El proyecto humanitario de Dios

La gente necesita ayuda. Por eso hay casi 4.500 agencias de ayuda en todo el mundo, que recaudan más de 27.000 millones de dólares en fondos cada año. El mismo informe de las Naciones Unidas que presenta estas cifras también explica que unos 140 millones de personas necesitan ayuda humanitaria cada año, 65 millones son desplazados forzosamente por la violencia y los conflictos, y el número de afectados por las catástrofes naturales cada año suele alcanzar los 100 millones.

Mientras que millones sufren físicamente, el empobrecimiento espiritual de miles de millones es aún peor. A menos que algo cambie, los problemas espirituales del hombre conducirán a la destrucción física de toda la humanidad.

Jesucristo profetizó: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo…” (Mateo 24:21-22). A menos que Dios intervenga, el hombre se destruirá a sí mismo.

¿Y por qué intervendría Dios? Por una organización “humanitaria”. El versículo 22 concluye: “Mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”.

“Una de las razones [de Dios] para haberlo llamado a usted ahora, es para salvar con vida a la humanidad” escribió Herbert W. Armstrong. “Hermanos, ¿nos damos cuenta plenamente de la magnitud de eso, o sea, del gran y tremendo propósito por el cual hemos sido llamados a la salvación ahora?” (carta a los miembros, 2 de noviembre de 1972). Toda la humanidad necesita ayuda. Ésa es la razón por la cual Dios pone a la gente en Su Iglesia: ¡para salvar con vida a la humanidad!

Dios tiene un orden de tiempo para la salvación. Dios el Padre hace el llamado (Juan 6:44) y no está tratando de convertir al mundo hoy. Sin embargo, en última instancia, Él ofrecerá la salvación a toda la humanidad (1 Timoteo 2:4).

Sin embargo, nosotros tenemos una parte en salvar con vida a la humanidad, ¡incluso hoy! La Obra de Dios es el proyecto altruista supremo. No estamos esperando hasta el regreso de Cristo y el establecimiento de Su reino en la Tierra para comenzar a preocuparnos por la humanidad. Estamos trabajando para enfocar a la gente hacia el hermoso futuro que Dios creará, dando ejemplo en ese sentido individualmente y como nación espiritual, apoyando la Obra de Dios que está advirtiendo al mundo de sus caminos erróneos y dando a conocer las buenas noticias anticipadas del Reino venidero de Dios. Somos representantes de Dios y debemos ser conscientes de ello en todos nuestros tratos con nuestros jefes, compañeros de trabajo y vecinos, trabajando para causar una impresión positiva en la gente. Debemos estar sujetos a las autoridades, ser buenos ciudadanos, puros en el hablar, y mostrar “toda mansedumbre para con todos los hombres” (Tito 3:1-2). ¡Debemos ser luces para el mundo en todo lo que hacemos! (Mateo 5:14).

El mandato de Dios es que ¡AMEMOS a este mundo! Los dos grandes mandamientos que resumen toda la ley de Dios son estos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27). Sí, Dios nos ordena que odiemos las cosas satánicas en este mundo, pero Él también nos ordena que pensemos más allá de nosotros mismos, que ampliemos nuestras mentes y tengamos el mismo amor desbordante por este mundo que Él mismo tiene. Dios ofreció a Su Hijo unigénito por todaslas personas (Juan 3:16).

Lo que hacemos, lo hacemos por la humanidad. Este tremendo entendimiento llena nuestras vidas con un propósito verdadero. No estamos aquí para salvarnos a nosotros mismos. ¡Somos llamados para finalmente ayudar a salvar a todo el mundo!

El Sr. Armstrong escribió: “¿Cuántos de nosotros nos despreocupamos del propósito de Dios y asumimos que fuimos llamados y puestos en la Iglesia de Dios sólo para obtener nuestra salvación personal y para disfrutar del compañerismo y la vida social de nuestra congregación local?” (Carta a los miembros, 21 de febrero de 1974). Debemos pensar en grande. El proyecto humanitario que es la Iglesia de Dios debería ayudar a expandir nuestro pensamiento y ayudarnos a alejar nuestra mente de nosotros mismos.

“Cuando la mayoría de nuestros hermanos comiencen a verter todo su corazón en esta Obra, en oración ferviernte, en feen lo que nuestro Dios puede hacer… ¡todos seremos mucho más felices y gozosos! ¡Llegaremos a una comprensión más plena de la magnitud del bien que hemos sido llamados a hacer por la humanidad!” (Carta a los miembros, 2 de noviembre de 1972).

Nuestras mentes necesitan ser expandidas a través de nuestra Obra hoy debido a lo que Dios quiere que hagamos en el futuro cercano. Nos estamos preparando hoy para enseñar a toda la humanidad mañana.

“En amor ilimitado y misericordia el Supremo Dios nos ha elegido y llamado, a usted y a mí y a todos nuestros hermanos en Cristo, fuera de este mundo infeliz e inútil. ¿Por qué? No sólo para dar a nuestras vidas Su felicidad y gozo y esperanza bendita, sino para prepararnos a través de Su Espíritu y Su conocimiento espiritual para gobernar y enseñar a toda la humanidad durante los mil años venideros y el Gran Juicio que le sigue, para que sus vidas se transformen en felicidad vigorosa, alegría y en logros con el regalo de vida eterna, cuando todos viviremos felices, gloriosos, vigorosos y productivos ¡por siempre y para siempre!” (Carta a los miembros, 23 de marzo de 1984).

Dios llama a la gente a Su única y verdadera Iglesia hoy para ayudar a salvar con vida a la humanidad y para prepararse para enseñar a la humanidad del mañana. Abrace este propósito y dese cuenta de la magnitud del bien que hemos sido llamados a hacer por la humanidad.