En el mundo occidental animamos a nuestros jóvenes a obtener una educación superior para que puedan aprender cómo ganarse la vida. Aunque eso de por sí no está mal, no debería ser el objetivo número uno. Sin embargo, este es el caso de la mayoría de los colegios y universidades, no enseñan a los jóvenes cómo vivir. ¿No debería ser el desarrollo integral de la persona el objetivo principal de la educación?
Incluso exportamos esta forma de pensar. Muchos dicen: Si todas las economías del mundo pudieran crecer al estilo del capitalismo occidental, podríamos resolver los problemas del mundo. ¡Podríamos poner fin a todas las guerras y traer por fin la paz a esta Tierra!
¿Qué hay de nuestros líderes políticos? ¿Cuál parece ser su solución a cualquier problema que enfrenta la sociedad? Dinero, ¡másdinero! Salud, educación, desarrollo urbano, el cuidado de nuestros mayores, la delincuencia… nombre usted el problema y en casi todos los casos su solución gira en torno a asignarle más dinero.
Así es, en la mente de muchos, ¡el dinero es venerado como un dios!
¿Ha funcionado?
En su mayoría, las personas que viven en las democracias occidentales disfrutan de abundante riqueza. Tenemos más cosas físicas, dinero y opulencia que cualquier otra sociedad en la historia. Pero ¿ha traído consigo la felicidad? ¿Se siente la gente satisfecha?
El hecho de que cada vez más personas se vean oprimidas por la deuda es sólo una prueba de que ésta no ha traído verdadera satisfacción. ¡Comprar a crédito está completamente fuera de control! Como sociedad estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Simplemente estamos comprando cosas que no podemos permitirnos.
Los anuncios nos empujan continuamente a comprar ahora y pagar después. Las ofertas de tarjetas de crédito, cheques en blanco y segundas hipotecas inundan nuestros buzones. ¡Comprar a crédito se ha vuelto la norma! Por supuesto, el crédito puede utilizarse como una herramienta segura y conveniente en algunos casos e incluso puede ser necesario en ocasiones. Sin embargo, si uno no es extremadamente cuidadoso a la hora de pagar las deudas a tiempo, ¡puede convertirse en un verdadero peligro!
En Estados Unidos, a finales de la década de 1960, se registraban unas 200.000 bancarrotas al año. [Para 2004 había] más de 1,5 millones al año. Nuestra deuda nacional es casi imposible de comprender. Actualmente supera con creces los 34,5 billones de dólares y aumenta unos 8.500 millones al día [cifras actualizadas al año 2024]. La Palabra de Dios dice claramente: “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.” (Proverbios 22:7). Esta es una ley absoluta de Dios; no puede ser quebrantada. Las economías que nadan en este tipo de deuda están destinadas a derrumbarse. Ya sea un individuo o toda una nación, la caída será dura y segura.
Lo que Dios quiere para USTED
¡Pero Dios no quiere que usted viva bajo el peso de las deudas y experimente este tipo de caída! Hay leyes definitivas en Su Palabra que garantizan el éxito financiero. Son las leyes de Dios concernientes a sus finanzas.
Dios desea que usted prospere. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Lo más importante es que Dios quiere que prosperemos y tengamos buena salud espiritual, pero también quiere que prosperemos físicamente.
Fíjese en lo que escribe Gerald Flurry en su poderoso folleto La última hora: “Estas son dos áreas donde el pueblo de Dios es probado muy duramente. Dios nos prueba a todos con falta de prosperidad y salud. De modo que no debemos condenar a las personas que están siendo probadas en estas áreas. ¡Pero aparte de eso, Juan está diciendo que la forma de tener el máximo de salud y prosperidad es dar su vida a esta obra! Eso es lo que Gayo hizo. Debemos comprender que a menudo hay una falta de prosperidad y de salud porque no hemos aprendido a poner primero la obra de Dios, como debemos”.
“¡Dios desea por encima de todo [como dice en la Biblia King James, en inglés] que prosperemos y estemos saludables, como prosperamos en lo espiritual! ¡Dios quiere bendecirnos en estas áreas! Si usted quiere la prosperidad máxima y la salud máxima, ésta es su mejor oportunidad de recibir estas bendiciones: ¡Entregue su vida a esta obra como lo hizo Gayo!”.
Y continúa: “Si usted quiere ayudar a la obra de Dios con todo su ser ¿piensa usted que, por regla general, Dios le quitaría su prosperidad y salud? O Él dirá, ¡Bendigo a ese individuo, porque sé que él pondrá mi obra primero con su energía y su dinero! Tenemos que pensar sobre esto de la manera en que Dios lo hace. Él hace todo con gran pasión. ¡Si usted quiere usar su prosperidad y salud para la obra de Dios, usted va a tener más prosperidad y salud! Eso no significa que usted siempre será próspero y saludable, pero tendrá más de esas bendiciones”.
“Si su vida está llena de problemas de salud y poca o ninguna prosperidad, entonces debe examinarse a sí mismo con respecto al pecado. Dios desea “por encima de todo”queprosperemos y tengamos salud. Por supuesto, debemos estar examinándonos en cuanto al pecado todo el tiempo”.
“Al igual que Cristo, nuestra primera prioridad debe ser invertir nuestra salud y prosperidad en la obra de Dios”.
El Sr. Flurry dijo que Dios nos pone a prueba a todos en las áreas de las finanzas y la salud, así que tenga cuidado de no juzgar a los demás si están experimentando pruebas en estas áreas. Recuerde aplicarse estas leyes a usted mismo.
Además, el Sr. Flurry dijo que si usted tiene problemas en estas áreas debe “examinarse así mismo con respecto al pecado”. Hay una causa para cada efecto, y debemos encontrar la causa de nuestros problemas financieros si queremos resolverlos. En el resto de este artículo examinaremos tres áreas principales de pecado que podrían privarnos de las bendiciones de Dios. En realidad, quebrantar estas leyes podría hacer que estuviéramos bajo una maldición.
Dios es el dueño de todo
“De [el Eterno] es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (Salmo 24:1; Nueva Versión Internacional). ¡Dios es el dueño de todo! Este es el simple, pero fundamental hecho sobre las finanzas. Dios creó el mundo y todo en él. Todas las oportunidades de prosperidad son dadas por Dios. Muy pocas personas reconocen este hecho.
Deuteronomio 10:14 respalda este punto. “He aquí, de [el Eterno] tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella”. Claramente, todo pertenece a Dios. Usted le pertenece a Dios. Todo lo suyo le pertenece a Dios. Este hecho debe ser claramente entendido y reconocido antes de que usted pueda comenzar a resolver sus problemas financieros. Esta comprensión nos muestra que Dios debe ser nuestro socio financiero.
Si Dios es nuestro socio financiero, ¿qué requiere de nosotros?
“Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año” (Deuteronomio 14:22). Dios, nuestro socio financiero, espera que diezmemos, lo que significa que debemos pagarle el 10% de nuestro ingreso. La lección 17 del Ambassador College Correspondence Course [Curso bíblico por correspondencia del Ambassador College], producida bajo la dirección de Herbert W. Armstrong, dice: “El diezmo es la deuda que usted tiene con Dios. Esta deuda es primera en tiempo y principio. Pague sus deudas a Dios, hágalo su socio en sus finanzas y reciba Su bendición en los asuntos temporales. Esto le permitirá pagar sus deudas, o conseguir un trabajo, o que sus necesidades sean suplidas más rápidamente que si elude Su deuda”.
Algunas personas atacan duramente la ley de Dios del diezmo. Pero Dios no es un Dios codicioso. Después de todo, ¡es el dueño de todo! Sin embargo, todo lo que Él requiere de nosotros como nuestro socio financiero es el 10% para hacer Su Obra. ¿Suena eso poco razonable? ¿Suena como un socio codicioso? ¡Por supuesto que no! Todos necesitamos asegurarnos de que nuestras prioridades estén en el orden adecuado y de que primero se le pague a Dios Su diezmo.
El libro de Malaquías claramente discute eventos que ocurrirán justo antes de la Segunda Venida de Cristo (Malaquías 3:1; 4:5-6). Dios está hablando de los acontecimientos que tendrán lugar durante la última era de Su Iglesia (solicite su ejemplar gratuito de El mensaje de Malaquías si aún no lo tiene). Dentro de este contexto del tiempo del fin, Dios inspiró al profeta Malaquías a preguntar: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice [el Eterno] de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:8-10).
¡Todo el razonamiento humano del mundo no negará el hecho de que Dios considera ladrones a quienes no diezman! No sólo están robando, ¡están robándole a Dios! Vivir de esta manera nos pondrá bajo una maldición. No hay ninguna posibilidad de éxito sostenido a largo plazo hasta que nos arrepintamos de este pecado y comencemos a diezmar.
Dios nos dice que lo probemos. Dé a su socio financiero lo que Él le requiere y vea si no le bendice. Dios quiere lo mejor para nosotros. Él nos bendecirá si le hacemos nuestro socio y Le obedecemos. Él, por supuesto, lo hará de la manera adecuada y en el momento oportuno que en Su gran sabiduría sólo Él conoce.
De nuevo, todo pertenece a Dios. En la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), vemos, entre otras cosas, que somos simples mayordomos administrando y gestionando lo que pertenece a otro. A Dios le interesa mucho qué clase de mayordomos somos. Él sabe que si podemos ser fieles sobre lo muy poco, seremos fieles sobre lo mucho. Él quiere poder utilizarnos en Su Familia por toda la eternidad y debe ver que somos buenos mayordomos hoy antes de hacernos mayordomos en Su Reino.
Este es un principio que conlleva mucho más que diezmar. Sí, debemos administrar nuestras finanzas de acuerdo con las leyes de Dios del diezmo, pero no se trata de cuánto dinero tenga usted, sino de administrar lo que Dios le ha dado. Nuestros hogares deberían mantenerse ordenados, limpios y aseados. Deben ser seguros, mantenidos adecuadamente y acogedores. Nuestros hijos deben ser educados adecuadamente. Nuestro ejemplo a los demás, dentro o fuera de la Iglesia de Dios, debe ser el de una “ciudad sobre una colina”. ¿Deja usted que su luz brille manteniendo un estándar piadoso y Filadelfino en todas estas áreas, y en otras?
¿Es Dios realmente su socio financiero? ¿Está usted tan preocupado por Su Obra como lo está Él?
Si tiene dificultades para administrar sus finanzas, examine si está diezmando correctamente. ¿Está pagando a Dios lo que es suyo por derecho? ¿Es Él realmente su socio financiero? Todos debemos poner la Obra de Dios en primer lugar y asegurarnos de administrar nuestras finanzas de acuerdo con Sus leyes del diezmo. Si lo hacemos, Dios sabrá que estamos mejor preparados para asumir más responsabilidades en el futuro próximo y enseñar a otros las lecciones que hemos aprendido.
No codiciarás
Otro pecado que puede causarnos graves problemas financieros es la codicia. En la sociedad materialista de hoy en día, es muy fácil mirar las cosas y empezar a codiciarlas. En Lucas 12:15 Jesucristo dijo: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. La vida no se trata de la abundancia de cosas. Eso no nos brinda la vida verdaderamente abundante que Cristo quiere para nosotros (Juan 10:10).
El mundo tiende a minimizar este problema llamándolo “mantenerse a la par del vecino”. Pero Dios lo considera un problema mucho más profundo, ¡lo llama pecado! “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17). Este es el décimo de los Diez Mandamientos de Dios. Quebrantar la ley de Dios es pecado (1 Juan 3:4).
Contrario al pecado, que es egocéntrico, la ley de Dios es la ley de amor, lapreocupación por los demás. Cuando este amor nos motiva, queremos lo mejor para los demás. No sentimos envidia de aquello con lo que han sido bendecidos, sino que nos alegramos por ellos y agradecemos nuestras propias bendiciones.
Aprenda a alegrarse por los demás y por su éxito. Suponga lo mejor de ellos. Tal vez hayan sido mayordomos sabios y trabajadores esforzados. Tal vez hayan sido especialmente bendecidos por Dios por una u otra razón. Con demasiada frecuencia la gente ataca a los que tienen éxito y trata de encontrar razones para derribarlos o encontrarles defectos. Incluso si una persona adquiere dinero por medios cuestionables o deshonestos, Dios lo sabe, y el juicio final es Suyo. Tenga cuidado de no erigirse en juez e intentar hacer el trabajo de Dios por Él. Usted podría caer fácilmente en la categoría de “acusador de nuestros hermanos”, ¡lo que es Satanás! (Apocalipsis 12:10).
Lea los efectos devastadores de la codicia en Santiago 4:1-5. Estos efectos nos impactarán si caemos en ese pecado. ¡Y no se engañe a usted mismo! Todos tenemos que luchar contra este pecado. Como escribió Santiago: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (versículo 5). Todos debemos luchar contra este espíritu y esforzarnos con todas nuestras fuerzas para vencer a esta sociedad, a Satanás y a nosotros mismos. La naturaleza humana desenfrenada conduce a la ruina. Lleva a la ruina a naciones e individuos.
¡Codiciar es en realidad idolatría! (Colosenses 3:5). Cuando codiciamos, estamos anteponiendo otro dios al Dios verdadero. El mundo hace esto continuamente, pero nosotros debemos ser diferentes, no como este mundo, que está gobernado por Satanás.
Evite la lujuria. Viva dentro de sus posibilidades y sea feliz haciéndolo. Cualquier otra cosa es pecado. De hecho, como dijo Cristo, ¡todos debemos tener cuidado y guardarnos del pecado de la codicia!
El principio del dar
Otra área de nuestras vidas a considerar es la del dar. Ya hemos tratado el tema de dar para la Obra de Dios y de vivir según las leyes del diezmo. Pero ¿ha aprendido realmente a vivir según el principio del dar? ¿Es usted un dador alegre? ¿Está deseoso de ayudar a los demás cuando es necesario y apropiado hacerlo?
Jesucristo nos enseñó que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35). ¿Realmente lo cree y vive conforme a ello? No es natural para nosotros como humanos pensar de esta manera. Tendemos a querer obtener, pero Dios dice que ama al “dador alegre” (2 Corintios 9:7). Este punto llega directamente a la naturaleza misma de Dios. Él es el mayor dador de todos.
Jesucristo nos enseñó a seguir el principio de dar incluso cuando no hay ningún beneficio físico que pueda volver a nosotros (Lucas 14:12-14). Aprenda a dar por una razón, por el propósito de servir y ayudar a los demás. Esto no sólo se refiere a dar dinero. Se refiere a dar de cualquier manera que pueda. Dé sacrificando su tiempo, atendiendo las necesidades físicas de los demás, dedicando tiempo extra a la oración por los demás.
Sin duda, en materia de negocios también debe seguir este principio. La gente del mundo de Satanás se reiría y ridiculizaría profusamente esta idea. En este mundo, robar y engañar se está convirtiendo en la norma, considerada parte de hacer buenos negocios. Pero las personas interesadas en obedecer a Dios deberían vivir por un estándar diferente. “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:38). Asegúrese de aplicar la ley mencionada aquí y Dios se asegurará de cumplir Su parte.
Todo esto implica un camino devida. No intente siempre “sacar la mayor ventaja”. Dé a los demás un buen trato y confíe en que Dios compensará la diferencia. Por mucho que lo intente, nunca podrá superar a Dios.
Aquellas personas que realmente viven según este principio son bendecidas inmensamente por Dios. Eso no quiere decir que nuestro enfoque principal deba estar en las bendiciones físicas en esta vida, nuestro enfoque principal debe estar en lo espiritual, pero Dios sí bendice ese espíritu de dar.
Buscad primero el Reino de Dios
Obviamente, en este artículo no hemos podido cubrir todos los aspectos de las finanzas. Hay muchas otras leyes prácticas que también deben aplicarse. Debería leer Las siete leyes del éxito del Sr. Armstrong (solicite un ejemplar gratuito).
Hay muchas otras Escrituras en las que Dios habla de administrar nuestras finanzas. Si somos obedientes, Dios promete que no tendremos que estar ansiosos por suplir nuestras necesidades físicas (Salmo 34:9; 37:25; Proverbios 10:3; Mateo 6:25-33). Estudie esos versículos y espere con fe que su Padre celestial provea para usted. Los verdaderos cristianos tendremos pruebas, pero Dios siempre estará ahí para librarnos y proveernos. Su futuro y el mío no dependen de la economía, las tasas de interés, la creación de empleo y demás. ¡Nuestro futuro depende de Dios Todopoderoso!
No permita que las finanzas sean el enfoque de su vida. Cristo nos dijo que no podemos servir a dos señores (versículo24). Tenga sus finanzas bajo control para que pueda enfocarse en lo que es realmente importante, ¡el venidero Reino de Dios! Eso es lo realmente importante y ahí es donde debe enfocarse principalmente nuestra atención (versículo 33). A Satanás le encantaría distraerle del verdadero propósito de esta vida. Quiere apartar su mente de la Obra de Dios. En demasiados casos, es capaz de utilizar las finanzas para lograr su objetivo.
Busque a Dios primero en su vida. Busque Su Reino y Su justicia. ¡Todos estos asuntos de menor importancia serán atendidos si así lo hacemos! ¡Qué promesa de nuestro Salvador!
Recuerde que miramos más allá de esta vida. Estamos mirando hacia nuestro futuro, cuando heredemos todas las cosas (Romanos 8; Hebreos 2). ¡Somos como un joven heredero que debe trabajar, luchar y aprender! Su padre no se lo dará todo sin más; primero debe aprender ciertas lecciones. Cuando esté preparado para la tremenda responsabilidad que le espera, ¡le dará su herencia!
Asegúrese de esforzarse por aplicar las leyes de Dios con respecto a sus finanzas. Si buscamos a Dios con diligencia, hacemos de Él nuestro socio financiero y crecemos espiritualmente venciendo la lujuria y la codicia, aprendiendo y deseando vivir el camino del dar, ¡entonces Dios desatará bendiciones sobre nosotros que serán difíciles incluso de imaginar!
Camine hacia adelante en fe, haciendo su parte, comprendiendo que Dios sabe qué es lo mejor para nosotros y cuándo es mejor para nosotros. Sepa que Dios le bendecirá hoy y por toda la eternidad si le busca diligentemente a Él primero.