente.
Póngase en contacto con sus acreedores y comuníqueles su situación con franqueza y respeto. Indique su voluntad de saldar su deuda y discuta un plan de pagos. A los acreedores no les gusta entregar su caso a una agencia de cobros y perder hasta el 50% en el trato. Pida tiempo (Mateo 18:26) y sugiera un programa de pagos. Demostrará a sus acreedores que es sincero y que se toma en serio el reembolso.
Un presupuesto bien pensado incluye la reducción de la deuda y detendrá el ciclo de abundancia y escasez que muchas familias experimentan al vivir de sueldo en sueldo. Un presupuesto sabio y equilibrado sigue el principio del diezmo. Cuando recibimos un aumento, debemos apartar primero la décima parte (Proverbios 3:9-10; Malaquías 3:10). Puede aplicar este principio de destinar un porcentaje fijo de sus ingresos para saldar sus deudas. Aunque no le resultará fácil, es un principio que puede ayudarle a reducir las deudas sistemáticamente. Utilizando este método pondrá en orden sus asuntos financieros y aliviará la tensión con sus acreedores.
No se deje arrastrar a pagar sólo intereses. Cuanto antes pueda devolver el capital, mejor. Por cada dólar que pague por encima del pago mínimo, ahorrará dinero a largo plazo.
Ni siquiera las emergencias deben causarle pánico si tiene un plan sólido para la eliminación de la deuda. No se deje disuadir de su programa de pagos. Sólo en caso de extrema necesidad debería cambiar su plan. Deje que el tacto y la sabiduría le guíen en los momentos difíciles.
Empiece a ahorrar
Los asesores financieros suelen animar a la gente a empezar a ahorrar incluso cuando están endeudados. La mayoría de la gente responde: “¡Pero si no puedo permitirme ahorrar!”. La clave está en empezar poco a poco, incluso con una cantidad simbólica de quizá cinco dólares de cada nómina.
El bombardeo publicitario nos incita a gastar antes de haber ganado el dinero y nos induce a pensar que podemos permitirnos cosas centrándonos en los pagos mensuales. Esto es devastador para el principio del ahorro. Hay mucha sabiduría en ahorrar para tiempos menos prósperos. José fue utilizado por Dios para llamar la atención del Faraón sobre esto y, gracias a ello, Egipto se convirtió en una bendición para todo Oriente Medio durante sus años de hambruna (Génesis 41).
Hoy en día nuestro dinero parece quemar los bolsillos y la gente siente que tiene que gastarlo ya. Esto da lugar a compras impulsivas, o codicia, algo que Dios define como pecado, una de las principales causas de los problemas financieros actuales (Éxodo 20:17).
Haga del ahorro un principio fundamental de su administración financiera y verá que tiene más dinero del que pensaba en un principio.
Busque la sabiduría pronto
Dios ha puesto en Su Iglesia a ministros que pueden ayudar a dar valiosos consejos y orientación sobre asuntos financieros, desde una perspectiva bíblica. Sin embargo, con demasiada frecuencia se enfrentan a personas que les presentan las consecuencias de sus acciones mal pensadas.
Planifique la búsqueda de consejo con anticipación.
Tenga cuidado con los proyectos potencialmente volátiles. Nunca se involucre en ningún sistema para hacerse rico rápidamente. Estos explotan la debilidad humana del ansia de dinero, y como dice en 1 Timoteo 6:10, esto le lleva a ser “traspasado de muchos dolores”.
Otros sistemas con los que hay que tener cuidado son aquellos en los que usted se convierte en fiador o aval de préstamos y aventuras financieras de otras personas. La Biblia nos aconseja no tener este tipo de relaciones. “No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?” (Proverbios 22:26-27). Ciertamente, este tipo de compromisos no deben contraerse sin un asesoramiento adecuado tanto a nivel físico como espiritual.
Unirse en una aventura empresarial con otro miembro de la Iglesia es otra área que exige abundante orientación. Aunque bien intencionados, algunos proyectos pueden no ser económicamente sólidos. A menudo, un ministro local puede ofrecer un buen consejo tras evaluar los antecedentes.
Cuando no buscamos consejo, o ignoramos los consejos que nos dan, no sólo nos exponemos a un desastre financiero, sino que también podemos poner tensión innecesariamente en las relaciones personales.
El cambio de carrera es otra área que puede tener un gran impacto en su situación financiera, y haría bien en buscar asesoramiento antes de tomar cualquier decisión en este aspecto.
Antes de decidirse a ser su propio jefe o a crear su propia empresa, asegúrese de que tiene la disciplina y la experiencia necesarias para seguir adelante. Calcule el costo para estar seguro de que puede terminarlo con éxito.
Una nota sobre la búsqueda de consejo: para que el consejo sea eficaz, debe ser totalmente abierto y honesto con sus consejeros y consigo mismo. No oculte ningún hecho ni busque un determinado resultado deseado. Deje que sus consejeros le ayuden y le guíen. Con el tiempo, usted tendrá que tomar la decisión y vivir con las consecuencias. Le conviene presentar una imagen lo más exacta posible.
El camino adecuado hacia la prosperidad financiera es trabajar con diligencia, planificar con antelación, evaluar sus hábitos de gasto e invertir con prudencia.
Hágase cargo de sus finanzas y prospere como Dios quiere que lo haga.