Una partícula diminuta con un poderoso propósito
Lecciones de la levadura

Cada primavera, ¡el mundo se llena de vida! Para el invierno siguiente, gran parte de esa vida ha muerto. Dios creó ese ciclo estacional para enseñarnos una valiosa lección espiritual: cuán temporales son nuestras vidas físicas (p. ej., Salmo 103:15-16).

La creación terrenal de Dios, que Él diseñó específicamente para prepararnos para la vida en Su Familia eterna, rebosa con miles de analogías físicas tan profundas de principios espirituales. Al pensar en las cosas materiales que Dios ha hecho, podemos aprender acerca de las cosas invisibles, incluso Su poder eterno y Divinidad (Romanos 1:20).

Los Días de Panes sin Levadura giran en torno a una de estas maravillosas analogías. Dios diseñó estratégicamente esta sustancia llamada levadura para darnos una idea de uno de los conceptos espirituales más vitales con los que luchamos en la carne: el pecado. Las propiedades de la levadura nos enseñan las características del pecado, cómo puede entrar en nuestras vidas y qué sucede cuando lo permitimos. El proceso de eliminación de la levadura nos enseña lo que Dios quiere que hagamos con el pecado y cómo podemos vencerlo.

Esta lección está justo en el corazón de lo que Dios busca hacer en nuestras vidas: convertir nuestra mente carnal que ama el pecado y odia a Dios en una mente espiritual que aborrece el pecado y ama a Dios. Así que tiene sentido que Dios haya hecho esta analogía tan detallada y precisa.

Qué hace la levadura

Justo antes de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto, Dios les reveló esta analogía: “Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día hareis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel” (Éxodo 12:15). Sólo durante este período de siete días, la levadura es un tipo del pecado.

¿Qué hace que estas dos cosas sean similares?

Generalmente, cuando se mezclan agentes leudantes con otros ingredientes, se crea dióxido de carbono y aire. Al añadir levadura a la masa de pan y calentarla, por ejemplo, al hornear el pan, estos gases forman burbujas que quedan atrapadas en el pan y hacen que éste crezca.

Del mismo modo, el pecado nos hincha con vanidad y orgullo egoísta. Al igual que la hinchazón causada por la levadura, el pecado nos hace perder la perspectiva piadosa, y nos inflamos cada vez más con nosotros mismos, nos hinchan los gases sin sustancia de la arrogancia y la confianza en nosotros mismos. El Salmo 36:1-2 describe cómo el pecado yace en lo profundo de nuestro corazón, impulsándonos a hacer el mal, y también, cuando pecamos, cómo podemos engañarnos pensando (de forma necia y vana) que no seremos descubiertos.

El castigo que Dios ordenó para el individuo que consumiera levadura durante este período de siete días también es revelador: “será cortado de Israel”. De la misma manera, el pecado nos separa de Dios. De hecho, si “miramos a la iniquidad”, o abrigamos el pecado, en nuestros corazones, Dios no nos escuchará (Salmo 66:18). En Isaías 59:2 aprendemos, “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro, para no oír”.

La forma en que Dios ordena que tratemos la levadura durante estos días es exactamente la forma en que Él exige que tratemos el pecado todo el tiempo.

Un santuario libre de pecado

Al establecer los Días de Panes sin Levadura, Dios dijo: “… Y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio” (Éxodo 13:7). Como puede atestiguar cualquiera que haya guardado diligentemente esta fiesta, eliminar por completo la levadura de todo su territorio, su casa, su garaje, su coche, su lugar de trabajo en la medida de lo posible, es un verdadero trabajo.

Pero considere los consejos maravillosamente prácticos para combatir el pecado en los que podemos meditar a lo largo de ese proceso: mantenga el pecado fuera de su casa. El mundo, con todos sus problemas y dificultades, está al otro lado de la puerta. Pero, en su mayor parte, tenemos control sobre lo que permitimos que entre en nuestras habitaciones. ¿Qué tan bien nos va manteniendo fuera el pecado?

¡Haga de su casa un pequeño santuario libre de pecado!

Nuestra vida en el hogar debería girar en torno a Dios, no al mundo. Deberíamos ser felices en general, libres de los agentes leudantes espirituales de la ira, la amargura, la competencia, la contienda y el egoísmo. Cuando esas actitudes surjan en nosotros o en nuestras familias, hay que eliminarlas rápidamente.

Este mandamiento tiene un significado especial hoy en día, cuando disponemos de numerosos medios para introducir los pecados del mundo en nuestros hogares: televisión, satélite, radio, videos, Internet, entre otros. Su casa podría estar completamente libre de levadura física, pero entonces enciende la televisión y ¡podría tener levadura espiritual llenando su sala!

Aplique esta sabiduría y haga todo lo posible por eliminar la levadura espiritual y mantenerla fuera de todos los lugares que habita.

Vigilancia

Otra lección que enseña la eliminación de la levadura es que el pecado reside en lugares inesperados. Podemos encontrar levadura metida en un archivador o en un enchufe de la luz y quedarnos totalmente perplejos sobre cómo llegó allí.

El pecado también acecha en nuestras vidas en lugares donde no miramos. Por eso el rey David pidió a Dios que lo limpiara de sus errores ocultos (Salmo 19:12). No podemos ver todas las áreas en las que estamos violando la ley de Dios, ciertamente no como Dios lo hace. Pero Él espera que nos examinemos a nosotros mismos en busca del pecado con la ayuda de Su Espíritu Santo, ¡para que podamos dejarlo! (1 Corintios 11:28; 2 Corintios 13:5).

La levadura física puede ser invisible en un trozo de masa, pero, al igual que el pecado espiritual, hace su trabajo de todos modos.

También es interesante ver cómo se utiliza la levadura en muchos productos que uno no pensaría necesariamente que la llevarían. Antes y durante la semana de Panes sin Levadura, a menudo nos encontramos escudriñando los ingredientes de lo que compramos en la tienda, de lo que llevamos a nuestras casas, de lo que comemos.

Es un hábito que podemos aplicar espiritualmente. Compruebe los “ingredientes” de la música que escucha, los libros que lee, la televisión o las películas que ve. Muchos libros y videos infantiles, por ejemplo, parecen inofensivos, pero promueven mensajes terribles para nuestros jóvenes. La “levadura” de las familias al revés, los niños que faltan al respeto a padres y adultos, la violencia e incluso el ocultismo son muy comunes.

Puede ser difícil evitar por completo comer levadura durante siete días. No sólo requiere que limpiemos los gabinetes de la casa, sino que también hay que asegurarse de que no se nos pase por la boca cuando salimos a la calle. Muchos de nosotros tenemos historias de haber comido levadura por costumbre, sin darnos cuenta hasta demasiado tarde de que eran los Días de Panes sin Levadura.

Del mismo modo, si no tiene cuidado, ingerirá sin darse cuenta un montón de ideas pecaminosas, de conversaciones, de gente en el trabajo o en la escuela, del entretenimiento mundano. Para mantener el pecado fuera de su vida, debe permanecer vigilante.

El peligro de la prosperidad

Consideremos otra lección de la eliminación de la levadura. Para los antiguos israelitas que vivían en tiendas, el proceso de eliminación de la levadura podía llevar sólo uno o dos días. Hoy en día, en nuestras casas más grandes, bien amuebladas y con varias habitaciones, puede ser un proyecto importante que dure varias semanas.

¿Ha pensado alguna vez en el paralelo espiritual? Cuánto más fácil nos resulta, en este mundo materialista, fijarnos en las cosas físicas, aumentando así la posibilidad de albergar el pecado.

Cuantas más propiedades tengamos, más tendremos que esforzarnos para mantener fuera el pecado. Como dijo Cristo, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios (Mateo 19:24).

Dios conoce la naturaleza humana. Antes de entregar la Tierra Prometida a los israelitas, les anticipó una gran trampa espiritual, muy pertinente para nosotros hoy. Cuando estaban a punto de heredar una tierra próspera y abundante, con todo lo bueno que se les acababa de entregar, Dios les advirtió que se cuidaran de olvidarse de Él (Deuteronomio 6:10-12).

Eso no quiere decir que un rico no pueda entrar en el Reino, pero los que disfrutamos de la prosperidad, tan extendida en las naciones israelitas por la primogenitura, ¡sí tenemos que esforzarnos más por mantener alejados de nuestras vidas los pecados del materialismo y la codicia!

Urgencia

Por lo general, durante los Días de Panes sin Levadura, cuando el pueblo de Dios llega a encontrar levadura (quizás la encuentre en algún rincón olvidado, o se dé cuenta de que está a punto de ingerirla), sentimos una repulsión instintiva, un deseo de expulsarla lo antes posible.

¿Qué tan bien aplicamos esa lección espiritualmente? Cuando encontramos pecado, ¡Dios quiere que lo eliminemos inmediatamente! Ser complacientes con el pecado crea serios problemas.

Consideremos el ejemplo de Caín. Lea el relato de Génesis 4. Caín empezó a desarrollar una actitud pecaminosa, que se reflejó en su ofrenda. Se puso celoso de su hermano. ¡Y mire cómo lo afectó ese pecado! “… Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (versículo 5). El pecado tiene ese efecto. Si realmente se siente miserable, evalúe su vida en busca del pecado.

Dios intentó trabajar con Caín, diciéndole: “¿Por qué estás enfadado, y por qué ha decaído tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no lo haces bien, el pecado está acechando a la puerta; su deseo es para ti, pero debes dominarlo” (versículos 6-7, Revised Standard Version [traducción nuestra]). Si Caín hubiera aceptado este sabio consejo y hubiera tomado medidas para dominar su pecado en ese mismo momento, ese pecado nunca habría llevado al asesinato (versículo 8).

Al sacar la levadura espiritual en cuanto la descubrimos, detenemos sus efectos dañinos en nuestras vidas. “Si confesamos nuestros pecados, [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Cuando hemos sido contaminados por el pecado, ¡necesitamos esa limpieza inmediatamente! No espere para arrepentirse. No deje que el pecado se agrave. Sáquelo de su vida de inmediato.

Esta lección es reforzada por otra característica de la levadura.

El pecado se esparce

El apóstol Pablo dio la mejor descripción en la Biblia de lo que Dios estaba pensando cuando creó la analogía de la levadura. “No es buena vuestra jactancia”, escribió a la congregación de Corinto. “¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (1 Corintios 5:6).

Este grupo del pueblo de Dios había permitido que en medio de ellos permaneciera un miembro que estaba cometiendo flagrantemente un pecado grave. Pablo les ordenó que echaran al hombre para asegurarse de que el problema no se extendiera en la congregación.

Cuando se pone levadura en una masa, al principio no se ve nada. Pero una vez que hace su trabajo, todo el pan queda leudado. De la misma manera, el pecado puede empezar pequeño, incluso invisible, pero se esparce. Un pecado lleva a otro, que lleva a otro.

Por eso, ¡debemos esforzarnos por eliminar el pecado por completo! Existe el peligro de pensar que podemos “manejar” sólo un poco de levadura espiritual. Pero el mandamiento con respecto a esta fiesta no es: “Trate de mantenerse alejado de la levadura”, “sea equilibrado; no coma demasiada levadura”, “use moderación en la cantidad de levadura que consuma”. ¿Tenemos esa actitud con las costumbres de este mundo?

Mucha gente piensa: Bueno, esto es sólo un pequeño pecado. No es tan malo. Pero la lección de este festival es, ¡saque esa levadura!

La levadura y el pecado son potentes agentes de cambio. Incluso un poco de levadura leudará completamente una masa. El Apóstol Santiago dijo que si usted quebranta una de las leyes de Dios, es culpable de quebrantarlas todas (Santiago 2:10).

No podemos permitirnos pensar que una cantidad moderada de pecado está bien. Nunca debemos sentirnos cómodos con un pecado en nuestras vidas. Jesucristo fue completamente sin levadura, y es Su ejemplo el que procuramos emular.

Sin embargo, hay algo más importante que recordar sobre este proceso.

Una nueva masa

Pablo continúa su epístola con este profundo pensamiento: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:7-8). He aquí otra lección monumental sobre el pecado.

Nunca se podría coger una rebanada de pan leudado y quitarle la levadura como sí se pueden quitar las pasas al pan con pasas. La levadura está completamente incrustada en el pan. De la misma manera, usted simplemente no puede tomar su vida y científicamente tratar de eliminar cada pequeño pecado de ella. Eso no lo hará sin levadura. El hecho es, ¡que usted es una masa fermentada! ¡Está lleno de levadura!

Debe convertirse en una masa completamente nueva.

Las personas que buscan el bautismo deben comprender profundamente este punto. Uno no sólo se arrepiente de una lista particular de pecados cuando hace ese pacto de por vida con Dios; uno se arrepiente de ser pecador. Usted es un esclavodel pecado. No puede modificar su vida para convertirse en un esclavo de Dios, debe dejar todas sus viejas costumbres atrás.

En otra parte, Pablo describió esto como matar a nuestro “viejo hombre”, destruir ese cuerpo de pecado, como dice Pablo en Romanos 6:6. Somos “resucitados” de esas aguas bautismales a una vida nueva (versículo 4): Jesucristo viviendo en nosotros.

Esta lección también debe permanecer con nosotros durante toda nuestra vida de conversión: debemos purgar continuamente nuestros pecados y esperar que Dios nos haga una masa nueva, una criatura nueva, un hombre nuevo, día tras día (2 Corintios 4:16).

El simple hecho de quitar la levadura no cumple completamente el mandamiento de Éxodo 12:20. Durante siete días no sólo evitamos la levadura, sino que también comemos pan sin levadura, que
representa el camino de Dios de sinceridad y verdad. Ese es el “pan de vida”, el pan que debemos comer si queremos heredar la vida eterna (Juan 6:35, 48). Al ingerir a Jesucristo y permitir que entre en nosotros, Él nos transforma en una persona nueva y diferente. Esta es otra hermosa lección de los Días de Panes sin Levadura, y el tema de otro artículo.

Sólo hemos arañado la superficie del paquete completo y maravilloso de lecciones que cambian la vida y que Dios ha unido en esta fiesta. Siete días al año, contemplamos esta pequeña sustancia física que representa el principal obstáculo para unirnos a la Familia de nuestro Padre. Seamos diligentes en deshacernos de ella en nuestras vidas y convertirnos en un hombre nuevo.