Entrene la mente

Para criar adecuadamente a su hijo, debe entrenar su mente. Y para entrenar adecuadamente su mente, debe saber cómo Dios hizo la mente humana. La mente humana es un misterio para los científicos y educadores. Ellos entienden mucho sobre el cerebro humano, pero admiten en gran medida que no saben casi nada sobre la mente humana. Herbert W. Armstrong escribió en Lo que la ciencia no puede descubrir sobre la mentehumana que la mente humana es el cerebro humano más un elemento espiritual que él denomina “espíritu humano”. Por eso hay que enseñar a un niño no sólo buenos hechos o incluso buenos comportamientos, sino una buena actitud.

El Sr. Armstrong escribió en un artículo de La Pura Verdad de 1984: “Entrene a un niño para que piense y decida de acuerdo con el espíritu y la actitud de la ley de Dios, amor hacia los demás, consideración por el bien y el bienestar de los demás, y enséñele que el camino de Satanás del egoísmo y los celos, la envidia, el antagonismo hacia los demás, está mal. Enseña al niño a honrar a sus padres”.

¡Qué maravillosa instrucción! Enseñe a su hijo hechos, cifras y comportamientos, sí. Pero también enséñele a tomar buenas decisiones. Enséñele a discernir el bien del mal. Enséñele que las decisiones tienen consecuencias. Enséñele la causa y el efecto. Enséñele a ver más allá de sí mismo, a comprender y empatizar con los demás. Enséñele a pensar en cómo sus decisiones y palabras afectan a otras personas. Enséñele a pensar en lo que piensan y sienten los demás. Enséñele a buscar las necesidades de los demás. Enséñele a llevarse bien, a trabajar con los demás, a evitar conflictos innecesarios y afrontar y resolver los conflictos necesarios. Enséñele a dar. Enséñele a discernir y comprender sus propios pensamientos, emociones y motivaciones, y a dirigirlos de forma correcta. Enséñele a pensar, a razonar, a juzgar basándose no en sus propios sentimientos o razonamientos, sino en lo que su Creador enseña en la Biblia.

Eso es un pensamiento de alto nivel. Requiere mucho trabajo, pero recuerde: no es sólo un cerebro humano lo que está entrenando. Es una mente humana asombrosa, dada por Dios.