‘Dependen mutuamente los unos de los otros’
Satisfaciendo las necesidades de los demás y las suyas propias

Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa eran cinco hermanas a punto de entrar en la Tierra Prometida. El hecho de que todas fueran mujeres hacía que su situación familiar fuera única. También las ponía en una situación poco común para tener citas.

Ellas estaban a punto de heredar una porción de tierra en nombre de su difunto padre, Zelofehad, el más joven de los bisnietos de Manasés. En Números 26, se relata que Moisés estaba realizando un censo no lejos de la frontera con Canaán. Ninguno de los del censo original en el Sinaí, casi 40 años antes, seguía vivo, excepto Josué, Caleb y Moisés (que moriría al poco tiempo después).

Números 27 relata cómo estas cinco hermanas pidieron a Moisés que les diera una porción de tierra en nombre de su padre, ya que la herencia de la porción de tierra generalmente pasaba a los hijos varones. Cuando Moisés llevó el caso a Dios, éste le dijo: “Bien dicen las hijas de Zelofehad; les darás la posesión de una heredad entre los hermanos de su padre, y traspasarás la heredad de su padre a ellas. Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cuando alguno muriere sin hijos, traspasaréis su herencia a su hija. Y si no tuviere hija, entonces daréis su herencia a sus hermanos” (versículos 7-9).

La forma en que funcionaba la sucesión de herencia mantenía la riqueza dentro de la familia. También creaba estabilidad para la tierra, aseguraba su mantenimiento y el de la gran provincia tribal que la rodeaba. Una familia conformada sólo por hijas no sería excluida de esta promesa.

Sin embargo, poco después se planteó otra cuestión (Números 36:1-4). Los líderes de la tribu de Manasés se dieron cuenta de que estas jóvenes pronto empezarían a casarse, y se preguntaron qué pasaría si se casaban con hombres de otras tribus israelitas. (Las genealogías muestran que los matrimonios entre tribus eran comunes). Una vez que estas mujeres tuvieran hijos, si sus maridos eran de otras tribus, la parcela de Zelofehad en la provincia de Manasés pasaría a los herederos de estas otras tribus, lo que confundiría los límites de cada tribu.

Bajo la dirección de Dios, Moisés dijo: “Esto es lo que ha mandado [el Eterno] acerca de las hijas de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de la tribu de su padre se casarán” (versículo 6). Los tres versículos siguientes muestran la intención y el precedente de esta sentencia. Se aplicaba a las cinco hijas, no sólo a la primogénita. Las cinco heredarían y compartirían una parcela considerable en Canaán. Sus cinco maridos trabajarían la tierra, y todos los niños que crecieran allí serían de la misma tribu.

Aquí surge un principio que se aplica particularmente a los solteros en la Iglesia de Dios.

Usted es valioso y necesario

Normalmente, un hijo varón en el antiguo Israel no necesitaba estar “consciente de la tribu” a la hora de salir con alguien, pero las hijas de una familia sin hijos sí. Hoy en día no tenemos las mismas restricciones tribales, por supuesto. Pero los solteros del pequeño y disperso remanente fiel de Dios de los últimos tiempos probablemente puedan identificarse con las hijas de Zelofehad porque ellos también tienen opciones relativamente limitadas.

Esas limitaciones ejercen una mayor presión positiva en cada soltero para que se involucre. Sólo piense en las necesidades que crea el tamaño de nuestra Iglesia, necesidades que requieren que todos den un paso al frente y participen.

Herbert W. Armstrong describió este principio en El misterio de los siglos: “Todos estos miembros que Dios ha puesto en Su Iglesia dependen mutuamente los unos de los otros. ¡Forman un equipo, un organismo espiritual bien estructurado y totalmentedistinto de cualquier entidad secular y mundana!”.

El programa de solteros de la Iglesia de Dios de Filadelfia muestra lo “mutuamente dependiente” que es realmente el pueblo de Dios.

Existe un componente de “dependencia mutua” en cualquier organización exitosa. Un ensamble musical depende de que sus instrumentistas o cantantes creen todas las facetas de un sonido de múltiples capas. Un equipo deportivo depende de cada uno de sus miembros e incluso la existencia de un partido depende de que estén dos equipos presentes.

Como escribió el apóstol Pablo, lo mismo ocurre con un cuerpo. La Iglesia espiritualmente es el Cuerpo de Cristo: “Pero ahora son muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo no puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios” (1 Corintios 12:20-22). ¡El apóstol utilizó términos como “necesidad” y “necesarios” para describir esta dinámica!

Los versículos 25-26 dicen: “Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembrosse duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembroscon él se gozan”.

Una reunión de solteros hipotética en Manasés

Cuanto más pequeña es la comunidad, más pronunciada es esta dependencia mutua.

Considere este escenario hipotético para las hijas de Zelofehad, a quienes esencialmente se les dijo: Cásense con quien quieran, siempre que sea de Manasés.

¿Qué pasaría si los hombres de esa tribu no están realmente interesados o, peor aún, son reacios al matrimonio y a la familia? ¿Qué ocurriría si ellos no se involucran en el “entorno” de las citas, o no participan en un “programa” de solteros? ¿Qué pasaría si hay una reunión de solteros de Manasés y se presentan todas las hijas de Zelofehad, pero sólo llega un varón de la tribu?

¿Qué ocurriría con las mujeres de esa tribu si la mayoría de sus opciones se retiran? ¿Y qué pasaría si, mientras que loshombres de Manasés no muestran interés, los hombres de otras tribus prestan todo tipo de atenciones a estas chicas? Esto crearía problemas.

Esto no es sólo para criticar a los varones. Hay casos en los que los hombres pueden sentirse igualmente limitados porque sus hermanas en la Iglesia de Dios apenas se fijan en ellos. Si esos hombres reciben atención de las mujeres en un entorno laboral del mundo, esto también creará problemas.

Soledad y obstinación

“Estudio: El colapso marital y la ausencia paternal ‘desintegran’ el cristianismo en la creciente crisis de EE UU”, fue el titular de Fox News del 1 de junio de 2023. Una encuesta realizada a 19.000 cristianos tradicionales reveló que el 22% de los feligreses habituales se sienten solos, lo que supone una brecha sustancial entre los casados y los solteros. “Lo que vemos en el estudio es (…) la crisis de la soledad”, dijo el autor del estudio. “Las personas más solitarias que pasean por nuestras iglesias, por nuestras comunidades, no son en realidad los ancianos ni las viudas. Son hombres y mujeres de treinta y tantos años, que en cualquier otro periodo de tiempo (casi cualquier otra década anterior a este siglo) habrían sido abrumadoramente propensos a estar casados”.

Esperemos que esto sea diferente en la Iglesia de Dios, y oramos para que Él esté haciendo lo que puede. En Salmo 68:5-6 se corrobora esto: “Padre de huérfanos y defensor [más bien, ‘abogado’] de viudas, es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados, saca a los cautivos a prosperidad; más los rebeldes habitan en tierra seca”. Los “desamparados” son aquellos que están solos.

En hebreo, esto se lee literalmente, Dios hace que los solitarios habiten en familias. La palabra para “familia” es la misma para casa u hogar. Estas personas pueden sentirse sin hogar. Pero Dios hace lo que puede para abordar esto, para ayudarles a evitar la “crisis de la soledad”.

Este salmo muestra los esfuerzos de Dios por incluir a aquellos que de otro modo podrían sentir que no encajan. Pero Él también nos dio a todos libre albedrío moral, y debemos hacer nuestra parte. Cuanto más limitadas son las opciones en cualquier cosa, mayor es el deber de los implicados de incluirse a sí mismos. Nuestro folleto para solteros, Single-minded for God
[Solteros enfocados en Dios], señala: “Entre más nos acerquemos a Dios, inevitablemente nos estaremos acercando a otros que piensan igual. Pero por el contrario, si nos alejamos de Dios, comenzaremos a apartarnos de los demás”. (Solicite un ejemplar gratuito de este folleto si lo desea [disponible en inglés]).

En la frase final del versículo 6, “los rebeldes habitan en tierra seca”, la palabra rebeldes se utiliza con más frecuencia en el Antiguo Testamento para describir una retirada. En Oseas 4:16, describe la novilla “indómita”, tratando de zafarse del yugo. Zacarías 7:11 y Nehemías 9:29 utilizan imágenes similares: volver la espalda o rebelarse. Algunos pueden interpretar la guía de Dios como una trampa y tratan de zafarse de ella.

Considere esto: un yugo no sólo representa el estar atado, ni siquiera sólo sumisión. También representa estar unido a otros para realizar una tarea. Existe una dependencia mutua. Si aquellos con los que está unido por un yugo intentan zafarse, se obstaculiza la obra.

Con esta imagen, el salmista David da a entender que hay algunos en la categoría del Salmo 68:5-6 que se resisten a los esfuerzos de Dios por ayudarles (ellos se resisten a Sus esfuerzos por vincularlos a una comunidad dependiente entre sí). David dice que permanecen en una tierra árida.

Sí, cada uno de nosotros trabaja su propia salvación. Cada uno de nosotros tiene una relación personal con nuestro Padre celestial. Pero ese proceso y esa relación nos vinculan a una comunidad, a otras relaciones y a un trabajo en equipo. ¿En qué medida se compromete usted con esa comunidad?

Dios nos está “uniendo en yugo” a un esfuerzo común. Si intentamos escabullirnos, en realidad nos unimos en yugo a cosas más peligrosas. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios con los ídolos?” (2 Corintios 6:14-16).

Dios ordenó a Israel que no se uniera en matrimonio con las naciones paganas de su entorno y de forma similar restringe a los miembros de la Iglesia con respecto a los no creyentes. No tenemos citas ni formamos relaciones sustanciales fuera del Cuerpo de Cristo. Los versículos 17-18 explican que Dios nos ha engendrado como hijos e hijas. ¡Dios nos ha puesto en un hogar increíblemente especial!

Juntos en esto

Considere también esto: no estamos en esta Familia de Dios sólo por lo que podamos obtener de ella. Probablemente hayamos oído varias veces que no se nos llamó a salir de este mundo sólo para “entrar en el Reino”. Fuimos llamados para ayudar a Jesucristo a servir, enseñar y salvar al resto de la humanidad. Pero si no tenemos cuidado, podemos tener un enfoque de “entrar en el Reino” en nuestra participación en la Iglesia.

Podemos decidir si “aprovechamos” una oportunidad basados en si es lo mejor para nosotros, pasando por alto el hecho que los miembros de la Iglesia son mutuamente dependientes. Puede que usted necesite participar porque es lo mejor para los demás. Puede que otros le necesiten.

Y he aquí algo maravilloso de la dependencia mutua: Al atender las necesidades de los demás, ¡atendemos las propias!

Recuerde la exhortación de Pablo en Hebreos 10:24-25: “Y considerémonos [entendámonos] unosa otros para estimularnos al amor y a las buenas obras [en otras palabras, para provocar a alguien al amor, usted necesita entender cuáles son sus necesidades]; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Necesitamos reunirnos. Y considere la palabra para “exhortar”, el griego parakaleo,que significasuplicar, consolar o llamar cerca.

Este versículo está describiendo a personas mutuamente dependientes, que están presentes en ocasiones porque tienen que estar, necesitan estar y se les necesita allí. La palabra griega para “más” en la frase “tanto más” puede significar más voluntariamente.

El éxito del programa de solteros de la Iglesia está en gran medida en manos de nuestros solteros.

Los versículos 32-33 nos exhortan a recordar lo que estuvimos dispuestos a soportar en nuestro “primer amor”, cuando nos convertimos en “compañeros de los que estaban en una situación semejante”. Encontramos personas a las que describiríamos diciendo: Estamos juntos en esto.

“Más el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (versículos 38-39). O vivimos por fe, o retrocedemos (o nos rebelamos) hacia la destrucción.

La raíz de la palabra “retroceden” se utiliza en Gálatas 2:12 para describir lo que hizo el apóstol Pedro en un momento de debilidad. Se relata un momento en que Dios acababa de invitar a los gentiles físicos al Cuerpo de Cristo, pero Pedro seguía preocupado por lo que pensarían sus compañeros judíos si le veían comer con gentiles. Dice que “se retraía y se apartaba”, añadiendo que lo hizo por miedo a lo que pensaran los demás. ¿Con qué frecuencia se aparta usted por la misma razón?

Hágase un favor

Hay más en la historia de las hijas de Zelofehad. Una vez en la Tierra Prometida, justo antes de que Josué repartiera la tierra, estas hermanas vinieron a recordarle lo que Moisés había dicho sobre su singular situación (Josué 17:1-6).

Ese pasaje dice que Manasés obtuvo 10 porciones de tierra al oeste del Jordán, y se vio afectado por esta circunstancia única. Así que ellas todavía eran solteras en ese entonces. Eso significa que alguien añadió este detalle a Números 36 después de la muerte de Moisés. Los versículos 10-11 dicen: “Como [el Eterno]mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. Y así Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos [parientes] paternos”.

Salieron con quien debían, ¡y obviamente había hombres de Manasés deseosos de salir y casarse con ellas!

El versículo 12 lo confirma: “Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre”. El hecho de que la tierra quedara allí significa que al menos algunas, si no es que todas, tuvieron hijos.

Sí, algunos tienen opciones bastante limitadas dentro de esta “tribu de la Iglesia”. Sí, incluso más allá de las citas, la Iglesia en general es un pequeño rebaño y un diminuto remanente, que requiere que cada uno de nosotros se involucre más.

No estamos aquí por lo que podamos obtener de esta oportunidad. Claro, tenemos necesidades. Pero recuerde: al atender las necesidades de los demás, en realidad satisfacemos las nuestras. Eso es lo que significa “dependen mutuamente los unos de los otros”.