Plantemos el futuro
Avanza en la vida trabajando con antelación.

Algunos de mis antepasados alemanes llegaron al Este central de Misuri a mediados del siglo xix, a una exuberante región que les recordaba su hogar: la apodaron “la Rhineland de Misuri”. Estos inmigrantes bien educados se ganaron la vida por sí mismos. Uno de estos primeros colonos (aunque no uno de mis antepasados directos) fue Gert Goebel, que llegó a publicar su diario: El desarrollo de Misuri: Relato de primera mano de un inmigrante alemán sobre la vida en los bosques de Misuri.

En este volumen, él comenta ocasionalmente sobre los estadounidenses ya asentados en esas zonas del Estado. Como ocurre con cualquier grupo demográfico, entre ellos había gente sabia y admirable, así como gente tonta y perezosa. Esto se evidencia en el capítulo en el que describe los tipos de casas que construían. Estaba claro que la forma de refugiarse se correlacionaba con el carácter del propietario.

Goebel escribió que incluso “la cabaña más modesta” podía construirse para resguardar suficientemente a una familia del clima. “La gran mayoría de estos nuevos colonos pensaban lo suficiente en sus esposas e hijos como para brindarles al menos esta protección, pero aun así había algunos individuos que estaban dotados de una dosis tan inconmensurable de lerda indolencia, que no podían reaccionar para hacer el más mínimo esfuerzo que aliviara el inevitable sufrimiento de sus familias forzadas a vivir en una cabaña totalmente abierta alrededor y por encima; eran tipos que se arrastraban de un rincón a otro para no mojarse demasiado cuando llovía en vez de reparar su defectuoso techo, preferían envolverse en sus mantas antes que embadurnar sus paredes y no pensaban en cortar leña hasta que la última astilla humeaba en el fuego”.

Para ilustrarlo, él cuenta la historia de un viajero que se vio sorprendido por un chaparrón y divisó una vieja cabaña donde podía refugiarse. La cabaña estaba tan destartalada que creyó que estaba desocupada, “pero cuando estaba a punto de pasar, una voz le llamó: ‘Luz, luz, será mejor que salgas de la lluvia y entres en la casa”.

Goebel continúa: “Sorprendido por esta invitación, montó en su caballo y su curiosidad le indujo a entrar en aquella guarida que acababa de ser llamada casa y allí había un hombre, una mujer y algunos niños acuclillados bajo el fragmento de un tejado en el suelo. Con genuina cortesía campesina fue recibido e invitado a tomar asiento, y el forastero se sentó también en el suelo junto a su anfitrión”.

“Al cabo de un rato, el forastero no pudo reprimir la pregunta: ‘Pero, amigo mío, ¿por qué no pones un techo en tu casa?”.

“Porque ahora está lloviendo’, fue la lacónica respuesta”.

“Tras una larga pausa, el forastero preguntó: ‘¿Pero no llueve siempre?”.

“Cuando no llueve, no me sirve de nada un techo’, y con esta respuesta de nuestro satisfecho filósofo, se agotó la conversación”.

“El tipo podría haber pasado por un Diógenes moderno [un filósofo griego], si sus contundentes respuestas se hubieran basado en un principio de satisfacción extrema, pero sus argumentos sólo evolucionaron a partir de una pereza excesiva”.

Proverbios 26:16 suena notablemente cierto allí: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar”.

De vez en cuando, la mentalidad de ese hombre del bosque puede manifestarse en nuestras vidas. Esta historia ilustra la necesidad de prepararse y planificar con antelación, y de hacerlo con visión de futuro, considerando diversos escenarios: ¿Qué oportunidades, contratiempos o emergencias pueden surgir? También nos enseña que debemos prepararnos para todos esos escenarios cuando estemos en las condiciones opuestas para el momento en que pudiéramos necesitarlo.

Vivir según los plazos

La preparación implica pensar mucho por adelantado, no sólo hacer las cosas con antelación, sino procesar mentalmente varios escenarios. Al igual que construir un refugio cuando hay sol, los pensamientos y acciones anticipadas se producen cuando las condiciones son opuestas a aquello para lo que nos estamos preparando.

Dios y Jesucristo abogan por esta mentalidad y la utilizan con éxito. Al trabajar con el hombre, Dios ha asignado 6.000 años hasta que Él tome las riendas del gobierno mundial. Después de eso, asigna otros 1.000 años de preparación para la resurrección de la mayoría de la humanidad. Esos son 7.000 años para prepararse para traer a toda la humanidad a Su Familia.

Su plan de días santos nos condiciona a pensar así. No llegamos a la Pascua y justo entonces empezamos a pensar y actuar según el mandato de limpiar de levadura nuestras propiedades. Tampoco llegamos al Día de la Expiación y pensamos: ¿A qué lugar de la Fiesta debo ir? Esto último ni siquiera es posible debido a los plazos establecidos por el departamento de festivales de la Iglesia.

Piensa en lo que son los plazos. No están ahí para provocarte insomnio o una úlcera: son salvoconductos para pensar en el futuro, para garantizar que se dan los pasos fundamentales con suficiente antelación. Los plazos son vitales para cualquier proyecto o plan multifacético.

Todos los viernes al atardecer tenemos una fecha límite. Si no pensamos en ese plazo mucho antes de que llegue, no estamos preparados para guardar el Sábado como es debido. A veces pueden surgir problemas, y justificamos hacer algo en el Sábado que no deberíamos, cuando en realidad el problema fue una mala planificación y preparación.

¿Un día a la vez?

La Biblia muestra reiteradamente que Dios quiere que esta mentalidad Suya sea también nuestra. Pero veamos primero un par de pasajes que, a primera vista, podrían sugerir lo contrario.

Santiago 4:13-15 dice: “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos, y haremos esto o aquello”. Recuerda que la vida es corta y fugaz. Es una neblina. La lección no es, ¿por qué molestarse en planear algo? La lección es: planifica para mañana, pero date cuenta de que puede que ni estés aquí. El pasaje también nos exhorta a alinear nuestros planes con la voluntad de Dios. Para ello es necesario pensar con antelación.

Un versículo similar se encuentra en Mateo 6: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (versículo 34). Cualquier otra traducción aclara que la primera frase de ese versículo significa: no estés ANSIOSO por el mañana. Planifica y prepárate para el futuro, pero no te estreses por ello. No pierdas de vista a Dios y confía en Él para que dirija tu vida. Esto también viene justo después de la famosa amonestación del versículo 33: “… buscad primeramente el reino de Dios…”. ¡Esta es la máxima visión de futuro que se puede tener!

El versículo 11 también parece abogar por un pensamiento más de “día a día”, donde se nos dice que oremos: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Esta parte de la oración modelo se remonta a la época en que a Israel se le daba milagrosamente maná a diario (Éxodo 16). Eran incapaces de valerse por sí mismos para comer, y viajaban por el desierto, incapaces de echar raíces y esperar a que la comida brotara de la tierra.

En este caso, incluso el maná les enseñaba a pensar en el futuro: había un día a la semana en el que tenían que pensar en comida para dos días debido al Sábado. ¡Ten en cuenta eso! Tenían que pensar en el Sábado cuando no era Sábado. Y para algunos eso era simplemente ridículo (versículos 27-28).

Estos versículos que hablan de la brevedad de la vida, de pedir el pan cada día, de no estar ansiosos por el mañana, no abogan por no pensar hacia el futuro. Más bien nos exhortan a aprovechar al máximo nuestro tiempo, a evaluar nuestros planes en el contexto más amplio del Reino de Dios y de la voluntad de Dios.

En la misma sección de la Escritura donde está la oración modelo, Cristo dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6:19-20).

Cristo dice que nos aseguremos de acumular —almacenar o ahorrar— las cosas correctas. Y hay formas de hacerlo con lo físico que nos enseñan lecciones espirituales insustituibles.

Plantar, planes y hormigas

Sí, Dios quiere que confiemos en Él cada día. Incluso eso es almacenar para algo espiritual que está más adelante. Pero en ninguna parte Él indica que sólo planifiquemos nuestras vidas un día a la vez.

La agricultura nos enseña esta lección, como lo hizo con el antiguo Israel. Una vez que llegaron a la Tierra Prometida, el maná dejó de estar disponible. El hecho de que los alimentos no salgan de la tierra en todas las épocas del año enseña que hay épocas para recolectar, épocas para almacenar lo que se conservará y épocas para plantar. Esto enseña a cualquier terrateniente a planificar con antelación o, digamos, a plantar con antelación.

La única razón por la que los alimentos aparecen durante la temporada de cosecha es que fueron plantados antes de la temporada de cosecha. Si quieres primeros frutos en primavera, plantas a principios de invierno, poco después de la Fiesta de Tabernáculos, que corresponde al mes de noviembre en nuestro calendario.

Los sábados de la tierra cada siete años te enseñan a pensar con años de anticipación. Obedeciendo los mandamientos de Dios de diversificar tus cultivos, y cultivando tus árboles como Él indica, te aseguras de tener una variedad de frutas y verduras saliendo automáticamente de la tierra durante ese año de descanso.

Otro ejemplo práctico de la naturaleza se encuentra en Proverbios 6. En los versículos 6-7 Dios nos dice que consideremos el ejemplo de la hormiga. El versículo 8 explica que esto se debe a que ella “prepara en el verano su comida [pan], y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”.

La palabra “prepara” es del hebreo que suele traducirse como preparar o alistar. La definición propiamente dicha es estar firme, establecido, erguido. En hebreo, la idea de preparar implica dar estabilidad a las cosas. Tenemos un concepto similar cuando decimos que nos “disponemos” para algo; eso implica preparación y estabilidad. Dios usó esta palabra para describir cómo “estableció” el reino de David. También ilustra cómo David mismo preparó una tienda para el Arca (antes de llevarla de vuelta a Jerusalén) y cómo David preparó materiales para el templo (un templo que él nunca construiría).

Piensa en todo el tiempo que pasas en la escuela, algo que te prepara para diversos aspectos de la vida adulta mucho antes de que seas adulto. La escuela te prepara para la vida, dándote las nociones básicas que necesitarás saber sobre cómo aprender, pensar, estudiar, recibir instrucciones y gestionar tu tiempo, además de muchos conocimientos académicos específicos. En Las siete leyes del éxito, el Sr. Armstrong iguala la educación con la preparación. Puede parecer que hay tiempo de sobra para eso más adelante en la vida, pero eso es como intentar construir el techo cuando está lloviendo, o cortar la leña después de que todo se ha consumido en la chimenea.

En este proverbio, la hormiga está preparando pan antes del frío invierno, cuando no saldrá comida de la tierra. Proverbios 30:25 refuerza esta lección, afirmando que esta pequeña criatura no es fuerte, pero ya que hace esto, implica que hay fuerza en la preparación.

Hay varios proverbios en este sentido. Proverbios 12:11-12 contiene dos poderosas lecciones que están relacionadas. El versículo 11 dice que si cultivas tu tierra, tendrás pan en abundancia. El versículo 12 muestra que humanamente tendemos a querer resultados rápidamente sin ninguna preparación en lugar de echar raíces, crecer y dar fruto. La razón es que esto último requiere tiempo y pensar hacia el futuro. Este concepto aparece también en otros dos proverbios (Proverbios 13:11; 20:21).

Proverbios 20:4 dice: “El perezoso no ara a causa del invierno [o, la temporada de siembra]; pedirá, pues, en la siega, y no hallará”. El perezoso sólo quiere la cosecha, pero luego tiene que mendigar. Proverbios 10:5 dice que se contenta con dormir durante la cosecha.

Temporada de ahorro

El punto es que tienes que pensar más allá de la temporada actual. Piensa en los momentos diferentes a los actuales y planifica como corresponde: del mismo modo que plantamos adelantándonos al tiempo cálido, y del mismo modo que recolectamos cuando el tiempo es favorable para poder sobrevivir al invierno. Debemos construir el techo de la cabaña cuando en realidad no lo necesitamos.

Esto no es muy diferente de lo que José hizo que Egipto hiciera durante los siete años de abundancia (Génesis 41:29-57). Dios le había revelado a José el futuro inmediato de Egipto: siete años de abundancia serían seguidos por siete años de hambruna. José le dijo al faraón que Egipto debía reservar una quinta parte de su abundancia durante los años de abundancia, y el faraón reconoció que se trataba de una sugerencia inusualmente sabia; de hecho, terminó salvando a las naciones vecinas.

Considera esto: la sabiduría para manejar la hambruna cambió las acciones durante los tiempos de abundancia, cuando parecería no haber necesidad de almacenar nada. A algunos podía parecerles contradictorio.

Humanamente, sólo pensamos en ahorrar cuando no tenemos nada, en lugar de cuando hay abundancia. Humanamente, sólo pensamos en educarnos para el futuro cuando el futuro está sobre nosotros, en lugar de aprovechar nuestra infancia para sentar las bases necesarias. Humanamente, sólo pensamos en necesitar un techo cuando llueve, en lugar de construirlo en condiciones cuando realmente no lo necesitamos.

Y si…

Trabajar con antelación no significa que decidamos una manera de hacer las cosas y no hagamos ajustes sobre la marcha. Si lo pensamos detenidamente, estamos considerando múltiples escenarios e incorporando flexibilidad a nuestros planes.

Dios tiene contingencias para varios escenarios, contratiempos y emergencias. Su enfoque de la planificación y la previsión incluye no sólo tener en cuenta las épocas de vacas flacas, sino también disponer de varias opciones basadas en ciertos “y si…”. El pensamiento anticipado de Dios le permite ser flexible. Incluso la flexibilidad ha sido planeada e incorporada: ¡Eso es ser precavido y un gran gestor!

“Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; más todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza” (Proverbios 21:5). En hebreo, la palabra pensamientos significa idear, planificar, meditar, proponerse. La planificación y los propósitos de los que están en la cima de su juego conducen a la “abundancia”. ¡De ahí viene la grandeza! La Nueva Traducción Viviente lo traduce: “Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza”.

Cómo construir—primer paso

Proverbios 24:27 dice: “Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa”. Algunas personas considerarían simplemente lanzarse y comenzar a construir, pero la preparación debe precederlo.

Cristo dio un principio similar en Lucas 14. La comparación aquí se refiere a la planificación, específicamente, saber que tienes lo suficiente para terminar lo que empiezas.

“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (versículo 28). ¿Qué es lo primero que haces cuando te propones construir? Sentarte y calcular. Cristo no expresó esto como un mandamiento, sino más bien como un conocimiento común entre Sus discípulos.

Todos nos hemos lanzado a algo en lo que realmente no sabíamos el “costo”: no lo habíamos calculado y tuvimos que abandonar el proyecto.

En el versículo 33, Cristo dice a Sus discípulos que está hablando del “costo” de ser Su discípulo. Pero el principio de medir, planificar mentalmente, contar, asegurarse de que hay suficiente para terminar, se aplica a muchas cosas en la vida.

Sigue leyendo: “No sea que después que haya puesto el cimiento, y no puede acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar” (versículos 29-30). El hombre que “comenzó a edificar” puede haber parecido un hombre de “acción”, pero si no lo pensó bien, ¿entonces qué?

Por supuesto que también debe haber acción. La palabrería conduce a la pobreza; la acción, al provecho (Proverbios 14:23). Planificar, deliberar y calcular son sólo el principio; luego hay que ejecutar el plan. Pero a veces, incluso la acción tiene que producirse mucho antes del momento en que parece necesaria.

Almacenar cosas espirituales

En 1 Timoteo 6, el apóstol Pablo amonestó a Timoteo para que exhortara a los miembros más ricos de su congregación a que no “pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo” (versículo 17) y a “que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos” (versículo 18).

¿Qué beneficio les reporta esto? “Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (versículo 19).

Normalmente, alguien rico en este mundo está acostumbrado a ahorrar y a administrar sus recursos con prudencia. Pablo les dice: asegúrense de hacer eso espiritualmente. Esto es similar al principio que leemos en Mateo 6: almacenen las cosas correctas.

La Iglesia de Dios te enseña constantemente hábitos de comunicación significativa con Dios. Eso es almacenar para algo espiritualmente. Sí, tiene beneficios inmediatos. Pero cuando haces esas cosas, estás trabajando por adelantado en cosas apenas concebibles.

Puede que no haya pruebas físicas de que algo deba almacenarse espiritualmente. Podría ser fácil pasar por alto el contacto con Dios: algo parece más apremiante, más inmediato. Y en poco tiempo, espiritualmente hablando, nos encontramos acurrucados en el rincón de una casa destartalada y casi sin techo.

¡Dios nos enseña a ver más allá del momento y a plantar semillas para un futuro indescriptible!

La mayoría de la gente recurre a Dios sólo cuando tiene problemas, sólo cuando está lloviendo, o sólo en el último minuto. Dios nos está enseñando a hacer reservas espiritualmente para cosas increíbles que están por venir. Esos son los momentos en los que todo lo que has invertido espiritualmente dará sus frutos.

Dios quiere que construyamos hábitos espirituales para pensar y planificar con anticipación en todo lo que hacemos. La juventud es el momento perfecto en tu vida para acumular, almacenar y preparar, no sólo la educación general, sino incluso las cosas “espirituales”. Estos son los “días soleados”, cuando no parece que necesites un techo. Pero este es el tiempo para construir esas cosas: tu relación con Dios, tu absorción de Su Palabra.

Construir estos hábitos incluso en nuestros esfuerzos físicos nos enseña estas lecciones espirituales duraderas. Así aprendemos que, al planificar, plantamos semillas para el futuro. Que a medida que establecemos, nos afianzamos. Que cuanto más calculamos, más probabilidades tenemos de terminar. Que cuanto más pensamos más allá del presente, más allá de la “estación” en la que estamos, ¡más producimos en la siguiente!

¡Siembra con antelación y estarás aprendiendo lecciones eternas y acumulando grandes recompensas eternas!