Todas las mañanas te miras al espejo. Compruebas que llevas el pelo arreglado y la ropa en orden y que no tienes ningún objeto raro entre los dientes. Antes de salir para el colegio, te echas un último vistazo en el espejo para asegurarte de que no se te ha levantado el cuello de la camisa.
Tal vez recuerdes alguna ocasión en la que no te miraste en un espejo y descubriste que la gente se reía de ti. No te diste cuenta hasta que fue demasiado tarde de que tenías un gran trozo de lechuga entre los dientes. Por eso es importante tener espejos cerca y acordarse de mirarse en ellos.
En la Iglesia de Dios, hablamos de examinarnos en un espejo espiritual. Sin embargo, no se trata de mantener la lechuga fuera de los dientes. Se trata de algo mucho más importante: el carácter. Dios nos dice que nos examinemos en términos de nuestro carácter. Él quiere que seamos capaces de ver nuestras fallas espirituales para que podamos arreglarlas y ser más presentables espiritualmente.
La mayoría de las personas no ponen en marcha esta importante actividad, lo que significa que van dando tumbos a ciegas. Puede que enfaden a sus padres o frustren a sus profesores. Pueden ofender a sus compañeros. Pueden irradiar inmadurez y egoísmo. Pueden ser extremadamente arrogantes. Pueden ser maleducados y prepotentes. Cometen errores, ofenden a la gente y sufren todo tipo de problemas y maldiciones, pero no lo ven. No se miran en el espejo espiritual, así que no ven claramente el efecto que están teniendo en otras personas. Es el carácter equivalente a tener el pelo desordenado, la cara sucia o los dientes llenos de comida.
Por eso es tan importante el autoexamen. Tienes que ser capaz de verte a ti mismo como realmente eres —como Dios te ve— y hacer los cambios correctos como resultado. Sumerjámonos en el tema del autoexamen, examinando el mandamiento, las herramientas y los medios prácticos por los cuales podemos aplicarlos.
El espejo espiritual
¿Se ordena realmente a los cristianos a que se examinen a sí mismos? 1 Corintios 11:28.
Este mandamiento se enmarca en el contexto de los días santos de primavera. Dios ordena a los miembros bautizados de Su Iglesia que se examinen antes de la Pascua para asegurarse de que están tomando los símbolos del pan y el vino en la actitud correcta.
¿Con qué frecuencia deben examinarse los cristianos? 2 Corintios 13:5.
Aunque habrás escuchado más de examinarse a uno mismo en los días festivos de primavera, esto es algo que el pueblo de Dios debe hacer todo el tiempo. Siempre debemos mirarnos en el espejo espiritual y prestar atención a nuestro carácter.
Esto se aplica a ti, aunque todavía no estés bautizado. Necesitas aprender a examinar tu carácter. Cuanto mejor consigas mirarte en el espejo espiritual, más atractivo serás para Dios y para los demás, y en menos situaciones embarazosas te encontrarás debido a un defecto de carácter evidente.
¿Cuál es el espejo espiritual que Dios nos da? Santiago 1:22-25.
La ley de Dios define el carácter perfecto. Cuando estudiamos la perfecta ley de libertad de Dios y luego comparamos nuestros propios pensamientos y acciones con ella, nos da una clara visión de nosotros en ese espejo espiritual. Nos muestra exactamente lo que necesitamos cambiar.
¿Revela la ley de Dios lo que está bien y lo que está mal? Romanos 7:7.
Si te examinas según tus propias ideas y pensamientos, la imagen que obtendrás será torcida y distorsionada, como en un espejo de distorsión.
Por ejemplo, puede que tengas tus propias ideas sobre lo que deberías cambiar, o puede que recojas las ideas de otras personas. Tal vez un compañero adolescente te diga que necesitas cambiar cierto hábito o tendencia. Puede que a ti te suene bien, pero si esas ideas son diferentes a las de Dios, entonces estás recibiendo una imagen distorsionada. La única manera de estar seguro es compararlo con lo que Dios dice en Su ley. Sin la ley de Dios, no puedes saber si vas por mal camino o no. Pero con la ley de Dios, puedes ver claramente lo que está bien y lo que está mal.
La ley de Dios te dice exactamente dónde estás despeinado, sucio o manchado. Te dice exactamente lo que está mal en tu carácter y cómo arreglarlo. Veamos algunos ejemplos.
Principios prácticos
¿Cómo nos dice la ley de Dios que debemos tratar a los demás? Mateo 7:12.
Esta es toda la ley de Dios —toda Su forma de vida— resumida en una sola y hermosa frase. A menudo se le llama la Regla de Oro: trata a los demás como quieres que te traten a ti. Y cada vez que haces algo diferente a eso, o sea, cada vez que tratas a alguien de una manera distinta a la que quieres ser tratado, estás en realidad revelando un defecto en tu carácter que necesita ser cambiado.
Así que mírate en el espejo espiritual. ¿Cómo tratas a tus hermanos, amigos y compañeros? ¿Eres agradable y amable? ¿Tienes en cuenta sus sentimientos? Estas son las preguntas que tienes que hacerte a ti mismo, y a Dios. Pídele que te ayude a ver cómo eres en realidad.
¿Qué nos dice la ley de Dios sobre las palabras que decimos sobre los demás, así como sobre la forma en que los tratamos? Levítico 19:16-18. ¿Qué hay de la actitud que debemos tener hacia nuestros semejantes? Versículos 17-18.
¡Hay muchos detalles ahí! En lenguaje moderno: no chismees. No hables mal de los demás a sus espaldas. No odies a nadie, ni siquiera en el fondo de tu corazón. ¡A Dios le preocupan tus sentimientos más profundos hacia otras personas! No tomes represalias; no guardes rencor. Esos son pecados. ¡Son problemas que tienen que cambiar! Mírate honestamenteen el espejo espiritual de Dios. Si estás cometiendo alguno de esos errores, admítelo. ¡Luego pídele a Dios que te ayude a cambiarlo!
¿Cómo te manda Dios que trates a tus padres? Éxodo 20:12; Levítico 19:3; Efesios 6:1.
Dios ordena que temas, es decir, que tengas profunda reverencia y respeto por tus padres y también que los obedezcas. Mírate bien: ¿cómo te va con ese mandamiento?
¿Cómo nos dice Dios que debemos tratar a los ancianos? Levítico 19:32.
Dios quiere que te pongas de pie cuando una persona canosa entre en tu presencia. Él ordena que honres a las personas mayores. ¿Obedeces ese mandato? ¿O es como si tuvieras la camisa desabrochada o el cuello desajustado en esa área de tu vida?
¿Cuál es otra ley por la que podemos examinarnos a nosotros mismos? Éxodo 20:16; Levítico 19:11.
La ley de Dios te prohíbe hacer trampa en los deportes, la escuela, el trabajo o en cualquier otra cosa que hagas. Él ordena que digas la verdad, que evites el engaño para tratar de encubrir tus errores. ¿Eres una persona sincera?
¿Qué piensa Dios de los chistes inapropiados? Efesios 5:3-4.
En la versión New King James, el versículo 4 dice: “Ni inmundicias, ni necedades, ni bromas groseras, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias” (traducción nuestra). Dios aprecia el buen humor, pero si es inapropiado, ¡Su ley dice que está mal!
Estos son sólo algunos ejemplos de las formas en que la ley de Dios puede ayudarte a examinarte. ¡Este es el patrón que puedes seguir con todas las leyes de Dios! Dios da mandamientos claros que se aplican directamente a tu vida diaria. Hay muchos detalles específicos que puedes observar cuando te examinas. E incluso siendo un joven no bautizado, debes adquirir el hábito de medir regularmente tus pensamientos, palabras y acciones con la ley de Dios.
El siguiente paso
Imagina que te miras al espejo justo antes de salir de casa y ves un desastre total: tienes el pelo enmarañado, la cara sucia, los dientes amarillos y una ropa desastrosa. Imagínate encogiéndote de hombros y saliendo por la puerta para enfrentarte al mundo.
Obviamente, no lo harías. Pero ilustra un principio importante. Mirarse al espejo en sí mismo no cambia nada, sólo te muestra lo que hay que cambiar.
¿Cuál es el siguiente paso, según la ley de Dios? Santiago 1:22-25.
Si escuchas lo que es correcto hacer y no lo haces, te estás engañando a ti mismo. Crees que basta con mirarte al espejo, ver un desastre y marcharte sin hacer nada al respecto. Santiago hace exactamente esa analogía en los versículos 23-24.
Una vez que te examinas en el espejo de la ley de Dios, ¡ahí es cuando comienza el trabajo! Cuando veas que estás haciendo algo mal, depende de ti cambiarlo. Si te has desviado, entonces encuentra el camino correcto y anda por él. El proceso no está completo hasta que haces algo al respecto.
¿Puedes hacer estos cambios por ti mismo? Jeremías 17:9.
La ley de Dios dice que es imposible para un ser humano ver su propio corazón, porque hay muchos giros, vueltas, pliegues, hendiduras y grietas en él. Es fácil para él engañarse a sí mismo. Ahora, aplica eso a ti. Es fácil para ti pensar que eres mejor de lo que realmente eres. Tienes que pedirle a Dios que te ayude a verte como Él te ve, y luego tienes que pedirle a Dios que te ayude a cambiar los defectos del carácter que Él te revela. Si tratas de superar un mal hábito o arreglar un defecto en tu carácter con tu propio esfuerzo, te estancarás rápidamente. Ese esfuerzo puede durar un corto período de tiempo, pero finalmente, volverás al viejo hábito. Pero si le pides ayuda a Dios para cambiar esos hábitos y mejorar tu carácter, Él te dará esa ayuda, ¡y tendrás éxito!
No es un proceso fácil, pero es algo que cada uno de nosotros debemos hacer a lo largo de la vida. Este es el corazón del crecimiento del carácter que Dios está buscando en todos nosotros. Y lo hermoso es que, mientras estés haciendo cambios —incluso si son sólo pequeños cambios que toman tiempo y un fracaso de vez en cuando— te estás moviendo en la dirección correcta, y estás ganando victorias en tu esfuerzo por examinarte a ti mismo.
Así que mírate bien en ese espejo espiritual. Mírate en la ley de Dios. Examínate, y cuando veas algo que necesita ser cambiado, simplemente no te alejes del espejo. Ponte a trabajar para arreglar esos defectos y hacerte más presentable ante tus padres, tus compañeros y ante tu Dios.