Millones de personas en el mundo que te rodea han ingerido veneno mental. Sus mentes están dañadas por la amargura, la desesperanza y la negatividad. Estas pobres personas han sido saturadas con la propaganda mundana de la cultura victimista.
Así es como piensan estas personas: todo el mundo quiere atraparme. No tengo los recursos ni el talento para triunfar. No tengo ningún control sobre mi vida porque la sociedad está amañada contra mí. Si yo no puedo ser feliz, entonces a nadie más se le debería permitir ser feliz tampoco.
Los mentalmente envenenados de este mundo culparán a todos menos a sí mismos de sus fracasos: a su país, a las fuerzas del orden, a los ricos, a otras razas, a los hombres, a los cristianos, a su jefe, a sus profesores, a sus padres y a muchos más. La gente que cree que no puede mantenerse a sí misma busca ayuda en Mamá Gobierno.
Esta mentalidad victimista es el núcleo de ideologías destructivas como el socialismo, el comunismo y el marxismo. Esta forma tiránica de gobierno fue responsable de la muerte de más de 100 millones de personas sólo en el siglo xx. Las víctimas falsas crean víctimas reales.
Puede que miremos la cultura victimista que nos rodea y sacudamos la cabeza con disgusto, pero para cualquiera es fácil convertirse en una falsa víctima. La Biblia dice que la mayoría de nosotros tenemos que superar esta mentalidad paralizante. La mayoría de nosotros hemos permitido que la cultura mundana del victimismo se nos pegue de alguna manera.
Debemos salir de la cultura victimista de este mundo.
“Dice el perezoso: El león está fuera; seré muerto en la calle” (Proverbios 22:13). La mente humana es experta en inventar leones imaginarios: excusas para eludir la responsabilidad personal.
En un artículo titulado “Conquiste a sus leones”, Brad Macdonald expuso algunos de estos leones imaginarios: una supuesta falta de tiempo para ocuparnos de nuestras prioridades, una enfermedad o debilidad física que se exagera para justificar la inactividad, imperfecciones del carácter, inferioridad intelectual, capacidad de lectura deficiente, un impedimento para hablar, timidez que impide entablar amistades y muchos más.
Esencialmente, los leones imaginarios son señales de advertencia de una mentalidad de víctima. Otras señales de advertencia son decir cosas como “no puedo” o “no es culpa mía”, sentirse impotente e indefenso, hablar de sus experiencias de vida negativas para llamar la atención, menospreciarse constantemente y sentirse engañado, como si otra persona le hubiera robado una oportunidad.
Pídele a Dios que te ayude a examinarte. Pregúntales a tus padres, a tu ministro, a tus consejeros, a tus profesores o incluso a tus amigos cercanos si han notado la necesidad de que mejores en este aspecto. Es muy probable que todos mostremos al menos una de estas señales de advertencia de una mentalidad de víctima.
Los leones imaginarios deben ser vencidos y expulsados de nuestras mentes, pero también hay un león real contra el cual luchar. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).
“Satanás es sutil”, escribió Gerald Flurry en Las epístolas de Pedro: una esperanza viviente. “Tiene mensajes diferentes para diferentes personas, conoce nuestras debilidades y cómo atacarnos específicamente”. Si permites que algún león imaginario merodee por tu vida, ¡Satanás lo utilizará para abrumarte!
Satanás quiere que seamos fabricantes de excusas, evasores de responsabilidades, quejumbrosos prolíficos y falsas víctimas profesionales. ¿Cuál es el punto de vista de Dios?
Joel Hilliker escribe en un artículo de 2016 de la Trompeta de Filadelfia titulado “Asuma la responsabilidad”:
“Madurar significa que pasa de desviar la culpa a aceptar la responsabilidad. Pasa de ser un observador pasivo a un iniciador. Pasa de víctima a hacedor. Pasa de esperar cosas a ofrecerlas. Madurar significa aprovechar el poder que Dios le ha dado para dirigir su propia vida, aceptar los retos, superar los obstáculos, lograr victorias”.
“Culpar a los demás de sus problemas es una trampa. Por supuesto que las acciones de otras personas le afectan, pero no se engañe a sí mismo. Dios dice que el responsable de usted es usted mismo. ‘Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga’ (Gálatas 6:4-5). Usted debe llevar su propia carga. De hecho, Dios quiere que vaya más allá de eso y que tienda la mano para ayudar a los demás a llevar también su carga (versículo 2)”.
“Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (versículo 7). Si no le gusta lo que está cosechando, analice detenidamente lo que ha estado sembrando. Y comience a hacer algunos cambios”.
“¡Dios es radicalmente pro responsabilidad!”.
En la Iglesia de Dios, la condición de víctima carece totalmente de valor. En el mundo, la condición de víctima es muy valiosa.
Un actor arriesgará su carrera fingiendo ser víctima de un delito de odio
del movimiento maga [Hacer a EE UU grande otra vez] a las dos de la madrugada en Chicago. Un hombre fingirá ser una mujer, aplastará completamente a las mujeres reales en los deportes femeninos, y luego se declarará víctima en el momento en que alguien lo critique. Un piloto de carreras verá una soga en su caseta y llamará a los federales, sólo para que le digan que en realidad se trata de una cuerda para tirar de la puerta del garaje que se encuentra en todas las pistas de carreras. Una actriz fingirá haber sido secuestrada.
Las falsas víctimas viven en el país de la fantasía.
Dios nos amonesta para que apartemos a los leones imaginarios y pasemos a la ofensiva contra el león real. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Resiste al diablo con la ayuda de Dios, ¡y huirá como un cobarde!
He aquí las cuatro C para resistir la mentalidad de víctima de Satanás.
1. Conquista la procrastinación.
Inventar excusas es un grave problema para las falsas víctimas. Como señaló el Sr. Macdonald en “Conquiste a sus leones”, la procrastinación sólo da a la mente más tiempo para desarrollar una excusa.
“En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar” (Proverbios 26:16). La falsa víctima suele engañarse con sus ridículas excusas. Está convencido de que sus leones imaginarios son reales. Se considera más sabio que siete sabios de verdad.
Comienza inmediatamente las tareas que te intimidan. Piensa en un tema para el trabajo el mismo día que te enteres de la asignación. Al día siguiente, lee algunos artículos sobre el tema. Fíjate plazos manejables a lo largo del proceso para avanzar constantemente hacia el objetivo final.
Cumple con tus deberes o tareas domésticas a la primera oportunidad, sin que tus padres te lo recuerden. Esto produce el beneficio añadido de ganarse la confianza de tus padres.
Cuando procrastinamos, las responsabilidades se hacen 100 veces más grandes en nuestra mente. Un simple juego de 10 fichas de vocabulario se convierte en una carga insoportable que nos cuesta un sueño precioso la noche anterior a la fecha de entrega. Un trabajo se convierte en un libro de 300 páginas. Un examen sobre el Tercer acto de Julio César bien podría abarcar todas las materias del universo conocido. La memorización de las Escrituras se convierte literalmente en el fin del mundo.
La procrastinación crea leones imaginarios. La tentación de huir de la responsabilidad personal se vuelve abrumadora. Nos irritamos con la persona que nos dio la responsabilidad, como si no dispusiéramos de tiempo y capacidad suficientes para completarla si sólo hubiéramos comenzado de inmediato. Comenzamos a sentirnos impotentes y nos preguntamos si deberíamos solicitar una extensión del plazo. Razonamos que simplemente no tuvimos tiempo suficiente.
(Nota al margen: no te jactes de la procrastinación. Sólo estarás admitiendo haber sido conquistado por un león imaginario).
2. Cuenta tus bendiciones.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Las bendiciones espirituales abundan en tu vida: la influencia del Espíritu Santo de Dios, la ley, el gobierno, la verdad y la familia espiritual de Dios.
Cuando obedecemos la ley de Dios, Él promete inundarnos de toda clase de bendiciones (Malaquías 3:10). Él desea conceder nuestros deseos (Salmos 37:4).
“Sin duda, la falta de gratitud es uno de los pecados más frecuentes, si no el más terrible”, escribió Herbert W. Armstrong. “Pocos han aprendido a apreciar realmente lo que tienen. La mayoría son propensos a aceptar las cosas buenas dándolas por sentadas, sin dar las gracias. Nos quejamos más de lo que contamos nuestras bendiciones” (La Pura Verdad, abril de 1962).
La ingratitud llevó a Lucero a la rebelión. Dios le dio la Tierra y le habría dado el universo, pero eso no era suficiente. Lucero quería más, y lo quería ahora.
¿No suena esto exactamente igual que las falsas víctimas de nuestra sociedad? Son tan desagradecidas que ninguna cantidad de dinero o mansiones les satisfará. Siguen sintiéndose oprimidos por el “sistema” de alguna manera.
¡Sé agradecido! En la oración, da gracias a Dios por tus bendiciones antes de pedir aún más bendiciones (Filipenses 4:6).
3. Crea oportunidades.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8). Nunca está de más manifestar interés por una oportunidad o declararse disponible para ayudar donde haga falta. Dios promete bendecir a los que piden.
En realidad, no pedir puede fomentar una mentalidad de víctima. Podríamos empezar a sentirnos excluidos de oportunidades cuando todo lo que teníamos que hacer era hablar.
Comienza por casa. Averigua en qué necesitan ayuda tus padres y ponte a su disposición. Cumple con esas responsabilidades y serás recompensado con otras mayores y más emocionantes.
Extiende esto a tu congregación. Chicos, ofrézcanse como voluntarios para servir en el montaje o el sonido en los servicios. Chicas, ofrézcanse como voluntarias para ayudar con los bocadillos y las flores.
Recuerda siempre dominar las responsabilidades que ya tienes antes de pedir más (Lucas 16:10). Asume nuevas responsabilidades, luego haz tu parte a tiempo, siempre.
Estudia 1 Samuel 17. El joven David creó la oportunidad de matar a Goliat. Irrumpió en el campamento de guerra israelita y se declaró disponible. David no sólo mató a Goliat, sino que corrió a la lucha. Ansiaba el desafío. Sabía que Dios libraría la batalla por él. Este es el tipo de ansias que todos necesitamos.
4. Compárate sólo con Cristo.
Nuestro objetivo es llegar a ser perfectos como Dios el Padre (Mateo 5:48). Nuestro estándar es Jesucristo. No debemos compararnos con los demás miembros de la Familia Dios, ya que Dios nos ha colocado a cada uno donde Le place (1 Corintios 12:18).
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreos 12:1-2).
Jesucristo es el corredor espiritual más grande de todos los tiempos. Él ya ha completado la carrera. Mientras corremos nuestra carrera espiritual, debemos concentrarnos en Cristo y en la línea de meta, no mirar ansiosamente de lado a lado a nuestros compañeros de carrera. Si nos comparamos sólo con Cristo, terminaremos la carrera.
Sométete a Dios. Síguelo a Él en la batalla cada día. Elimina a los leones imaginarios. Ahuyenta al diablo. Resiste la mentalidad de víctima venciendo la procrastinación, contando tus bendiciones, creando oportunidades y comparándote únicamente con Cristo. Sólo entonces experimentarás paz mental y verdadera libertad.