Un verdadero amigo. Querer uno parece un deseo noble. Suena perfectamente natural, y es probable que tú, como adolescente, hayas anhelado ese tipo de compañía en algún momento.
¡Qué maravilloso sería tener a alguien con quien compartir todos tus pensamientos y sentimientos! Alguien que te escuche mientras compartes esas cosas, incluso que las entienda. Y, aún más, que él o ella todavía quiera estar cerca de ti.
Ese tipo de relación puede ser muy atractiva. Toca una fibra emocional. Esto se debe en parte a que hemos sido creados incompletos, necesitando llenar un vacío.
Pero ¡cuidado! La idea de ese tipo de relación es peligrosa si la aplicas a tus relaciones con el sexo opuesto.
¿Has estado saliendo con alguien?
Verás, lo que he descrito no es sólo amistad, es tener citas. En
realidad, es más como tener citas enfocadashacia el matrimonio. El tipo de relación que he descrito antes es la que esperas tener con tu cónyuge en un momento que no está tan lejos como podría parecer ahora.
Esta es la razón por la que los jóvenes en la Iglesia de Dios son amonestados a no formar parejas con el sexo opuesto o a tener citas con alguien mientras todavía están en la escuela secundaria. Esa profundidad de relación no es algo para lo que están preparados todavía.
Por “profundidad de relación” me refiero a cualquier tipo de intercambio de detalles íntimos en cualquier forma de comunicación: correos electrónicos, cartas, llamadas telefónicas, etcétera. Mantén toda tu correspondencia y conversaciones siendo consciente de que aún no has llegado a esa etapa de tu vida.
Considera la duración de tu correspondencia con alguien del sexo opuesto. Considera la frecuencia de tu correspondencia con ellos. Cualquiera de estas dos debe considerarse en relación con la duración o la frecuencia con la que conversas con todos tus amigos. Si hay un amigo del sexo opuesto que supera totalmente tu “promedio”, eso es un problema.
Esto se debe en parte a que esa duración y frecuencia dan lugar a otra cosa a tener en cuenta: más allá de la cantidad y la frecuencia de tu correspondencia, considera también el contenido de ésta. Más allá de lo obviamente inapropiado, me refiero a si tu contenido incluye información exclusiva de esa relación en particular. ¿Se comparte información personal de forma exclusiva o privada entre tú y la otra persona?
Esto se aplica tanto si estás contando los días que faltan para tener la “mejor edad” mínima para casarte, como si ni siquiera pudieras pensar en casarte con la persona con la que estás interactuando: si te estás comunicando con cierta “intimidad” emocional, estás haciendo uso de un equipo emocional que no eres plenamente capaz de manejar.
Esto me trae a la memoria una antigua comparación: el adolescente David no se sintió cómodo llevando la armadura de un hombre adulto cuando se enfrentó a Goliat (1 Samuel 17:38-39). La armadura no tenía nada de malo, pero ¿hasta qué punto habría protegido a David para su tamaño, sobre todo cuando tenía muy poca experiencia en llevar ese tipo de peso?
Licencia para amar
Una metáfora más moderna: podría poner a un niño alto de 10 años al volante de un automóvil, enseñarle dónde están los pedales del acelerador y del freno, y enviarlo por la autopista a 110 km/h. Después de todo, las autopistas son en su mayoría rectas y tendría que maniobrar muy poco. Pero surge la pregunta, ya que rara vez estaría solo en una autopista, ¿cómo interactuaría con todas las decisiones del flujo y reflujo del tráfico: el ingreso de otros vehículos a la interestatal, el cambio de carril que hacen los demás, yendo todos a velocidades ligeramente distintas?
Hay una razón por la que los gobiernos no emiten licencias a niños hasta cierta edad.
Del mismo modo, hay una etapa mental, social y financiera en la que alguien debe estar en la vida antes de que sea prudente entablar cierto tipo de intimidad emocional con alguien del sexo opuesto. La interacción en sí puede parecer pura e inofensiva, como un tramo recto de carretera. Pero la velocidad a la que viajas y todas las variables que te rodean pueden entrañar peligros imprevistos. Un leve movimiento en falso del volante y te metes en un accidente mortal.
A algunos les resulta más fácil relacionarse con personas del sexo opuesto que con las de su propio sexo. Eso no es necesariamente malo en sí mismo. A tu edad, es una cuestión de profundidad, o de cercanía, de la que debes cuidarte, es decir, de compartir información personal de forma exclusiva o privada con alguien.
Herbert W. Armstrong escribió en Why Marriage—Soon Obsolete? [El matrimonio, ¿pronto desaparecerá?]: “Lacompatibilidad sexual es, después de todo, una relación mental. Se ha dicho con mucha exactitud, que el cerebro es el órgano sexual más grande. La compatibilidad de las técnicas sexuales suele producirse cuando dos mentes están en sintonía para complacer a la otra persona. Esa es la esencia del amor conyugal”.
Con la duración, la frecuencia y el contenido de tus interacciones, podrías estar fomentando una intimidad sexual con alguien sin darte cuenta realmente.
Salomón escribió que hay “tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse abrazar” (Eclesiastés 3:5). Intimar emocionalmente con un amigo del sexo opuesto puede ser un abrazo figurado. La adolescencia es el momento de abstenerse de ello.
Aquí hay algo para tener en cuenta sobre el cerebro. Puede que creas que intelectualmente entiendes los límites de la intimidad, sobre todo físicamente. Pero si te pones en una situación en la que se producen ciertas reacciones hormonales y químicas, descubrirás rápidamente que son mucho más poderosas que tu intelecto. Uno de mis mentores dijo una vez: Cuando las sustancias químicas entran en acción, ¡el cerebro se va!
Como preguntó Salomón: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan?” (Proverbios 6:27). Si mantienes una comunicación prolongada y frecuente con un amigo del sexo opuesto, y actúas con cierta intimidad y privacidad dentro de esa relación, estás sosteniendo un fósforo junto a un material combustible.
Compañeros o consejeros
Es aconsejable que evalúes regularmente tus amistades, especialmente las del sexo opuesto. Pero hay otra área que examinar aquí, incluso en una amistad con alguien de tu propio sexo.
Aquí, un cierto nivel de cercanía está bien. Es perfectamente normal tener un puñado de personas del mismo sexo con las que compartir y confiar sobre tu vida. El peligro de esa intimidad viene cuando utilizas esas relaciones como medio para buscar consejo.
¿Te has preguntado alguna vez si los mayores que tú, especialmente los que tienen autoridad, entienden realmente por lo que estás pasando? Satanás transmite la idea de que nadie realmente te entiende o te comprende, y necesitas encontrar a alguien que sí lo haga. Puede que sientas que necesitas hablar con alguien para que te aconseje, y acudas a tus amigos y no a tus padres, o a un mejor amigo y no a una figura de autoridad. Y obtienes el “consejo” que Dios quiso que buscaras de tus padres, maestros, ministros y otros adultos mentores.
El rey Roboam de Judá es un claro ejemplo de este error. En 1 Reyes 12, acababa de heredar el reino de su padre, Salomón, y un hombre llamado Jeroboam estaba dirigiendo al pueblo para hacer ciertas demandas al nuevo rey. Según la opinión del pueblo, Salomón les había cobrado demasiados impuestos.
“Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? Y ellos le hablaron diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (versículos 6-7). Estos hombres mayores de hecho habían tenido historia con Salomón. Tenían una perspectiva inestimable sobre el liderazgo de servicio.
Pero Roboam desechó sus consejos: “Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él y estaban delante de él” (versículo 8). El relato sugiere que rechazó sus opiniones antes incluso de escuchar a los consejeros más jóvenes. La Biblia deja claro que esto fue una imprudencia, pues dividió el reino en dos.
Roboam no era un adolescente, ni siquiera un joven adulto. Aquí tenía 41 años, y estos hombres que “habían crecido con él” eran lo que llamamos de mediana edad. Pero esto demuestra el peligro de escuchar sólo a compañeros cuya perspectiva no difiere mucho de la propia.
Por mucho que consultar a la misma generación suponga una desventaja, considera además cómo es la situación cuando toda esa generación es aún joven. Apenas si tienen edad para conducir, literal y metafóricamente. Ellos están tan preparados para aconsejarte sobre las grandes decisiones de tu vida como lo están para asumir las responsabilidades del matrimonio.
Proverbios 13:20 dice: “El que anda con sabios, sabio será; más el que se junta con necios será quebrantado”. Tus amigos no son necesariamente “necios”, pero si son jóvenes, hay necedad ligada a sus corazones, igual que al tuyo (Proverbios 22:15).
La profundidad de la amistad
Teniendo en cuenta todo esto, pregúntate: ¿qué profundidad deberían tener ahora mis amistades? Hemos examinado dos áreas para evaluar: una específica para las amistades entre personas del sexo opuesto y otra aplicable a cualquier amistad.
En las amistades con el sexo opuesto, ten cuidado con la duración y la frecuencia de tus comunicaciones. Y lo que es más importante, mantén la suficiente distancia emocional como para que el otro no conozca los detalles más íntimos de tu vida, y mucho menos para que sea el único o única que sepa ciertas cosas sobre ti.
En todas tus amistades, evalúa hasta qué punto te apoyas en ellos para pedirles consejo. ¿Están tus amigos más cercanos reemplazando la guía que deberías estar recibiendo de tus padres, maestros, ministros u otras figuras maduras de autoridad? Si es así, es probable que también estén sustituyendo la influencia de Dios en tu vida.
Y esa es realmente la amistad que hay que considerar aquí. Una relación con Dios puede y debe ser tu relación más íntima, especial y privada. Eso es lo que deberías estar construyendo.
La Biblia describe a personas que figurativamente caminaban con Él, que eran Sus amigos (Juan 15:13-15). Describe a Abraham como amigo de Dios (Santiago 2:23). Dios dijo que hablaba con Moisés como un hombre con su amigo (Éxodo 33:11).
Puedes decirle cualquier cosa a Dios. Puedes conversar con Él todo el tiempo que quieras, con la frecuencia que desees. Puedes compartir tus sueños y tus angustias. Puedes pedirle cualquier tipo de consejo. Él lo acoge. En realidad, ¡no quiere que ninguna compañía humana sobrepase eso!
Como adolescente, aún puedes forjar amistades fuertes y razonablemente cercanas en el plano humano. Pero nunca olvides quién debe ser tu Amigo más cercano.