Los Días de Panes sin Levadura y la verdadera libertad
Libertad verdadera hoy para un propósito inspirador mañana

Los Días de Panes sin Levadura representan nuestra liberación de la esclavitud y la servidumbre del pecado, y a Dios llevándonos a la libertad verdadera.

Hoy en Estados Unidos se habla de libertad. Y aunque tenemos libertad física, no es verdadera libertad.

Los mismos que hablan de libertad están en la peor clase de esclavitud.

Libertad real es lo que Dios nos ofrece hoy. No es sólo para los primeros frutos; hay un gran plan de liberación a escala universal en la mente de Dios.

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8:19). Toda la creación de Dios está esperando el nacimiento de la Familia de Dios; está gimiendo por ese momento (versículos 22-23). Dios nos ha llamado hoy a la libertad verdadera con un gran propósito: quiere que llevemos la libertad a todo el universo.

Mi abuelo participó en la tercera oleada de la invasión del Día D en junio de 1944. Ayudó a liberar París y finalmente marchó hasta Berlín. Allí ayudó a liberar prisioneros de los campos de concentración. Él no hablaba mucho de los campos, porque lo que vio fue demasiado horrible. Sin embargo, hablaba de lo emocionante que fue liberar a aquellas personas de ese horrible sufrimiento.

Qué emocionante será para nosotros dar libertad a este mundo, soltando las cadenas de esclavitud y corrupción en las que Satanás lo ha mantenido. Al final, vamos a ayudar a Jesucristo a traer la verdadera libertad a todo el universo.

Pero tome nota: usted no puede ayudar a Jesucristo a traer libertad a menos que usted mismo sea libre.

“Porque la creación fue sujetada a vanidad [futilidad], no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza” (versículo 20). Dios nos ha dado libre albedrío. Tenemos la libertad de elegir. Lucero tuvo esa libertad; los demonios la tuvieron también. Debido al libre albedrío, los ángeles y los seres humanos tienen la libertad de rebelarse, ¡y ambos lo han hecho! Por eso el universo está sujeto a corrupción. ¡Pero hay esperanza! Hay un plan asombroso, ¡y usted es una parte importante de ese plan!

“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (versículo 21). ¡Vamos a ayudar a liberar a toda esta creación! Para eso estamos aquí. Dios nos libera y quita esas cadenas de pecado y corrupción. Entonces Él nos usará para liberar a la creación de la esclavitud de corrupción y pecado. Esta es la gloriosa libertad que los hijos de Dios traerán a la creación una vez que hayan nacido.

Una revolución espiritual

Dios nos ha dado Su Espíritu, pero sólo somos los primeros frutos. Él tiene un gran plan para liberar a todo el universo. Es en esta visión en la que estamos enfocados. Por eso estamos aquí. Como ilustra la Pascua, Cristo vino a morir por nosotros y a pagar el precio por nuestro pecado. Pero también vino a calificar para reemplazar a Satanás y a echarlo del trono de esta Tierra, comenzando una revolución. ¡Somos revolucionarios por Cristo!

Somos embajadores de otro gobierno, de otro Reino (2 Corintios 5:20; Juan 18:36). Pero no estamos aquí para iniciar una revolución física contra las naciones. El gobierno actual de esta Tierra está a punto de ser derrocado. ¡Esa es una revolución espiritual!

¡Viene un nuevo Rey! Hemos sido llamados a prepararnos para ese futuro, para ayudar a Jesucristo a traer un nuevo gobierno a esta Tierra. Esto requiere que tengamos un espíritu revolucionario. Debemos tener un fuego ardiendo dentro de nosotros para ser revolucionarios en nuestro pensamiento. También debemos mantener ese espíritu ardiente a medida que la batalla se intensifica.

No podemos acobardarnos por miedo a la persecución. Esta revolución consiste en derrocar el gobierno tiránico de Satanás que mantiene a la gente sumida en la ignorancia, la corrupción, el dolor, el sufrimiento y la miseria. Este es un mundo cautivo, y nosotros vamos a traerle verdadera libertad, como se representa en los Días de Panes sin Levadura.

“Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:19). Los políticos hablan todo el tiempo de libertad, pero ¿qué saben ellos de la verdadera libertad? Los religiosos hablan de libertad de la ley. ¿Es eso verdadera libertad? Quienes se hacen llamar cristianos dicen que son libres porque la carga de la ley fue clavada en la cruz. El propio pueblo tibio de Dios hoy dice que son libres del gobierno opresivo, pero en realidad están cayendo más y más profundamente en cautiverio. Estas personas hablan de libertad mientras languidecen en el peor tipo de cautividad. Incluso las personas que quieren salir, en muchos casos, no pueden. Es como si estuvieran encerrados con cadenas, tras capas de barrotes de hierro. Y están cautivos porque no hay ni ley ni gobierno que la haga cumplir.

¡Dios dice que Su pueblo tibio es como un perro que vuelve a su propio vómito! (versículo 22). Ellos han hecho una elección deliberada de alejarse de Dios y volver a la inmundicia de este mundo.

Todos tenemos libre albedrío. Debemos elegir. Pero aunque seamos libres de elegir, eso no significa que seamos libres de las consecuencias de esas elecciones. Satanás está justo ahí esperando para ponerle en esclavitud. Él promueve su camino de vida enfermizo como libertad, pero está sigilosamente poniendo cadenas en usted. Hará todo lo que pueda para esclavizarnos.

Si usted quiere permanecer libre de pecado y libre de Egipto, tiene que alejarse de este mundo y de la forma de pensar de este mundo.

¡Necesitamos tener la actitud de quitar completamente la levadura del pecado de nuestras vidas! ¿Por qué? Porque “un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:9).

Mantenga una guardia estricta sobre usted para no ser seducido por los placeres temporales del pecado. Moisés rechazó los placeres temporales de Egipto porque estaba mirando mucho más allá de eso.

Pero al igual que el faraón con su ejército, Satanás siempre está al acecho, tratando de impedir que obedezcamos la verdad. Sin embargo, la verdad de Dios es lo que nos hace libres (Juan 8:32). Si hay personas que tratan de traer levadura a nuestras vidas o de estorbarnos, ¡debemos cortarlas! (Gálatas 5:12). No debemos ser estorbados.

Necesitamos tener el fuerte carácter moral de Dios. Debemos esforzarnos constantemente para sacar la levadura de nuestras vidas y reemplazarla con el pan sin levadura de sinceridad y de verdad. Tenemos que vivir rectamente y amar el camino de vida de Dios, dándole prioridad en nuestras mentes.

Llamados a la libertad

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). No usemos la libertad que Dios nos ha dado para satisfacer los deseos de la carne. Por el contrario, usemos lo que Dios ha hecho por nosotros para servirnos unos a otros (versículo 14). El camino de vida de Dios es el de preocupación y amor altruista—primero hacia Dios, Su Familia y Su Obra.

Debemos tener control sobre nosotros mismos, de lo contrario no podremos ayudar a Cristo a revolucionar esta Tierra. El pastor general Gerald Flurry dijo una vez: “La ocupación suya y mía es la de convertir personas, y las convertiremos exactamente en la misma proporción en que nos convertimos a nosotros mismos”. ¿Hasta qué punto se ha convertido usted mismo? ¿Cuánto ha permitido que Dios le convierta hacia Su ley y Su camino de amor?

En el Worldwide News de febrero de 1979, Herbert W. Armstrong escribió: “La actitud de Satanás es su principal mal”. La diferencia entre pecado y justicia, levadura y sin levadura, tiene que ver con una actitud mental. Son dos maneras de pensar. Tenemos que ir más profundo que sólo a la acción; ¡necesitamos llegar a la raíz! ¿Qué hay en el corazón, en el fondo? ¿Cuál es la motivación?

“[Satanás] no tiene hambre y sed de la justicia de Dios”, continuó el Sr. Armstrong. “Sólo alberga el deseo profundamente arraigado de hacer el mal, ¡de ir en contra de la ley de amor y justicia de Dios! Quería ir tan lejos como pudiera en el camino del mal contrario al camino de Dios. Eso había en su corazón”. La ley de Dios es un principio que debe aplicarse en todos los aspectos de la conducta humana. Dios no tiene una lista de lo que se debe y no se debe hacer. De hecho, usted puede hacer algo que está bien, pero si lo hace con la actitud equivocada, ¡incluso eso puede ser pecado!

Tenemos que usar el Espíritu de Dios para aplicar este principio a cada asunto, situación y circunstancia.

Ante todo, la ley de Dios —lo contrario del pecado— es una actitud mental. La ley de Dios es amor; Su mente es amor, o preocupación altruista y desinteresada.

Satanás llegó a Eva a través de su mente. En 1981, el Sr. Armstrong escribió: “El pecado, espiritualmente, es egocentrismo, exaltación del yo, deseo de ser hermoso, vanidad, codicia, deseo de obtener y tomar para exaltar al yo, celos, envidia y competencia, que a menudo resulta en violencia y guerra, resentimiento y rebelión contra la autoridad”.

“Estos son los principios del pecado espiritual” (Worldwide News, 16 de noviembre de 1981).

El pecado espiritual es una actitud. Las actitudes residen en los recovecos más profundos de nuestra mente. ¿Cuál es nuestra motivación? ¿Cómo funciona nuestra mente? Esto nos dice mucho sobre si realmente estamos saliendo de Egipto y recibiendo la verdadera libertad.

Observe lo que el Sr. Armstrong escribió en un Informe del Pastor General de diciembre de 1980: “Si usted permite que un poco de egocentrismo, vanidad, codicia, envidia o celos, espíritu de competencia o resentimiento hacia la autoridad —especialmente la del gobierno de Dios en Su Iglesia— entre en su mente, si usted comienza a actuar por tal impulso, ya ha comenzado en el camino de Satanás. Porque esas actitudes y deseos son maneras de transgredir la ley de Dios, ¡son maneras de pecar!”.

Tenemos que vigilar nuestras mentes muy de cerca. Ahí es donde se gana la batalla contra el pecado.

Tenemos que pensar en lo que se revela en Hebreos 3:13 sobre el engaño del pecado. El pecado es muy engañoso; puede parecer tan bueno. Puede parecer que no tiene nada de malo. ¡Pero lo tiene! Hay engaño en el pecado del que usted debe estar profundamente consciente. Para combatirlo, debe tener un espíritu blando, maleable, enseñable y humilde, de lo contrario ese corazón endurecido lo hará vulnerable al engaño del pecado.

Tenemos la promesa de entrar en la Familia de Dios. Entraremos en el descanso milenario, donde podremos liberar al mundo de la esclavitud. Para estar preparados para tal trabajo debemos permitir que el pan sin levadura de la Palabra de Dios corte profundamente, “hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos” (Hebreos 4:12). Deje que corte en lo más profundo de su mente. ¿Qué motiva sus acciones, pensamientos y palabras? Si no es amor, deshágase de ello porque es pecado. Si quiere librarse del pecado, necesita dejar que la Palabra de Dios y Su Espíritu disciernan los pensamientos y los motivos detrás de lo que usted piensa, hace y dice.

Pronto vamos a ayudar a Cristo a acallar la ignorancia de este mundo insensato (1 Pedro 2:15).

“Vivid como hombres libres, pero sin usar vuestra libertad como pretexto del mal; sino vivid como siervos de Dios” (versículo 16; versión Revised Standard). Dios nos ha dado libertad verdadera. Nos ha sacado de la esclavitud del Egipto espiritual. Esa libertad no debe usarse para fines egoístas. Debe usarse para servir a Dios y cumplir Su propósito.

Satanás ha engañado a este mundo haciéndole creer que es libre, pero en realidad está sometido a la esclavitud más cruel. Tenemos verdadera libertad, y podemos traerla al mundo con y bajo Jesucristo. Para eso nos estamos preparando hoy. ¡Por eso estamos aquí! Gracias a Dios y a Jesucristo que hemos sido liberados de Egipto y de la esclavitud. Se nos ha dado la verdadera libertad para servir a Dios y ayudar a cumplir Su plan. Por supuesto, a su vez, Él nos sirve de maneras más grandes de las que nosotros jamás podríamos servirle a Él.