Dar y dar
¿Qué tan bien estás desarrollando esta faceta de tu personalidad?

En un estudio de Harvard de varios cientos de niños en edad preescolar, los investigadores descubrieron algo muy interesante. Grabaron la conversación de los niños en el patio de recreo y descubrieron que todos los sonidos de la boca de las niñas eran palabras reconocibles, mientras que sólo el 60% de los sonidos de los niños eran reconocibles. El otro 40% eran: ¡¡¡vrooommmm, beep-beep, aaahhhh!!!

Las diferencias entre hombres y mujeres son evidentes incluso en preescolar. Los expertos en comunicación afirman que la mujer promedio habla más de 25.000 palabras al día, mientras que el hombre promedio habla unas 10.000.

Independientemente de tu volumen natural de palabras, si quieres una relación fuerte, tienes que comunicarte. La capacidad de conversar es una importante habilidad para la vida de la que carecen muchos jóvenes y que debes mejorar en ti mismo.

La palabra “conversación” viene de con, que significa “con”, y versari, que significa “vuelta”. La conversación consiste en compartir con el otro en una alternancia de ida y vuelta. Podría decirse que es dar y recibir, pero en realidad es dar y dar.

Palabras bien sazonadas

Colosenses 4:6 dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. ¿Sabes cómo responderle a “cada uno”: amigos, compañeros, jóvenes, mayores, dentro o fuera de la Iglesia de Dios?

El comentario de Barnes dice que “la sal entre los griegos era el emblema del ingenio”. El humor es un ingrediente maravilloso para añadir a una conversación. Como la sal, puede añadir sabor para hacerla apetecible y agradable, pero en exceso arruinará el plato.

Este versículo es sobre la conversación que tiene el sabor de la piedad. Se trata de hablar con gracia y aportar alegría, deleite, dulzura y belleza a los demás. En el mundo actual, la conversación es un arte en extinción. Los mensajes de texto se han convertido en el medio de comunicación preferido, sobre todo entre los jóvenes.

Sherry Turkle es una investigadora que estudia cómo se comunica la gente utilizando la tecnología. Cuando preguntó a los jóvenes qué tiene de malo mantener una simple conversación, le respondieron: “Tiene lugar en tiempo real, y no puedes controlar lo que vas a decir”. ¡Es aterrador! No puedes editar ni borrar. Tienes que vivir con lo que dices una vez dicho. La gente tiene auténtico miedo a las conversaciones cara a cara.

Hablando en unidad

Dios y el Verbo fueron expertos comunicadores desde el principio. Tenían total unidad, armonía, cooperación y felicidad en su maravillosa relación (Juan 1:1). Querían compartir y difundir esta forma de dar. Ellos están intentando enseñarnos a relacionarnos con los demás de la forma en que ellos se relacionan entre sí.

Nuestra relación con Dios se basa en la conversación: “dar y recibir” a través de la oración y el estudio. Cuando oramos, estamos hablando; cuando estudiamos, estamos escuchando. Para que tus oraciones sean sólidas, necesitas cosas sustanciales de las que hablar. Cuando estudies, escucha con atención y aprende realmente de Dios. Los mismos principios se aplican a nuestras conversaciones.

Dios dio una lista específica de ingredientes que requería que los israelitas combinaran para hacer incienso, que representa las oraciones. No se trataba de un solo ingrediente. Dios exigía una variedad de ingredientes para hacer el incienso adecuado. Del mismo modo, nuestras oraciones se mezclan para crear una fragancia deliciosa. A Dios le encanta la variedad, y debe haber variedad en la conversación. Es una mezcla de ingredientes: conocimiento, pensamientos personales, ánimo, humor, simpatía y consejo.

Cuando conversamos de la manera correcta, construimos la unidad, que constituye la base de nuestras relaciones. Si nuestras relaciones dentro de la Familia de Dios son sólidas, Dios puede lograr más cosas a través de nosotros.

Satanás quiere impedir la unidad. Él planta las semillas de la división haciendo que discutamos, que menospreciemos a los demás, que nos distanciemos o que tengamos relaciones superficiales. Si te dejas atrapar por estos problemas, no podrás lograr casi nada para Dios.

Conversación sana

¿Tienes miedo a una conversación buena, sana y cara a cara? Ese miedo es evidente cuando estamos acostumbrados a mantener una conversación superficial, en lugar de aprovechar al máximo el tiempo que pasamos juntos conversando. Las personas que conversan superficialmente nunca superan las conversaciones de ascensor. Sólo hablan de cosas insignificantes; prefieren bromear a considerar seriamente un tema profundo. Su conversación es insípida en lugar de tener una rica variedad de ingredientes.

¿Hasta qué punto eres capaz de ir más allá de lo superficial y utilizar la conversación para conocer realmente a la gente? ¿Utilizas la conversación para ampliar tu pensamiento y construir relaciones? Una conversación eficaz te motivará, aumentará tu ambición y te empujará hacia un nivel superior. Una buena conversación con los demás te ayuda a saber cómo dar, cuidar, simpatizar, animar y practicar el amor: una preocupación genuina y franca por los demás.

¡William Danforth escribió en I Dare You![¡Te reto!]: “Es una regla bastante buena recordar que cada vez que entramos en contacto con otra persona, aunque sólo sea caminando una cuadra, nuestro trabajo consiste en llevarla a un plano más elevado que aquel en el que la encontramos”. Ésa es la forma de dar: la forma en que viven Dios y el Verbo. Conversar es dar. Conversar es llevar a ese individuo y llegar juntos a un plano superior.

He aquí cuatro cualidades de la conversación sana que debes tener en cuenta:

1. La conversación sana es positiva.

Enfatiza los atributos elogiables en la conversación. Debes pensar positivamente para hablar positivamente.

2. La conversación sana es pública.

Si la conversación es algo que tienes que susurrar —si es algo privado, entre tú y otra persona—, a menudo no es sana. Cualquiera debería poder acercarse y unirse.

3. La conversación sana tiene sustancia.

Se basa en cosas reales, no en la cultura popular.

4. La conversación sana tiene humor.

El humor puede realzar la conversación como la sal en un plato.

Jesucristo dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Lo que hay en el corazón saldrá en la conversación. Si lo único que hay en tu corazón son referencias a películas, eso es lo único que saldrá en tu conversación. Tu conversación refleja quién eres. Esforzarse por desarrollar buenas habilidades conversacionales es esforzarse por convertirse en una persona con sustancia, con algo en el corazón que merezca la pena compartir.

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (versículos 36-37). Cuando hables con otras personas, recuerda que Dios te juzga por lo que dices. No quiere escuchar palabras inútiles; quiere que hablemos palabras de gracia y sustancia. Esto tiene que ser importante para ti. Esto es difícil, y la única manera de que te desarrolles realmente en esta área es dándole prioridad y trabajando en ello.

El espectro del habla

Esfuérzate por mejorar cuando hables con una variedad de personas: tus padres, otros adultos de todas las edades, tus compañeros y amigos. Mejora la calidad de la conversación que mantienes con todos esos grupos.

En la sección “Enseñe a su adolescente a saludar”, de Crianza infantil con visión dice: “Además de hablar sobre las cosas de su día con usted, sus hijos deben ser capaces de hablar de los eventos de su día con otros adultos. Cuando se le pregunte: ‘¿Cómo te fue hoy?’, su hijo debe ser capaz de responder con más de una sola palabra. Él debe ser capaz de iniciar una corta conversación, diciendo lo que le sucedió a él en la escuela o en el evento deportivo. Él debe sentirse cómodo diciéndole a otro adulto lo que a él le entusiasma”. Si alguien inicia una conversación contigo, ¿eres capaz de mantenerla? ¿Te sientes cómodo hablando con un adulto?

“Usted debe animar a su hijo a hablar con otros adultos a menudo. Tales habilidades de conversación son más valiosas de lo que la mayoría de las personas se dan cuenta. Éstas ayudarán mucho al éxito de sus hijos en sus futuras carreras; desarrollarán su carácter y los ayudarán a crecer para convertirse en miembros contribuyentes de la sociedad. La estabilidad de cualquier cultura depende de la capacidad de su gente de relacionarse entre sí de manera madura y responsable” (ibíd.).

La conversación viene de muchas formas, desde la cháchara hasta las conversaciones de corazón a corazón. En el Sábado, se nos instruye a tener compañerismo y conversaciones sustanciales. Ponte como objetivo sentirte cómodo con todo el espectro de conversaciones. Aprende a pasar de algo ligero a algo más serio. Para sentirse cómodo en las conversaciones de todo el espectro se requiere una mentalidad dadivosa. He aquí algunos puntos prácticos sobre cómo funciona el dar y dar.

Ten conciencia conversacional

Cuando hables, sé consciente de la conversación. Sé capaz de hablar con una variedad de personas sobre una variedad de cosas. Alimenta tu cerebro diversificando los temas que estudias. Herbert W. Armstrong visitaba la biblioteca antes de salir en una cita. Estudiaba activamente para asegurarse de que tenía cosas de valor que aportar a la conversación.

Piensa en este proverbio y pregúntate qué mitad se aplica más a ti. “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces” (Proverbios 15:2). Utiliza el conocimiento, y utilízalo adecuadamente.

El manual del club de oratoria dice lo siguiente: “La capacidad de mantener una conversación interesante y sana es un factor importante de una buena personalidad. Si le resulta incómodo iniciar una conversación de este tipo y contribuir a ella, haga un esfuerzo especial para superarlo. Esto se consigue cultivando el hábito de tener siempre algo que valga la pena decir. Renueve su fondo de conocimientos en todo momento manteniendo los ojos y los oídos abiertos a temas importantes y útiles para los demás”.

¡Sé consciente de la conversación! Ten las antenas levantadas y preparadas para captar conversaciones útiles para los demás. Sé consciente de lo que oyes y piensa en relacionarlo con otra persona. Ejercita tu memoria. Capta todos los detalles buenos de una historia para que sea igual de entretenida cuando se la cuentes a otra persona.

El versículo 7 dice: “La boca de los sabios esparce sabiduría; no así el corazón de los necios”. ¿Cuánto conocimiento tienes para esparcir? “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (versículo 23). Cuando estás en una conversación y tienes exactamente lo que hay que decir, eso te da alegría, y le da alegría a la otra persona. La Nueva Versión Internacional dice: “Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna”.

Escucha activamente

Cuando se trata de escuchar —lo cual también es una forma de dar— hay tres técnicas que puedes poner en práctica:

1. Sé muy selectivo.

Las conversaciones sencillas son importantes para entablar relaciones. Desarrolla la habilidad de usar conversaciones sencillas para pasar a una conversación más sustantiva.

La regla número uno de una buena conversación es escuchar. Escuchar es prestar atención y respeto a la otra persona. Escuchar es estar atento a cualquier anomalía, desviación, digresión o mención de otro lugar, persona o momento en una conversación sencilla.

Cuando alguien dice: Esta lluvia ha sido buena para mi jardín, eso suena como una conversación sencilla, pero estás hablando con una persona que tiene un jardín. Ese jardín puede ser un pasatiempo menor o una completa obsesión. Responde con: ¿Tienes un jardín? ¿Qué cultivas? O: Háblame de tu jardín.

Éste es el primer paso para pasar a una comunicación más profunda. Para ti puede ser una conversación sencilla, pero para esa persona puede ser algo realmente importante. Han estado cayendo hojas en mi piscina. Mi perro no puede salir. A mi madre le encantaba la lluvia. Podrías dejar pasar fácilmente estos comentarios, pero si tus antenas están bien puestas y vas seleccionando, puede dar lugar a una conversación más sustanciosa.

2. Haz preguntas que requieran respuestas largas.

Forma corta: ¿Disfrutaste de tu viaje?

Forma larga: ¿Qué pasó en tu viaje? ¿Qué trabajo haces? ¿Cuáles son algunas de tus responsabilidades? ¿Cómo es un día normal para ti? ¿Qué te inspiró para dedicarte a la caligrafía? ¿Cómo aprendiste a tocar tan bien el piano?

Haz preguntas personales, pero no entrometidas.

3. Esfuérzate por la sustancia.

Cuando la situación lo justifique, esfuérzate por hablar de alguna verdad objetiva. En otras palabras, ve más allá de las preferencias y opiniones personales. Llega a algo que sea objetivamente cierto.

Conduce el compañerismo durante el Sábado hacia lo espiritual. No tengas miedo a la repetición o a decir algo poco original. Aventúrate y esfuérzate por construir tus relaciones mediante una conversación buena y sólida.

Isaías 50:4 dice: “[El Eterno] el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios”. Está hablando de dar y “tomar”, que también es dar.

Utiliza la conversación para los fines que Dios quiere. Practica hablar y escuchar de una forma que construya relaciones.