Mantenga una actitud correcta

Uno de los pioneros del programa espacial de Canadá, el coronel Chris Hadfield, ha volado en dos misiones del transbordador espacial, fue el primer canadiense en participar en una caminata espacial, y en 2013 comandó la Estación Espacial Internacional. En su autobiografía Guía del astronauta para la vida en la Tierra, describe muchas de las lecciones que aprendió en sus viajes espaciales. Una de estas lecciones es la importancia de la actitud.

“En el vuelo espacial”, escribe, “la ‘actitud’ se refiere a la orientación: en qué dirección apunta su vehículo en relación con el sol, la Tierra y otras naves espaciales. Si pierde el control de su actitud, ocurren dos cosas: el vehículo empieza a caer y dar vueltas, desorientando a todos los que van a bordo, y también se desvía de su rumbo, lo que, si le falta tiempo o combustible, podría significar la diferencia entre la vida y la muerte”.

El espacio es un lugar terriblemente arriesgado para tener una “mala actitud”. Podría significar perder un encuentro con otra nave con la que se suponía que la suya debía atracar. Podría significar colisionar con otro objeto. Podría significar un aterrizaje fallido de regreso a la Tierra. Por eso, escribe Hadfield, “nunca queremos perder la actitud, ya que mantenerla es fundamental para el éxito”.

Esto no es sólo una lección para el espacio exterior. “Según mi experiencia”, prosigue, “algo parecido ocurre en la Tierra. En última instancia, yo no determino si llego al destino profesional deseado. Demasiadas variables están fuera de mi control. Realmente sólo hay una cosa que puedo controlar: mi actitud durante el viaje, que es lo que me mantiene firme y estable, y lo que me hace seguir en la dirección correcta”.

En nuestro viaje espiritual, a menudo carecemos de control sobre nuestras circunstancias físicas (Eclesiastés 9:11), pero podemos controlar nuestra actitud durante estas circunstancias. “No te apresures en tu espíritu a enojarte”, escribió Salomón, “porque el enojo reposa en el seno de los necios” (Eclesiastés 7:9). El apóstol Pablo nos exhorta a “avivar” el Espíritu Santo, que es el Espíritu “de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7). Aprender a controlar nuestras actitudes y emociones incluso en tiempos difíciles es parte de la formación del carácter de Dios en nosotros.

“La madurez emocional no crucifica las emociones: las controla y las guía con el conocimiento correcto y la verdadera sabiduría”, escribió Herbert W. Armstrong. “La madurez emocional se desarrolla mano a mano con el crecimiento físico, mental y espiritual; los cuatro se mezclan, finalmente, en el carácter espiritual perfecto que es el verdadero destino humano y el propósito mismo de la vida” (La Pura Verdad, agosto de 1978).

Dios planea en el futuro sembrar de vida el mismo universo que exploró el coronel Hadfield. ¡Dios quiere que usted participe en ello! (Romanos 8:19-23; versión Revised Standard). Pero para completar nuestro viaje a las estrellas, debemos mantener una actitud adecuada. Una actitud equivocada nos desviará del camino, perdiendo el objetivo. Una actitud correcta nos lleva al universo y más allá, para siempre.