El servicio de la Iglesia no había llegado a la mitad cuando un anciano se puso de pie y gritó: “Hermanos, ¿lo están disfrutando o sólo lo están soportando?”. Él pertenecía a un “tipo de religión gritona”, como recordó más tarde Herbert W. Armstrong. ¡Al menos para este hombre, la congregación no estaba muy emocionada de estar allí!
Esos comentarios belicosos le recordaron al Sr. Armstrong un malentendido común entre creyentes y no creyentes. Algunas personas religiosas sienten la necesidad de gritar y emocionarse en los servicios religiosos. Otras sienten que una vida cristiana les exige renunciar a todo placer y dedicarse a una vida de penitencia. Y los no creyentes simplemente adoptan el estilo de vida que mejor les parece. Para el Sr. Armstrong, estaba claro que la humanidad en su conjunto no podía ponerse de acuerdo sobre cómo tener la vida cristiana abundante, llena de gozo divino.
“Yo he venido”, dijo Jesús, “para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Nuestro Salvador vino a traernos la vida abundante. Sin embargo, el hombre no parece ponerse de acuerdo sobre lo que esto implica.
Realmente existe una vida abundante y gozosa, y Dios llama a Sus primeros frutos para que formen parte de ella hoy.
La búsqueda de la ‘felicidad’
La sociedad moderna se enfrenta a una pregunta desconcertante: ¿Por qué, en un mundo con tantos avances, vemos tanta infelicidad? Todos nuestros lujos y comodidades no proporcionan una alegría duradera. En mi país natal, Australia, el “país de la suerte”, uno de cada 16 ciudadanos sufre depresión. Uno de cada 7 tiene ansiedad. ¿Y qué pasa con los jóvenes, los herederos de la era moderna? La organización australiana de apoyo a la salud mental y el bienestar Beyond Blue estima que el 75% de los problemas de salud mental se producen ahora antes de los 25 años. Uno de cada 40 niños de entre 12 y 17 años intentará suicidarse.
¡El dilema de una prosperidad que aumenta a la par con la infelicidad lleva a algunos a creer que el gozo simplemente no es posible! “Nuestro cerebro no sabe cómo ser feliz, o al menos cómo estar contento”, escribió un psiquiatra para Psychology Today. “La felicidad pertenece a un reino diferente. Es el reino de las ideas abstractas y los mitos”.
¡Qué perspectiva tan miserable! ¿Es realmente la felicidad duradera tan esquiva?
¡El autor del artículo está cerca y a la vez a mil kilómetros de la verdad!
Ciertamente, ¡la felicidad del mundo es temporal! Es una fachada endeble de la alegría verdadera y duradera de Dios. ¿Por qué? Porque es producto de lo que el Sr. Armstrong llamaba el camino de vida del “obtener”.
El hombre está incompleto. Hay un vacío en su vida. Un anhelo. Para llenar ese vacío, la gente busca ganar, experimentar, tener: obtener. La tendencia es llenar nuestras vidas con lo que nosotros queremos. Pero es la búsqueda de la meta equivocada. ¡Estas búsquedas egoístas no logran llenar el vacío!
Nuestra sociedad materialista ha fabricado un nuevo significado para el “gozo”. La casa grande, el coche rápido, riqueza, fama; con demasiada frecuencia, la gente los considera el medio para alcanzar la felicidad. Pero luego de adquirir la “cosa”, ¡se despiertan y descubren que no les ha aportado nada de felicidad duradera! La casa se deteriora. El coche se raya. Demasiado pronto, la sensación de felicidad se desvanece y hay que llenar el vacío con la siguiente “cosa”.
El hombre busca la felicidad en el lugar equivocado. Así, siempre está persiguiendo, pero nunca alcanzando, el gozoverdadero y duradero.
La fuente del gozo
El Sr. Armstrong señaló lo siguiente en su artículo “¡Ésta es la vida! La verdadera vida abundante”: “Un filósofo, editor y conferencista de fama mundial al que conocí y que (…) no tenía ningún interés en la religión, dijo que no deseaba ser reprimido ni vivir una vida de penosa penitencia. ‘Deseo’, dijo, ‘ser radiante, alegre, amigable y encontrarme con la gente con una sonrisa’. Al parecer, asumió que una vida así de feliz no podía ser una vida religiosa” (Las Buenas Noticias, agosto de 1982).
Muchas personas hacen la misma suposición. Sin embargo, Dios nos da todas las oportunidades para ser verdaderamente felices, ¡y nos muestra cómo lograrlo! De hecho, los primeros frutos de Dios (Sus llamados) deberían estar llenos de este tipo de gozo.
Observe los frutos del Espíritu Santo de Dios en Gálatas 5:22-23. ¡El segundo fruto, después del amor, es el gozo! Esta palabra griega significa alegría o deleite tranquilo. ¡Este es el gozo duradero que el hombre busca con ahínco!
Pero ¿cómo obtenerlo?
Eclesiastés 2:26 dice: “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo…”. Observe el orden: La sabiduría y el conocimiento vienen primero. Los obtenemos a través del Espíritu Santo, un don de Dios por el que debemos orar diariamente (2 Corintios 4:16). Dios dice que no podemos tener gozo sin sabiduría y conocimiento, y no podemos tener aquellos sin Su Espíritu. El gozo proviene del Espíritu de Dios y está disponible para aquellos que están dispuestos a permitir que Dios trabaje con ellos a través de ese poder espiritual. ¡No se puede obtener por ningún otro medio!
El mundo desprecia la Santa Biblia. Sin embargo, es en el aprendizaje y en el hacer como Dios manda que podemos tener un gozo piadoso. Debemos aprender y crecer en sabiduría y conocimiento a través de la oración y el estudio de la Biblia como Dios dispuso; ¡entonces viene el gozo!
Gozo piadoso
Dios ofrece un gozo diferente al que experimenta el mundo. Es un gozo real: el tipo de gozo que permanece a pesar del dolor, el sufrimiento, las pruebas o tribulaciones, incluso cuando se nos despoja de los bienes materiales; es el tipo de gozo que nos sostiene a través de la tribulación.
Fíjese en el rey David, un hombre según el corazón de Dios (Hechos 13:22). Aunque su vida ciertamente tuvo su parte de pruebas, tribulaciones y fuertes correcciones, ¡él fue feliz! Un estudio de los Salmos revela cómo era el corazón de David. Las palabras alabanza, canto, canción y salmo aparecen cientos de veces; y palabras como regocijo, gozo, alegría, complacencia, deleite y felicidad aparecen más de cien veces.
Cristo es el ejemplo perfecto de gozo. “Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos” (Juan 17:13). Cuando Cristo pronunció estas palabras, estaba a pocas horas de ser desollado vivo y clavado en un madero, ¡y estaba hablando con Su Padre sobre el gozo!
Los apóstoles también llegaron a poseer este gozo, ¡a pesar de que todos ellos, excepto uno, murieron como mártires por la verdad como lo hizo Cristo!
El apóstol Pedro escribió: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado” (1 Pedro 4:12-14). ¡Pedro tuvo la alegría de los primeros frutos! Alégrense en sus pruebas, dijo a los miembros de la Iglesia. ¡Nos casaremos con Cristo!
¿No es ese maravilloso futuro algo que debería llenar nuestras vidas de una alegría duradera? Pero conocer la verdad no es suficiente. ¡Debemos ser como Pedro y actuar en consecuencia!
Obediencia gozosa
Una cosa es obedecer, pero otra es obedecer con gozo. Satanás y los demonios obedecen a Dios. En Mateo 8, Cristo ordenó a los demonios que se fueran, y lo hicieron. Lo mismo hizo Satanás al final de su titánica batalla con Cristo en Mateo 4. Sin embargo, no hubo gozo en su obediencia.
Nosotros también podemos obedecer, pero necesitamos algo más que una obediencia renuente de “tener que”. ¡Dios desea una obediencia alegre!
Tenemos todos los motivos para alegrarnos en nuestra obediencia. Debemos nuestra propia existencia al Dios que nos concedió la bendición de esta vida, ¡y la oportunidad de estar en Su Familia en el maravilloso Mundo de Mañana! En Su amor, Dios nos ha dado la comprensión misma de cómo vivir una vida plena y feliz. Qué trágico cuando nos olvidamos y nos volvemos a nuestro propio entendimiento de cómo ser felices.
Juan 13:16-17 dice: “De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.
¡Noteeso! Cristo no dijo: “¡Si sabéis estas cosas, seréis felices!”. Muchas personas piensan que pueden leer e incluso entender la verdad, y ser felices. No funciona así. ¡Debemos ser hacedores!
¿Podría Dios confiar Su Reino a personas que sólo obedecen cuando tienen que hacerlo? No, Dios necesita a personas como el Sr. y la Sra. Armstrong quienes, durante más de una década, guardaron los días santos sin saber siquiera por qué, ¡pero lo hicieron porque anhelaban obedecer a su Hacedor!
El deleite de Dios
Juan 15:10-11 dice: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. La Ferrar Fenton traduce la palabra gozo como “deleite”. Guardar los mandamientos de Dios es un deleite.
Satanás es un maestro del engaño. En su mundo, ¡la ley de Dios es vista como algo negativo! El diablo desprecia la ley de Dios. ¡Se deleita en derribar la Palabra de Dios! Así, en el mundo, ¡la anarquía se promueve como libertad! Entonces, cuando produce miseria, la gente se convence de que realmente no es su culpa. El mencionado psicólogo escribió: “Deberíamos consolarnos sabiendo que la infelicidad no es realmente el resultado de nuestras deficiencias morales. Es culpa de nuestro diseño natural. Viene desde nuestros planos de construcción”. ¡Qué satánico!
¡El deleite de Dios puede y debe ser pleno en nosotros! ¡Dios quiere que seamos felices! Incluso en medio de una dolorosa prueba, ¡deberíamos tener un gozo subyacente! Eso no quiere decir que no podamos afligirnos, o tener pena y tristeza. Pero Dios proporciona a Sus primeros frutos un medio para una alegría más profunda y duradera que brilla mucho más allá de cualquier nube o infelicidad.
En su artículo “Experimente el gozo verdadero”, el fallecido Ron Fraser escribió: “¡En la medida en que nos sometamos, obedezcamos y apliquemos la ley de Dios en nuestras vidas, recibiremos, experimentaremos y produciremos el fruto del gozo!” (Royal Vision, enero-febrero de 2010). Luego citó 1 Juan 5:3: “Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Satanás promueve el falso cristianismo, centrado suscitar emociones de éxtasis fugaz o en suprimir toda esa pasión como un monasterio húmedo y enclaustrado. ¡Ambas cosas se apartan del verdadero modo de vida abundante!
El gozo de Dios no puede generarse dentro de nosotros mismos. Es un don de Dios y se basa en la ley. Esa ley no es prepotente ni nos priva de cosas buenas. Nos protege del pecado de este mundo que sólo produce infelicidad y destrucción.
Una visión del gozo
Cuando tenemos una visión como la de Pedro, podemos tener el deleite de Dios. No importarán las pruebas que enfrentemos. Lo consideraremos todo alegría porque amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos, ¡y porque vemos lo que está por venir!
“¿Por qué, entonces, deja a veces que la depresión o el desánimo le arrastren? Sean cuales sean sus problemas, dificultades o pruebas, sólo son temporales. Lo que realmente cuenta es lo que está por delante, y lo que está por delante supera con creces todas sus expectativas”. (Las Buenas Noticias, marzo de 1979).
En Isaías 65:17-19 dice: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor”.
Cuando Dios establezca Su Reino en la Tierra, Jerusalén será el hogar de los primeros frutos. ¡Dios llama a Su capital un gozo! Éste es el futuro que debería motivarnos y llenar nuestras vidas de felicidad y emoción. La parábola de Mateo 13:44 describe el Reino como un tesoro escondido en un campo. Y cuando el hombre lo encuentra, “gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”. ¡Está motivado y actúa con alegría!
El Reino que viene es de pura alegría (Mateo 25:21, 23). Y al prepararse para ese Reino, ¡las primicias deben ser las personas más gozosas de todas! ¡Estamos a punto de casarnos con Cristo! ¿Qué novia no está radiante cuando camina hacia el altar para casarse con su esposo? “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8). ¡Nuestro gozo debería ser un gozo indecible!
La sociedad está asolada por la miseria y la infelicidad, la depresión y el suicidio. ¡Todos son signos de un mundo que necesita urgentemente una alegría duradera! Dios está llamando a Su pueblo a una labor de vital importancia: ayudar a introducir un mundo nuevo lleno de gozo. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Jesús está llamando a Sus primeros frutos alegremente obedientes y respetuosos de la ley para que ayuden en este feliz esfuerzo.