Qué tiene que ver el pan con dejar de pecar
Un paso sencillo, positivo y profundo que nos enseñan los días santos de primavera

Lo correcto y lo incorrecto. ¿Conoces la diferencia?

En gran parte, se nos enseña desde una edad temprana la diferencia entre estos dos conceptos. Algunas acciones estaban prohibidas; otras eran obligatorias. Algunas cosas se respondían con un firme “¡No!”, y si ignorábamos el “No”, recibíamos una consecuencia indeseable.

Aprendimos que algunas cosas estaban bien y otras no. También aprendimos que teníamos que hacer ciertas cosas y que no hacerlas estaba mal.

Algunos definen esta idea (de que las cosas están bien o mal) como “moral” o “valores”. ¡Y esa idea proviene del Dios Creador! Su Palabra define lo correcto y lo incorrecto. A veces denomina estas cosas como el “bien” y el “mal”. En la terminología bíblica, el camino equivocado se llama “pecado”, y el correcto se llama “justicia”. El pecado, de hecho, es la transgresión de la ley (1 Juan 3:4), la ley de Dios. Una persona o una acción puede ser “pecaminosa” o “lícita”.

Dos estados opuestos

Dios instituyó un festival que representa exactamente esto en una forma tangible y física. Los Días de Panes sin Levadura nos enseñan este concepto básico y global. El pan no puede tener un poco de levadura y a la vez ser sin levadura (1 Corintios 5:6; Gálatas 5:9). Es leudado o no es leudado.

¡Este es un concepto que incluso la mente de un niño puede comprender!

Sin embargo, la vida está llena de luchas mientras intentamos hacer lo correcto y resistirnos a las cosas que hemos aprendido que están mal. Luchamos constantemente para hacer lo que debemos y evitar hacer lo que no debemos.

¿Y qué tiene que ver el pan sin levadura con esto? La respuesta es asombrosamente sencilla, pero es profunda y cambia la vida.

¿De dónde vienen la ley y el pecado?

En primer lugar, considera que la ley de Dios —este código de conducta— se basa en la naturaleza de amor de Dios. Dios es amor (1 Juan 4:8, 16). Su ley es amor (Romanos 13:8-10; Gálatas 5:14). Por lo tanto, Dios es la encarnación de Su ley.

Desde el principio, había una forma en que Dios y del Verbo vivían. Era natural para ellos; Pedro la llamó la “naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Cuando el hombre fue creado, Dios definió para el hombre Su naturaleza en la forma de Su ley. De nuevo, el pecado se define como una transgresión de esa ley. Dios no puede pecar (por ej., Tito 1:2 dice que Él no puede mentir), y la razón por la que Dios no puede es porque el pecado es lo opuesto a lo que Él es.

Sin embargo, sabemos que esta ley existía incluso antes del hombre. Cuando Lucifer se convirtió en el adversario de Dios (cuando se convirtió en anti-Dios) Ezequiel 28:15 dice que “iniquidad”, o “desafuero”, se encontró en él. El versículo 16 dice: “Pecaste”. Por primera vez en la historia, un ser fue contrario a la forma de ser de Dios y el Verbo; la forma en que habían vivido por toda la eternidad.

En toda la Biblia, Dios deja muy claro el camino correcto, Su ley, tanto su principio general de amor como sus puntos más precisos de cómo se manifiesta el amor, desglosados en los Diez Mandamientos y aún más en estatutos y juicios más precisos.

Esa ley define lo que está bien y lo que está mal. Sabemos lo que es el pecado gracias a la ley (Romanos 7:7). Y sabemos cuándo nos quedamos cortos. Es difícil cumplir la ley, ¿verdad? Añádele a eso que el primer pecador es el dios de este mundo (2 Corintios 4:4) y que él está trabajando constantemente para que pequemos (Efesios 2:2; Apocalipsis 12:9).

Incluso como joven, sabes que hacer lo “correcto”, es decir, vencer el pecado y guardar la ley de Dios perfectamente, bajo estas condiciones, es casi imposible.

La Biblia revela que sin el Espíritu Santo de Dios morando en una persona, la mente inconversa no puede guardar la ley de Dios en su intención más verdadera. Dios debe estar creando Su “naturaleza divina” en una persona a través del poder de ese Espíritu que mora en ella.

Pero hay algo que tú puedes hacer, incluso siendo joven, para crear hábitos adecuados en ti, mientras el Espíritu de Dios te lleva a elegir el camino de Dios cuando seas lo suficientemente maduro para hacer tal compromiso.

Si todo lo que estás tratando de hacer es resistir el pecado o dejar de pecar, necesitas entender más profundamente los Días de Panes sin Levadura.

Qué tiene que ver el pan sin levadura

Tenemos abundante material para mostrar cómo Dios utiliza el símbolo de la levadura en el pan para representar aspectos del pecado, específicamente durante siete días. Y durante el tiempo que precede a este período de una semana, eliminamos físicamente toda la levadura de nuestros lugares de habitación, tal y como ordena la Biblia (Éxodo 12:19).

¡Pero no nos detenemos ahí! Dios dice en Levítico 23:6: “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a [el Eterno]; siete días comeréis panes sin levadura”.

Verás, los siete días de Panes sin Levadura no son sólo siete días de abstenerse de comer levadura. Fíjate que Dios no lo llama la fiesta de no panes con levadura. Dios pone el énfasis aquí en la “ausencia de levadura”—un símbolo de justicia.

La lección que aprendemos del pan es que debe ser leudado o sin levadura. No puede ser ambas cosas, ni tampoco ninguna.

Debemos hacer exactamente lo contrario del pecado: debemos hacer la justicia. Esta es, pues, una de las principales lecciones de los Días de Panes sin Levadura: para cada acción pecaminosa, hay una acción justa contraria. Estos días nos enseñan cómo vivir lo opuesto al pecado.

No ‘dejamos’ de pecar simplemente ‘deteniéndonos’

De nuevo, vencer es un esfuerzo espiritual y es imposible sin la ayuda de Dios. Pero estos días nos enseñan un papel vital que podemos desempeñar en esto, y es una lección que incluso una persona joven puede aprender.

No dejamos de pecar simplemente por no cometer más ese pecado, así como no simplemente no comemos pan con levadura por siete días. Debemos comer pan sin levadura durante esos siete días.

Una manera en que podemos dejar de pecar es reemplazando la acción pecaminosa con la justicia,
así como comemos pan sin levadura en lugar del pan con levadura que normalmente comemos.

El apóstol Pablo expuso este concepto en Efesios 4, citando varios ejemplos prácticos de pecados que tienen lo que podríamos llamar las contrapartes justas.

Comienza estos ejemplos diciendo al cristiano que se despoje de “la pasada manera de vivir [conducta]”, a la que llama “el viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”, y amonesta a este cristiano: “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).

Un cristiano convertido no se limita a despojarse del viejo hombre. Esta persona debe remplazarlo con el nuevo hombre, creado por Dios en “justicia y santidad de la verdad”. Los ejemplos específicos que da a continuación son principios que pueden ser practicados incluso por alguien joven.

En los versículos siguientes, Pablo subraya que se trata de algo más que de detener la acción pecaminosa. Requiere hacer lo contrario. Vivir el significado de estos días es más que simplemente abstenerse de ciertas acciones pecaminosas. Es más que sólo quitar la levadura. Se trata de comer sin levadura, vivir y actuar en el camino justo.

Sustituir las acciones pecaminosas por su opuesto justo

El plan de los días santos de primavera de Dios incluye la eliminación del pecado y su sustitución por algo. De

hecho, ¡remplazar el pecado con la justicia es la única manera segura de eliminar el pecado! Es el principio de vencer el mal con el bien (Romanos 12:21).

Fíjate en el ejemplo que utiliza Pablo en Efesios 4:28: “El que hurtaba, no hurte más…”. Así que Pablo dice que para superar el pecado de robar, primero hay que dejar de robar, sí. ¡Eso es lo que significa sacar la levadura! Pero el simple hecho de abstenerse de robar no rehabilita al ladrón.

Un ladrón que no está robando es sólo un ladrón entre trabajos. Para vencer realmente este pecado, ¡Pablo dice que el ladrón debe hacer lo contrario! ¿Y qué sería eso? “Sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”.

Un ladrón supera el hecho de serlo cuando aprende a trabajar por su salario; ¡e incluso aprende a dar de lo que gana a los que lo necesitan! ¡Tiene que dejar de caminar según el camino del obtener y caminar según el camino del dar!

Pablo utiliza otros ejemplos en este pasaje: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (versículo 25).

El versículo 29 se refiere a otro pecado de la lengua: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”.

Si tienes problemas con mentir, con maldecir o chismear, no lo superas simplemente no pronunciando una palabra más. Eso es como sólo sacar la levadura, pero no comer el pan sin levadura. Para dejar de mentir, debemos en vez de eso decir la verdad. Si tenemos un problema de chismes, Pablo dice que debemos cambiar ese tipo de conversación con palabras que edifiquen a los demás, encontrar algo positivo que decir sobre otro.

Si entras en los Días de Panes sin Levadura con una lista (quizás mental, quizás incluso escrita en alguna parte) de cosas que sabes que debes dejar de hacer, entonces considera: ¿Con qué las remplazas? Ciertamente, debemos remplazar los pensamientos de esas acciones pecaminosas con pensamientos justos, y debemos cambiar las acciones pecaminosas con las justas, es decir, con estas contrapartes justas. No sólo te abstengas de pensamientos y acciones pecaminosas. Piensa y haz lo correcto.

Es importante tener en cuenta los dos tipos de pecados que generalmente cometemos: los pecados de omisión (cosas que deberíamos hacer y no hacemos) y los pecados de comisión (cosas que hacemos y que violan directamente la ley de Dios). Durante los Días de Panes sin Levadura (y a lo largo del año) a medida que nos volvemos más conscientes de nuestros pecados, Dios quiere que nos demos cuenta de que si se trata de un pecado de omisión, el siguiente curso de acción es, obviamente, empezar a hacer lo que deberíamos hacer. Si es un pecado de comisión, entonces debemos encontrar lo opuesto correcto a esa acción pecaminosa. Pregúntate: “¿Cómo me arrepiento de este pecado? ¿Cuál es la conducta justa que debo tomar en el futuro para salir de este pecado?”.

Pablo escribe en 1 Corintios 5:7-8: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.

Eliminamos la levadura para convertirnos en una nueva masa sin levadura. ¡Remplazamos la levadura con aquello sin levadura! ¡Remplazamos, como muestra el ejemplo aquí, la malicia y la maldad con sinceridad y verdad!

Vencer el pecado significa ir en la dirección opuesta al pecado, realizando la contraparte justa.

Esta primavera, mientras buscamos y encontramos la levadura físicamente, todos debemos meditar no sólo en los pecados de nuestras vidas, sino en los justos opuestos. Debemos orar para que Dios nos muestre el “pan sin levadura” que podemos usar para remplazar la levadura en nuestras vidas. Hacer esto nos ayudará a hacer que los Días de Panes sin Levadura de este año, independientemente de nuestra edad, sean los más significativos hasta ahora.