Unidad en el matrimonio

Cuando Dios creó a Adán, le dio el trabajo de ponerle nombre a los animales. Adán notó que las parejas de animales se complementaban entre sí. “Mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” (Génesis 2:20). No había ningún complemento, ningún ayudante adecuado o digno para Adán.

Después de que Dios estableció una relación con Adán y le instruyó sobre el conocimiento esencial de los dos árboles, tomó una de las costillas de Adán y creó una mujer, una ayuda adecuada, especialmente para él. ¡Tanto el orden como la manera en que Dios creó a Adán y Eva revelan cómo creó los roles de esposo y esposa! Él creó no sólo a un hombre y una mujer, sino también la relación entre el hombre y la mujer cuando instituyó el matrimonio. El papel del marido es amar y dirigir, proveer y proteger. El papel de la esposa es someterse y apoyar a su esposo.

Dios tenía una razón muy específica para crear la relación de esta manera. Recuerde, ¡Su máximo propósito es expandir Su Familia de Padre e Hijo!

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios…” (Juan 1:1). ¡La palabra con denota la relación espiritual más cercana que pueden tener dos seres! Dios y el Verbo no tienen una relación matrimonial, ¡pero Dios puso la esencia de su relación en la relación matrimonial! El Verbo era el asistente de Dios. Se complementaban perfectamente. Y había gobierno: el Verbo se sometía perfectamente a Dios en todo, y tenían una unidad perfecta y maravillosa.

Dios quería que Adán y Eva, y toda la humanidad (a través del matrimonio y la familia), experimentaran el mismo nivel de unidad que Dios y el Verbo siempre han experimentado, ¡porque la unidad genera felicidad, paz y gozo!

Cuando el Verbo se convirtió en Jesucristo, dijo: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6).

“Los dos” se refiere a masculino y femenino. El hombre y la esposa se convierten en “una sola carne” no sólo físicamente a través del sexo, sino también mental, emocional y, lo más importante, espiritualmente. Por eso es que Dios es quien une al hombre y a la esposa en matrimonio. ¡El matrimonio les permite lograr mejores y más grandes cosas juntos, complementándose entre sí a través de una unidad resplandeciente de mente y propósito!

A través del matrimonio, Dios quiere que el hombre experimente esa unidad gozosa y estimulante que Él y el Verbo experimentan. Sólo mediante el cumplimiento de los roles designados por Dios como esposo y esposa, los hombres y las mujeres pueden experimentar este tipo de unidad. Y para hacer eso, el esposo y la esposa deben ser guiados no por el espíritu de este mundo sino por el Espíritu de Dios.