¡Te reto! ¿Qué tienen esas dos palabras? A menudo pueden incitarnos a intentar cosas que de otro modo no tendríamos el valor de hacer.
Dios nos da un encargo similar en Malaquías 3:10. Nos reta a probar por nosotros mismos que Su ley funciona. Es más, nos reta a ver si guardar esa ley nos traerá las bendiciones que nos ha prometido.
Aceptando este reto, probaremos que Dios es real, que Sus leyes son reales y que de vivir según estas leyes se derivan magníficas bendiciones. Acepta este reto y lo probaras por ti mismo.
Leamos este reto, comenzando en Malaquías 3:8-9: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado”.
Algunos que una vez tuvieron una relación con Dios ahora Le engañan “en los diezmos y ofrendas” y cosechan terribles maldiciones.
Observa la siguiente declaración de Dios: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice [el Eterno] de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
¿Lo has entendido? El Dios todopoderoso podría decir: Hazlo porque yo lo digo. En vez de eso, Él dice: Aquí está la ley, aquí están las estupendas bendiciones que provienen de obedecerla, y quiero que pruebes que esto es verdad.
Dios dice en realidad: “¡Probadme ahora!”. ¿Pero cómo? ¡Dando el diezmo!
Él dice: ¡Mira si no abro las ventanas del cielo y te baño de bendiciones!
El mejor momento de tu vida para demostrar que el camino de Dios trae bendiciones es en tu juventud. Diezmar es una de las formas más claras y fáciles de aprender esta lección.
Aunque hay maldiciones por robarle (versículos 8-9), Dios realmente está haciendo hincapié en lo positivo. Dice: “Probadme”. Sin embargo, hay una forma equivocada de “probar” a Dios. Y la Biblia condena al antiguo Israel por ello: probar o tentar a Dios. La actitud era: Si desobedezco aquí, ¿qué va a hacer Dios al respecto?
Dios nos desafía a hacerlo de la manera correcta. “Probadme ahora”, dice Él. No esperes. Ahora esel momento de empezar a obedecer a Dios y ver cómo funciona.
La frase completa es: “Probadme ahora en esto”, es decir, con esto, con el diezmo.
Lo grandioso es que probar a Dios en esta única área no sólo “abrirá las ventanas de los cielos” con bendiciones abrumadoras, sino que abrirá nuestras mentes para ver cómo funciona el camino de Dios en toda ley. Diezmar nos enseña mucho.
Otros versículos que prometen bendiciones
De nuevo, Dios podría decir: Hazlo porque yo lo digo,pero no lo hace. Es muy parecido al Quinto Mandamiento, en el que Dios dice a los jóvenes que honren a sus padres “para que tus días se alarguen en la tierra que [el Eterno] tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Por eso se le llama el “primer mandamiento con promesa” (Efesios 6:2), porque Dios dice la promesa con el mandamiento.
Dios también promete bendiciones específicas por diezmar, como vimos en Malaquías 3. Esta promesa y estas bendiciones también se mencionan en otros dos pasajes.
Jesucristo repitió este desafío para probar las bendiciones del diezmo. “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:38).
Este principio aplica al desafío de Dios. Da, y se te dará en “buena medida”. Como dijo en Malaquías 3, te bendecirá tan ampliamente que no tendrás espacio para recibirlo todo. ¡Tendrás que ser creativo para administrar todas tus bendiciones!
La promesa del diezmo de Dios también se menciona en el libro de Proverbios: “Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Honra a [el Eterno] con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:8-10).
La palabra “ley” no sólo significa que es una regla, significa que siempre funciona de cierta manera, al igual que la ley de la gravedad funciona todo el tiempo. ¡Las bendiciones que provienen del diezmo son automáticas, ¡y las tendrás en abundancia!
¿Sabías que Dios también está obligado por Su ley del diezmo? Si obedeces la ley, Dios se ha obligado a bendecirte. Estamos obligados a dar a Dios el 10%, ¡y Él está obligado a bendecirnos!
A través del acto físico de diezmar, aprendemos una mentalidad espiritual de poner a Dios en primer lugar. Proverbios 3:9 dice que diezmamos sobre las “primicias” de nuestros ingresos. Le damos a Dios lo mejor que tenemos, ¡y Él nos da lo mejor!
Tenemos que honrar a Dios con nuestra sustancia. No diezmamos simplemente porque tenemos que hacerlo. Dios no bendecirá a alguien que diezma con una actitud equivocada, sólo buscando obtener para sí mismo.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:6-7).
Dios quiere una obediencia alegre. La palabra griega que el apóstol Pablo fue inspirado a escribir fue hilaros, de donde obtenemos nuestra palabra hilarante. Dios quiere que seas un dador “hilarante”, alguien muy feliz y bullicioso por darle a Él. Y cuando conocemos las bendiciones que se derivan de ello, ¿cómo no vamos a rebosar de alegría?
Fijémonos en algunas de esas bendiciones automáticas que trae consigo el diezmo.
Las bendiciones son automáticas, independientemente de la edad
“Se dice que John D. Rockefeller aceptó el reto del Eterno de prosperar al que diezma a los 8 años, cuando empezó a diezmar”, escribió Herbert W. Armstrong. “¿Ha prosperado? El Sr. Colgate, el gran fabricante de jabón, se fue de casa cuando era muy pequeño. Se reunió con un viejo capitán de barco que era cristiano. Le preguntó qué sabía hacer y el muchacho le contestó que sólo sabía fabricar jabón y velas. ‘Entrega tu corazón a Dios’, le aconsejó el viejo capitán de barco, ‘y diezma tus ingresos. Algún día habrá un hombre a la cabeza de las grandes industrias jaboneras de Nueva York, y no hay razón para que tú no seas ese hombre’. El muchacho siguió el consejo, consiguió trabajo, ganó un dólar y dio diez centavos a la causa del Eterno. Ganó dos dólares y dio veinte centavos. Pronto consiguió trabajo en una fábrica de jabón y siguió diezmando y prosperando. Ascendió de obrero común a capataz. Más tarde a gerente, y luego a presidente de la empresa, y finalmente fue dueño de todo el establecimiento” (La Pura Verdad, agosto de 1934).
Estas dos personas empezaron a diezmar incluso antes desu adolescencia. Esto prueba que las leyes de Dios funcionan,queuno no tiene que estar bautizado ni siquiera tener contacto con la verdadera Iglesia de Dios para que las bendiciones que provienen de guardar la ley de Dios surtan efecto.
El diezmo es una ley como la gravedad. Si te lanzas de una cornisa, de un acantilado o de un edificio, la gravedad te jalará siempre en la misma dirección, ya sea que tengas 8 u 80 años de edad, estés o no en la Iglesia de Dios, ¡e incluso conozcas o no la ley de la gravedad! Diezma, y el resultado es seguro.
En el mismo artículo, el Sr. Armstrong escribió: “Conozco a otro hombre que perfora pozos. Pero durante la Depresión no ha habido muchos pozos que perforar, y pocos de los que había podían pagar. El invierno pasado empezó a diezmar y a dar ofrendas, y por lo tanto el Eterno se convirtió en socio de su negocio. Esa misma semana un cliente pagó una factura que no esperaba recaudar. A los pocos días le llegó un nuevo trabajo de perforación de pozos, y desde entonces ha estado ocupado la mayor parte del tiempo y los cobros han mejorado maravillosamente. Cuando Dios recibe Su parte de todos sus ingresos, Dios se convierte en su socio, compartiendo sus ganancias. Él hace que Sus socios prosperen, y si usted está endeudado tome a Dios como socio primero, y observe cómo Él lo prospera hasta que finalmente usted está libre de deuda. Recuerde que la deuda que tiene con Dios es primero”.
Por encima de las bendiciones: lo que enseña el diezmo
Ya hemos visto que las bendiciones por la obediencia a cualquiera de las leyes de Dios son automáticas. Dios no tiene que hacer queuna bendición ocurra. De nuevo, por eso se llama ley.
Es una ley porque haciéndolo de esta manera se obtiene un resultado determinado y haciéndolo de otra manera se obtiene un resultado diferente.
Pero con diezmar, Dios promete no sólo las bendiciones “automáticas”, sino que añadirá más bendiciones.
Vas a ser bendecido naturalmente por diezmar, tal como lo fueron el Sr. Rockefeller y el Sr. Colgate. ¡Pero Dios puede ver tu actitud y elegir bendecirte aún más!
Dios también lo hace con otros aspectos de Su ley. ¡Ponlo a prueba!
Diezmar te enseñará estos siete principios generales sobre el camino de Dios:
1. Diezmar nos enseña a poner a Dios primero, lo más importante de nuestras vidas.
¡Esta es una forma práctica y material de practicar el primer y gran mandamiento!
Durante tu adolescencia, sin que el Espíritu Santo de Dios more en ti, incluso sin una mente espiritual, puedes pasar por el acto de poner a Dios en primer lugar en tus finanzas, y empezarás a adoptar una mente más espiritual como consecuencia, una que priorice de la manera correcta.
Mateo 6:33 dice: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Así que incluso esta Escritura tiene la misma “promesa” de bendiciones físicas asociadas con el mandamiento. No sólo “busca primero a Dios, ¡punto!”, sino “busca primero… y todas estas cosas” sucederán.
2. Diezmar nos enseña disciplina financiera.
Mantenlo en mente: incluso si le das a Dios Su 10%, si manejas mal tu parte, la medida en que prosperes también será muy limitada. Pero el diezmo cambia nuestras perspectivas sobre cómo opera el dinero. Vemos a quién pertenece todo, y empezamos a estructurar nuestras finanzas en torno a ese principio.
3. Diezmar nos enseña que las leyes de Dios son para nuestro bien.
Piensa en cómo esta ley en particular resuelve problemas y trae prosperidad. ¿Cómo podría ser eso malo para ti? Piensa en cómo esta ley puede ayudarte a empezar a entender el camino de Dios, cómo funcionan Su mente y Su ley. Cuando forjas una relación con Él, Él se convierte verdaderamente en tu socio.
4. Diezmar nos enseña que las bendiciones provienen de dar y sacrificarse.
Los adolescentes son bombardeados con imágenes codiciosas, el mensaje de que las “bendiciones” provienen de tomar y obtener. Nuestro mundo comercial y materialista enseña que eres infeliz a menos que tengas algo. Eres infeliz a menos que consigas el artilugio, los zapatos de marca o el bolso de diseñador. El camino de Dios es: ¡dame a mí, y yo me aseguraré de que tengas más de lo que puedas manejar!
Hechos 20:35 nos dice: “… Más bienaventurado es dar que recibir”. Diezmar enseña esto. Esto va más allá del diezmo: empieza a practicar el camino del dar, y observa los efectos de esa forma de vida.
5. Diezmar nos enseña el elemento automático de “causa y efecto” de la ley de Dios.
No importa quién seas, y esto aplica a todas las leyes de Dios. Si un miembro bautizado de la Iglesia infringe una ley, y un adolescente guarda esa misma ley, el miembro cosechará los frutos amargos de esas acciones, ¡y el adolescente cosechará felicidad! Es así de simple.
6. Diezmar nos enseña cómo Dios multiplica y añade a las bendiciones automáticas que provienen de la obediencia.
Vemos este principio en los tres versículos principales que contienen las promesas del diezmo:
Malaquías 3:10: “… Abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
Lucas 6:38: “Se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando…”.
Proverbios 3:10: “Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto”.
7. Diezmar nos enseña a reclamar las promesas de Dios a través de la obediencia, para probarle.
Lo vimos en Malaquías 3:10: “Probadme ahora en esto”, dice Dios.
Prepárate para las bendiciones
No te hagas la idea de que Dios te traerá una fortuna inmediata y asombrosa cada vez que diezmes o intentes diezmar con la esperanza de obtener una ganancia inesperada de un millón de dólares al día siguiente. Puede que el aumento no sea inmediatamente obvio. Pero debes saber esto: el 90% que Dios te permite guardar para ti aumentará a más del 100% con el que empezaste antes de diezmar. Dios lo ha prometido, ¡y Él cumple Sus promesas!
Deuteronomio 28:2 dice: “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de [el Eterno] tu Dios”. Puedes leer hasta el versículo 14 de este capítulo para ver cómo Dios enumera estas bendiciones. El punto es que “te alcanzarán”, ¡te abrumarán!
Dios nos está retando a reclamar las bendiciones que provienen de guardar la ley del diezmo. ¿Por qué no aceptar este desafío? ¡Tenemos literalmente todo que ganar!
BARRA LATERAL: ¿Qué es exactamente diezmar?
Un “diezmo” significa una décima parte. La décima parte de lo que ganamos es “santo” para Dios y le pertenece (Levítico 27:30). En realidad, todo lo que ganamos es legalmente de Dios, ya que Él es Creador y Dueño del universo (Salmo 24:1; Hageo 2:8). Sólo reclama para Él el primer 10% de ello. Por ejemplo, si ganas $10, aunque Dios realmente es el dueño de todo, Él sólo te exige que devuelvas $1 de ello.
¿Puedes ver lo generoso que es esto? Si hicieras negocios con cualquier otro socio, podrían repartirse los beneficios al 50%. Dios sólo quiere el 10%.
Sería algo así como tener un amigo que compra una comida para ti y para él y luego dice que sólo quiere el primer bocado. O que va por una bebida a la nevera y cuando le dices que también tiene sed, echa un sorbo en su propia taza y te da el resto. O digamos que tienes una amiga que te compra un par de zapatos nuevos con la condición de que sólo quiere ponérselos una vez. Sería una amiga poco usual, pero probablemente no te quejarías del acuerdo.
Eso es parecido a cómo es Dios. Nos da seis días de cada siete y el 90% de lo que ganamos.
Volvamos al ejemplo de ganar $10, $1 de eso es de Dios. Como dice Levítico 27:30: “De [el Eterno] es; es cosa dedicada a [el Eterno]”.
Si tienes un hermano, probablemente conozcas bien la idea de propiedad (esto es mío, esto es de ella, aquello es de él,etcétera). Las cosas que no te pertenecen no son tuyas para usarlas o tocarlas. Esto aplica al 10% de Dios.
Proverbios 3:9 muestra que diezmas sobre las “primicias de todos sus frutos”, es decir, lo que ganas, o tus utilidades (antes de impuestos). Si alguien te da un regalo, no necesitas diezmar sobre eso, aunque puedes apartar parte o todo para una ofrenda. Pero si ganaste eldinero, entonces eso es un “ingreso”.
Hay otros dos diezmos mencionados en las Escrituras. Deuteronomio 14:22-28 habla de un diezmo que no es “santo” en el sentido de que sea de Dios, es tuyo, pero Dios te ordena que lo apartes para tu uso en Sus fiestas. A esto lo llamamos el segundo diezmo. Deuteronomio 26:12 describe un tercer diezmo que apartamos cada tercer y sexto año (de un total de siete años), que es la forma en que Dios financia a los pobres que necesitan ayuda financiera especial.
¿Diezmar es sólo para el Antiguo Testamento?
Si diezmar es una ley tan válida e inexorable como la ley de la gravedad, no tiene mucho sentido argumentar que dicha ley ya no está en vigor, sobre todo cuando podemos demostrar que sigue funcionando. ¿Sigue vigente la gravedad hoy en día? Es ridículo suponer lo contrario.
La Biblia revela la importancia y las bendiciones de dar el diezmo en el Nuevo Testamento, no sólo en el Antiguo. Jesucristo dijo a los fariseos que el diezmo seguía siendo válido. También vemos una referencia a diezmar en el libro de Hebreos, escrito mucho después de que Jesucristo muriera y fuera resucitado:
“A quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz” (Hebreos 7:2).
¿A quién daba Abraham la décima parte? A alguien que era “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre” (versículo 3).
Diezmar es un mandamiento para los que viven en tiempos del “Nuevo Testamento”, igual que lo era para los que vivían en tiempos del Antiguo Testamento. Además, considera que el ejemplo dado aquí es Abraham (el relato original está en Génesis 14:18-20), que vivió siglos antes de que Dios escribiera estas leyes para Israel a través de Moisés. Así que el diezmo no es sólo una “ley de Moisés”. Eso sería como decir que la ley de la gravedad no entró en vigor hasta Isaac Newton.
Y al igual que esta ley estaba en vigor antes de Moisés, ¡también lo estaban las bendiciones!
“Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor” (Hebreos 7:6-7). La Moffatt traduce el versículo 7: “Y no hay duda de que es el inferior el que es bendecido por el superior”.
Abraham bendijo a su Rey, el que se convirtió en Jesucristo, con estos diezmos, pero ¿quién estaba recibiendo realmente el mejor trato? ¡Abraham era el que estaba siendo bendecido!