Plano
¡He aquí una manera de llamar la atención del Dios del universo!

¡Ella me miró! ¡Él me sonrió! ¡Ellos saben mi nombre!

Imagina que hay alguien a quien admiras profundamente y que, o bien no sabe que existes, o no formas parte de su círculo de amistades.

Ahora imagina la emoción si te cruzas con esa persona en la calle y te mira, te sonríe, te saluda o incluso sabe tu nombre.

Admitámoslo, todos conocemos a famosos, artistas, personalidades públicas, tal vez líderes mundiales que encajarían en esta categoría, es decir, que si se fijaran en nosotros, nos emocionaría a más no poder.

Es humano y saludable sentir respeto por las personas que logran grandes cosas, y debería resultarnos emocionante que se fijaran en nosotros o, mejor aún, que quisieran pasar tiempo con nosotros.

También hay mucho de vanidad en querer que alguien de esa talla se fije en ti.

¡Cómo ser notado!

¡El libro de Isaías dice que hay una manera de hacerse notar por el Dios del universo! Isaías 66:2 dice: “Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.

Dios mirará a los humildes (que significa quebrantados y destrozados), a los pobres (que significa mansos) y a los que tiemblan ante Su palabra.

Aunque en la mayoría de los casos es vanidad querer ser notado por una celebridad o superestrella, la manera de ser notado por este gran súper Ser es en realidad a través de la humildad.

¿Inflado o plano?

¿Cuán humildes somos?

Esa es una buena pregunta, sobre todo en esta época del año en que celebramos los Días de Panes sin Levadura. Durante siete días, se nos ordena comer pan sin levadura (así como no tener alimentos con levadura en nuestra posesión).

Como probablemente sepas, la levadura representa el pecado, y el pan sin levadura representa el carácter justo de Dios. Pero piensa más profundamente en lo que la levadura hace al pan, y cómo se ve el pan sin levadura.

La característica física más evidente del pan sin levadura es que es plano; en cambio, la levadura hace que la masa se hinche.

El apóstol Pablo enseñó lo que significa estar “hinchado” en sus epístolas. En un caso, le dijo a una congregación que estaban “hinchados” porque permitían que el pecado permaneciera en medio de ellos, pues un miembro de la Iglesia vivía abiertamente en pecado (1 Corintios 5:1-8). Al permitirle tener comunión con ellos, se estaban hinchando, pensando que eran muy justos y misericordiosos por tolerar sus acciones. Se estaban llenando de orgullo (versículo 6).

Más adelante en su carta, escribió: “… El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1).

En Colosenses 2:18, el apóstol dice que un individuo puede ser “vanamente hinchado por su propia mente carnal”.

Así que, al igual que el pan, podemos estar hinchados. O podemos estar desleudados, estar planos. Aunque el pan sin levadura, en general, representa el carácter justo que Dios está construyendo en nosotros, su rasgo específico de ser plano pone de relieve lo mucho que la humildad es una parte de ese proceso de formación del carácter.

Estar lleno de vanidad es estar “hinchado”. Incluso en nuestro lenguaje, hablamos de que a alguien se le “hincha la cabeza” cuando se vuelve vanidoso. O hablamos de “inflar” su ego.

Esto es exactamente lo que la levadura hace al pan.

Piensa en la palabra vanidad: no sólo significa lleno de orgullo, también puede significar inútil o vacío. Luego mira dentro de un bonito hojaldre y ¿qué encuentras? ¡Nada! Sólo son burbujas de aire que han hecho que la masa se expanda.

Así que a la inversa, ser humilde es parte de volverse “sin levadura”.

El conocimiento hincha

En la adolescencia, la humildad puede ser un rasgo difícil de desarrollar.

Consideremos la frase de Pablo: “El conocimiento envanece”. En la adolescencia, nuestra mente comienza a devorar todo tipo de conocimientos sobre el mundo que nos rodea. Si se utiliza adecuadamente, la mente puede albergar una cantidad impresionante de datos. Pero ¿qué es todo ese conocimiento? ¡Pueden ser sólo burbujas de aire!

Aquí está la parte engañosa de aprender tantas cosas en la adolescencia: estamos aprendiendo tanto que podemos confundir la cantidad que estamos aprendiendo como si representara todo lo que necesitamos aprender. Y, sin embargo, una parte del conocimiento no llega hasta más tarde: ese conocimiento es que no sabemos lo que no sabemos, o cuánto no sabemos. Como dice el refrán: Cuanto más sabes, más te das cuenta de que no sabes.

A esto hay que añadir que nuestra explosión de conocimientos se produce a medida que nos hacemos más independientes físicamente. Cuando somos más pequeños, necesitamos a nuestros padres más a menudo de lo que creemos que los necesitamos en nuestra adolescencia.

La Biblia subraya lo importante que es la humildad para los jóvenes. “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos (…) revestíos de humildad” (1 Pedro 5:5).

La humildad no es sólo un accesorio o una pequeña parte de nuestro vestuario; debe ser todo nuestro atuendo. Como escribió Pedro, es importante que los “más jóvenes” presten atención a esto especialmente.

El secreto de la humildad

Así que sabes mucho. Así que eres bueno en algunas cosas. Pero sabes que necesitas crecer en humildad. Sabes que los Proverbios están llenos de tópicos de valor incalculable sobre los gloriosos beneficios de la humildad frente a las maldiciones del orgullo y la vanidad. Tal vez incluso conozcas la definición de la palabra en Dictionary.com (opinión modesta o estimación de la propia importancia, rango, etcétera). Pero ¿cómo crecer en humildad?

Volvamos a la Escritura en Isaías 66 que muestra al mismísimo gran Diosnotando a alguien que es humilde. Leemos una declaración del versículo 2, pero fíjate en todo el marco y el contexto de esto: “[El Eterno] dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice [el Eterno]; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (versículos 1-2).

¿Entiendes lo que está diciendo? ¡Es extraordinario! La magnífica extensión celestial es el trono del Dios que lo hizo todo, la Tierra es donde Él apoya Sus pies, y Su casa, el verdadero lugar de Su reposo, ¡está dentro de los humildes!

El profeta Isaías fue inspirado a escribir un pasaje similar: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).

¡Este es otro versículo bomba! Dios —que habita en las alturas, que vive fuera del tiempo y del espacio— vive con los contritos y humildes.

Dios quiere reavivar el espíritu de los humildes. Sí, ¡ese espíritu necesita revivir!

En estos dos pasajes de Isaías, el concepto de humildad está emparejado con la grandeza de Dios. Ese es el secreto de la humildad.

La humildad verdadera, conforme a Dios y “sin levadura” no es sólo una baja opinión de uno mismo. ¡Es verse a uno mismo en comparación con la grandeza de Dios!

Considera estas poderosas afirmaciones sobre la magnificencia de Dios en el libro de Isaías, todas ellas destinadas a darnos la perspectiva adecuada sobre nuestras vidas y la humildad de la que debemos estar revestidos:

Isaías 40 dice que Dios mide los océanos en Su mano; mide las distancias entre las estrellas por un palmo (la distancia entre el extremo del pulgar y el extremo del dedo menique); puede pesar colinas y montañas en Su balanza. La Escritura nos pregunta: ¿Quién ha enseñado a Dios, quién le ha instruido, quién le ha aconsejado? Nos pregunta qué podríamos comparar con Dios. Las naciones para Él no son nada; son una gota de agua en un balde. Nosotros le parecemos saltamontes. Él extiende los cielos como una cortina; cuenta las estrellas y conoce cada uno de sus nombres.

En Isaías 43:10, Dios dice: “… antes de mí no fue formado Dios…”.

Isaías 64:6-7 nos recuerda lo insignificante que es nuestra justicia, y luego en el versículo 8 dice: “Ahora pues, [Eterno], tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”.

Esto pone nuestra rectitud, nuestra grandeza en perspectiva, ¿verdad? No somos más que el producto artístico de las manos creadoras de Dios. Isaías 45:9 pregunta: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?”.

Dios reprendió al general asirio que Él usó para castigar a Israel porque el asirio pensaba que sus hazañas eran obra suya. Entonces Dios le preguntó: “¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!” (Isaías 10:15).

Luego considera la declaración de Dios en Isaías 55:9: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

Debemos poner cualquier “conocimiento” bajo esta luz: nuestros pensamientos están por naturaleza tan lejos de los de Dios como la estrella más distante de nuestro planeta.

A qué Dios tan magnifico servimos. Él es a quien deberíamos querer que se fije en nosotros. ¡Y sabemos cómo hacerlo! Revistiéndonos de humildad.

Hacia el final de Isaías 40, que nos da esa majestuosa descripción de Dios, Isaías escribió: “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a [el Eterno] tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (versículos 29- 31).

Como jóvenes, podemos sentirnos invencibles, independientes e intelectualmente superiores, pero aun así no somos nada comparados con Dios. Incluso los jóvenes pueden desfallecer y “fracasar completamente”. Pero si esperamos en este Dios omnipotente, nuestra fuerza nunca desaparece. Si nos humillamos —si nos mantenemos planos— ¡nos elevaremos como sobre alas de águila!

En esta temporada de fiestas de primavera, esfuérzate por conocer mejor a Dios, sobre todo Su incomparable esplendor. Enfócate en la gloria de Su majestad, Su poder, Su genio. Esto nos ayudará a todos a alcanzar un nuevo nivel de modestia; un nuevo nivel desleudado. Mantente humilde. Permanece plano. Este Ser increíblemente asombroso no sólo se fijará en ti, ¡sino que te exaltará a alturas inimaginables!