Tendemos a hojear capítulos bíblicos como Romanos 16 porque parecen ser sólo una lista de nombres. Todas las epístolas de Pablo (y las partes en Hechos sobre su ministerio) nombran a más de 100 hermanos que lo apoyaban en ese momento. De algunos de ellos se habla en detalle, pero de la mayoría sólo hay un comentario breve. Cada nombre está lleno de significado, representando toda una vida de historia. (Nosotros caracterizamos a un grupo de ellos en nuestro musical de 2020 Paul—Ambassador in Bonds [Pablo: embajador en cadenas], que narra el viaje de uno de estos hombres que estaba decidido a encontrar y animar a Pablo en su encarcelamiento final).
Al estudiar estos nombres, surge una lección sobresaliente sobre lo importante que es para un apóstol nuestro apoyo, lealtad y labor. Y estos pasajes revelan algunas formas prácticas ¡incluso tú, como joven, puedes hacerlo!
“¿Qué función le corresponde al individuo que sea miembro de una congregación local, dentro de la comisión de llevar el evangelio a todo el mundo?”, preguntó Herbert W. Armstrong en El misterio de los siglos. “Tarea que cumple principal y directamente el apóstol. En esta segunda mitad del siglo xx, ¡también se cumple por medio de la radio, la televisión y los medios impresos! En el primer siglo de nuestra era se cumplía mediante la proclamación personal. Entonces, ¿qué parte le correspondía al miembro laico de una congregación? ¡Una muy grande! Sin este extenso cuerpo de miembros, ¡el apóstol no podía hacer nada! (…) [Pedro y Juan] necesitaban del ánimo y el apoyo de los hermanos. ¡Los miembros oraron con fervor! Pedro y Juan necesitaban urgentemente esta lealtad, este respaldo y las oraciones de los miembros. ¡Ellos eran un equipo unido!”.
Como joven que asiste a la Iglesia de Dios, ¡tú eres parte de este equipo!
Diligente en el servicio y el estudio
Pablo menciona por qué nombra a todas esas personas en Romanos 16. Aprendemos de personas que fueron de gran ayuda para él: algunas trabajando duro, otras arriesgando sus vidas y otras sacrificando muchísimo.
En los versículos 1-2, Pablo menciona a la diaconisa Febe, quien “ha ayudado a muchos, y a mí mismo” y con la que Pablo enviaba la epístola a los romanos.
En las congregaciones de Pablo se mencionan otras mujeres fuertes y solidarias. El versículo 6 menciona a una “María”, “trabajado mucho entre vosotros”. El versículo 12 menciona a Trifena y Trifosa, dos damas que “trabajan en el Señor”. La palabra griega para trabajar significa trabajar hasta el agotamiento. El versículo 12 también menciona a Pérsida quien “ha trabajado mucho” (la misma palabra griega).
Pablo elogia a Aquila y Priscila, un matrimonio de Roma quienes “expusieron su vida” por la vida de Pablo. Dijo: “A los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles” (versículo 4). ¡Su apoyo al apóstol de Dios mereció el agradecimiento de todas las congregaciones gentiles!
En su epístola a los filipenses, Pablo menciona a Epafrodito, “mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades” (Filipenses 2:25). Encontramos, en los versículos restantes de ese capítulo, que este hombre literalmente trabajó hasta enfermarse por la Obra de Dios. El casi muere por la Obra, una pérdida que, según Pablo, habría agravado “tristeza sobre tristeza” (mira los versículos 26-30).
El compañero de Pablo, Bernabé, otro apóstol (Hechos 14:14), y uno de los más destacados por animar a los demás (Hechos 4:36), también fue mencionado en la Biblia por haber “expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 15:26).
En sus congregaciones, los jóvenes ciertamente pueden trabajar diligentemente en apoyo del apóstol de Dios.
De vuelta a la lista épica de nombres en Romanos 16, Pablo menciona uno de sus poderosos ministros: Timoteo (versículo 21). Se le llama “colaborador”, palabra griega que se usa para describir a los que ocupan cargos ministeriales (p. ej., se usa también para “colaborar” en 2 Corintios 1:24), y más tarde se le llama evangelista (2 Timoteo 4:5).
¡Observa esto! Timoteo fue conocido por estar bien instruido en la Biblia desde su juventud. Su madre, Eunice, y su abuela Loida le enseñaron las Escrituras (2 Timoteo 1:5). Considera el tipo de apoyo que estas dos damas le dieron a un apóstol incluso antes deconocerlo: simplemente por entrenar al joven Timoteo en las Escrituras.
¿En qué medida puedes ayudar al apóstol de Dios estudiando la Biblia con diligencia?
Reportes justos
Con el tiempo, Timoteo se convirtió en el principal ayudante de Pablo. Trabajaron juntos como un sano equipo de padre-hijo (Filipenses 2:22). Envió a Timoteo a Filipos, sabiendo que no había otro ministro que tuviera el mismo “ánimo” que él y cuidara tan bien de los filipenses (versículo 20). Enviar a Timoteo, dijo Pablo, aseguraría que él “también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado” (versículo 19). La expresión “buen ánimo” viene de una palabra griega que significa estar animado o de buen humor. Que Timoteo fuera a Filipos y conociera el estadode la congregación animaría a Pablo.
Más tarde dijo que estos reportes positivos eran como una ofrenda de olor fragante (Filipenses 4:18).
Este tema se encuentra en Romanos 16. Después de nombrar tantos ejemplos positivos de esa congregación, el versículo 19 dice: “Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros…”. En otras palabras, su obediencia bien conocida animó a Pablo.
Se hace una afirmación similar sobre el propio Timoteo en Hechos 16:1-2, cuando era aun relativamente joven y definitivamente todavía no era ministro.
Aquí hay un ejemplo magnífico para los jóvenes. El versículo 2 dice que “daban buen testimonio de él los hermanos”. Ese tipo de reportes, especialmente con respecto a nuestros jóvenes, son tremendamente útiles para un ministro.
¿Has considerado el ánimo que le puedes dar al apóstol de Dios debido a tu comportamiento? ¿Dan “buen testimonio” de ti los hermanos?
Por el contrario, considere la única cosa aparentemente negativa que Pablo tuvo que abordar en Filipenses. Al parecer, había algún tipo de disputa entre dos damas: Evodia y Síntique. Tuvieron que ser señaladas por su nombre: el apóstol les rogó que “sean de un mismo sentir en el Señor” (Filipenses 4:2).
Luego en Filipenses 2, Pablo dijo que sintiéramos “lo mismo” y “haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (versículos 2, 5). Pablo dijo que este mismo sentir completaría su gozo (versículo 2).
Considera cómo te llevas con los demás en tu congregación. ¿Acaso los informes sobre esas relaciones animarían o desanimarían al apóstol de Dios? ¿Alguna vez has pensado en cómo la armonía en tus amistades podría ser una forma de que tú puedas apoyar al apóstol de Dios?
Refrescados por el arrepentimiento
Algunas congregaciones no siempre tuvieron buenos reportes. Estando en Éfeso, Pablo recibió noticias procedentes de la casa de Cloé, alertándole de algunas contiendas en Corinto (1 Corintios 1:10-11). ¡Qué agradecidos podemos estar por esta dama y su familia! Su reporte impulsó a Pablo a escribir una carta épica, que abarca mucho material: desde el significado de los días santos de primavera hasta la resurrección, desde la comprensión sobre el juicio de los ángeles hasta una definición en profundidad del amor conforme a Dios.
Uno de los problemas era que los hermanos de allí, enamorados de la forma de hablar pulida de Apolos, no veían el Cuerpo unificado de Cristo de la forma correcta. Pablo tuvo que ponerlos en orden, aunque Apolos no animara ni aprobara esto (Pablo habló favorablemente de él en 1 Corintios 16:12).
Sabemos que respondieron positivamente a la epístola correctiva de Pablo, ¡y esto le dio un tremendo ánimo al apóstol de Dios! En su segunda epístola a Corinto, menciona que el ministro Tito, a quien Pablo había enviado allí, fue confortado por la gente (2 Corintios 7:12-13), lo que hizo que Pablo y Tito se “gloriaran” por esa congregación (2 Corintios 8:23-24).
En Colosas, varios nombres sobresalen por el apoyo que le dieron a un apóstol (Colosenses 4:7-11). Ellos fueron “para mí un consuelo”, dice Pablo. La palabra griega para consuelo implica alivio y consolación.
Uno de ellos es Onésimo, “amado y fiel” (versículo 9). Sabemos de este hombre por el libro de Filemón. Filemón mismo era un “amado (…) colaborador nuestro” (Filemón 1). Proporcionó a Pablo “gran gozo y consolación” (versículo 7).
En el versículo 20, Pablo le pide a Filemón que lo conforte. ¿Cómo? Perdonando y recibiendo a Onésimo, que en un tiempo fue siervo de Filemón y probablemente había robado algo. Onésimo había huido a Roma y finalmente fue convertido por Pablo. Onésimo se había vuelto útil para la Obra (versículos 10-11). Así que Pablo dijo “recíbele como a mí mismo” (versículo 12).
En este caso, Pablo dijo que era como si él estuviera enviando sus emociones más profundas; su corazón acompañaba esa carta a Filemón. Pablo le rogaba como hermano (versículos 8-9) que recibiera a Onésimo, no como siervo, sino ahora como hermano convertido (versículos 15-16).
El arrepentimiento de Onésimo fue claramente un ánimo para Pablo, pero el perdón de Filemón a Onésimo también sería de gran apoyo.
Anfitriones serviciales
Como puedes ver, recibir a quien el apóstol envía es como recibir al apóstol mismo (Filemón 17). Este principio también se encuentra en las palabras de Cristo en Mateo 10:41-42: “El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.
Cuando un ministro visita tu congregación, está allí en nombre del apóstol de Dios. A veces, en los días santos, el apóstol envía ministros de la sede a diversas congregaciones de la idf. La forma en que recibes a aquellos de nosotros que estamos en el ministerio no sólo es muy refrescante para nosotros, sino que a menudo nos inspira a enviar informes positivos directamente a nuestro apóstol, Gerald Flurry.
Romanos 16 elogia a las personas que abrieron sus casas para los servicios. Los versículos 3-5 muestran que Aquila y Priscila acogieron servicios en su casa romana. Evidentemente, se trataba de una pareja rica (Hechos 18:3). Varias Escrituras muestran que se mudaban mucho y, dondequiera que vivieran, hospedaban servicios en su casa.
El Nuevo Testamento elogia a quienes alojaban reuniones de hermanos en sus hogares. María, la madre de Juan Marcos, fue la anfitriona de una reunión de la congregación cuando Pedro había sido tomado prisionero (Hechos 12:11-12). Leemos de una muchacha entusiasta que desempeñó un papel importante en esta reunión (versículos 13-14).
En estas líneas, encontramos un ejemplo similar de alguien que ayudó a alivianar las cargas del apostolado en Hechos 16. Lidia había insistido en que Pablo y Silas se hospedaran en su casa cuando predicaban en Filipos (versículos 14-15), misión por la que los dos acabaron en la cárcel.
La hospitalidad de Lidia saca a relucir un punto vital en el apoyo a un apóstol. “Tenemos aquí el primer ejemplo de esa hospitalidad cristiana que fue tan enfáticamente ordenada, y tan amorosamente practicada, en la Iglesia apostólica”, dice The Life and Epistles of St. Paul [La vida y epístolas de San Pablo]. “La mención frecuente de los ‘anfitriones’ que dieron refugio a los apóstoles, nos recuerda que llevaban una vida de penuria y pobreza, y que eran los seguidores de Aquel ‘para quien no había sitio en la posada’. El Señor había dicho a sus apóstoles que, cuando entraran en una ciudad, debían buscar a ‘los que fueran dignos’ y quedarse con ellos. La búsqueda en Filipos no fue difícil. Lidia se presentó voluntariamente a sus benefactores espirituales…”.
Una de las dificultades de ser apóstol en aquella época era simplemente tener alojamiento al viajar a zonas hostiles. Hoy, ya no es así. Pero los viajes siguen presentando una variedad de tensiones, y hay formas en las que podemos ayudar a alivianarlas cuando un apóstol o uno de sus representantes nos visita.
Romanos 16:23 dice que Gayo era “hospedador mío y de toda la iglesia”. Lo más probable es que se trate del Gayo a quien Pablo bautizó (1 Corintios 1:14). Y este es probablemente el mismo miembro que continuó sirviendo al apóstol Juan, y a quien Juan elogió por andar en la verdad y por darle al apóstol “mayor gozo” (3 Juan 4).
El apóstol de Dios del tiempo del fin escribe en La última hora: “No hay nada en la Escritura que indique que Gayo fuera un ministro. Él probablemente era un miembro raso que ayudaba a Juan a hacer la Obra en la forma que pudiera. A cualquiera que Juan enviara, Gayo le ayudaba. Y otras personas volvían a Juan y le decían el gran trabajo que Gayo estaba haciendo, y cómo Gayo les había servido. (…) Si usted quiere darle alegría a su ministro, esta es la forma: al igual que Gayo, camine en la verdad; haga cualquier cosa que pueda para impulsar más la Obra de Dios. ¡Cuando yo veo a al pueblo de Dios levantarse y servir, o cuando esas noticias vuelven a mí, estoy tan agradecido hacia Dios! ¡Algunas áreas de la Obra simplemente dejarían de funcionar si no fuera por personas como esas!”.
Gayo fue alabado porque todo lo que hacía por los hermanos e incluso por los extraños, lo hacía fielmente (versículo 5).
“¡Esta epístola es un gran monumento a todos los hermanos esparcidos que están sirviendo a la Obra!”. Escribe el Sr. Flurry.“Dios quiere hacernos saber que Él lo ve todo. (…) Éste es uno de los ejemplos más bellamente instructivos en toda la Biblia, y es para nosotros hoy”.
Expresar ánimo
Independientemente de nuestro rango o edad, podemos contribuir a la alegría y el ánimo del apóstol. Como se ha dicho, lo hacemos viviendo rectamente y en armonía con los demás, generando reportes positivos.
Además, también podemos ser una fuente directa de ánimo ofreciendo ocasionalmente palabras genuinas de agradecimiento.
El Sr. Armstrong escribió en El misterio de los siglos: “Suelo recibir tarjetas, muchas veces bellamente ilustradas o decoradas, firmadas por centenares de miembros de las congregaciones locales, en las cuales me dan palabras de lealtad, apoyo y respaldo. Los miembros dispersos por el mundo no alcanzan a imaginarse cuánto ánimo y cuánta inspiración ofrecen estas a aquel que Cristo escogió para dirigir Su extraordinaria actividad mundial: ¡la Iglesia de Dios!”.
Dijo: “Sin el ánimo constante brindado por los miembros y quienes los dirigen a nivel local, los que laboramos en la sede de la Iglesia no podríamos resistir las persecuciones, oposiciones, dificultades y frustraciones”.
Sin tener vergüenza
He mencionado varias veces los encarcelamientos de Pablo. Considere cómo se sentiría usted si el líder físico de su Iglesiasaliera en las noticias: arrestado por lo que estaba enseñando. La forma en que usted responda podría ser un tremendo apoyo para el apóstol de Dios.
En el último encarcelamiento de Pablo, él escribe sobre un hombre llamado Onesíforo quien “muchas veces” lo “confortó” (2 Timoteo 1:16). Onesíforo se destaca por no avergonzarse de que Pablo estuviera en prisión y esperando su ejecución. Esto implica que algunos se avergonzaban. ¿Se tambalearía tu fe? ¿Te haría cuestionar la autoridad de un apóstol?
El apoyo de Onesíforo al apóstol de Dios fue más allá: Pablo menciona que Onesíforo lo buscó con mucha diligencia y lo encontró (versículo 17), dando a entender que Pablo estaba retenido en un lugar no revelado.
El versículo 18 muestra que Onesíforo también tenía una reputación de servir, no sólo en su apoyo a Pablo en ese momento, sino en su congregación de origen.
Esto resume gran parte de lo que hemos hablado aquí.
Como joven, tú puedes ser un gran apoyo para el apóstol de Dios, desde cómo sirves en la congregación hasta cómo estudias la Biblia. Lo haces en cómo te comportas y te llevas con los demás, en cómo respondes a la amonestación y a la corrección. Apoyas al apóstol de Dios en cómo lo recibes a él o a los que él envía, expresando palabras de ánimo y no avergonzándote de su comisión.
Un gran honor les espera a quienes apoyan a los siervos de Dios. Aplica estas acciones hoy y Cristo te aplicará a ti estas palabras de Juan 12:26: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.