“Los ángeles supervisan otros lugares en la Tierra, pero Dios supervisa a Jerusalén”.
Estas palabras fueron pronunciadas por un rabino llamado Yisrael Ariel en una conferencia a la que asistí en Jerusalén en el año 2008.
En cierto nivel, creo que la Biblia concuerda con él. No hay ninguna ciudad en la Tierra de la que Dios hable de la manera que habla de Jerusalén. Las Escrituras muestran que los ojos de Dios se han fijado en este terreno a lo largo de la historia de la humanidad, ¡eincluso antes que eso! Muchos de los eventos históricos de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, han tenido lugar en este suelo sagrado que tiene una rica e inspiradora historia, diferente de cualquier otra.
Sin embargo, superpuesto a su pasado conmovedor, Jerusalén ha sido escenario de una terrible tragedia. Salem significa “paz”. Jerusalén significa “ciudad de paz”. ¡Pero Jerusalén casi no ha conocido la paz! Su pasado y su presente están profundamente teñidos de sangre derramada y desolación. Ninguna ciudad en la Tierra ha sufrido más. Y Dios ha observado eso también.
¡Aun así, vea cómo Dios ama a Jerusalén! Principalmente, Él ama la Jerusalén que está por venir. A través de los siglos, por medio de Sus profetas y apóstoles, Dios ha inspirado una multitud de profecías acerca de esta extraordinaria ciudad, muchas de las cuales revelan Sus gloriosos e imaginativos planes para ella.
Otras profecías, sin embargo, predicen problemas, angustia y guerra que plagarán esta ciudad. Por ejemplo, Dios dice: “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella” (Zacarías 12:2-3). Realmente, cada imperio y nación que ha gobernado Jerusalén ha tenido pesados y dolorosos problemas.
Hasta este día, esta ciudad está en el corazón del dilema político y diplomático más espinoso del mundo. Es una zona conflictiva para las noticias devastadoras causadas por resentimientos religiosos y políticos, ataques terroristas y otros tipos de violencia. ¡Es un polvorín cargado con potencial nuclear! Ninguna otra ciudad está tan cargada de tensión internacional.
¡La profecía bíblica muestra que los eventos en esta ciudad desencadenarán la Tercera Guerra Mundial nuclear! Esa sola razón es vital para observar a Jerusalén de cerca.
Los ojos de Dios están fijos en Jerusalén, ¡y los nuestros también deberían estarlo! Jesucristo Mismo nos instruye a mantener nuestros ojos en esta ciudad para observar las señales que apuntan al evento climático de toda la historia humana: ¡Su Segunda Venida!
Ese evento conduce a la noticia más grande de la historia. ¡Esta ciudad empapada en sangre todavía no se convierte en una ciudad de paz!
Pero hay además una razón espiritual más profunda de por qué usted necesita observar Jerusalén. La razón espiritual es la más importante de todas.
Dios escogió a Jerusalén
Dios le ordenó al antiguo Israel construir un tabernáculo para hospedar el arca del pacto, la cual representaba Su presencia en la nación.
Cuando Moisés le estaba dando a los israelitas las instrucciones finales antes de que entraran a la Tierra Prometida, les dijo que Dios pondría Su nombre en un lugar en particular: El tabernáculo, que alojaba el arca, sería el punto central y focal de la nación. “Sino que el lugar que [el Eterno] vuestro Dios escogiera de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. (…) Y al lugar que [el Eterno] vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando (…) y allí harás todo lo que yo te mando” (Deuteronomio 12:5, 11, 14).
Luego cuando los israelitas habitaron esa tierra, Dios ubicó el arca en Silo, pero después de que Israel pecó y perdió la bendición de Dios, el arca fue movida a Quiriat-Jearim y a otros lugares. Finalmente, en tiempos del rey David, encontró su hogar en Jerusalén. Y cuando Salomón construyó más tarde el magnífico templo de Dios para remplazar el tabernáculo, Dios dijo con intención: “Mas a Jerusalén he elegidopara que en ella esté mi nombre” (2 Crónicas 6:6).
Dios Mismo escogió Jerusalén. Él no escogió París, Londres o Nueva York. Él escogió a Jerusalén. Imagine… ¡una ciudad que Dios ha escogido!
Esta majestuosa verdad se repite muchas veces en las Escrituras. Por ejemplo, cuando Salomón se descarrió y Dios decidió arrancarle el reino, le dijo al rey rebelde: “Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido” (1 Reyes 11:13). El hijo de Salomón fue Roboam, y 2 Crónicas 12:13 dice que “diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que escogió [el Eterno] de todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre”.
Uno podría pensar que si Dios Mismo escoge una ciudad, ésta sería una noticia impresionante en este mundo. Pero pocas personas ni siquiera prestan atención a eso.
David fue un hombre conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22). Él escribió esto: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de [el Eterno] iremos. Nuestros pies estuvieron dentro de tus puertas, oh Jerusalén. Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios” (Salmos 122:1-2, 6-7). ¡David tenía una profunda pasión por Jerusalén! Dios estaba muy complacido con esa actitud y la canonizó en la Biblia.
Otro salmo dice, “Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría” (Salmos 137:5-6). Si usted entiende por qué este salmista puso a Jerusalén como preferente asunto de su alegría, ¡usted podrá verá por qué todos los creyentes de la Biblia deberían hacer lo mismo!
¿Por qué Jerusalén es tan importante para Dios? ¿Qué significa que Dios haya escogido a Jerusalén? Las respuestas a estas interrogantes son tan inspiradoras, ¡que le llenarán de alegría y esperanza!
El plan de Dios
Dios ha usado constantemente a Jerusalén en Su plan de salvación. Él tiene un plan para esta ciudad desde la fundación del mundo; no sólo para la ciudad que usted ve en la Tierra hoy día, sino para una Jerusalén reedificada.
Cuando Jesucristo vuelva a la Tierra para gobernar como Rey de reyes, la sede de Su Reino estará ahí. “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de [el Eterno], y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de [el Eterno] en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (Jeremías 3:17).
Esta conmovedora profecía será realidad muy pronto; ¡ya casi es tiempo de comenzar a regocijarse! “Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella” (Isaías 66:10). Pronto todos se regocijarán por Jerusalén. Esta ciudad tendrá una “abundancia de (…) gloria” (versículo 11). ¡Va a deslumbrar al mundo con brillantez divina! Todo el mundo pronto mirará a esta ciudad en busca de liderazgo.
“Porque así dice [el Eterno]: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados” (versículo 12). ¡Paz, en vez de sangre, es lo que fluirá de Jerusalén como un río! Esta metrópolis asediada ha estado inundada de sangre la mayor parte de los últimos 6.000 años. Qué glorioso cambio estamos a punto de ver.
“Jerusalén” es una palabra muy inspiradora. ¡Sólo el propio nombre debería inspirar a la gente! ¡Es en sí una profecía del futuro!
“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (versículo 13). El sufrimiento sin paralelo en esa ciudad está casi por terminar. Pronto, el mundo entero buscará consuelo en Jerusalén. ¡Qué cambio!
En el Milenio, por mil años, todo el mundo girará en torno a Jerusalén. Y después del Milenio, por toda la eternidad, ¡todo el universo girará en torno a Jerusalén!
‘La Jerusalén de arriba’
Aquí hay otra verdad asombrosa: En numerosos pasajes bíblicos, Dios se refiere a Su Iglesia como “Jerusalén”. Si usted es un miembro bautizado de esta Iglesia, ¡Dios en realidad le llama a usted Jerusalén!
En Gálatas 4:25-26, el apóstol Pablo escribió, “Ahora Agar es el Monte Sinaí en Arabia; ella corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud con sus hijos. Pero la Jerusalén de arriba es libre, y ella es nuestra madre” (Versión Revisada Estándar). Él está hablando de los dos hijos de Abraham: Ismael, nacido de Agar; e Isaac, nacido de Sara. Agar representa el Antiguo Pacto, hecho con el Israel físico, un pueblo nacido en esclavitud. Sara representa el Nuevo Pacto: hecho con el Israel espiritual, que es libre.
“La Jerusalén de arriba” se refiere a la Iglesia de Dios del Nuevo Pacto —la cual es Israel espiritual. La madre de todos nosotros, la Iglesia, es libre. ¡La sede de la verdadera Iglesia de Dios hoy día está en la Jerusalén de arriba! ¡Imagine eso! Ésa es la verdadera Jerusalén —¡la única que debería preocuparnos!
Para el pueblo de Dios, Jerusalén debe ser profundamente personal. ¡Esa ciudad representa nuestro propio pasado y futuro! Ésta es la verdadera razón por la que su historia y profecía son tan importantes, ¡porque apuntan hacia la Jerusalén espiritual!
La visión que usted necesita
Necesitamos observar Jerusalén con el mayor escrutinio. Dios ha escogido Jerusalén, y Él la escogerá otra vez. “Y [el Eterno] poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén” (Zacarías 2:12). Esta elección se extenderá hasta la eternidad—cuando esa ciudad sea remplazada por la nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2). Dios tiene una visión eterna de Jerusalén; ¡y no se puede decir eso de ninguna otra ciudad! Cuando Dios escoge una ciudad, ¡espere que sea más espectacular que cualquier cosa que el hombre pueda imaginar jamás!
Jerusalén es una visión tan inspiradora. ¡Realmente, es LA visión de la Biblia! Jerusalén está en el corazón mismo del plan Eterno de Dios, y es la clave para su futuro espiritual —su futuro con Dios.
¡Dios quiere que estemos pensando sobre Jerusalén, hacia dónde nos está llevando y qué futuro tenemos!
¡Oh, cómo este mundo necesita esa visión! Necesita desesperadamente resolver sus problemas y hacer cambios reales, incluso hoy. Sin embargo, hay sólo un pequeño grupo de personas que verdaderamente entiende y se preocupa al respecto. ¿Por qué las personas, incluso en los círculos religiosos, no escuchan este mensaje hoy? ¿Por qué no se les enseña esta visión que debería inspirarnos y animarnos a todos? Satanás el diablo ha escondido esta visión al mundo y hace todo lo que puede para destruirla.
El Eterno ha escogido a Jerusalén es el entendimiento más profundo necesario para conquistar a Satanás y permanecer leal a Dios. ¡Es la esperanza más maravillosa, inspiradora y que levanta el espíritu que la humanidad alguna vez tendrá! Dios quiere que usted la aprenda hoy para ayudarle a soportar estos tiempos terribles en este espantoso mundo gobernado por el diablo.
Necesitamos esta visión para aguantar los padecimientos que vienen. Si usted pierde esta visión, fallará espiritualmente. Sin este entendimiento, carecerá de la motivación para purificarse y buscar la justicia de Dios. Si usted no ha escogido Jerusalén, sus pruebas le abrumarán. Si no podemos mantener nuestra visión elevada más allá de este mundo material, nunca tendremos éxito en la obra que Dios tiene para nosotros.
Pero si usted se da cuenta que Dios ha escogido Jerusalén, y entiende esta verdad como Dios lo hace, ¡usted estará alentado y conmovido más allá de lo que describen las palabras!
El Eterno ha escogido Jerusalén, y Él quiere que usted escoja Jerusalén. Cristo nos instruye que seamos perfectos como nuestro Padre en los cielos es perfecto (Mateo 5:48). Así que, si Dios ha escogido Jerusalén, entonces Sus hijos, Sus niños, también deben escoger Jerusalén. ¿Lo ha hecho usted?
La clave es verlo de la forma que Dios lo ve. Fije sus ojos en esta ciudad como Él lo hace. Si usted puede tener la visión de Dios sobre Jerusalén, ¡será la visión más inspiradora que alguna vez tendrá! Si usted la ve como Dios la ve, entenderá la visión más grande en toda la Biblia. ¡Y usted mantendrá su vida llena de esperanza, como a Dios lo mantiene!