No hay libro más malinterpretado que el más vendido a nivel mundial de todos los tiempos, la Santa Biblia. La humanidad ha tergiversado su contenido simplemente negándose a creer que significa exactamente lo que dice. Muchos afirman que este libro no se puede entender.
Gran parte de la miseria de la humanidad a lo largo de la historia ha sido causada por la religión falsa, y se ha culpado injustamente a las Sagradas Escrituras dadas por el Creador. Pero en verdad, ningún libro alguna vez escrito, excepto la Santa Biblia, ha dado a la humanidad las direcciones hacia la felicidad duradera, la paz y la vida abundante y eterna. La Biblia contiene las respuestas a las preguntas más fundamentales de la vida sobre quiénes y qué somos, por qué existimos y qué nos ocurrirá cuando dejemos de existir.
¿Por qué entonces tanta confusión? ¿Por qué todas las diferentes interpretaciones del contenido de este libro? ¿Por qué vemos tantas denominaciones y sectas en desacuerdo sobre lo que dice lo que reconocen como su fundamento?
Muchas personas han intentado estudiar la Biblia, pero han sido incapaces de entenderla. Aunque dotados intelectualmente, no consiguen desvelar los misterios de este libro. ¿Es imposible entender la Biblia? Mucha gente parece pensar que sí.
Un libro para todos los hombres
Todos los seres humanos deben comprender y tomar nota del Manual de Instrucciones que les ha proporcionado su Creador. Al igual que el fabricante de un electrodoméstico envía junto con su producto un manual sobre las condiciones, uso y mantenimiento adecuados, así también el Creador de toda la humanidad proporcionó consejos para Su creación. Debemos vivir de acuerdo con cada palabra que contiene (Lucas 4:4). Aunque la mayoría de las personas del mundo occidental posee un ejemplar de este libro, pocas entienden cómo leerlo, y mucho menos comprenden su significado.
Para entender plenamente la Palabra de Dios, necesitamos que Su Espíritu Santo nos guíe, ya sea en nosotros (tras el arrepentimiento, el bautismo y la imposición de manos) o con nosotros, mientras somos llamados por Dios y llevados al arrepentimiento y la conversión. Dios desea que todos pasen por este proceso (2 Pedro 3:9).
La conversión es el proceso en el que nos sometemos voluntariamente a la dirección del Espíritu Santo de Dios. Dios sólo da Su Espíritu a los que Le obedecen (Hechos 5:32). Una mente desobediente no buscará corregirse, cuestionará lo que reciba, tomará los versículos que le gusten y descartará los que no encajen en su forma de pensar, y por lo tanto, no podrá llegar a entender la verdad de Dios.
Como en todo lo que hacemos, hay una forma correcta y otra incorrecta de estudiar la Biblia. Si se somete voluntariamente a Dios, los puntos básicos e importantes tratados en este artículo le ayudarán a desvelar los misterios y a obtener la verdad sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. Le ayudarán a ver respuestas a sus preguntas, le animarán, mejorarán su vida y le revelarán su increíble potencial.
1. Ore por guía
Antes de siquiera abrir su Biblia, pídale a Dios, en oración sincera, Su revelación. Dios sólo revela a las personas de mente humilde (Isaías 57:15), por lo que nuestra oración debe revelar una mentalidad modesta, abierta y sin prejuicios. Pídale a Dios que guíe el estudio que va a iniciar. Esta es la primera ley del estudio bíblico.
El rey David, un hombre conforme al corazón de Dios, estudiaba las Escrituras a diario. Meditaba y consideraba los principios que aprendía al estudiar la ley de Dios y Sus caminos. David le pidió repetidamente a Dios que le guiara en el estudio de las Escrituras, que abriera su mente y le revelara Su verdad: “Enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus mandamientos (…) Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos” (Salmos 119:26-27, 66-68).
Sin la dirección de Dios en su estudio de la Biblia, cualquier esfuerzo de y por sí mismo sería inútil. Así como se puede adorar a Dios en vano (Marcos 7:7), ¡también se puede estudiar la Biblia en vano! Muchos eruditos, hombres entendidos e inteligentes, han dedicado su vida al estudio de la Palabra de Dios en sus lenguas originales sin llegar a descubrir la profundidad de su significado. Los traductores han estudiado cada palabra desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pero han fallado en entender el evangelio, el mensaje del Reino de Dios que pronto llegará.
Su contacto con Dios es crucial al principio de cualquier intento de estudiar la Biblia (que es el contacto de Él con usted). Sin esto, usted podría pasar incontables horas estudiando la Palabra de Dios sin provecho alguno.
La oración sincera para obtener la guía de Dios en su propio estudio personal pondrá su estudio sobre el fundamento correcto.
2. Busque su propia corrección
Después de obtener la guía de Dios en su estudio, no puede descuidar el análisis del propósito de éste. No debemos estudiar sólo para adquirir conocimientos académicos. Cada vez que estudie la Biblia, debe ser para acercarle a la estatura de la plenitud del carácter de Jesucristo. Dios quiere que aprenda de los conocimientos que adquiere y que actúe en consecuencia (Santiago 1:21-25). Esto sólo puede hacerse si usted busca ser corregido.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). La perfección proviene de estar dispuesto a cambiar. “Conozco, oh [Eterno], que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Castígame [corrígeme, vkj], oh [Eterno], mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles” (Jeremías 10:23-24). Esta es la actitud que debemos asumir. Debemos vivir esas palabras. No tiene sentido pasar por esto mecánicamente. No lo haga porque se lo digan, sino porque busca y desea la corrección de su Hacedor.
Isaías 66:1-2 muestra un enfoque adecuado para el estudio bíblico: debemos “temblar” ante la Palabra de Dios.
Como fue escrita originalmente, la Biblia contiene la mente y los pensamientos del Creador. Debemos adoptar esa mente (Filipenses 2:5). No castigue a otras personas utilizando las Escrituras; debe aplicarse a sí mismo todo lo que lea. Pablo escribió: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado…” (2 Timoteo 2:15).
3. Pruebe todas las cosas
La tercera ley del estudio bíblico a menudo es malinterpretada. Muchos han utilizado 1 Tesalonicenses 5:21 para lanzarse a una búsqueda intelectual del error. Muy al contrario, exige un enfoque completamente positivo.
En Hechos 17:11 leemos: “Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. Los de Berea mostraron un enfoque positivo hacia el estudio de la Biblia. No escudriñaban las Escrituras para demostrar que Pablo estaba equivocado, sino para confirmar lo que les había enseñado el apóstol de Dios, grabándolo en sus mentes.
¿Qué nos enseña este principio? En primer lugar, si encontramos algo en la Biblia que no entendemos del todo, nuestra actitud debe ser demostrar que es así. La palabra probar, en 1 Tesalonicenses 5, procede de la palabra griega dokimazo, que significa poner a prueba. Encontramos un ejemplo de esto en Lucas 14:19. Aquí Cristo da la parábola de la cena de bodas y se refiere a un hombre que acababa de comprar cinco yuntas de bueyes. Este hombre dio la excusa de que no podía asistir a la cena de bodas porque quería probar [dokimazo] estos bueyes. Este hombre que fue a probar sus bueyes no buscó en enciclopedias para averiguar con seguridad si sus bueyes eran de hecho bueyes. No, él quería llevarlos al campo y arar con ellos para ver si eran capaces de hacer lo que se supone que deben hacer los bueyes. Lo mismo ocurre cuando Dios nos dice que probemos todas las cosas.
Podríamos aprender que Dios nos ordena que Le probemos mediante el diezmo (Malaquías 3:10). Esto no se refiere a un estudio académico de las palabras hebreas para diezmar y probar, sino simplemente a actuar como Dios dice que hagamos. Significa “Traed todos los diezmos al alfolí [la Iglesia de Dios] y haya alimento [instrucción] en mi casa…” (versículo 10). En otras palabras, se refiere a una acción positiva, una comprobación de las promesas de Dios a los obedientes, no una búsqueda de error o refutación.
4. Sin contradicciones
2 Timoteo 3:16 nos dice que toda la Escritura fue dada bajo inspiración de Dios. Si creemos que esto es cierto, entonces no hay errores ni contradicciones en las Escrituras, tal como fueron escritas originalmente. Dios no cambia (Malaquías 3:6), y Jesucristo Mismo dijo que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).
¿Qué debe hacer usted cuando tiene dificultades para comprender una sección de las Escrituras que parece decir algo diferente de otra? Esto puede requerir que estudie más a fondo. Tenga siempre presente esta cuarta ley del estudio bíblico: Dios nunca se contradice.
El fundamento de toda verdad es la Palabra de Dios (Juan 17:17). La mayoría de las personas se niegan a creer esto, por lo que no pueden obtener entendimiento del estudio de la Biblia. Su actitud es siempre cuestionadora. En cambio, nuestro enfoque positivo, como aprendimos en la tercera ley, nos ayudará a reconocer la verdad de este versículo.
En Proverbios 26:4-5 encontramos un ejemplo de tal paradoja. El versículo 4 dice: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad…”. Pero el versículo siguiente nos da el consejo opuesto, “Responde al necio como merece su necedad…”. Lo crea o no, estos versículos no son contradictorios, sino complementarios. Hay una gran sabiduría en ambos versículos y la aplicación de cada uno depende de las circunstancias.
Es la última parte de cada versículo la que desvela su verdadero significado, mostrando cuán prácticos, utilizables y sabios son sus principios.
En el caso del versículo 4, hay situaciones en las que responder a un necio sólo sería descender a su nivel en una discusión. No debemos rebatir cuando es obvio que alguien sólo intenta suscitar polémica. Puede encontrar un ejemplo bíblico de esto en Lucas 20:1-8, cuando Jesucristo se negó a contestar a los fariseos que se acercaron a Él no como individuos humildes que buscaban la verdad, sino sólo para discutir con Él. Cristo respondió a su pregunta con otra pregunta. En este caso, responder a la pregunta de los fariseos habría dado lugar a una discusión. Cristo evitó el conflicto y la disputa aplicando este primer principio.
Para entender entonces cómo se aplica Proverbios 26:5, podemos fijarnos en 2 Corintios 11. Falsos ministros, que decían ser verdaderos apóstoles de Cristo, estaban descarriando a la congregación de Corinto. Pablo sabía que permanecer en silencio no acabaría con este problema. Era el momento de borrar la contención. A partir del versículo 23, Pablo mostró a los hermanos de la congregación de Corinto cómo él era un verdadero ministro de Jesucristo. Contestó y expuso todas las afirmaciones de estos falsos maestros.
Proverbios 26 no muestra una contradicción; contiene sabiduría que puede aplicarse en nuestra vida diaria, dependiendo de las circunstancias.
5. Estudie el contexto
A lo largo del tiempo, el hombre ha utilizado la Biblia para probar casi todo. Gran parte de estas “pruebas” se derivan de sacar versículos de contexto. Es una de las formas más fáciles de malinterpretar la Biblia. No debe tomar una Escritura por sí sola, sino leer los textos anteriores y posteriores al pasaje en cuestión.
Bíblicamente se puede “demostrar” que no existe Dios. Puede encontrar esto en el Salmo 14:1 y 53:1. Sin embargo, la lectura del versículo completo revela que este es el pensamiento de los necios que “se han corrompido” y que “hacen obras abominables…”.
Encontramos otro ejemplo de doctrina controvertida en Lucas 17:21. Aquí nos dice que “el Reino de Dios está entre [dentro de, vkj] vosotros”. El cristianismo tradicional enseña que esto significa que el Reino de Dios está en su corazón. ¿Pero es eso lo que dice? Debemos preguntarnos a quién se dirigía Cristo. Encontramos la respuesta si leemos el versículo 20. Esto explica que el vosotros del versículo 21 se refiere a los fariseos que preguntaron a Cristo cuándo vendría el Reino de Dios. Aquí el contexto nos muestra que hay un error de traducción en este versículo en particular. Si tiene notas marginales en su Biblia verá que la palabra dentro debería traducirse entre [como lo traduce la Reina-Valera], refiriéndose al propio Cristo como representante del gobierno de Dios, o Reino de Dios, que en ese momento estaba rodeado por los fariseos.
No leer el contexto es un error extremadamente peligroso en el estudio bíblico. La Biblia contiene incluso mentiras. En Génesis 3:4 dice: “No moriréis”. Para averiguar si esta afirmación es cierta o no hay que determinar quién la dijo. Aquí en Génesis vemos que éstas son palabras de Satanás, el padre de la mentira (Juan 8:44). Esto tiene un marcado contraste con lo que Dios dijo sobre el tema en cuestión. Hay que remontarse a Génesis 2:17 para ver qué dijo Dios: “Ciertamentemorirás”. Estudiar el contexto es una clave vital para entender la verdad.
Aunque debemos estar agradecidos por el trabajo que se dedicó para dividir la Biblia en capítulos y versículos, esta división hecha por el hombre es ocasionalmente un estorbo. Un ejemplo concreto lo encontramos en Mateo 16:28 y 17:1. Para poder comprender la enigmática declaración de Cristo en los últimos versículos del capítulo 16, hay que leer hasta Mateo 17:9. Esto sigue formando parte de la lectura de una Escritura en su contexto. En ocasiones, la clave para entender un versículo es seguir leyendo más allá de la separación de capítulos hecha por el hombre.
6. Busque todas las Escrituras relacionadas
La Biblia no se parece a ningún otro libro. Dios la elaboró de una forma muy inusual que puede proporcionar toda una vida de estudio complejo. Al igual que un manual, proporciona conocimientos esenciales para cualquier etapa de la vida. Sin embargo, para obtener ese conocimiento, es necesario tener todas las Escrituras sobre un tema antes de poder ver plena y claramente el punto de vista de Dios.
“¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá” (Isaías 28:9-10). Estos versículos muestran cómo debe estudiar la Biblia una mente convertida. Muchas personas han intentado estudiar un poco aquí y otro poco allá, pero aun así no han podido entender. La razón de ello es que senecesita la conversión.
Un ejemplo clásico de esto es el rechazo del hombre a los días santos de Dios. Cualquiera puede leer en Levítico 23 que se deberían guardar los Sábados, tanto el Sábado semanal como los Sábados anuales, o días santos. Sin embargo, de alguna manera, en sus mentes razonan que todo esto ha sido eliminado en la primera venida de Cristo. No buscan todas las Escrituras relacionadas, incluyendo los relatos del Nuevo Testamento que muestran cómo Jesús y los apóstoles guardaban estos días santos. Lea usted mismo cómo Cristo los guardaba en (entre otras Escrituras) Lucas 4:16; Mateo 26:17-19; Juan 5:1; 7:2, 10, 14, 37; 11:56. Y los discípulos igualmente: Hechos 2:1; 13:14, 42, 44; 16:13; 17:2; 18:4, 21; 20:16; 1 Corintios 5:8; 16:8. Si usted muestra estos versículos a aquellos que afirman que los Sábados han sido abolidos, ¿seguirían aferrándose a su dogma?
Recopilando todas las Escrituras sobre un tema concreto podrá demostrar sin lugar a dudas lo que enseña la Biblia.
7. Deje que la Biblia se interprete a sí misma
Los que vieron al Sr. Armstrong en televisión, o le escucharon en la radio, saben que a menudo decía: “No me crea a mí, créale a la Biblia”. El Sr. Flurry anima a los televidentes de La Llave de David a hacer lo mismo. ¿Por qué? Porque ninguna profecía, ni ninguna Escritura en realidad, es de interpretación privada (2 Pedro 1:20). Hay que dejar que la Biblia explique la Biblia. Esta es la séptima ley.
El hombre está tan acostumbrado a que otro interprete las cosas por él, que no acude a la fuente de toda verdad. Al hombre le gusta observar, experimentar y razonar, pero ese es el camino de Satanás, no el de Dios. Dios nos dice lo que debemos hacer y cuáles serán las consecuencias de nuestras acciones.
El apóstol Pablo dejó claro este punto cuando escribió: “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4). Con demasiada frecuencia la gente escucha la interpretación de sus amigos, su familia, su ministro, su Iglesia o su denominación. ¿Pero con qué frecuencia usted consulta la interpretación de Dios?
El libro de Apocalipsis es probablemente el libro menos comprendido de la Biblia. La gente lo llama un enigma, el libro del misterio oculto, aunque el propio nombre implica un descubrimiento, una revelación.
Tomemos el caso de los siete candeleros de oro que Dios mostró al apóstol Juan en Apocalipsis 1:12. No es necesario preguntarse qué son estos candeleros. Basta con aplicar la quinta ley y leer el contexto hasta llegar al versículo 20. Aquí nos muestra claramente que los siete candeleros son las siete Iglesias, o eras de la Iglesia. También nos muestra el significado de las misteriosas siete estrellas del versículo 16.
Este principio se aplica a toda la Biblia.
Cuando aplique estas siete leyes del estudio bíblico, verá que, con la ayuda de Dios, puede entender el libro más vendido en el mundo que usted creía que sólo contenía oscuros misterios. Quítele el polvo, abra este libro tan intrigante y sumérjase en el estudio más interesante y gratificante que jamás haya emprendido.