Por Mi espíritu
Ni por vuelo, ni por antena de teléfono

La Obra de la verdadera Iglesia de Dios en el tiempo del fin es realmente impresionante.

Puedes ver eso a todo color al ser testigo de las hazañas de la Iglesia a la que ahora asistes: cómo se está logrando tanto en todo el mundo con tan pocos recursos humanos. También puedes leer acerca de un logro similar e impresionante pero diferente en la era anterior: la Obra bajo Herbert W. Armstrong alcanzó a más personas con el mensaje de Dios que cualquier obra en los dos milenios anteriores.

Dios prometió a la era de Filadelfia de Su Iglesia masivas puertas abiertas (Apocalipsis 3:7-8). Por eso no es de extrañar que esta era presenciara los avances tecnológicos más espectaculares de la historia de la humanidad. ¡El hombre que Dios usó para dirigir esta operación tenía viva en la memoria una época en la que el caballo y los carruajes eran el medio de transporte común hasta la época en la que se lazaban cohetes tripulados al espacio exterior!

La Obra de Dios ha utilizado una variedad de tecnología en su beneficio. Y desde la muerte del Sr. Armstrong en 1986, aún más avances han hecho posible algunas “puertas abiertas” para la Iglesia de Dios de Filadelfia.

Pero considera cómo el Sr. Armstrong describió esas puertas abiertas en su artículo de Las Buenas Noticias de febrero de 1983: “¡Los cristianos han perdido su poder!”. Mencionó cómo la “puerta abierta” en Apocalipsis 3:8 se da a aquellos con “poca fuerza”, de la que el Sr. Armstrong solía afirmar: “No tenemos dentro de nosotros (…) ¡ni de lejos el poder de Dios que activó a aquella Iglesia original del primer siglo! Por esa misma razón, el Cristo viviente dice (versículo 8), ¡que Él nos ha abierto la puerta gigantesca de los medios de comunicación! (…) ¡Sin embargo, eso es sólo poder físico y mecánico! El verdadero poder que hace que la obra de Dios sea vital y viva ¡es el Espíritu Santo de Dios!”.

Qué fácil es ver las puertas abiertas y atribuir la fuerza de la obra de Dios al “poder físico y mecánico”, a los avances tecnológicos. ¡Mira lo que somos capaces de hacer gracias a _________! Y rellena el espacio en blanco con cosas como: la electricidad, el transporte aéreo, los satélites, la autoedición, Internet, etcétera.

Pero las palabras de Zacarías 4:6 suenan verdaderas para la Obra de Dios todavía hoy: “… No con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho [el Eterno] de los ejércitos”.

¿Te das cuenta de que la tecnología, “el poder físico y mecánico”, no es la fuerza o el poder que lleva a cabo la Obra? ¡Es el Espíritu Santo de Dios!

Así lo demuestra toda la Sagrada Biblia, escrita mucho antes de que cualquiera de nuestros avances modernos entrara en escena.

A medida que avanzamos en este viaje, considera las formas en que la Obra actual de Dios se realiza a través del “poder físico y mecánico”. Esto abarca dos amplias categorías: 1) transporte, y 2) comunicación. Así que examinemos las Escrituras para ver cómo Dios usó el poder del Espíritu Santo para manejar estas cosas mucho antes de que existiera cualquier avance moderno de los viajes y la comunicación. Y considera lo que esto significa para un joven que asiste hoy a esta Iglesia.

Más rápido que un carro veloz

Al final de 1 Reyes 18, leemos sobre el final de una sequía de tres años y medio en Israel, momento en el que el profeta Elías le dijo al rey Acab: “Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. (…) Y subiendo Acab, vino a Jezreel” (versículos 44-45).

Elías y Acab estaban en el monte Carmelo, a unos 30 o 50 kilómetros de Jezreel. La velocidad de un carro dependería de la cantidad de caballos, pero la velocidad máxima sería sólo de 50 a 65 kilómetros por hora, y los caballos no podrían sostener eso durante esta distancia, incluso si el que sostenía sus riendas estaba tratando de huir de una tormenta eléctrica. Así que una estimación aproximada y conservadora sitúa esta distancia a 2 horas en carro.

Esto hace que el versículo 46 sea aún más notable: “Y la mano de [el Eterno] estuvo sobre Elías; el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel”. Elías iba a pie, ¡y llegó allí en menos tiempo que el carro de Acab!

Una hazaña de transporte similar pero aún más impresionante se encuentra en el primer siglo de la Iglesia de Dios. En Hechos 8:26, un ángel envió un mensaje al diácono Felipe para que se dirigiera al sur desde Jerusalén a Gaza.

Allí Felipe encontró a un eunuco sentado en un carro estudiando al profeta Isaías. Poco después, Felipe lo bautizó: “Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el eunuco no le vio más; y siguió gozoso su camino” (versículos 38-39). ¡El recién bautizado salió del agua sólo para darse cuenta de que el hombre que lo había sumergido había desaparecido! ¿Adónde se había ido?

El versículo 40 nos dice: “Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea”. Azoto es la antigua ciudad filistea de Asdod, ¡a 32 kilómetros al norte de Gaza!

Imagínate que desapareces de donde te encuentras ahora mismo y que te encuentran inmediatamente a 32 kilómetros de distancia. En términos de tiempo de viaje antiguamente, 32 kilómetros era un buen día de viaje. Así que imagínate aparecer a 6 horas en carro de donde te encuentras actualmente.

De barcos y puentes

Sí, la Obra de Dios cubre mucho terreno usando métodos mecánicos de transporte hoy en día. ¡Esas son bendiciones! Apocalipsis 12:14 dice que la Iglesia “volará” a un lugar de seguridad. Dios inspiró al apóstol Juan a escribir esa palabra mucho antes de que se inventaran los aviones, y Juan no lo cuestionó. De forma más regular, los representantes de Dios llegan a varios lugares rápidamente, atravesando varias zonas horarias. Dios bendijo milagrosamente a la Iglesia con un avión para ser utilizado a voluntad del pastor general.

¿Pero qué es lo que realmente está llevando al ministerio a todos estos lugares? ¡Es el Espíritu de Dios! Si Dios no quisiera que fuéramos allí, ninguna máquina podría atravesar una puerta divinamente cerrada. Y si Dios nos quiere en algún lugar, no importa si la máquina física no funciona. Llegaremos allí. Puede que los miembros de la Iglesia recuerden un viaje reciente en el que el G450 no arrancaba y, tras una breve oración, el Sr. Flurry les dijo a los pilotos que lo intentaran de nuevo, ¡y funcionó!

Ese “poder físico y mecánico” es impresionante, pero nunca pierdas de vista al Dios que lo proporciona. Debemos orar por esas herramientas físicas. Dios nos hace dar ofrendas para ayudar a compensar los costos, pero vemos que Dios multiplica nuestro apoyo más allá de lo que podríamos hacer por nosotros mismos.

Los que vivían en tiempos bíblicos disponían de la “tecnología” para surcar el agua en barco. Se utilizaban puentes para que la gente atravesara masas de agua. Pero ¿necesita la Obra barcos y puentes si hay aguas en el camino? 2 Reyes 2 contiene el relato de Elías, y más tarde Eliseo, ¡abriendo el río Jordán! No se necesitó ningún barco ni puente.

Juan 6 da el famoso ejemplo de los discípulos en una barca en el mar de Galilea, y Cristo caminando hacia ellos sobre el agua. Para añadir más a la grandeza de este milagro, esa noche también había tormenta. Puedes leer esto en los versículos 15-20. El versículo 19 dice que remaron unos 5 kilómetros en esta gran masa de agua antes de darse cuenta de que Jesús caminaba hacia ellos. Observa en el siguiente versículo: “Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban” (versículo 21).

El mar de Galilea tiene unos 13 kilómetros de oeste a este. Piensa que el simple hecho de estar en una barca no les garantizaba cruzar la masa de agua. Esta tormenta parecía prohibitiva, ¡pero Cristo los llevó milagrosamente a la orilla deseada!

Mensajería instantánea antigua

En Hechos 8, ya leímos cómo Dios usó a un ángel para hacer llegar un mensaje al diácono Felipe. Unos capítulos más tarde, Dios hizo lo mismo con un hombre llamado Cornelio, que no era apóstol, ni diácono, ni siquiera un miembro, sino un potencial converso.

En otro caso, Mateo 1 cuenta cómo Dios envió un mensaje a José, cuya prometida virgen, María, había quedado embarazada milagrosamente. “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. (…) Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” (versículos 20, 24). La forma que eligió Dios para convencer a José de este extraño suceso fue enviándole un mensajero.

Un método similar de comunicación se produce en el capítulo siguiente. El contexto es que el rey Herodes está preocupado por la noticia de que ha nacido un rey profetizado de los judíos. En el versículo 13, aún no había revelado sus intenciones homicidas. Pero Dios volvió a informar a José mediante mensajes angelicales, esta vez en un sueño.

“Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto” (versículos 12-14).

No mucho después de esto, Herodes hizo el decreto mortal de matar a todos los niños de Belén menores de 2 años. Más tarde, “después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel; porque han muerto los que procuraban la muerte del niño” (versículos 19-20).

Herbert W. Armstrong relató un tipo similar de comunicación angelical que ocurrió en su casa: “Cuando nuestra hija mayor era bebé, la Sra. Armstrong estaba durmiendo con la niña a su lado en la parte interna de la cama contra una pared de la alcoba. Ella oyó una voz que decía: ‘Mueve a Beverly’. Pensó que era un sueño y siguió durmiendo. Pero volvió a oír la misma voz, esta vez más fuerte. Despertó a medias, pero no viendo nada, nuevamente creyó que era un sueño. Dio media vuelta y estaba a punto de dormirse otra vez cuando la voz habló por tercera vez, ahora con más fuerza y urgencia: ‘Mueve a Beverly’. Desconcertada, mi esposa pasó a la niña al otro lado de ella y uno o dos segundos después un cuadro con un pesado marco que colgaba en la pared cayó sobre la cama sobre el lugar donde había estado la niña. Éste pudo haber caído sobre la cabeza de la niña o haberla lesionado gravemente. La única explicación es que Dios envió un ángel para salvarle la vida a Beverly” (El misterio de los siglos).

Claro, Dios podría simplemente haber protegido a la bebé Beverly haciendo que el marco no cayera, ¡pero entonces no nos habríamos enterado! Incluso si el marco hubiera caído en un ángulo milagrosamente inusual y no la hubiera alcanzado, entonces no tendríamos este ejemplo relativamente moderno de esta voz sobrenatural.

Esto no quiere decir que Dios vaya a hablarnos necesariamente de forma audible a través de ángeles o sueños. La cuestión es que, por muy “milagrosos” e “inmediatos” que sean hoy algunos de nuestros medios de comunicación, una forma de comunicación aún más impresionante precede a nuestra tecnología moderna. No dependemos de ellos para “hacer la Obra”, porque se hace “por mi Espíritu”, dice Dios.

Nivelando montañas

Justo después de proclamar, “por mi espíritu”, Dios pregunta: “¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura…” (Zacarías 4:7). Con el Espíritu de Dios, los impedimentos aparentemente inamovibles desaparecen.

Si atribuimos los logros de la Obra de Dios a cosas físicas y mecánicas, entonces podemos empezar a ver la falta de esas cosas como obstáculos. Podemos fijarnos fácilmente en las formas físicas en que la Obra de Dios podría estar prohibida, hasta el punto de que sólo vemos las montañas en lugar del poder para mover montañas.

Considera diversas limitaciones físicas u obstáculos para la Obra: barreras lingüísticas, muy poca gente o recursos, cárcel o exilio, problemas de salud o muerte.

Pentecostés, en el año 31 d. C., es un excelente ejemplo de cómo Dios superó las barreras lingüísticas. ¡Así fue como Dios dio comienzo a la Iglesia del primer siglo! Llenos del Espíritu Santo, los santos “comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (…) Y hecho este estruendo, se juntó la multitud, y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (Hechos 2:4, 6-8).

Hoy en día Dios ha bendecido a Su Iglesia con traductores calificados, pero ellos te dirán que también Él les proporciona ayuda sobrenatural, dada su carga de trabajo en comparación con sus limitaciones de tiempo.

Más adelante, en Hechos 2, leemos cómo la Iglesia pasó de 120 discípulos a 3.000 en un día, todos ellos recibiendo ese mismo don del Espíritu (versículos 37-41). Podemos fijarnos en los números pequeños, ¡sin embargo aquí hubo un momento en el que Dios dio un aumento del 2.500% en el número de miembros en cuestión de horas!

Es muy fácil fijarse en los números bajos. En 2 Reyes 6, sólo dos de los representantes de Dios fueron rodeados por el ejército sirio (ve versículos 13-23). Las vidas de Eliseo y su siervo parecían estar en verdadero peligro, ¡sin embargo Dios reveló un ardiente ejército angelical rodeando a los sirios! Como Eliseo le dijo al joven “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (versículo 16).

El rey Ezequías de Judá dijo las mismas palabras al consolar a Jerusalén frente a las fuerzas asirias que la rodeaban (2 Crónicas 32:7-8).

Un acontecimiento en la vida de Elías ilustra maravillosamente la capacidad de Dios para vencer los recursos limitados. En 1 Reyes 17, Elías visitó a una viuda en una zona que estaba en sequía. Le pidió: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano” (versículo 11). La viuda respondió que sólo tenía comida suficiente para alimentar a su hijo una última vez antes de que murieran: “un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija” (versículo 12).

Elías le dijo: “No tengas temor; vé, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque [el Eterno] Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que [el Eterno] haga llover sobre la faz de la tierra” (versículo 13-14).

Profetizó que la viuda seguiría teniendo comida suficiente para sobrevivir a la hambruna. El versículo 16 declara el maravilloso resultado: “Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que [el Eterno] había dicho por Elías”. Su falta de alimentos no fue un factor limitante, ¿verdad?

No es de extrañar que en Zacarías 4, después de hablar del poder de Su Espíritu, Dios hable de no despreciar el día de las pequeñeces. Apoya al hombre de Dios, vuelve a la alacena y ¡encuentra más continuamente!

Incluso que los representantes de Dios sean encarcelados es otra montaña que el poder de Dios puede aplanar. Hechos 12:4-12 describe a un ángel entrando directamente en una prisión donde Pedro estaba encadenado y lo libera sobrenaturalmente. En Hechos 16:23-31, cuando Pablo y Silas cantaban himnos desde un calabozo interior a medianoche, ¡las cadenas simplemente se les cayeron y las puertas se abrieron!

Un caso de encarcelamiento de Pablo no implicó una liberación milagrosa; cumplió su condena completa. Pero Dios aún realizó poderosos milagros mientras estuvo bajo arresto domiciliario dos años completos, probablemente encadenado a un soldado. Esto podría parecer exorbitante para una obra que en aquella época dependía de la intervención personal. Sin embargo, ¡la Obra creció enormemente de todos modos! Hechos 28:31 dice que la predicación de Pablo se realizaba “sin impedimentos” mucho antes de que existieran FaceTime, Skype o Zoom.

Pablo escribió a los filipenses sobre el asombroso crecimiento de la Obra: “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Filipenses 1:12). Los versículos 13-15 muestran que esto incluso ayudó a otros hermanos a crecer en fe y audacia. La prisión no detuvo a Pablo, ni desanimó a la gente de Filipos.

Muerte o enfermedad

¿Qué hay de la muerte? ¿Puede eso detener la Obra de Dios? ¡Los seres humanos carnales pensarían que sí! Algunos piensan que pueden detener a los siervos de Dios matándolos.

Mateo 27:62-66 describe a algunos que intentaron sellar la tumba de Jesús con una enorme piedra y guardias humanos, porque recordaban que Él había profetizado sobre Su resurrección. En sus mentes, esto no era para evitar ninguna resurrección, ellos no creían que eso sucedería, más bien querían evitar que alguien robara Su cuerpo para fingir una resurrección. ¡Pero tú puedes ver en Mateo 28:2-4 que la piedra no impidió que un ser del mundo espiritual llegara a la tumba! Un ángel brillante apareció en forma de un joven (Marcos 16:5; Lucas 24:4 dice que eran dos) que se encontró con algunas mujeres en la tumba donde la piedra había sido removida. Por supuesto, para ese entonces Jesucristo ya había resucitado y podía aparecerse donde quisiera; aunque las puertas de la habitación donde se aparecería ya estuvieran cerradas (y presumiblemente con llave) (Juan 20:19, 26).

En verdad, aunque las puertas estén cerradas, ¡eso no detiene al Cristo resucitado! Los hombres pueden matar a alguien e incluso hacer inaccesible su tumba, ¿y de qué sirve eso si Dios tiene más planes para él? ¡Jesucristo está ahora sentado a la diestra de Dios!

En Hechos 14:19-20, el apóstol Pablo fue apedreado y dado por muerto. Por supuesto que un ministro de carne y hueso no necesita permanecer vivo para siempre físicamente. Pero Pablo aún no había terminado. Por eso, después de levantarse de ser apedreado, ¡volvió a la misma ciudad donde estaban sus asesinos!

Sí, Pablo finalmente moriría. Como enfatiza nuestro musical de Pablo, su obra le sobrevivió a través de sus 14 epístolas que ahora figuran en el canon bíblico. Pero en el momento de su apedreamiento en Hechos 14, aún no se había escrito ni una sola de esas cartas.

Por esta razón, el pueblo de Dios ve la muerte de forma muy diferente a como la ven los demás. También deberíamos ver los problemas de salud de forma diferente. No son necesariamente obstáculos para la Obra de Dios. El apóstol Pablo es de nuevo nuestro ejemplo.

Sí, Dios quiere que obedezcamos y respetemos Sus leyes de la salud. Y sí, Dios quiere que estemos sanos, aunque puede retrasar una sanación para desarrollar en nosotros una fe y paciencia más fuertes. Pero observa cómo Cristo le habló a Pablo sobre una enfermedad en particular. Pablo escribe: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).

Cristo dijo que Su fuerza se perfeccionaba en la debilidad física de Pablo. Pablo aceptó gloriarse en sus debilidades “para que el poder de Cristo repose sobre mí”. ¡Había fuerza y poder en esa limitación física!

Encendido

Piensa en el poder de Dios para superar cualquier forma de transporte o comunicación que nuestro mundo pueda idear. Piensa en el poder de Dios para superar cualquier obstáculo, desde la cárcel hasta la enfermedad, incluso la muerte.

¿Has dicho u oído alguna vez la frase, “Todo lo que podemos hacer es orar”? Sé sincero. A menudo decimos esta afirmación con un espíritu de resignación y derrota. Pero en realidad, ¡todo lo que podemos hacer es orar! Por supuesto, hay cosas que podemos hacer, pero más allá de la fuerza humana, podemos acudir a Dios para obtener el tipo de poder sobre el que hemos estudiado aquí: reclamar ese poder en nombre del representante de Dios, de Su Obra e incluso en nuestra propia vida personal.

Incluso siendo joven, debes reclamar ese poder con regularidad. Diariamente, vamos a nuestro cuarto de oración, nuestra “alacena” espiritual, por utilizar la terminología de la viuda de Elías. Decimos: No tengo mucho aquí, pero dame lo que necesito para hoy. Y luego volvemos al día siguiente, y hay más por tener, y lo reclamamos y debemos usarlo.

El apóstol Pablo dijo a los corintios que cualquiera que fueran sus contribuciones a la Obra de Dios, Dios las multiplicaría: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia” (2 Corintios 9:8-10).

Dios puede aumentar las semillas, el esfuerzo inicial que ponemos, y multiplicar la cosecha o el rendimiento de esos esfuerzos.

¿Quién no querría tener acceso a este tipo de poder?

Ese Espíritu está trabajando contigo como joven. La intención de Dios es que tú, al alcanzar la madurez suficiente, te bautices para que puedas recibir ese mismo Espíritu y more en ti. El Espíritu que realiza esta Obra está empoderando a la Iglesia de Dios colectivamente, ¡y Él quiere que te empodere a ti!