¿Deberían los adolescentes autoexaminarse?
El papel de un adolescente en la temporada de días santos de primavera

Cuando faltan pocas semanas para la Pascua y los Días de Panes sin Levadura, los sermones, artículos y estudios bíblicos centran nuestras mentes en la preparación de este tiempo tan especial del año.

¿Cuántos de ustedes, adolescentes, ayudan a sus padres a desleudar su habitación? ¿Tal vez el coche? ¿O el temible sofá donde las galletas se han colado entre los cojines?

Además de eliminar la levadura, es probable que hayas oído hablar de autoexaminarse en esta época del año. Parte de la lección detrás de desleudar no es sólo limpiar la casa, sino entender mejor cómo estas acciones físicas son paralelas a lo que deberíamos hacer espiritualmente durante todo el año. La levadura representa el pecado en nuestras vidas, y buscar migajas en cada rincón y rendija de nuestras casas es similar a lo que deberíamos hacer en nuestras propias vidas: examinarnos en busca de las migajas de levadura de las que debemos deshacernos.

Cuando era adolescente, nunca me enseñaron realmente la increíble visión que Dios tiene para nosotros. Este fue el punto en el que me desconecté. Bla, bla, bla… este es otro mensaje de examínate a ti mismo, y eso es sólo para los bautizados en la Iglesia, y sólo para la temporada de primavera. Yo no estoy bautizado, así que lo único que voy a hacer es interrumpir mi diversión con un montón de limpieza extra.

Pero ¿es el autoexamen sólo para tus padres?, ¿es sólo para los bautizados? ¿Deberías tú, como adolescente, autoexaminarte? Veamos lo que dice la Biblia sobre este tema.

En 1 Corintios 11:28, encontramos el mandato de examinarnos en el contexto de ser dignos de tomar la Pascua: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”.

Este examen es específicamente sobre (y en preparación para) la participación de los símbolos en la ceremonia de la Pascua. Dado que sólo los adultos bautizados toman la Pascua, no hay una referencia directa a los adolescentes. Pero la palabra “examinar” significa “probar”, “poner a prueba” o “aprobar”. Esa palabra viene de una palabra raíz que significa “pensar”.

Seguramente todos deberíamos estar pensando, incluso cuando somos adolescentes.

Podrías razonar, Pero como adolescente, no tomo la Pascua, así que no tengo parte en este proceso de examen. Pero como veremos, el autoexamen no es exclusivo de la temporada de Pascua y sus participantes bautizados.

1 Corintios 7:14 muestra que tú eres santificado —o apartado para un uso santo— debido a la conversión de tu padre o madre o tutores. Debido a la conversión de tus padres, tú como niño y adolescente en la Iglesia de Dios tienes una relación especial con Él. Tus amigos en la escuela no tienen este contacto con Dios. Ellos no pueden porque, en conjunto, el mundo está cortado de Dios (Génesis 3:22-24). Él está diciendo en 1 Corintios 7:14 que tú eres especial a Sus ojos. ¡Esa es una verdad asombrosa!

¿Te sientes especial? Cuando yo era adolescente, este entendimiento apenas estaba siendo revelado a Herbert W. Armstrong, y no me sentía muy especial.

La Biblia nos dice que “a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48). A veces la mente adolescente, o incluso la mente adulta, puede decir, Si no escucho, entonces Dios no me hará responsable. Pero eso no es cierto. Dios te ha dado acceso a Él, y espera mucho a cambio. Él espera que incluso tú, como adolescente, aprendas y crezcas a medida que vives Su camino de vida.

Así que volvemos a nuestra pregunta original: ¿Deberían ustedes, como adolescentes, autoexaminarse?

Josué 4:1-7 cuenta la historia del monumento de piedra que Dios hizo construir a los israelitas en el río Jordán como un memorial. Dios estableció memoriales como ese para que los hijos de las generaciones futuras vieran esos montones de piedra y se preguntaran: ¿Por qué las piedras, papá? ¿Qué pasó aquí que Dios quiere que recordemos?

Para nosotros, la Pascua es uno de estos memoriales: un memorial de la muerte de Cristo. Los Días de Panes sin Levadura son un memorial del viaje de los israelitas fuera de Egipto, para recordarnos nuestro viaje fuera del pecado. El proceso de desleudar también es un memorial—para recordarnos el autoexamen adicional que se requiere para tomar la Pascua dignamente. Dios puso en marcha Su plan para que los padres, los niños y los adolescentes pudieran participar en él.

Éxodo 12 cuenta la historia de la última plaga que Dios envió a los egipcios: la muerte de los primogénitos. Ponte en ese momento, en el lugar de un joven adolescente israelita. Dios ha ordenado a tus padres que aparten un cordero y lo sacrifiquen en un tiempo determinado, y que luego unten su sangre en
los postes y el dintel de tu casa. Los adolescentes egipcios de la época probablemente habrían pensado que estabas loco. Tú también habrías pensado que tus padres estaban locos. Tal vez no hubieras querido quedarte dentro de la casa esa noche como Dios había ordenado. Pero como muestra la historia, si no hubieras obedecido a tus padres y te hubieras quedado dentro, habrías muerto.

Como adolescente de aquella época, puede que no entendieras todo el simbolismo, pero apuesto a que habrías entendido la muerte—especialmente al escuchar los lamentos de los padres egipcios. Primero habrías obedecido y luego habrías entendido por qué Dios te ordenó a ti y a tus padres comportarse de esa manera.

El Sr. Armstrong nos enseñó el principio del entendimiento a través de la obediencia. En sus escritos, el Sr. Armstrong explicó que él y su esposa guardaron los días santos durante 14 años antes de que se aclarara su verdadero significado. Tal vez tú tengas 14 años, o sólo unos pocos más que eso. Imagínate hacer algo como ayunar en el Día de Expiación cada año durante 14 años —toda o la mayor parte de tu vida— sin saber ninguna de las razones por las cuales deberías hacerlo. Puede ser muy fácil dar por sentado nuestro entendimiento de estos días. El Sr. Armstrong y su esposa simplemente vieron que estos días estaban ordenados en la Biblia, y obedecieron primero, antes de entender lo que significaban.

Como adolescentes (e incluso como adultos) a menudo hay que obedecer primero, y luego vendrá el entendimiento. David era un niño pastor, pero era sabio más allá de su edad y Dios estaba trabajando con él. Fue ungido rey. Un día tú también serás rey y sacerdote. Si David no hubiera estado viviendo y practicando el camino de vida de Dios diariamente, no habría sido usado poderosamente por Dios. Tampoco podemos esperar ir por la vida haciendo lo que queremos y buscando nuestros propios placeres. No podemos simplemente dejar la Iglesia para probar un poco el mundo, y luego volver al ver que se acerca el día malo para obtener nuestra recompensa. Es un proceso: un proceso diario, semanal, anual. Este proceso requiere que evaluemos continuamente dónde estamos en nuestra relación con Dios. Tú deberías estar haciendo esto ahora. Cuando te conviertas en un miembro bautizado de la Iglesia de Dios, habrás tenido varios años de práctica autoexaminándote. ¡Qué tremenda bendición!

El mismo principio se aplica a la oración, al estudio de la Biblia y a la meditación: las herramientas de comunicación con Dios. Si no estás abriendo esta línea de comunicación hoy, no tendrás el mismo éxito a medida que madures hacia tu compromiso de bautismo. Esta es una ventaja que tienes por delante de los que son llamados directamente del mundo.

Un examen, al igual que una prueba en la escuela, mostrará dónde estás débil y dónde eres fuerte. Durante el proceso de autoexamen, necesitamos ver los aspectos positivos así como las cosas en las que necesitamos trabajar. Tenemos que mirarnos en el espejo de la ley de Dios y ver en qué estamos fallando (Santiago 1:22-25). ¿Nos medimos según la estatura y la plenitud de Cristo (Efesios 4:13), o nos comparamos con nuestro prójimo? Es fácil pensar: Bueno, yo no soy tan malo como ese tipo. Pero tus compañeros de escuela no están apartados por Dios para un uso santo. Ellos no tienen acceso a Dios como tú, no todavía. Hay siete cosas prácticas en una lista más abajo que puedes hacer como adolescente para comenzar este proceso de autoexamen. Tómate un tiempo en las próximas semanas para evaluarte y ponerte a prueba para ver en qué aspectos lo estás haciendo bien y en cuáles no. Luego, toma las medidas positivas necesarias para hacer algunos cambios ahora.

Entonces, ¿deberían los adolescentes autoexaminarse? ¡Sin duda alguna!

Pasos prácticos para la autoevaluación

1. Pide ayuda a Dios primero.

Todos necesitamos la ayuda de Dios, y como dijo el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

Dios nos ha revelado que Satanás fue arrojado a esta Tierra el 16 de enero de 1986 (Apocalipsis 12:9-12). Eso significa que cuando tus padres eran adolescentes, en realidad lo tenían un poco más fácil que tú ahora. Satanás está furioso, y va tras quien pueda devorar. Necesitas la ayuda de Dios para contrarrestar sus ataques.

2. Lee el folleto de Los Diez Mandamientos.

Repásalo para ver en qué aspectos estás actuando bien y en cuáles necesitas mejorar. Mídete con la ley de Dios.

3. Escribe algunos de tus puntos fuertes y débiles.

Examínate para ver tus defectos y problemas, pero también toma nota de las áreas en las que tienes éxito. Escribirlos en un diario de oración privado puede ser extremadamente beneficioso.

4. Formula un plan de ataque.

Por ejemplo, el Primer Mandamiento dice que no debemos tener ningún otro dios en nuestra vida por encima del único Dios verdadero. Puede que te des cuenta, a través de este proceso de autoexamen, de que has pasado más tiempo jugando a los videojuegos o navegando por la red que orando, estudiando y meditando en la ley de Dios.

Parte de tu plan de ataque podría ser tomar uno de esos espacios de tiempo en los que normalmente juegas a los videojuegos y sustituirlo por algún estudio bíblico. Al día siguiente podrías sustituir ese tiempo por algo de oración, y al siguiente por algo de meditación. Esta es una de las lecciones de autoexaminarse: encontrar las debilidades y sustituirlas por algo bueno. Saca la levadura y pon pan sin levadura.

5. Ejecuta tu plan.

No te limites a hacer un plan, ponlo en práctica. No te sirve de nada si no haces nada con él.

6. Cumple con tu plan.

Sé duro contigo mismo. Ejerce la autodisciplina.

7. Revisa periódicamente, en especial dentro de un año.

El año que viene, por estas fechas, podrás volver a examinarte para ver cómo has crecido en el último año. Esto te dará más cosas en las que pensar mientras creces en la habilidad de autoexaminarte.