Causa y efecto
Vuélvete un experto en la ley que te traerá bendiciones o maldiciones.

Una lección importante que mi padre nos inculcó a mi hermana y a mí cuando éramos jóvenes es que cuando las cosas van mal, hay una razón. El 99,5% de las veces él nos decía, eres la razón. Si algo va mal, es porque algo estás haciendo mal.

Es una ley que se encuentra en toda la Biblia: eres bendecido por obedecer y maldecido por desobedecer. Herbert W. Armstrong escribió frecuentemente sobre ello, lo llamó la ley de causa y efecto.

A menudo es difícil para los jóvenes reconocer un error. Esto es especialmente cierto en la “cultura del victimismo” de hoy en día. La cultura del victimismo quiere culpar de las cosas malas a algo o a alguien más. La gente sale a la calle para protestar por agravios imaginarios. Culpan al gobierno, a la raza, a sus padres, a la sociedad, a la desigualdad; a cualquier cosa menos a sus propios errores.

Debes comprender esta ley porque está directamente conectada con el arrepentimiento. Para cambiar un comportamiento, primero tienes que aceptar el hecho de que lo estás teniendo, de que eres culpable.

Matthew Buckley escribe en su resumen del libro Compromiso excepcional de Jocko Willink: “Se capaz de admitir tus errores cuando los cometas y asume toda la responsabilidad por ellos. (…) Asume la responsabilidad y piensa en lo que podrías haber hecho diferente. Aprende de tu error y piensa en lo que puedes hacer de forma diferente la próxima vez para asegurarte de que no vuelva a ocurrir”.

Las cosas malas no ocurren por simple coincidencia al pueblo de Dios o a Sus hijos. El Sr. Armstrong habló de tres cosas a las que tenemos que resistir: Satanás, la sociedad y el yo. La mayoría de las veces, ¡esas cosas malas son el efecto búmeran de tus propios pecados! No puedes culpar a la sociedad ni siquiera al diablo cuando pecas. Por supuesto que él nos acosa con su difusión, pero nosotros somos responsables de nuestras propias acciones, de nuestros propios pecados. Cuanto más pronto nos demos cuenta de ello, más pronto podremos ponernos a trabajar para cambiar ese comportamiento ¡y así hacer que ocurran cosas buenas!

En La Pura Verdad de febrero de 1982, el Sr. Armstrong escribió: “Es tan simple como esto: hay una causa para cada efecto; sin embargo, toda nuestra sociedad y camino de vida actual se basa en tratar el efecto, ¡ignorando la causa! Nuestra gente lo hace al tratar las enfermedades y las dolencias. Lo hacen al lidiar con la delincuencia. ¡Lo hacen al trabajarpor la paz!”.

Si te enfermas o tienes un fuerte dolor de cabeza, se espera que seas lo suficientemente humilde como para plantearte por qué puede estar ocurriendo eso. ¿Qué podrías haber hecho diferente para evitar esa enfermedad? Casi siempre somos nosotros mismos los que provocamos las enfermedades.

Isaías 59:8 dice: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz”. Esa es la causa de todo el mal, la violencia y la división en el mundo: ¡El hombre no conoce el camino a la paz!

El Sr. Armstrong escribió en La dimensión desconocida de la sexualidad: “Para que haya paz, felicidad y bienestar abundantes, ¡tiene que haber algo que los cause! Dios no sería Dios si no dispusiera una causa para todo el bien deseado. Comprendamos que por amor a la humanidad que Él creó, Dios estableció y puso inexorablemente en vigor esta Ley espiritual que constituye la causa de todo buen efecto”.

Dios nos ordena evitar ciertos comportamientos, no sólo para que podamos evitar el efecto búmeran, la maldición, que viene con ese comportamiento, sino porque ¡Él no quiere privarnos de la alegría que causa el hacerlo de la manera correcta! Buckley continúa: “Deja de poner excusas. Las excusas son mentiras y son el centro del fracaso. Algunas personas se enfocan en la meta que persiguen, y otras se fijan en los obstáculos que se interponen en su camino y en por qué ‘no pueden’ alcanzar su objetivo”.

Algunas personas se centran en el objetivo independientemente del obstáculo que se interponga en su camino. Otras simplemente tiran la toalla: es demasiado duro, no vale la pena; estoy sufriendo, así que quiero dejarlo.

Todos necesitamos tomar decisiones sabias. Algunas veces tienes que renunciar a ciertas tareas o desafíos. Pero Dios quiso que fuéramos por el camino estrecho y angosto. No estamos en el camino espacioso y fácil. No es un paseo tranquilo por la autopista interestatal; es más bien una carretera ventosa y llena de curvas al borde de un acantilado, y debemos aferrarnos a la montaña para no caernos.

Habrá obstáculos para vivir a la manera de Dios, puedes estar seguro de eso. Así es como forjamos carácter.

Buckley escribe: “En lugar de pensar en por qué no podrás alcanzar tus objetivos, diseña estrategias para superar los obstáculos y llegar a tu destino. La ruta que tomes para llegar a tu destino no es tan importante como simplemente llegar”. ¡Tienes que saber hacia dónde te diriges!

El Sr. Armstrong señaló en su autobiografía que la mayoría de la gente “es víctima de las circunstancias. No ha pensado escoger de manera inteligente dónde vivir, qué hacer, ni ha planeado el futuro. No tiene objetivo o meta en la vida. No se dirige hacia un propósito definido. Está donde está debido a las circunstancias”. Cuando las personas acaban en una mala situación, ¡culpan a esas circunstancias! Culpan a la sociedad, a la raza, a la familia, al gobierno, a cualquier cosa menos a sus propios fracasos. No son dueños de sus propios errores, así que no se arrepentirán.

El Salmo 19 dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (versículo 1). La razón por la que la Tierra sigue siendo el “Planeta Ricitos de Oro” ¡es por las leyes de Dios! Y sus leyes espirituales son más certeras y bellas que las leyes físicas.

“No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. (…) La ley de [el Eterno] es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de [el Eterno] es fiel, que hace sabio al sencillo” (versículos 3, 7). Mi padre ha dicho que la Biblia es más perfecta que todas esas leyes celestiales que sostienen el universo. ¡Así de maravillosa es la palabra de Dios!

Tucker Carlson nunca ha sido un hombre religioso, pero desde que fue despedido de Fox News en abril de 2023, ha tenido más tiempo libre. Dice que empezó a leer la Biblia en febrero. Primero repasó el Nuevo Testamento y ahora ha leído hasta Deuteronomio en el Antiguo Testamento. Dijo que es el libro más fascinante que haya leído alguna vez. ¿Qué dice eso sobre lo mucho que deberíamos amar la Biblia? Carlson ni siquiera entiende el 90% de la Biblia. No descartes la Biblia pensando que hay otro camino (Proverbios 14:12; 16:25).

El Sr. Armstrong escribió en su personal de La Pura Verdad de marzo de 1970: “La naturaleza ha establecido leyes fijas. Hay leyes naturales establecidas para mantener el equilibrio ecológico adecuado para mantener la vida en nuestro suelo, en nuestra agua y en nuestro aire. El hombre, en su educada ignorancia y codicia, altera ese equilibrio. No puede haber ley sin un castigo. También hay leyes morales y espirituales inexorables que rigen las relaciones humanas y la felicidad, la prosperidad y el abundante bienestar del ser humano”.

En palabras del propio Carlson, él ha cometido muchos errores, pero al menos su esposa e hijos lo aman. Muchos de los hijos de los líderes de hoy odian a sus padres. Carlson ha dicho que descarta inmediatamente a un líder si su familia es un desastre. Algo causó ese estado en la familia, y es un reflejo del líder.

Fija tu mente en la ley de Dios. Abre los ojos al principio de causa y efecto en tu propia vida. Cuando tengas problemas con algo, aunque sólo sea un pensamiento negativo, intenta abordar la causa. Cambia algo en la fuente del problema y mira como eso marca la diferencia. Tú puedes causar que eso ocurra y el resultado será satisfacción, unidad, alegría y amistad. Nadie más lo hará por ti. tienes que ser quien cambie tu mentalidad.

Lee los versículos 7-9: “La ley de [el Eterno] es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de [el Eterno] es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de [el Eterno] son rectos, que alegran el corazón; el precepto de [el Eterno] es puro, que alumbra los ojos. El temor de [el Eterno] es limpio, que permanece para siempre; los juicios de [el Eterno] son verdad, todos justos”. La ley de Dios convierte el alma. Por eso es importante alimentarse de la Palabra de Dios y llenarse de la mente de Dios, comer y digerir estas palabras. Profundiza en ese estudio y piensa en cómo aplicar estas lecciones, leyes y principios.

El Sr. Armstrong continuó: “El hombre parece siempre empeñado en romper todas esas leyes, ya sean físicas, químicas, morales o espirituales. Las leyes comienzan a aplicar automáticamente sus castigos. Es un asunto de causa y efecto. Entonces, ¿qué ha estado haciendo la humanidad durante miles de años? Quebrantando las leyes, causando el efecto, el castigo de las leyes quebrantadas. Entonces, ¿qué hace el hombre? Intenta tratar el efecto”.

Vimos muchos ejemplos de esto con la covid-19. El hombre intenta tratar el efecto. “En todo este mundo, nuestra sociedad humana está tratando el efecto, mientras ignora la causa, o más correctamente, está quebrantando las leyes e intentando eliminar el castigo” (ibíd.).

La Biblia es un libro guía. Es comparada con una lámpara porque tenemos que utilizarla para saber adónde ir (Salmo 119:105).

“Solamente la Biblia, de entre todos los libros o fuentes de conocimiento, revela los propósitos básicos. Sólo ella revela las leyes inexorables, aunque invisibles, que regulan la causa y el efecto, la acción y la reacción, que rigen todas las relaciones, que producen felicidad, paz, bienestar, prosperidad. La Biblia es una guía de principios vitales, que se aplican a las circunstancias, las condiciones y los problemas” (Autobiography of Herbert W. Armstrong) [Autobiografía de Herbert W. Armstrong].

Cuando jugaba baloncesto en la secundaria, mi padre me hacía volver continuamente a este principio. ¿Por qué sucedió eso?, preguntaba yo. Incluso si era obviamente provocado por mi antagónico entrenador, mi padre siempre decía: Sí, es obvio que él tiene ese problema, pero ¿y tú? ¿Has orado al respecto? ¿Se lo has llevado a Dios? Dios dice que ores por tus enemigos. A veces, temía incluso sacar el tema porque mi padre hallaría la forma de atribuírmelo a mí. Siempre lo hacía. Y él siempre tuvo la razón.

Incluso cuando hay dificultades, Dios lo ha permitido así. Se lo suficientemente humilde para considerar: Tal vez sigo haciendo algo mal. Tal vez mi vida espiritual no es la correcta. Tal vez no soy lo suficientemente obediente en mi actitud.Cuando Dios permita que ocurra una prueba, hazte la pregunta: ¿Qué está tratando de enseñarme Dios?

Deuteronomio 11:8 dice: “Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla”. Guardar los mandamientos te fortalece. Quizás los obstáculos sigan ahí aun cuando estés

obedeciendo a Dios, pero llegarás a la meta. Dios te ayudará si sigues buscándolo a Él y usando estas leyes de causa y efecto. ¡Causa que sucedan cosas buenas!

“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de [el Eterno] vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de [el Eterno] vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido” (versículos 26-28).

El baloncesto de octavo grado no fue divertido. Yo sentía que era mejor jugador que la mayoría, pero mi entrenador no me dejaba jugar. Recibí ánimos de mi padre, y también del entrenador de baloncesto de noveno grado, que vio que la forma en que me trataba el entrenador de octavo no estaba bien. Pensé que tal vez él podría influir en mi entrenador para que me hiciera jugar más, pero sólo me dijo que siguiera adelante, que perseverara.

El baloncesto de noveno grado fue el mejor año que he tenido, y el mejor entrenador que he tenido. Si mantienes el rumbo, Dios te bendecirá al final si eres obediente. Puede que no llegue mañana por la mañana o la semana que viene, pero mira más adelante. ¡Ten algo de visión!

Dios reitera esta ley en Deuteronomio 30: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a [el Eterno] tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días…” (versículos 19-20).

Al igual que en el antiguo Israel, existen dos caminos básicos de vida. Lo que ves a tu alrededor en este malvado mundo actual es el camino del egoísmo y la vanidad; el camino de obtener lo que uno quiere a cualquier precio. ¡Mira lo que esa mentalidad está haciéndole a nuestras naciones! En la Iglesia, debemos ser diferentes.

El Sr. Armstrong escribió: “Ante todo, hay que dejar en claro por qué Dios dio mandamientos. El hombre no es castigado por pecar sólo porque un Dios haya dado un mandamiento arbitrario, sino que Dios nos dio los mandamientos porque su violación nos priva de gozo y causa daños automáticamente” (La dimensión desconocida de la sexualidad).

Dios no está tratando de impedir que tengamos una vida feliz o alegre. ¡Él ha establecido estas leyes y mandamientos para que podamos tener exactamente eso!

El Sr. Armstrong continúa: “Las leyes que Dios activó fueron para darnos felicidad, paz y seguridad en abundancia y la emoción de gozos radiantes. Las leyes de Dios son Su regalo de amor para nosotros. Dios quiere que gocemos de las bendiciones que ellas hacen posibles. ¡Esta es la verdad pura y sensata! ¿POR QUÉ la humanidad rebelde ha insistido en ser ignorante de manera voluntaria acerca de esta realidad tan fundamental de la vida?”. Este es el tema básico de la Biblia.

Jesucristo dijo a sus discípulos: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:15-17).

Recuerda esta ley de bendiciones y maldiciones; recuerda la ley de causa y efecto.

Recuadro: Algunos puntos de Compromiso excepcional:

· No eches la culpa a otros.

· Asume tus errores.

· Procura mejorar continuamente porque siempre hay margen de mejora.

· El éxito es tu responsabilidad.

· No seas espectador de tu propia vida; participa activamente en ella.

· Reconoce que tus decisiones y hábitos tienen consecuencias.

· Ten una buena actitud.

· Eres más productivo cuando eres positivo.

· Tu actitud marca la pauta de tu entorno.