La urgencia y el pan sin levadura
Ya sea que Cristo vuelva mañana o no, la urgencia forma parte de la vida de un verdadero cristiano.

Jesucristo podría regresar el mes que viene, la próxima semana, ¡o incluso mañana!

¿Cómo puede ser eso?, se preguntará usted. ¿No regresará al final de una tribulación de tres años y medio? Su regreso está por lo menos así de lejos, ¿verdad?

Eso es cierto sólo para los que estén vivos para ver el regreso de Cristo. ¡Los que mueren en la fe antes de ese gran acontecimiento están tan lejos de ello como de su último aliento!

El hecho es que no sabemos cuánto tiempo nos queda hasta el regreso de Jesucristo.

El mundo y la Iglesia de Dios están en un momento de no más demora (Apocalipsis 10:6). ¡Dios está apresurando nuestros esfuerzos, animándonos a trabajar más deprisa!

Este Ser de carácter y equilibrio perfectos, además de ser benevolentemente paciente, también es extremadamente urgente.

Dios es tanto paciente como urgente

¿Cuántas veces Dios nos hace esperar por las cosas? Anhelamos que Él acelere el paso y nos libere de una prueba, nos conceda una bendición o se apresure a establecer Su Reino en la Tierra. ¿Cuántas veces nos parece que Él simplemente no trabaja lo suficientemente rápido para nosotros?

Dios, poseedor de una paciencia perfecta, está construyendo ese mismo rasgo en cada uno de nosotros.

Sin embargo, ¿con qué frecuencia se invierte la espera? ¿Hacemos esperar a Dios? ¿Cuántas veces Él desea que nos despojemos de los pesos del pecado y nos movamos más rápidamente para terminar Su Obra?

Observe un pasaje de instrucción en 2 Pedro 3. Los hermanos estaban siendo desalentados por los burladores que decían: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (versículos 3-4). Seguramente esa pregunta hizo dudar a algunos de ellos, preguntándose si los burladores tenían razón.

Los burladores argumentan que todo ha continuado con normalidad desde el principio de la creación y continuará haciéndolo. Pero, como señaló Simón Pedro, ignoran voluntariamente el hecho de que la civilización llegó a su fin en el gran Diluvio (versículos 5-6). Una destrucción similar le espera de nuevo, ¡pero esta vez destrucción por el fuego! (versículo 7).

Observe el ánimo que da Pedro. En primer lugar, dijo, que los burladores estaban profetizados (versículo 3). Luego, el verdadero aliento: “Más, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (versículo 8). En otras palabras, recuerde que el punto de vista de Dios sobre el tiempo es muy diferente al nuestro. Mil años son como un día. Lo que a nosotros nos puede parecer toda una vida, para el Dios Todopoderoso no es más que un parpadeo en el tiempo. ¡Pero lo contrario también es cierto! Es como si Dios pudiera llevar a cabo mil años de trabajo en un solo día. ¡Qué Ser tan paciente y a la vez tan rápido!

Observe el propósito de la paciencia de Dios: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (versículo 9). Dios está siendo extremadamente paciente para permitir que el mayor número posible de personas llegue al arrepentimiento. ¡Eso nos incluye a nosotros! ¡Dios nos está concediendo de gracia un período de tiempo para que nos preparemos!

El apóstol Pedro continúa: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche…” (versículo 10). Usted puede pensar que está tardando mucho, dice Pedro, ¡pero cuando ocurra sucederá inesperada y rápidamente!

Entonces, ¿qué significa eso sobre nuestro desarrollo espiritual? “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” (versículo 11). De esto se trata la fiesta de los Panes sin Levadura: de llegar a estar desleudados espiritualmente, porque no hay mucho tiempo.

¿Sabía usted que existe incluso una conexión histórica y física entre el pan sin levadura y la urgencia de una persona?

Dejando Egipto a toda prisa

Cuando un Faraón afligido concedió la libertad a los israelitas, salieron de Egipto con bastante rapidez. Parte de la razón fue que “los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra, porque decían: Todos somos muertos” (Éxodo 12:33). Después de la muerte de los primogénitos de toda la nación, los egipcios no querían que esta gente habitara más su tierra.

En el siguiente versículo, dice: “Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros” (versículo 34). No tuvieron tiempo de esperar a que la masa se leudara, porque los egipcios los estaban obligando a salir. Observe el versículo 39: “Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida”.

Dios llama la atención sobre la conexión física entre los tiempos urgentes y no leudar el pan porque nos enseña una profunda lección espiritual sobre nuestro sentido personal de urgencia para salir del pecado y prepararnos para el regreso de Jesucristo.

Durante los Días de los Panes sin Levadura, debemos dirigir nuestras mentes a la prisa con la que debemos dejar el pecado y la prisa con la que debemos hacer nuestra parte en esta Obra. Qué apropiado, durante esta última hora de la civilización del hombre, que aprendamos esta lección.

El peso del pecado

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).

Los días santos de primavera nos enseñan que la levadura es un símbolo del pecado. Así como la levadura habría retrasado a los israelitas, el pecado es como un peso que nos retrasa en esta carrera hacia nuestra meta.

¡Estamos en una carrera contra el tiempo, y, aunque corramos con paciencia piadosa, como señala el versículo, debemos librarnos de estos pesos mortales!

Adquiriendo la urgencia de Cristo

Desde mayo de 2001, esta Obra viene proclamando que vivimos en la “última hora” de la civilización del hombre; tenemos un libro dedicado a este tema. En él, el redactor jefe Gerald Flurry escribe: “¿Hay una expresión más urgente en la Biblia que la última hora? (…) ¡Todo tiene que ver con la peor hora en la historia de la humanidad! ¿Hubo alguna vez una obra más urgente que ésta? ¿Está usted reflejando la urgencia de Cristo en esta última hora?”.

Como exhortó el apóstol Pedro, necesitamos la perspectiva de Dios sobre el tiempo. Necesitamos la urgencia de Cristo viviendo en nosotros, ¡motivándonos!

Sofonías 1:14 menciona cómo el Día del Señor está “cercano y muy próximo”. El Sr. Flurry comentó sobre esto en ¿Quién es ‘ese Profeta’?: “¡Nunca ha habido un tiempo como éste, y el ritmo de los eventos nunca volverá a ser el mismo! Cuando leo el libro de Sofonías y lo estudio en profundidad, me doy cuenta de que no soy tan urgente como el espíritu de este mensaje. No creo ser tan urgente como necesito serlo; no creo que nuestros ministros lo sean; ¡no creo que el pueblo de Dios lo sea! ¡Debemos darnos cuenta dónde estamos en la profecía!”.

Use los días santos de primavera para aprender mejor estas lecciones. ¿Cuántas fiestas más de Panes sin Levadura tenemos antes del Día del Señor?

Redima el tiempo

Muchos se burlan de la urgencia que tenían los apóstoles del primer siglo, creyendo que Cristo regresaría en su tiempo. Los que dicen: “Mi Señor tarda en venir” argumentan que tal urgencia es extrema.

Pero, en cierto sentido, ¿no regresó Cristo en su tiempo? Si un hombre de Dios escribió una epístola justo un año antes de morir, ¿no le faltaba a él un año para la venida de Cristo? ¿Era injustificada su urgencia?

¿Qué haría usted si la Pascua de este año fuera su última antes del regreso de Cristo? ¿Qué tan diferente la observaría?

¿Qué pasaría si sólo le quedaran, digamos, 30 días más de vida, es decir, 30 días más hasta el regreso de Cristo? ¿Cuán diferente viviría?

Tal vez haría una lista de cosas por mejorar: entrar en una vida de oración más intensa y eficaz, orando más fervientemente por la Obra y por otros hermanos; estudiar la Biblia más profundamente cada día; hacer uno o dos ayunos más significativos; dedicarse más a su familia; servir más en los servicios de la Iglesia; practicar la “religión pura” preocupándose más por los huérfanos y las viudas; trabajar en esos pecados que siguen apareciendo año tras año.

Básicamente, ¡pensaríamos en todas las cosas que Dios espera de nosotros y las haríamos al máximo! Cuestionarnos de esta manera es una gran forma de examinar nuestras vidas antes de la Pascua. Y luego, mirar esa lista y darnos cuenta: así es como deberíamos vivir todo el tiempo.

“Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16).

La palabra redimir en griego significa comprar, recuperar, rescatar de la pérdida. El Thayer’s Greek Lexicon dice que este versículo nos indica “aprovechar toda oportunidad para hacer el bien”.

Debemos aprovechar cada oportunidad, especialmente en esta última hora. Eclesiastés 9:10 dice que hagamos todo lo que viniere a nuestra mano para hacer “según tus fuerzas”. ¿Por qué? Porque “en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.

El desarrollo de nuestro carácter, el proceso de desleudar, nuestra parte en la Obra, todo se detiene en la tumba. La muerte pone fin a esa creación suprema: entonces, para aquellos llamados hoy, ¡es cuando Cristo regresa!

Considere lo común que es que alguien que ha tenido un roce con la muerte, o alguien cercano a morir, piense en querer hacer todo con todas sus fuerzas.

En la última hora, la ventana de tiempo para construir el carácter y sacar la levadura se está haciendo cada vez más pequeña.

El sentido de urgencia de Satanás

Satanás el diablo es muy consciente de esto. Apocalipsis 12:9-12 revela que ha sido lanzado y que sabe “que tiene poco tiempo”. Debido a esto, ¡está trabajando más duro que nunca!

¿Y qué hay de nosotros?

El Sr. Flurry escribió en ¿Quién es ‘ese Profeta’? que Satanás “sabe que no hay más demora y que su tiempo está a punto de acabarse, por lo que es muy urgente en sus esfuerzos malvados. (…) No tiene otra cosa en mente que la destrucción, especialmente la destrucción espiritual del pueblo de Dios. Estos son tiempos peligrosos y urgentes. (…) Debemos ser conscientes del tiempo, como lo es Satanás”.

Podemos aprender del ejemplo de Satanás el tipo de urgencia que debemos tener, y dirigirla, por supuesto, a los esfuerzos correctos; a terminar esta Obra y a nuestra parte en el proceso de desarrollo del carácter.

¿Podemos ser tan urgentes como Satanás el diablo? ¡Sólo así podremos hacerle frente!

Lo contrario de urgencia

Hemos identificado un sentido piadoso de urgencia como una cualidad sin levadura. Los Días de los Panes sin Levadura nos enseñan que la justicia, o lo desleudado, tiene un opuesto. Entonces, si la urgencia es el pan sin levadura, ¿cuál es la levadura opuesta?

¿Es la pereza? ¿La complacencia? No necesariamente, aunque puede serlo (Mateo 25 habla de 10 vírgenes que se durmieron). Pero la urgencia no es simplemente estar activo. Usted puede estar físicamente quieto en su cama meditando sobre el plan de Dios y el autoexamen, ¡y ser intensamente urgente!

Mateo 24:48-50 nos da la respuesta: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe”.

¿Qué hizo el siervo malvado a causa de esta falta de urgencia? ¿Se volvió letárgico? ¿O se puso muy urgente con sus propias cosas? Obviamente tenía un letargo espiritual, pero parecía bastante ocupado.

Los versículos 37-38 revelan que la gente en tiempos de Noé estaba “comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca”.

Lucas 17:26-28 muestra un escenario similar antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra. “Así mismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban” (versículo 28).

¡Eran personas ocupadas! Estas sociedades no eran conocidas por su letargo físico. Ciertamente parecían extremadamente urgentes, ¡pero por sus propias cosas!

Obviamente, no hay nada malo de por sí en comer, beber, plantar, comprar, construir o casarse. Pero estas personas estaban involucradas en las preocupaciones de esta vida.

¿Cuál es la levadura opuesta a la urgencia? Principalmente, ¡es la mundanalidad!

La Biblia revela que incluso Lot, cuando los ángeles vinieron a decirle que abandonara Sodoma, se detuvo (Génesis 19:16). Quedarse atrapado en este mundo es increíblemente fácil, pero espiritualmente debilitante e incluso fatal.

Cristo nos advirtió: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen [o se abrumen] de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día” (Lucas 21:34).

El mayor peligro de que este día nos venga encima sin darnos cuenta es que nos dejemos atrapar por ciertas actividades, ya sean las equivocadas, o la cantidad equivocada, o que les demos prioridad sobre las correctas.

“Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del hombre” (versículos 35-36).

Lo que Cristo está diciendo es que ésta es una tentación particular a medida que se acerca el fin: Cuando más urgentes deberíamos estar, mayor será la tentación de dejarnos llevar por cosas frívolas.

Esta temporada de días santos nos recuerda que debemos dejar Egipto, los placeres materiales, la cultura popular que nos inunda y que tan fácilmente puede preocupar nuestras mentes, desde el último caso judicial de una celebridad hasta el más reciente e insípido reality show.

No es que Dios no quiera que experimentemos placer material o entretenimiento, pero nunca debemos permitir que esas cosas nos hagan caer adormilados en el camino de Dios. Nos dan urgencia por las cosas equivocadas. De repente, podemos estar más entusiasmados por la próxima entrega de una trilogía de cine o una serie de televisión que por apoyar la gran Obra de Dios del tiempo del fin.

El diablo urgente sabe que si puede dirigir nuestro entusiasmo lejos de los proyectos de Dios y hacia nuestro propio pequeño universo, puede sacarnos de la Familia Dios.

Así que vemos al enemigo de la urgencia. Vemos lo que es realmente la levadura. Entonces, ¿cómo la desarraigamos? ¿Cómo libramos nuestras vidas de la levadura de la mundanalidad?

Combata la mundanalidad

“Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró. (…) Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Marcos 14:34-35, 37-38).

Jesucristo estableció la conexión entre la falta de urgencia y el caer en el pecado. ¿Y la forma de combatirlo? ¡Velar y orar! Observar este mundo, lo que le sucede, observar nuestras vidas, nuestras acciones cotidianas, manteniendo al mismo tiempo la línea de comunicación con nuestro Padre, esa es la forma de combatir el materialismo, la mundanalidad y el letargo espiritual.

Estas dos herramientas, dijo Cristo, nos ayudan a mantenernos alejados de la tentación.

Otro componente de la vigilancia se relaciona con involucrarse en la Obra de Dios: apoyar el mensaje que Dios está enviando a través de Su siervo elegido.

Amós 6 contiene una funesta profecía sobre el propio pueblo de Dios que está “reposado” (versículo 1), que dilata “el día malo” (versículo 3) y se niega a profetizar sobre lo que se avecina a este mundo.

Observe cómo esto está ligado al pecado del materialismo: “Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero. (…) beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José” (versículos 4, 6).

Estas personas están atrapadas en el materialismo hasta el punto de ignorar lo que le está sucediendo al José moderno: las naciones de Israel.

El Sr. Flurry escribe: “¡No son urgentes por el trabajo que hay que hacer! No derraman lágrimas por Israel, porque piensan que su destrucción está muy lejos en el futuro. Grandes desgracias vendrán a su vida si usted cae en esta categoría. (…) ¡Involúcrese en la Obra de Dios! No esté reposado. Satanás ataca a los que están reposados. Si usted no es urgente por esta Obra de Dios, Satanás lo alcanzará” (ibíd.).

Así es como luchamos contra las tentaciones: vigile y ore. ¡Involúcrese en la obra que Dios le ha encomendado hacer!

Señales de un cristiano urgente

Aquí hay atributos positivos que cada uno de nosotros debemos adquirir, con el poder de Dios, para convertirnos en cristianos más urgentes. Un cristiano urgente es:

1. Alguien con una vida de oración apasionada y fuerte. Está entusiasmado con su oración y prioriza el contacto con Dios por encima de todo lo demás. Este individuo atiende al mandato de Cristo de “velar y orar”.

2. Alguien que está involucrado en la Obra. Él o ella está enfocado en los proyectos que se están llevando a cabo en la sede de Dios. Esta persona también está observando los eventos mundiales, construyendo fe al ver cómo se cumplen las profecías infalibles de Dios.

3. Alguien cuya conversación refleja entusiasmo y urgencia (por la Obra y observando los eventos mundiales). Esto es una señal del segundo punto, ya que Cristo dijo que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45). Lo que pensamos sale en nuestra conversación. Pero también puede funcionar al revés: use el compañerismo para hablar sobre la Obra y sobre los sucesos mundiales para construir urgencia. Tal vez nos resulte un poco incómodo sacar a relucir un sermón de la nada en comunión con el pueblo de Dios si ese no es el tema del momento. Si le resulta difícil, mencione algo que esté ocurriendo en la sede, un evento mundial, una pepita de oro que haya leído en la Trompeta o haya visto en laTrompeta.es.

4. Alguien que gestiona su tiempo con eficacia. El Sr. Flurry escribió en La última hora: “¿Cómo maneja usted su tiempo? ¿Cuán urgente es organizando su tiempo? Todos necesitamos estar motivados para hacer más. ¡Nos queda menos de una hora!”. Así que un cristiano urgente organiza el tiempo de forma eficiente para conseguir hacer la Obra, porque eso acelera el día del regreso de Cristo.

5. Alguien que tiene emociones y una perspectiva de la vida balanceadas. Cuando murió la esposa de Ezequiel, Dios le ordenó que no se lamentara como los demás hombres. ¿La razón? ¡Se acercaba una espada sobre la nación! “Dios tuvo que implantar en Ezequiel un sentido especial de urgencia”, escribió el Sr. Flurry. “¿Cómo lo hizo? Al mirar esto, podemos ver Su método como algo despiadado, pero reitero que debemos verlo como Dios lo ve. Veamos de qué se trata esto realmente” (Ezequiel: El profeta del tiempo final). Al poner a prueba nuestro control emocional, Dios está cultivando la urgencia en nosotros para que nos enfoquemos en Su Obra más que en nuestros sentimientos personales. Quiere que antepongamos el sufrimiento por el que va a pasar el mundo a nuestro sufrimiento individual.

Apresurando el día

Como preguntó el apóstol Pedro, viendo los eventos por delante, “¿qué clase de personas debéis ser”? ¿Qué clase de fiesta de Panes sin Levadura debemos tener cuando vemos el mundo en las condiciones en que se encuentra?

Observe el siguiente pensamiento de Pedro: “Esperando y apresurándoos para la venida [literalmente, “apresurando la venida”] del día de Dios…” (2 Pedro 3:12). No sólo Dios está acelerando nuestro pensamiento, sino que también dice que si trabajamos más rápido —si estamos sacando la levadura con más urgencia— ¡podemos acelerar realmente la finalización de esta Obra y el día de Su venida!

“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia [es decir, ser prontos, usar la rapidez] ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (versículo 14).

Trabajemos en esta temporada de días santos para reflejar la urgencia de Cristo, ¡para aprovechar la hora, redimir el tiempo y hacer la Obra de Dios con todas nuestras fuerzas! Trabajemos para poner lo desleudado de la urgencia en nuestras vidas, y sacar las preocupaciones de este mundo, ¡para que podamos apresurar el regreso de Jesucristo!