Formidable y maravillosamente hecha Parte 1
Comprenda las leyes de Dios que rigen el ciclo hormonal.

Hay más de 4.000 millones de mujeres en la Tierra. Estudios demuestran que casi el 80% de ellas sufrirá algún tipo de desequilibrio hormonal a lo largo de su vida. La mayoría de esos 3.200 millones de mujeres ni siquiera sabrán que tienen un desequilibrio y experimentarán síntomas sin saber por qué.

El ciclo hormonal femenino, o ciclo menstrual, afecta a casi la mitad de la población del planeta. Sin embargo, la mayoría de la gente sabe poco sobre cómo funciona o qué ocurre cuando no funciona correctamente. Se culpa al ciclo menstrual del mal humor y los arrebatos emocionales de las mujeres. A menudo el tema se silencia o se considera desagradable.

Sin embargo, este ciclo, complejamente diseñado y creado por Dios, debe ser comprendido por ambos sexos. El estudio de su diseño muestra la increíble mente de Dios como Creador. Veamos cómo incorporó sus leyes físicas y espirituales en este ciclo. Cuando se cumplen esas leyes, las hormonas femeninas pueden equilibrarse.

Hombres: no sean ignorantes

1 Pedro 3:7 instruye a los maridos a vivir con sus esposas “sabiamente”. En Biblical Manhood [Masculinidad bíblica], Joel Hilliker plantea esta pregunta a los hombres: “¿Qué tan arduamente ha trabajado usted por vivir ‘sabiamente’ en lo que respecta a los sentimientos y emociones de su esposa?”.

Y continúa: “No ignore los cambios que ella experimenta durante su ciclo mensual. El malestar físico y las fluctuaciones hormonales pueden hacer que a ella le sea más difícil controlar sus emociones, por lo que hay que considerarlas y ser comprensivos. (…) Esto no significa mimarla, pues ella sigue siendo responsable de sus propios actos, pero tenga en cuenta el impacto que esto tiene en ella. Esto se vuelve aún más importante cuando la mujer atraviesa la menopausia. (…) Un esposo puede hacerle un maravilloso favor a su esposa dándole amor, atención, aprecio y comprensión”.

Dios, a través de Sus leyes del matrimonio, diseñó al esposo para que desempeñe un papel clave en el equilibrio hormonal de su esposa.

El ciclo hormonal

Dios creó a los hombres con un simple ciclo hormonal diario. En un varón sano, los niveles de testosterona aumentan mientras duerme, alcanzando su punto máximo al despertarse. A medida que avanza el día, los niveles bajan y alcanzan su punto más bajo por la noche, justo a tiempo para que se vaya a dormir, momento en el que se repite el ciclo.

En cambio, las mujeres fueron creadas con un ciclo que abarca 28 días en promedio. En una mujer sana, las tres principales hormonas sexuales, el estrógeno, la progesterona y la testosterona, suben y bajan de forma natural en diferentes momentos para crear un impresionante ciclo diseñado para crear vida. Cada mujer es diferente: unas tienen un par de días más; otras, menos. Pero un cuerpo con hormonas equilibradas tendrá siempre la misma duración de ciclo. Un ciclo inconsistente podría indicar un desequilibrio hormonal. Otras causas podrían incluir el estrés, el ejercicio excesivo, una dieta inadecuada o afecciones como un trastorno tiroideo o el síndrome de ovario poliquístico.

Existen cuatro fases en el ciclo hormonal. La primera es la fase menstrual. Comienza el primer día de hemorragia y en promedio dura de tres a siete días. Muchas mujeres tienden a tener menos energía en los días uno y dos de esta fase debido a que las hormonas están en su punto más bajo (Figura 1).

La fase folicular también comienza el primer día de sangrado y dura aproximadamente la mitad del mes. Durante este tiempo, los ovarios producen de 5 a 20 folículos, cada uno de los cuales contiene un óvulo inmaduro. A medida que aumenta el estrógeno, madura el más sano de los óvulos y el resto se desintegra en el organismo. Durante los días 6 a 13, los niveles de estrógeno aumentan, lo que se traduce en un incremento de la energía y la fuerza. También sube la serotonina (la “hormona de la felicidad”), aumentando la alegría y mejorando el estado de ánimo. Se incrementa la producción de endorfinas (una sustancia química cerebral que nos “hace sentir bien”). Muchas mujeres se sienten mejor durante estos días, tanto física como emocionalmente.

La ovulación, cuando el ovario libera un óvulo, se produce en el punto medio de todo el ciclo, generalmente el día 14. Esta etapa dura 24 horas. Este es el mejor momento para la concepción. Hay una ventana de cinco días en torno a este momento para la concepción debido a que los espermatozoides pueden vivir dentro del cuerpo femenino hasta cinco días.

La fase lútea comprende la segunda mitad del ciclo. Tras la ovulación, el óvulo abandona el ovario y comienza a viajar por la trompa de Falopio. La progesterona aumenta y engrosa el revestimiento uterino. Si el óvulo es fecundado, se adhiere a la pared uterina. Si no hay fecundación, los niveles de estrógeno y progesterona descienden, el revestimiento se desprende y la mujer vuelve al principio del ciclo. Durante esta etapa la mujer se prepara para un posible embarazo. Por ello, ella suele experimentar una sutil disminución de energía y fuerza y a menudo necesita dormir más. A menudo, en los días 24 a 28, aumenta el metabolismo y la necesidad de alimentación. Si no se produce el embarazo, comienza entonces la menstruación.

La jerarquía hormonal

Las tres hormonas sexuales principales de una mujer tienen mucho que ver con el buen funcionamiento de su organismo. Muchos problemas de salud femeninos son derivados del desequilibrio de estas hormonas. Algunas viven con los síntomas durante tanto tiempo que les parece habitual. Pero no es así como Dios diseñó el funcionamiento del cuerpo femenino.

Para equilibrar las hormonas, primero debemos comprender el propósito de cada una, qué provoca las alteraciones y cómo volver a equilibrarlas. No existe una cura mágica ni una píldora especial. Equilibrarlas es un proceso, al igual que el desequilibrarlas fue un proceso. Y cada mujer es diferente, así que lo que puede funcionar para una puede no funcionar para otra. Pero, en general, las hormonas pueden situarse en una estructura jerárquica. Para equilibrar lo que está en la parte inferior de la jerarquía, hay que ocuparse primero de todo lo que está por encima.

Dios restauró el conocimiento de cómo corregir el desequilibrio hormonal hace 60 años a través de Herbert W. Armstrong. En un artículo de 1962, el Sr. Armstrong enumeró siete leyes de la salud: “Dios diseñó el mecanismo del cuerpo humano de tal manera que, si [1] se alimenta adecuadamente (¡y pocos saben lo que eso significa!); [2] se bebe la cantidad adecuada de agua pura; [3] se respira aire puro; [4] se hace suficiente ejercicio, que no tiene por qué ser mucho; [5] se descansa, se recrea y se duerme lo suficiente; [6] se mantiene una regularidad normal en la eliminación, lo que incluye bañarse y frotarse con más frecuencia de lo que muchos creen; y [7] se mantiene la mente en un estado positivo, alegre, activo y tranquilo, ¡el cuerpo nunca enfermaría!” (La Pura Verdad, septiembre de 1962). Lo bien que cumplamos estas leyes influirá en el equilibrio hormonal.

Estrógeno

Pocas mujeres tienen muy poco estrógeno. Bajos niveles de estrógeno puede deberse a un exceso de ejercicio, a no ingerir suficientes calorías o a un problema en las glándulas pituitarias. Además, a medida que las mujeres envejecen y entran en la premenopausia y después en la menopausia, la función ovárica disminuye de forma natural, lo que provoca un descenso significativo de estrógeno.

Tanto los hombres como las mujeres pueden tener demasiado estrógeno en el organismo. Nuestra sociedad rica en estrógenos hace que las niñas empiecen a menstruar a una edad más temprana, entre los 10 y los 12 años, en lugar de entre los 13 y los 15, como ocurría hace años. Los xenoestrógenos sintéticos, que actúan como estrógenos en el organismo y aumentan los niveles de éste, se encuentran en las sustancias químicas de los productos de belleza e higiene, los pesticidas rociados en los alimentos y los alimentos procesados.

El desequilibrio de estrógenos puede causar cambios de humor, fatiga, dolores de cabeza, sofocos y periodos irregulares o ausentes. El exceso de estrógenos también puede hacer que el revestimiento del útero se acumule más de lo habitual durante la primera mitad del ciclo. Este revestimiento más grueso puede provocar un flujo menstrual más abundante.

Para ayudar a equilibrar los niveles de estrógeno, es necesario seguir tres de las leyes de la salud de Dios. Las dos primeras son una dieta adecuada y ejercicio suficiente. Esto ayuda a garantizar un hígado sano. El hígado puede entonces descomponer el exceso de estrógeno y el estrógeno sintético, que las bacterias intestinales después descompondrán y eliminarán. Si el hígado está sobrecargado a causa de alimentos procesados, azúcares refinados o por un elevado consumo de alcohol, éste no puede iniciar el proceso. El café también hace que el hígado retenga estrógenos. Un microbioma intestinal sano regula el nivel de estrógeno circulante tanto en hombres como en mujeres. Un intestino sano ayudará a eliminar el exceso de estrógeno del sistema. Además, el tejido adiposo también almacena y segrega estrógenos. Cuanto mayor es la grasa corporal, mayor es el exceso de estrógeno almacenado en el organismo. Con el tiempo, el hacer suficiente ejercicio y comer alimentos naturales puede ayudar a solucionarlo.

Pero hay una tercera ley de la salud que la mayoría no considera, la eliminación regular. Dos estudios distintos realizados en 2019 y 2023 descubrieron que los niveles elevados de estrógeno pueden disminuir la motilidad gastrointestinal, lo que provoca estreñimiento. Esto hace que el estrógeno permanezca más tiempo en el organismo. Cuando se consumen alimentos ricos en fibra insoluble, como las legumbres o la avena, el exceso de estrógeno se unirá a ellos y será eliminado.

Testosterona

En las mujeres, la testosterona es una hormona ignorada pero importante. Desempeña un papel clave en el sueño, la salud ósea, la fuerza muscular, el deseo sexual, la capacidad de pensar y el estado de ánimo. Lo ideal es que el organismo regule la cantidad adecuada de testosterona. Se trata de un delicado equilibrio: demasiada testosterona y la mujer se vuelve más viril; muy poca puede causar falta de energía, pérdida de fuerza, bajo deseo sexual, dolor en las articulaciones, obesidad, infertilidad, ciclos menstruales irregulares, depresión, debilitamiento del cabello, piel seca y problemas para dormir. (Algunos de estos síntomas se solapan con un nivel bajo de estrógenos; otros también se asocian a una disfunción tiroidea). La mayoría de estos síntomas se observan en mujeres que atraviesan la premenopausia y la menopausia. Las mujeres con síndrome de ovario poliquístico suelen tener problemas similares.

Un estudio de 2015 publicado en la revista Pharmaceutical Journal descubrió que los antiinflamatorios no esteroideos (aine) como el ibuprofeno, el Tylenol [acetaminofeno] y el Advil, que se toman como “soluciones” para los síntomas del síndrome premenstrual, pueden inhibir la ovulación, reducir los niveles de progesterona y disminuir la testosterona. Estos crean un desequilibrio hormonal, que empeora los síntomas y lleva a tomar más aines. El esfuerzo físico libera endorfinas, inhibidor natural del dolor en el cuerpo, las cuales alivian el dolor de los calambres. Esta es una de las razones por las que hacer ejercicio más intensamente al inicio del periodo funciona bien para algunas mujeres a la hora de aliviar los calambres. El entrenamiento de fuerza también puede aumentar los niveles de testosterona.

Un sueño inadecuado disminuye los niveles de testosterona. Un estudio elaborado por la Universidad de Chicago descubrió que después de sólo una semana, los hombres jóvenes sanos que dormían sólo cinco horas por noche experimentaban un descenso del 10 al 15% en los niveles de testosterona.

Progesterona

La progesterona es fundamental para el embarazo porque engrosa el revestimiento uterino, lo que ayuda a que el óvulo fecundado se convierta en embrión y después en feto. Tras la concepción, unos niveles elevados de progesterona evitan que el cuerpo ovule durante el embarazo, suprimen las contracciones uterinas y ayudan a los pechos a prepararse para la lactancia.

Niveles bajos de progesterona pueden dificultar que una mujer conciba y aumentar el riesgo de aborto espontáneo. También afectan el estado de ánimo, perturban el sueño y provocan bochornos. Debido a que los niveles de progesterona disminuyen de forma natural, las mujeres están más irritables en la semana previa al período.

Exceptuando problemas médicos, los niveles bajos de progesterona son el resultado del estrés crónico, la edad, un nivel elevado de estrógenos y una dieta inadecuada.

En la parte inferior de la jerarquía hormonal se encuentran el estrógeno, la progesterona y la testosterona. La insulina incide directamente en estos tres. Antes que una mujer pueda intentar equilibrar las tres hormonas sexuales, debe ocuparse de la insulina.

Segundo nivel: insulina

La insulina es la hormona que almacena el azúcar. El cuerpo la fabrica para ayudar a controlar su nivel de azúcar en sangre. Después de comer, los intestinos descomponen los carbohidratos de los alimentos en glucosa. La glucosa entra en el torrente sanguíneo, elevando los niveles de azúcar en sangre. El páncreas libera insulina para transportar la glucosa desde el torrente sanguíneo hasta las células del cuerpo para producir energía. El organismo almacena el azúcar sobrante en el hígado y los músculos para utilizarlo en un futuro. Cuando estos no pueden almacenar más, el exceso se almacena en forma de grasa corporal, lo que provoca un aumento de peso. Con el tiempo, si existe una constante sobrecarga de glucosa en el torrente sanguíneo, las células dejan de responder a la insulina. En este punto, el organismo se vuelve resistente a la insulina. El páncreas sigue liberando más insulina para que las células respondan, y con el tiempo el páncreas no puede mantener el ritmo. Esto eleva el azúcar en la sangre. Un alto nivel de azúcar en la sangre es perjudicial para el organismo, por lo que éste empieza a almacenar el azúcar en forma de grasa corporal.

Cuando la insulina se dispara en las mujeres, las glándulas pituitarias interrumpen la producción de estrógeno y progesterona. Esto crea una peligrosa espiral descendente de desequilibrio si no se aborda. A medida que baja el estrógeno, baja la serotonina, lo que provoca una caída del estado de ánimo. El cuerpo reacciona para corregir esto y fomenta el camino más rápido hacia la felicidad: comer hasta conseguirla. Aparecen los antojos de comida, normalmente de alimentos con alto contenido en azúcar, lo que hace que la insulina se dispare más. Esto vuelve a reducir el estrógeno y se produce un ciclo peligroso.

Esta situación les ocurre a muchas mujeres durante la fase lútea. Los niveles de estrógeno descienden de forma natural durante esta fase, provocando antojos. La progesterona, que está aumentando, es un estimulante del apetito. El cuerpo se está preparando para la posible implantación y nutrición de un óvulo fecundado, por lo que aumenta el apetito. Durante esta fase es fundamental comer correctamente y hacer ejercicio. Comprender estos cambios hormonales facilita la toma de decisiones racionales en lugar de comer por impulso. Consumir proteínas, grasas saludables y carbohidratos complejos que contengan fibra, estabilizará los niveles de insulina. Estos alimentos ralentizan el flujo de glucosa y regulan el azúcar en la sangre. Ejercitarse también le ayudará a agotar el exceso de glucosa.

Sin embargo, antes de ocuparse de la insulina, hay que ocuparse de la hormona del estrés.

Nivel tres: Cortisol

El cortisol es un arma de doble filo. Es esencial para la vida, pero en exceso crea caos en el organismo. En situaciones de estrés, el cortisol provoca que el hígado libere glucosa en el torrente sanguíneo. También causa que el páncreas disminuya la producción de insulina y aumente la del glucagón, disparando el azúcar en la sangre. Esto proporciona energía extra para manejar el estrés. Pero demasiado cortisol durante mucho tiempo puede provocar resistencia a la insulina. Cuando aumenta el cortisol, la progesterona puede convertirse en cortisol, lo que reduce los niveles de progesterona. Además, el cuerpo deja de producir testosterona. Algunos síntomas de altos niveles de cortisol son el aumento de peso en la sección media del cuerpo, brotes en el rostro, fatiga severa, dolores de cabeza, cambios de humor, períodos irregulares o dolorosos y debilidad muscular.

Dios creó a la mujer para que fuera “el vaso más frágil” (1 Pedro 3:7). Esto es evidente en el efecto del cortisol en el cuerpo femenino. Las mujeres no fueron diseñadas para lidiar con el estrés constante de proteger, mantener y dirigir una familia.

Para ayudar a reducir los niveles de cortisol, pueden aplicarse las seis primeras de las siete leyes de la salud. Una revisión publicada en septiembre de 2023 en el Journal of Nutritioinal Medicine demostró que las dietas ricas en alimentos procesados, con el tiempo, aumentan los niveles de cortisol. La deshidratación también puede aumentar temporalmente estos niveles. Se ha demostrado que el “respirar aire puro correctamente” reduce el estrés. La Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins afirma que la respiración diafragmática estimula el sistema nervioso parasimpático, lo que ayuda a reducir el cortisol. Cuando una persona hace ejercicio, el cuerpo produce cortisol; sin embargo, éste disminuye al cabo de unas horas. El ejercicio regular puede mejorar la resistencia del organismo al estrés agudo y, con el tiempo, ayudará a que la cantidad de cortisol producida disminuya. Sin embargo, el exceso de ejercicio genera demasiado cortisol. Esto pone al cuerpo en un estado catabólico en el que, en lugar de reparar el músculo durante la recuperación, empieza a descomponer la grasa o el propio músculo.

Una de las leyes más importantes para reducir los niveles de cortisol es priorizar el sueño. Normalmente, el cortisol es bajo cuando una persona se va a dormir y sigue bajando hasta medianoche; después los niveles suben lentamente, alcanzando su punto máximo unos 30 minutos después de despertarse. Un sueño insuficiente estresa al organismo y aumenta el cortisol para la noche siguiente. Los niveles elevados afectan entonces al sueño de esa noche, generando más estrés, y el ciclo sigue. Establecer un horario de sueño y cumplirlo es crucial. El cepillado en seco (“masajes”) también puede activar el sistema nervioso parasimpático y ayudar a reducir los niveles de cortisol.

‘Pero el mayor de ellos es’

A pesar de hacer todo lo posible por mantener las leyes de la salud, la vida puede volverse a veces demasiado estresante. Hay facturas que pagar, hijos que criar y surgen circunstancias inesperadas. A veces equilibrar el cortisol es imposible. Para una ayuda extra en estos momentos, Dios diseñó una de las hormonas más fascinantes: la oxitocina. Cuando se produce oxitocina, los niveles de cortisol descienden, permitiendo regular la insulina y las hormonas sexuales.

La oxitocina es más conocida como la hormona del amor. En Efesios 5, el apóstol Pablo enlistó las leyes de Dios para el matrimonio. A la esposa se le ordena someterse a su marido (versículo 22). Y a él, Dios le ordena dos veces que ame a su esposa (versículos 25, 28). En la medida en que obedezca esa orden, el esposo puede ayudar a equilibrar las hormonas de su esposa. Esto es fundamental cuando una mujer atraviesa por la premenopausia y la menopausia. Un esposo puede ayudar a su esposa a producir oxitocina a través del sexo, los mimos, los “te quiero” y otros gestos románticos. La oxitocina le dice al cerebro: Eres amada, estás a salvo, no hay peligro. Esto detiene la producción de cortisol, y el resto de las hormonas pueden equilibrarse.

Esposos, puede haber momentos en la vida de sus esposas como el postparto, la premenopausia y la menopausia, en los que ellas se muestren poco receptivas a las expresiones de amor. Esto probablemente se deba a un desequilibrio hormonal. Ambas partes deben ser conscientes de esto para evitar malentendidos y sentimientos heridos. La pareja tendrá que trabajar en conjunto para que todo vuelva a estar en equilibrio.

Para las mujeres solteras, la Dra. Mindy Pelz en su libro Resetea tu menopausia escribe que la oxitocina puede producirse a través de otros medios como abrazarse, hablar con su mejor amiga, reírse y mantener conversaciones significativas. Dios también diseñó otras dos formas, con base en sus leyes, que pueden producir oxitocina. La primera es sentir gratitud (coherente con la séptima ley de la salud). La otra forma, aún más fascinante, de producir oxitocina es el dar a los demás, incluso a través de actos de bondad aleatorios. El Sr. Armstrong definió el amor de Dios como “una preocupación desinteresada por el bien y el bienestar de la persona amada”. Dios integró el diseño de Su camino de vida, el camino del dar, en las hormonas. Vivir según el camino de Dios ayudará a equilibrar las hormonas.

Dios quiere que vivamos una vida abundante y que gocemos de salud (Juan 10:10; 3 Juan 2). Él dio las leyes físicas y espirituales que, cuando se cumplen, regulan el cuerpo para que funcione como Él lo diseñó. En la medida en que nos esforcemos por cumplir estas leyes, gozaremos de la salud que Dios quiere que tengamos.