La Biblia tiene mucho que decir sobre los verdaderos cristianos que se miden a sí mismos, pero ¿con respecto a qué debemos medirnos? Es fácil compararnos con quienes nos rodean. Sin embargo, la Biblia nos dice que no lo hagamos: “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos” (2 Corintios 10:12).
Vemos en numerosos pasajes cuál es en realidad nuestro estándar. Efesios 4:13 dice: “… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Vamos a ser medidos como Cristo es medido, a Su estatura completa. La frase utilizada aquí es inequívoca: “un varón perfecto”. ¿Puede Dios realmente esperar eso de nosotros? Absolutamente.
Jesucristo dijo sin rodeos: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). En esta Escritura, Cristo señala a Su Padre como perfecto y nos dice que debemos cumplir con ese estándar. Nuestro estándar es la Familia Dios porque eso es lo que somos: parte de la Familia Dios. Sí, incluso antes del bautismo, como jóvenes en la Iglesia de Dios, eso se aplica a ustedes.
En su primer artículo dirigido a los adolescentes, en el primer número de True Education [Educación verdadera], el pastor general Gerald Flurry citó Lucas 1:17: “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
Esta Escritura es única porque les dice que ustedes, jóvenes de Dios, son parte del pueblo que está siendo preparado para la Familia Dios. Ustedes están aprendiendo el mismo estándar real, siendo medidos por la perfección que Dios el Padre y Jesucristo ejemplifican.
En un artículo de La Pura Verdad titulado “Madurez emocional”, Herbert W. Armstrong escribió: “Jesucristo, a la edad de 33 años y medio, era el hombre más perfectamente desarrollado, física, mental, espiritual y emocionalmente. Había alcanzado Su plena madurez, combinando armoniosamente esos cuatro aspectos en la unidad de un hombre íntegro y perfecto” (agosto-septiembre de 1978).
Entendamos el estándar que Jesucristo —el hombre perfecto— estableció física, espiritual, emocional y mentalmente.
Físicamente
¿Cómo era Jesucristo físicamente? El mundo tiene una idea completamente equivocada sobre esto. Solía visitar a mis abuelos en Kentucky, y lo que más me llamaba la atención al entrar en su casa eran las fotos del falso Cristo. Docenas y docenas de ellos, todos de pelo largo, débiles y afeminados. Así es como la mayoría de los llamados cristianos se imaginan a su Salvador. Esta representación de Jesucristo es tan frecuente que la mayoría de la gente visualiza de inmediato esa imagen en su mente cada vez que oye el nombre “Jesús”.
¡Él no era así en absoluto! Entonces, ¿qué sabemos?
Sabemos que Jesucristo era un hombre de familia, criado por José y María, con varios hermanos y hermanas.
Isaías 53 profetiza sobre la apariencia física del Mesías: “… no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” (versículo 2). Jesús no era especialmente guapo. De hecho, era de aspecto sencillo y promedio. Ciertamente, esto no significa que Jesús fuera feo, ¡pero no había nada en Sus rasgos físicos que le hiciera destacar entre la multitud o que hiciera que las jóvenes se desmayaran al verle! Además, Judas Iscariote, el que Lo traicionó, tuvo que besar públicamente a Jesús para identificarlo ante los que pretendían matarlo. ¡Esto habría sido innecesario si Jesús hubiera sido un vagabundo de pelo largo con vaporosas túnicas blancas!
Al igual que muchos judíos, es posible que Jesús llevara barba de adulto: Isaías 50:6 nos dice que los que lo golpeaban le arrancaron los pelos de la cara. Pero las Escrituras no indican que llevara el pelo largo. Si lo hubiera hecho, éste habría sido otro rasgo distintivo que Le habría identificado fácilmente de un vistazo. La historia muestra claramente que los judíos de Judea del primer siglo —e incluso los romanos— llevaban el pelo corto. En 1 Corintios 11:14, el apóstol Pablo nos dice que es una vergüenza que un hombre tenga el pelo largo. No había nada vergonzoso en el Hijo de Dios.
También sabemos por varios relatos evangélicos que Jesucristo era carpintero (Marcos 6:3; Mateo 13:55). En Las BuenasNoticias de marzo de 1968, Paul Royer hizo una gran descripción de lo que significaba ser carpintero en aquella época. Escribió: “El carpintero en tiempos de Cristo no era una persona corriente. No había sierras mecánicas ni madera precortada. Toda el trabajo se realizaba con músculos y fuerza, ¡por hombres que eran hombres de verdad!… En este oficio, Jesucristo desarrolló un físico que habría puesto un poco celosos a la mayoría de los atletas”. (…)
“No había camiones con cemento premezclado para apilarlo y verter los cimientos… También había que cortar las vigas en bruto. Del bosque a los cimientos, de la cantera al tejado, la casa se hacía realidad. Todo hecho a mano por hombres que eran hombres”. (“¿Qué clase de hombre era Jesucristo?”).
Dios quiere que seas fuerte, especialmente si eres hombre. Proverbios 20:29 dice: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez”. Debes trabajar activamente para desarrollar tu fuerza física. En el proceso, también estarás construyendo tu carácter.
Mateo 21 registra otro ejemplo del dinamismo físico de Cristo. “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (versículos 12-13). Cristo era un hombre poderoso que expulsó a los cambistas del templo con un látigo.
Cristo era físicamente fuerte. Tú también quieres ser así, no porque tus amigos lo sean o no, sino porque nuestro ejemplo perfecto lo fue, a diferencia de los ejemplos enfermizos y débiles de la sociedad actual.
Emocionalmente
Los comentarios del Sr. Armstrong sobre Jesucristo siendo el hombre perfecto física, espiritual, emocional y mentalmente estaban en el contexto de la madurez emocional. Las Escrituras hablan a menudo de Cristo expresando emociones. Con frecuencia se le mostraba compasivo (Mateo 9:36; 15:32). Marcos 10:14 registra que Jesús “se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios”.
En “Nuestro ejemplo de madurez emocional”, Ryan Malone escribió: “La frase ‘se indignó’ no hace justicia al estado emocional de Cristo aquí. Esa frase en griego significa estar conmovido con indignación, y su palabra raíz significa doler. Cristo estaba indignado contra lo que hacían Sus discípulos. Le dolía. Se apasionó incluso por los niños pequeños” (Visión Real, noviembre-diciembre de 2009; disponible en inglés).
Jesús expresó a veces una correcta tristeza divina. El versículo más corto de la Biblia, Juan 11:35, dice simplemente “Jesús lloró”. Unos versículos antes de eso, Juan dice que Jesús se conmovió y “se estremeció [gimió, vkj] en espíritu” (versículo 33). La raíz de la palabra “gimió” en griego significa resoplar de ira. Cristo estaba visible y vehementemente afectado y “conmovido”. Esa misma palabra se utiliza en la noche de Su última Pascua, cuando se enfrentó a la traición y la crucifixión. Así de conmovedoramente le afectó la falta de fe de estos judíos.
La noche de Su asesinato, Cristo dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. (Juan 15:11). Mientras se acercaba a Su muerte, conociendo las profecías sobre lo brutal que sería, Cristo estaba lleno de gozo divino.
En su artículo sobre la madurez emocional, el Sr. Armstrong escribió sobre cómo pocos consideran su desarrollo espiritual. Pero lo siguió con esto: “Pero es que son aún menos los que se detienen a pensar en la necesidad del desarrollo emocional. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de “madurez emocional”? son muy pocos los que conocen el verdadero significado de esta expresión. ¿Lo conoce usted? Sin embargo, la madurez emocional es una de las claves de la felicidad humana. (…) Nadie nace siendo emocionalmente maduro. Esa madurez es algo que tenemos que aprender y desarrollar. Necesitamos reflexionar continuamente en el hecho de que hemos nacido como indefensos bebés, desprovistos de todo conocimiento, y sin instintos ciegos como los de los animales. (…) Y una de las cosas que más necesitamos aprender, por resultarnos de importancia vital, es el uso correcto de nuestras emociones. Hay una relación importantísima entre la mente y las emociones humanas. Pero casi nadie piensa en la necesidad de que esas emociones sean controladas por la mente! Sin embargo, nuestras emociones necesitan ser comprendidas, enseñadas, adiestradas y controladas por la mente!” (op. cit.).
Ése es el secreto. Tienes que aprender a controlar tus emociones con tu mente, no simplemente sucumbir a ellas. Satanás es un maestro en transmitir emociones. Nosotros tenemos que ser maestros en controlarlas.
Hablando de Cristo como nuestro ejemplo de madurez emocional, el Sr. Armstrong escribió: “Jesucristo es nuestro ejemplo. ¿Puede usted comprender qué profundidad de sentimientos experimentó Cristo cuando miró la ciudad de Jerusalén, donde hombres engañados y extraviados obraban el mal? Él amaba a aquellas gentes, y fue entonces cuando exclamó: ‘¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!’ (Mateo 23:37). Vemos en esto una expresión de las emociones. Pero fue una expresión inteligente, no arrebatada ni guiada por impulsos sensuales. Fue una expresión emocional, pero cargada de hondo significado” (ibíd.).
Para saber más sobre este tema, lee “The Real Secret to Being Happy” [El verdadero secreto para ser feliz, en Educación verdadera, julio de 2024; disponible en inglés].
Mentalmente
Veamos la parte “mental” del cuadrante.
Lucas 2 registra una anécdota notable de cómo Cristo desarrolló Su mente cuando era joven. “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. (…) Y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”. (versículos 40, 42-49).
Imagínatelo. Siendo un niño de 12 años, asombró a los eruditos de la época con Su conocimiento y comprensión. Ese tipo de conocimiento viene a través del estudio. No era simplemente sabio. Aprendió esa sabiduría. Y sólo tres versículos después, en el versículo 52, leemos esto: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.
Así que en el espíritu de compararnos con Cristo, hazte estas dos preguntas: 1. ¿Estás creciendo en sabiduría y estatura? 2. ¿Estás aumentando en favor con Dios y con los hombres? Eso es lo que Cristo hizo cuando era joven, y es lo que tú deberías hacer hoy.
También merece la pena reconocer que la siguiente categoría, la espiritual, requiere que trabajes en estas otras categorías. Hay muchas conexiones inherentes entre las categorías mental y espiritual. La fe proviene del estudio de la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Proverbios 18:15 dice: “El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia”.
Espiritualmente
Cristo fue un hombre de oración. Dio instrucciones específicas sobre cómo orar a Sus discípulos (ver Mateo 6:9-13 para el modelo de oración) y Él mismo pronunció oraciones poderosas. Juan 17 registra una oración que Él hizo la noche antes de Su crucifixión; fue una oración no por Él Mismo, sino por Sus discípulos. Lee todo el capítulo para ver Su ejemplo de amor desbordante y preocupación por los demás en Sus últimas horas. Es una maravillosa y profunda verdad de la Biblia que Jesucristo vino a la Tierra para morir por nuestros pecados. Su muerte pagó la pena por los pecados de todos aquellos que se arrepienten e invocan ese sacrificio (p. ej., Mateo 26:28; Romanos 5:8-10).
La clave de Su éxito espiritual fue Su relación con Su Padre. Juan 1:18 dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
En La visión de la Familia Dios, el Sr. Flurry escribe: “El Léxico de Thayer dice que Cristo estaba en la ‘más cercana y más íntima relación con el Padre’. ¡Qué comunión! Cristo estaba en el seno del Padre; ¡la relación más íntima que haya existido! Por toda la eternidad, ellos habían trabajado en acuerdo, armonía, paz, alegría y amor. Sólo el amor de Dios puede explicar esa cercanía”.
“¡Ahí es donde el Padre quiere que usted esté! Quiere que usted esté en Su seno, que tenga la misma relación que Él y Cristo tienen. Jesucristo pone el ejemplo, mostrándonos cómo tener esa relación con nuestro Padre. Usted nunca ha visto u oído sobre otro ejemplo como el de Cristo. ¡Y nunca verá otro igual!”.
“Cristo se sacrificó para que nosotros pudiéramos tener una relación Padre-hijo que perdure para siempre. (…) Qué increíblemente maravilloso futuro tenemos. Debemos comprender este profundo entendimiento o fallaremos rotundamente”.
Ese es el tipo de cercanía que Dios el Padre y Jesucristo quieren tener contigo. Ese es el amor que están construyendo en la Familia Dios. Esta es la razón por la que Cristo tuvo un éxito tan espectacular en todas las categorías. Debido a que se enfocó primero en lo espiritual, se convirtió en el hombre perfecto física, emocional y mentalmente también.
He aquí una cita de Biblical Manhood [Masculinidad bíblica] que se aplica a la categoría espiritual y a la física: “Antes de ser tentado por el diablo, Jesús estuvo 40 días sin comida ni agua, algo que ningún frágil debilucho podría soportar. Antes de Su crucifixión, Jesús fue brutalmente golpeado (Juan 19:1), y luego clavado a un madero con púas de hierro. Sin embargo, Su salud era tan robusta que vivió lo que habría matado fácilmente a un hombre promedio. Sobrevivió hasta que un soldado romano le clavó finalmente una lanza en el costado”.
¿Cuál fue el resultado de esto? ¿Adónde condujo a Cristo el convertirse en un hombre perfecto?
No existe una descripción exacta del aspecto que tenía Jesucristo cuando era hombre. Pero sí sabemos exactamente qué aspecto tiene hoy. Y por eso, también sabemos qué aspecto tendrás cuando nazcas en la Familia Dios.
“Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1:13-16).
Si realmente nos examinamos en comparación con Jesucristo —el hombre perfecto— empezaremos a ver en qué nos quedamos cortos. Y veremos cómo dar los pasos que necesitamos dar para convertirnos en ese perfecto “hombre de Mateo 5:48” y, finalmente, en un miembro de pleno derecho de la Familia Dios como lo es Cristo hoy. Él está sentado a la diestra de Dios, glorificado. Cuando el apóstol Juan lo vio en una visión, ¡cayó a Sus pies como si estuviera muerto! (Apocalipsis 1:17). Cuando pienses en Jesucristo, recuerda que Él es el Dios todopoderoso de Apocalipsis 1. Ese es nuestro objetivo final: convertirnos en el hombre perfecto hoy para que podamos reunir los requisitos para unirnos a Jesucristo como Su Esposa para siempre y brillar como el sol en su fuerza, ejemplificando la perfección en todas estas áreas como Él lo hace.