El espíritu de profecía
Viva en este espíritu como lo hizo Cristo, ¡y podrá conquistar cualquier cosa!

“Y me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10). El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

Testimonio viene del latín testimonium, que es la palabra utilizada para los Diez Mandamientos. El diccionario Webster ofrece tres definiciones principales: las tablas inscritas con la ley mosaica; una autentificación de primera mano de un hecho y una declaración solemne.

Así que este testimonio del que escribió el apóstol Juan es muy diferente a la mayoría: ¡Es una declaración de Dios en la carne!

El Temple Dictionary of the Bible [Diccionario bíblico del Templo] escribe: “En el Antiguo Testamento, especialmente en el Salmo 119, en el plural esta palabra representa la ley divina. (…) El testimonio se une con frecuencia a los ‘mandamientos’ (2 Reyes 23:3). (…) Se usa enfáticamente para las dos tablas de la ley”. Este es un testimonio de Dios en la carne. Fue Su mensaje cuando vino a la Tierra.

Y este testimonio es el espíritu de la profecía. El Thayer’s Greek Lexicon [Léxico griego de Thayer] lo define como “un testimonio: el oficio encomendado a los profetas de testificar acerca de eventos futuros…”.

Cristo dijo: “Pero yo no recibo testimonio [la misma palabra utilizada en Apocalipsis 19:10] de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos” (Juan 5:34). El testimonio de Cristo no vino de un hombre. Es perfecto y está en el espíritu de la profecía.

Thayer amplía aún más esta palabra: “[E]l testimonio de Cristo es el que Él da en relación con las cosas divinas, de las que sólo Él tiene un conocimiento profundo (…) ese testimonio que dio sobre los acontecimientos futuros relacionados con la consumación del Reino de Dios…”. ¡Eso es testimonio profético!

Es fundamental que, al igual que Cristo, ¡entendamos y tengamos el espíritu de la profecía!

El testigo fiel

Apocalipsis 1:4 habla de Dios como “el que es y que era y que ha de venir”. Debemos tener siempre presente que ¡Dios va a venir en el futuro!

El versículo 5 llama a Jesucristo “el testigo fiel”, que “nos lavó de nuestros pecados con su sangre”. “Testigo” viene del griego martys, palabra de la que derivamos “mártir”—alguien que muere por una causa. Este es el testimonio que Dios nos dejó, y espera que sigamos Sus pasos. Estos versículos muestran que estamos dando un testimonio que puede requerir que seamos mártires.

En Apocalipsis 6:9 leemos acerca de los santos que “habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”. Su testimonio—su mensaje, su comisión—¡hizo que fueran condenados a muerte! Hay que tener el Espíritu Santo de Dios y mucho entendimiento para captar esto.

“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio de Dios…” (1 Juan 5:9 versión kj). Aquí la palabra “testigo” es la misma palabra griega que “testimonio”. Este es el testimonio de Dios, no del hombre. Es la obediencia perfecta a la ley perfecta de Dios y al plan para el futuro del hombre. Cristo tuvo que ser un mártir, y muchos otros han tenido que ser mártires para publicar este mensaje al mundo.

Jesucristo estuvo siempre en el espíritu de la profecía.

Si su visión se limita al pasado o al presente, se desanimará; ¡incluso puede rendirse! Para aguantar, ¡usted debe tener el espíritu de profecía! Debe mantener su mente en lo que viene y en lo que Dios nos está dando.

Los laodicenos promueven un mensaje de “no profetizar” (Amós 2:12). Eso destruye el mensaje de Dios, ¡y viene del diablo! Si usted no tiene profecía, ¡no tiene el poder de Dios!

¿Cuál será su testimonio? Esto es lo que Dios requiere de nosotros: Cristo dijo que usted debe estar dispuesto a renunciar a su padre, su madre, su hermana, hermano, ¡incluso a su propia vida! (Lucas 14:26). Debemos estar preparados para hacerlo. Y si usted tiene el espíritu de la profecía, lo estará.

Herbert W. Armstrong dijo en su sermón de Pentecostés de 1985: “Jesucristo vino por varias razones. Una de ellas fue calificar para remplazar a Satanás en el trono de esta Tierra y gobernarla como un Rey. Él nació para convertirse en Rey, y vino para calificar para ser el Rey y remplazar a Satanás en la Tierra. Las iglesias han perdido todo conocimiento de aquello. No predican a Jesucristo como el Rey que viene, como un gobernante y alguien a quien obedecer. Han perdido todo conocimiento de ello. Sin embargo, todo está en la Biblia; pero no siguen la Biblia. Ellos obtienen su religión de otra gente anterior a ellos, y la gente simplemente la ha inventado en sus mentes. Ellos no creen en lo que la Biblia dice”.

La verdadera Iglesia de Dios realmente es única. La Biblia está llena de profecías, y sin embargo todas las demás iglesias han perdido ese conocimiento, y no creen realmente en la Biblia.

Oración misteriosa

Justo antes de su muerte, Herbert W. Armstrong hizo un cambio inmediato en la Iglesia de Dios que cambió el curso de la historia. “Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Santiago 5:17). Antiguamente, el profeta Elías profetizó que no llovería en Israel. Pero en esta profecía del tiempo del fin, el tipo de Elías ora para que no haya lluvia espiritual por 3 años y medio. El Sr. Armstrong oró por una sequía espiritual en la Iglesia de Dios. (Lea “La misteriosa oración de Santiago 5:17-18”, en la Visión Real de noviembre-diciembre de 2020, para más detalles.)

El 10 de enero de 1986, seis días antes de su muerte, el Sr. Armstrong escribió: “Esta es mi primera carta a ustedes en 1986, y bien podría ser la última. Ahora, a mis 94 años, me encuentro en un estado muy debilitado físicamente, soportando fuertes dolores y prácticamente sin fuerzas. (…) Puede ser que la obra que Dios me ha dado para hacer esté completa, pero no la obra de la Iglesia de Dios, que estará haciendo fielmente la Obra de Dios hasta que Cristo, la verdadera Cabeza de esta Iglesia, regrese”. Qué maravilloso es eso: Si Dios le da una obra y se queda allí y la termina, no importa cómo usted termine, está hecha. Dios sabía que el Sr. Armstrong había terminado su trabajo y le permitió morir.

El Sr. Armstrong continuó: “Después de mucho consejo y oración durante los últimos meses, Dios me ha guiado a anunciar la decisión tomada la semana pasada de nombrar al Sr. Joseph W. Tkach, director de la administración de la Iglesia, al cargo de pastor general asistente para que me ayude mientras estoy en un estado debilitado, y en caso de que Dios decida tomar mi vida, para que se ponga totalmente en manos de Cristo para dirigir la Iglesia de Dios bajo Cristo, sucediéndome como pastor general, en los tiempos difíciles que se avecinan. Cristo dirigirá la decisión sobre qué hombres continuarán la transmisión [televisiva]”. Observe que él no llamó a Tkach profeta o apóstol; lo llamó el pastor general.

Sin embargo, durante los seis días siguientes, el Sr. Armstrong cambió totalmente de opinión.

El Sr. Armstrong murió a las 5:59 de la mañana del 16 de enero. En los últimos seis días de su vida, el Sr. Armstrong pasó de nombrar a Joseph Tkach como pastor general a orar para que Dios impidiera la entrada de toda lluvia espiritual a la Iglesia por 3 años y medio. ¿Qué pudo causar un cambio tan repentino?

En esos días entre el 10 y el 16 de enero, Dios le mostró al Sr. Armstrong que, no sólo el Sr. Tkach se estaba desviando, sino toda la Iglesia. Y él supo que no había tomado la decisión correcta. Pero tal vez sí fue la decisión correcta, de acuerdo a la voluntad de Dios. Dios aprobó que se desarrollara así.

Tras la muerte del Sr. Armstrong, una terrible destrucción espiritual cayó sobre la Iglesia. Dios comenzó esa hambruna exactamente como el Sr. Armstrong oró que sucediera. Y mire lo que ha sucedido desde entonces. “Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (versículo 18). El 16 de julio de 1989, exactamente 3 años y medio después, mi hijo leyó El Mensaje de Malaquías. La lluvia tardía comenzó en ese momento, y “dio su fruto”. ¡Nosotros somos ese fruto! Un hombre oró a Dios y cambió el curso de todo. Mire los frutos de esa oración. Estamos aquí gracias a la oración del Sr. Armstrong y a la bendición de Dios. Tenemos todo tipo de nuevas y maravillosas verdades que Dios ha dado—verdad que Dios y el Sr. Armstrong no querían que la Iglesia de Dios Universal tuviera nunca más. Dios levantó la Iglesia de Dios de Filadelfia para recibir Su nueva revelación.

Sólo un ministro de la idu continuó durante unos seis meses entregando la verdad de Dios. Finalmente, él también cedió y aceptó doctrinas erróneas. Si usted estuviera en el espíritu de la profecía, nunca seguiría a esa iglesia porque estaban enseñando ¡“No profeticéis”! Eso no es un error pequeño; es rechazar a Dios y Su ley y nuestro testimonio.

El Sr. Armstrong sabía de qué se trataba ese liderazgo. Sabía que el Sr. Tkach no iba a dirigir la verdadera Iglesia de Dios. Y se encargó de que no recibiera ninguna nueva revelación. Vio un mal que no había visto seis días antes.

Estamos tratando con aquellos que son “según la obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”. Estamos en una guerra contra ese ser maligno, y Satanás está en su peor ira jamás. Contra eso estamos luchando. Estar en una guerra puede resultar en mucha persecución. Por eso debemos entender el espíritu de la profecía.

Sepa que estamos en guerra

La profecía describe al Sr. Tkach estando en los lazos de Satanás y que su hijo es un Antíoco espiritual. Dios dice que estos hombres son mentirosos y que los va a desenmascarar. Estos ministros estaban en la sinagoga de Satanás (Apocalipsis 3:9). Satanás es el padre de los mentirosos y un homicida desde el principio porque no hay verdad en él (Juan 8:44).

Lo mismo se ve en la política estadounidense de hoy. Hay mucho engaño y hay gente en la cima rindiéndose al diablo. La elección de 2020 fue robada, y hay un Antíoco político activo en escena. Muchos republicanos reconocen esto, ¡pero no lucharán! No entienden lo que les pasará a ellos y a este país si no luchan por lo que es correcto. Creen que pueden mantenerse en el pantano, pero no pueden. Están en una guerra, ¡pero no lo saben! Se han rendido. No aman la libertad como deberían. Estados Unidos es una república constitucional con un fundamento en la ley de Dios y la Biblia. ¡Y parece que la mayoría de los republicanos están dispuestos a renunciar a eso! No tienen la voluntad de sobrevivir; ¡la voluntad de vivir!

Nosotros también podemos estar en una guerra y no saberlo. Eso es exactamente lo que le ocurrió a la Iglesia de Dios Universal. Después de la muerte del Sr. Armstrong, los Tkach me mostraron la nueva dirección que estaba tomando la obra. La comisión se estaba cambiando al colegio—¡pero estaban dejando a Dios fuera del cuadro! No había espíritu de profecía. ¿Y qué pasó? ¿Qué produjeron? Fue un gran fracaso.

El noventa y cinco por ciento del pueblo de Dios se limitó a seguir la corriente. Muchos de ellos pudieron ver lo que estaba sucediendo, pero no hicieron nada. Los ministros y los miembros permitieron que el mal diabólico pasara. ¡Y mire las consecuencias! Pronto estas personas experimentarán la Gran Tribulación, ¡y el 50 por ciento de ellas morirá para siempre porque actuaron como si no hubiera guerra! Pero incluso esa realidad no le impactará a usted si no está en el espíritu de la profecía.

¡Somos los únicos que realmente luchamos contra ese mal! Pero no debemos darnos palmaditas en la espalda por ello. Eso es lo que estamos llamados a hacer: ¡luchar por Dios! Cuando hacemos eso, qué grandes resultados se obtienen.

Este pequeño grupo, con un poderoso mensaje que da la vuelta al mundo, ¡cree en el espíritu de la profecía! Si usted está en el espíritu de la profecía y tiene el testimonio de Jesucristo, ve el futuro y sabe que vale la pena cualquier prueba que tengamos que soportar.

Con el espíritu de la profecía, usted entiende que tenemos un futuro espectacular cuando Cristo regrese. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). ¡Vamos a ser como Dios! ¡Qué potencial de la Familia de Dios tan conmovedor!

Si usted entiende esta verdad con el espíritu de la profecía, ¿qué hará? “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro” (versículo 3). Dios quiere que seamos puros. Tenga esa esperanza que viene del espíritu de la profecía, y vea lo que viene—y venceremos y nos volveremos puros. No por la fuerza o el poder humano, sino por el Espíritu de Dios.

Josías y el tiempo del fin

2 Crónicas 34 y 35 tratan sobre el rey Josías de Judá. Y Dios nos ha mostrado cómo el capítulo 36 es una conclusión espectacular que vincula el libro de Crónicas con Esdras y Nehemías, una conclusión especialmente para la idf. El capítulo 35 nos lleva a esa conclusión.

Puesto que 2 Crónicas 36 es para la idf, y Josías está justo antes de eso, entonces eso realmente se vincula con el Sr. Armstrong. Cronológicamente, el capítulo 35 y Josías se colocan justo donde se esperaría que el Sr. Armstrong y su obra estuvieran. He escrito antes que Josías era un tipo del Sr. Armstrong; sin embargo, no lo había enfatizado con fuerza. Él no fue un tipo directo, pero estos eventos antiguos son para este tiempo del fin. Hay algunas Escrituras interesantes aquí que necesitamos examinar más profundamente.

Josías había dado un gran liderazgo a Judá. Sin embargo, la profetisa Hulda les dijo a Josías y a Judá que debido a que la mayoría del pueblo no se arrepentía, se infligirían profecías aterradoras sobre Judá. Hulda habló en nombre de Dios: “Por cuanto me han dejado, y han ofrecido sacrificios a dioses ajenos, provocándome a ira con todas las obras de sus manos; por tanto, se derramará mi ira sobre este lugar, y no se apagará” (2 Crónicas 34:25). Esta fue una profecía muy aleccionadora.

Pero como Josías se había humillado y había mostrado tal celo, Dios decidió que retrasaría el cumplimiento de las profecías hasta después de la muerte de Josías (versículos 27-28). Esta profecía hizo que Judá se sintiera algo seguro. Josías era todavía un hombre joven en ese momento; tenía 39 años, pero resultó ser una falsa sensación de seguridad.

Egipto decidió marchar sobre los asirios, y faraón Necao quiso pasar por Judá para ganar tiempo. Él no quería luchar contra Josías. Le dijo a Josías que sólo quería pasar y que no buscaba problemas. Sin embargo, Josías se molestó. Dirigió su ejército para luchar contra el faraón. Esto resultó ser un error insensato, y en la batalla que surgió, Josías fue muerto repentinamente (2 Crónicas 35:22-24). Usted va a ver algunas cosas aterradoras suceder repentinamente en el futuro cercano. La Gran Tribulación vendrá repentinamente, y entonces no habrá nada que usted pueda hacer.

La muerte de Josías horrorizó a toda la nación. Sabían de la profecía y reconocieron lo que esto significaba para la nación. “Y Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas lamentaciones sobre Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar en Israel; las cuales están escritas en el libro de Lamentos” (versículo 25). A pesar de lo que dicen muchos eruditos bíblicos, esto se refiere al libro de Lamentaciones.

En su tesis doctoral para el Colegio Ambassador, Diseño y desarrollo de la Sagrada Escritura, Ernest Martin escribió: “No es casualidad que a partir de este momento, Jeremías comenzara su serie de largas profecías sobre el inminente cautiverio de Judá. En el momento más crítico—el de la muerte de Josías—Jeremías fue inspirado para componer una obra importante”. Luego citó 2 Crónicas 35:25. “Este es un testimonio notable de la escritura de uno de nuestros libros del Antiguo Testamento: el libro de Lamentaciones”, continuó. “Era un canto profético, para ser cantado en clave menor o lúgubre. Fue una composición escrita a raíz del asesinato de Josías”.

La nación sabía que se avecinaba una cámara de horrores. Deberían haber afrontado con entereza lo que se avecinaba. Pero cuando el hijo de Josías se convirtió en rey, en lugar de enfrentarse a la realidad, decidieron celebrar una ostentosa fiesta.

Basándose en la duración de los reinados tras la muerte de Josías y el ataque final de Babilonia en el 585 a. C., Dios aún dio a Judá más de 22 años para responder a la advertencia (vea 2 Crónicas 36:2, 5; 2 Reyes 24:8,18). Ellos continuaron despreocupadamente con sus vidas, engañándose a sí mismos pensando que todo estaba bien. Entonces, ¡el terror abatió súbitamente sobre la nación!

La advertencia que recibieron los judíos antiguamente es una advertencia para nosotros también hoy. La gente no quiere pensar en ello, ¡pero nuestras naciones están a punto de entrar en un holocausto aún peor que el de los judíos! Cuando los babilonios destruyeron Judá, la dejaron como un campo arado. Así será con las tres naciones de Israel en este tiempo del fin.

Las señales de advertencia para Estados Unidos y Gran Bretaña están por todas partes. Nuestro sentido de la moralidad está hecho trizas. Las empresas se están hundiendo. La deuda nacional de Estados Unidos se acerca a los 30 billones de dólares. ¿Qué sucederá cuando el sistema se derrumbe y el dólar no tenga valor? ¡Esa realidad está aproximándose repentinamente! Estoy seguro de que el pueblo de Dios estará en un lugar de refugio cuando eso ocurra, pero no obstante, está viniendo. Y creemos que va a suceder repentinamente.

¡Vienen eventos que sacudirán a este mundo hasta sus cimientos! ¡El pueblo de Dios necesitará estar absolutamente cimentado en el espíritu de la profecía!

Una advertencia aleccionadora

Lamentaciones es un libro del tiempo del fin, específicamente para la Iglesia de Dios de Filadelfia. Es dual, ya que se trata principalmente del Israel físico—Estados Unidos, Reino Unido y Judá. Pero se trata principalmente del Israel espiritual, particularmente de la Iglesia laodicena de Dios que ha perdido el testimonio de Jesucristo. El evento de Josías es algo parecido a lo que fue con el Sr. Armstrong y el Israel espiritual. Toda esa destrucción masiva por parte de Satanás el diablo sobre la Iglesia es como lo que Judá y Josías experimentaron. Y es un tipo de lo que estamos experimentando hoy.

¡Lamentaciones es el libro más horroroso de la Biblia! Algunas partes son difíciles de leer. No es algo que uno se siente a leer antes de ir a dormir; ¡le mantendría despierto toda la noche! Pero habla de acontecimientos reales que le van a ocurrir a Israel. Por ejemplo, Lamentaciones 4:10 habla de las “mujeres piadosas” de Israel ¡que cocieron a sus propios hijos para comer! (Versión Estándar Revisada). ¡Las iglesias laodicenas van a experimentar eso! ¡Un castigo sin paralelo viene sobre la propia Iglesia de Dios! Ellos son autojustos y tibios. Pueden sonar atractivos hoy proclamando sus mensajes de “amor”, ¡pero no lo serán cuando se cumpla Lamentaciones! ¡Dios les obligará a enfrentarse a su rebeldía!

Lamentaciones también contiene la poesía más elegante. Describe un sufrimiento sin paralelo, ¡pero es el libro más poético de la Biblia! ¿Por qué? Porque Dios quiso que fuera un mensaje poderoso. En Su misericordia, quiere comunicar mucho este mensaje a Su pueblo hoy!

“¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria” (Lamentaciones 1:1). Esto se refiere a Jerusalén, un tipo aquí de la Iglesia laodicena. En la evaluación de Dios, ¡la Iglesia de Dios Universal bajo Herbert W. Armstrong era grande entre las naciones! Los laodicenos rebeldes se apartaron de esto, y Dios dice que tendrán que beber una copa muy amarga. “Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas. No tiene quien la consuele de todos sus amantes; todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos” (versículo 2).

“Las calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes; todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura” (versículo 4). Sion siempre se refiere a la Iglesia de Dios en la profecía. Estas “fiestas solemnes” son los días santos anuales de Dios, de los cuales los laodicenos se han apartado. Esos días tienen un magnífico espíritu de la profecía, ¡revelando el plan maestro de Dios y mostrando todo lo que Dios nos va a dar! Afortunadamente, hay una Iglesia que todavía guarda esas fiestas.

“Sus enemigos han sido hechos príncipes, sus aborrecedores fueron prosperados, porque [el Eterno] la afligió por la multitud de sus rebeliones; sus hijos fueron en cautividad delante del enemigo” (versículo 5). La Iglesia laodicena no tiene sólo unos pocos pecados; ¡tiene una multitud! Como resultado, el holocausto que viene será exponencialmente peor que el que este mundo experimentó en la Segunda Guerra Mundial.

El versículo 6 nos dice que “desapareció de la hija de Sion toda su hermosura…”. Todo lo que tuvo lugar bajo el Sr. Armstrong fue hermoso para Dios. Los laodicenos han perdido esa belleza. Sin embargo, esto nos muestra que lo que hacemos en la Iglesia de Dios de Filadelfia hoy en día es hermoso para Dios. ¡No hay nada parecido en la Tierra! Tenemos un ministerio que mira a Dios y Su Palabra y toma una posición por Dios ¡no importa lo que pase!

“Jerusalén… se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, y de todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos…” (versículo 7). La Iglesia tenía muchas cosas “en los tiempos antiguos” cuando el Sr. Armstrong les enseñó.

Lamentaciones 2:15 habla de que Jerusalén es “de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra”. ¡Así es como Dios ve a Su Iglesia cuando estamos haciendo nuestro trabajo! ¡La Iglesia fiel de Dios es la perfección de la belleza ante Sus ojos! Es la alegría de toda la Tierra, ¡y pronto será la alegría de todo el universo!

El libro de las Lamentaciones es un canto fúnebre, un poema del más intenso dolor y duelo. Sin embargo, debemos seguir animados. Se necesita el espíritu de profecía para poner todo esto en perspectiva. Este libro deja claro que Dios hará lo que sea necesario para traer miembros a Su Familia. Si usted carece del espíritu de profecía, entonces no verá el hermoso panorama general de este libro: ¡Dios construyendo Su Familia!

“¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque [el Eterno] me ha angustiado en el día de su ardiente furor” (Lamentaciones 1:12). Muchas profecías muestran que el sufrimiento que se avecina será distinto a cualquier otro que haya experimentado este mundo. Y será aún peor durante el Día del Señor, ¡un año completo de la feroz ira de Dios!

Sin embargo, la Tribulación es el tiempo de la peor ira de Satanás. El diablo es un mentiroso que adora asesinar a las personas que tienen el potencial de estar en la Familia de Dios. Ya está haciendo todo lo que puede para destruirnos. ¡Debemos tener el espíritu de la profecía y ser empoderados por Dios para enfrentarnos al diablo!

Esta será la última vez que Israel tenga que ir al cautiverio y entregar su tierra. ¡Cristo va a regresar y quitará el cautiverio y construirá Su Familia que durará para siempre! ¡Aquellos en esa Familia están en el espíritu de la profecía!

El espíritu de la profecía está lleno de esperanza. ¿Cómo podría Jesucristo haber soportado el sufrimiento de ser desfigurado más que cualquier hombre—cómo podría haber sido crucificado—si no hubiera estado en el espíritu de la profecía? ¡Él sabía que iba a ser un Rey! Nació para gobernar esta Tierra y este universo bajo Su Padre. ¡Nadie podía impedirle cumplir ese destino!

Debemos tener el testimonio de Jesucristo. Si vamos a ser como Cristo y pasar por una severa persecución, ¡necesitamos el espíritu de la profecía!

Ser gobernados por Dios

La palabra Adonai significa “Dios que gobierna”. Se utiliza 14 veces en Lamentaciones. ¡El Dios que gobierna! Esta es una verdad que los laodicenos deben recordar: Dios gobierna. ¡Ellos no quieren que Dios los gobierne! Los laodicenos deben entender que si alguna vez van a arrepentirse y volver a Dios, deben saber que Dios gobierna. Si Adonai no nos gobierna, ¡no podemos servirle! Debemos ver el valor de eso y buscarlo con todas nuestras fuerzas.

La palabra Elohim, que se refiere a la Familia de Dios, no se utiliza nunca en el libro de Lamentaciones. Esto revela el problema de los laodicenos: han perdido la visión de la Familia. No están honrando al Padre (Malaquías 1:6). ¡La ausencia de Elohim es la mayor advertencia de todas en Lamentaciones!

“Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas, porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma; mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció” (Lamentaciones 1:16). En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es llamado el Consolador (por ej., Juan 14:16, 26). ¡Estas personas han perdido el Espíritu Santo! Incluso los que todavía tienen un poco de él están sin un verdadero poder espiritual.

Afortunadamente, muchos laodicenos se arrepentirán durante la Tribulación. “El Eterno es justo; y contra su palabra me rebelé…” (Lamentaciones 1:18). Esta es la actitud que los ministros buscan en los laodicenos que quieren regresar. El hebreo dice: “Me he rebelado gravemente”. Con esa actitud se puede trabajar realmente con una persona. Primero tienen que ver y reconocer que se han rebelado gravemente ¡y que están actuando con autojusticia! Puede que lean nuestra literatura y escuchen nuestros programas, pero no quieren hacer lo que Dios quiere que hagan; de lo contrario, ¡estarían aquí con nosotros!

Jeremías y su escriba Baruc fueron testigos de algunos de los horrores descritos aquí. Babilonia sitió a Jerusalén durante 19 años, y Jeremías fue testigo de muchas cosas porque estaba en prisión cuando llegó Babilonia. Tanto él como Baruc fueron testigos oculares del canibalismo y otros horrores que tuvieron lugar. Lo sintieron y luego escribieron a partir de lo que vieron (Lamentaciones 3:1-4). Vieron la aflicción por la vara de la ira de Dios.

Al describir su experiencia, Jeremías escribió: “Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo” (versículo 6). “Muertos de mucho tiempo” en hebreo significa “muertos para siempre”. ¡El cincuenta por ciento de los laodicenos va a morir para siempre! Así es como Dios va a tratar con ellos.

Pero hay algunos que se arrepentirán. Esto se ve en expresiones más adelante en este capítulo. “Por las misericordias de [el Eterno] no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es [el Eterno], dijo mi alma; por tanto, en él esperaré” (versículos 22-24). Cuando se arrepientan, ¡resucitará la esperanza que habían perdido! Por fin verán que “es bueno esperar en silencio la salvación de [el Eterno]” (versículo 26).

El espíritu de la profecía está lleno de esperanza. Debemos vivir con esa esperanza y estar inspirados y motivados por ella. Eso es lo que realmente nos motiva.

‘Preciosos hijos de Sion’

El capítulo 3 continúa hablando de nuestra batalla judicial de seis años con los laodicenos. “Torcer el derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo, trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba” (versículos 35-36). Los laodicenos trabajaron para desviar nuestros derechos; [el Comentario de] Lange dice que esta expresión se refiere a derechos legales. Incluso la expresión “en su causa” puede referirse a un juicio. La Biblia de estudio de palabras clave hebreo-griegas lo llama “litigio, una causa judicial”. La expresión, usada 60 veces en el Antiguo Testamento, abarca todo el proceso de adjudicación”. Adjudicar significa escuchar y decidir un caso, o servir de juez. A continuación, la Biblia de estudio de palabras clave hebreo-griegas habla de varias partes de un juicio. Como las batallas que tuvimos en nuestro caso de corte.

¿Contra quién estaban luchando realmente los laodicenos? Luchaban “delante de la presencia del Altísimo”. ¡Estaban luchando contra Dios! ¡Pero Dios nos libró y nos dio incluso más de lo que pedimos!

Ganamos el juicio. ¡Pero requirió que toda la Iglesia se levantara y luchara! Dios no nos lo entregó simplemente. Si queremos victorias, tenemos que luchar y vencer al diablo como lo hizo Cristo: con ese testimonio y ese espíritu de la profecía.

Dios dice en el versículo 40: “¡Vuelvan de nuevo a [el Eterno]!”. Los laodicenos son los únicos que pueden “volverse de nuevo” a Dios. “¡Cómo se ha oscurecido el oro, cómo ha cambiado el oro puro! Las piedras sagradas yacen dispersas en las encrucijadas de todas las calles” (Lamentaciones 4:1; vre). ¿Qué ha pasado con todo ese pueblo de Dios? ¿Qué pasó con el precioso oro espiritual que tenía el ministerio y la gente? Todo se convirtió en “piedras”. No permitieron que Dios los gobernara. Y vea dónde están hoy. Dios hizo algunas declaraciones maravillosas sobre la Iglesia de Dios Universal bajo el Sr. Armstrong, pero ahora los laodicenos son piedras dispersas. Han perdido su “perfección de belleza” y se han empañado y vuelto feos.

Pero vea cómo describe Dios a Sus muy elegidos: “Los preciosos hijos de Sion, que valen su peso en oro fino, ¡cómo son considerados como vasijas de barro, obra de las manos de un alfarero!” (versículo 2; vre). ¡Qué poesía tan poderosa!

Si usted quiere ser un “precioso hijo de Sion”, ¡debe dejar que el maestro alfarero le dé forma y lo moldee! Somos simplemente la arcilla en las manos del alfarero. Esta es una verdad poderosa. Son personas que dan todo lo que tienen a la Obra de Dios. ¡Qué precioso es eso!

¡Viva en el espíritu de profecía! Si puede tener esta maravillosa visión en su mente, ¡no hay nada como esto y nunca habrá nada mejor en la Tierra durante esta era de gobierno del hombre! Permita que eso despierte una esperanza genuina en su vida y que despierte su motivación y encienda su imaginación. Entréguele todo a Dios, incluso su vida si es necesario. ¡Esa es la perfección de la belleza! Eso es lo que Dios ama.