Gran parte del Antiguo Testamento y grandes porciones del Nuevo Testamento hacen referencia a un hombre: el rey David. David fue un hombre conforme al corazón de Dios que cumplió toda Su voluntad. Fue un excelente líder y un gran constructor para Dios. El alcance de lo que construyó es asombroso. Dios le recompensará con una exaltada posición en Su Reino.
Gran parte de la historia de David está registrada en 2 Samuel y de nuevo en 1 Crónicas. Casi todo lo que Esdras escribió en Crónicas procedía de Samuel y de los otros libros que componen la sección de los profetas anteriores de la Biblia. Así pues, Crónicas es una obra profética.
En el orden original que Dios inspiró, Crónicas es el último libro del Antiguo Testamento. La traducción de Ferrar Fenton dice que Crónicas es la “historia… de la casa de David”. Si lo mira espiritualmente, es un mensaje de llave de David para concluir el Antiguo Testamento.
Ese mensaje se encuentra también en el último libro del Nuevo Testamento. La llave de David es el único mensaje que Cristo dio a Su Iglesia en las eras de Filadelfia y Laodicea (Apocalipsis 3:7).
Poco antes de 2017, Dios me reveló que el libro de Crónicas es profético. En enero de 2017, Él reveló que hay una nueva piedra y un nuevo trono de David. En 2018, publiqué El nuevo trono de David así como una versión actualizada de mi folleto sobre Crónicas. Creo que Dios inspiró esto porque estos dos mensajes van juntos.
1 Crónicas 10 al 29 trata sobre el reinado de David. Dios profetizó en estos y otros capítulos que el linaje real que comenzó con David continuaría para siempre. Así que no sólo nos enseñan lo que ocurrió hace 3.000 años, sino sobre un trono que ha continuado desde entonces y que continuará para siempre porque ¡lo heredará el propio Jesucristo cuando regrese para establecer el Reino de Dios en la Tierra!
Crónicas contiene un mensaje espiritual de llave de David. Ilumina la monumental recompensa que Dios dará a las primicias que se sometan a Él y le sean leales: ¡Se sentarán en el trono de David con Cristo, gobernando el mundo! Esto demuestra por qué debemos ser educados. Debemos conocer a Dios profundamente y saber cuál es Su plan para poder ayudarle a resolver los problemas del mundo.
¡Los verdaderos cristianos deben ser educados sobre David y cómo gobernó y cómo construyó para que podamos aprender a construir con él bajo Jesucristo!
David preparó abundantemente
David deseaba apasionadamente construirle a Dios un templo. Pero Dios le dijo: “Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí” (1 Crónicas 22:8). Sin embargo, Dios sí permitió que David hiciera preparativos para su construcción.
David aprovechó esa oportunidad e hizo los preparativos con todas sus fuerzas. Amaba ese trabajo y se dedicó por entero a él. Los capítulos 22 al 29 contienen detalles fascinantes sobre cómo David preparó todo. Describen el mobiliario del templo, los 24 cursos de sacerdotes que estableció, los arreglos y regulaciones que hizo. David era anciano y, como rey, podría haber delegado tareas, pero en lugar de eso, estaba en acción, preparando. ¡Quería asegurarse de que estos materiales y la organización sacerdotal estuvieran listos para la construcción de algo magnífico para Dios! Estoy seguro de que nadie más habría hecho lo que hizo David.
“Y la casa que se ha de edificar a [el Eterno] ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia” (1 Crónicas 22:5).
El versículo 14 ilustra lo que significa “preparativos en abundancia”: “He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de [el Eterno] cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás”. ¡David se lo dio todo a Dios!
David mencionó que preparó “con grandes esfuerzos”. Tuvo sus problemas, sus pruebas y dificultades en esta obra, pero eso no lo detuvo. No permitió que esos problemas empañaran su dedicación. Puso todo su corazón y sus fuerzas en esta Obra de Dios. A veces nosotros también sufrimos y tenemos pruebas. Pero hay una tremenda lección en la preparación del templo de David. Aunque estaba haciendo la obra “con grandes esfuerzos”, ¡se dedicó poderosamente sólo para prepararuna magnífica casa para Dios!
¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no delegar, o preparar menos abundantemente, o dejar que sus problemas lo distrajeran? “Permanezca, pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre…” (1 Crónicas 17:24). David quería magnificar el nombre de Dios, no sólo en este mundo, ¡sino para siempre! Los monumentales esfuerzos de David estaban motivados por su amor a Dios.
Si él mismo no podía construir el templo, estaba feliz de dedicarse a organizarlo. Se preparó tan minuciosamente, ¡que su hijo Salomón pudo construir el edificio más grande jamás construido dedicado al gran Dios! ¡Y Dios estaba verdaderamente emocionado con ese templo!
“Cuatro mil para alabar a [el Eterno]”, dijo el rey David, “con los instrumentos que he hecho para tributar alabanzas” (1 Crónicas 23:5). David estaba tan decidido a alabar a Dios ¡que hizo instrumentos con ese propósito! Luego hizo que los levitas y los hijos de Aarón alabaran a Dios dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Institucionalizó la alabanza nacional y el agradecimiento a Dios. Qué impacto podría tener Israel en el mundo hoy si tuviera un liderazgo así, en lugar de propagar la depravación.
Cuando Cristo regrese y gobierne desde el trono de David, con David resucitado bajo Él, ¡se reavivará este espíritu de música, danza y alabanza a Dios! David gobernará las 12 tribus de Israel (Jeremías 30:9) ¡y construirá con una pasión y un poder conforme a Dios aún mayores!
“Yo con todasmis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios…” (1 Crónicas 29:2). Porque amaba a Dios, ¡superó sus desafíos para hacer esta obra con todas sus fuerzas!
Hoy necesitamos ser como David e involucrarnos personalmente en la Obra de Dios. ¡Debemos querer construir con todas nuestras fuerzas! Dios está ofreciendo a los verdaderos cristianos gobernar con Cristo desde el trono de David en Jerusalén como Su Esposa ¡para siempre! ¡Qué oportunidad tan espectacular! ¿Cuánto vale eso para usted? ¿Vale la pena hacer esta Obra con todas sus fuerzas?
Todos debemos mejorar en este ámbito. Hay mucho que construir antes de que regrese Jesucristo. Cuanto más nos acercamos al regreso de Cristo, más necesitamos hablar e ilustrar todo lo que podamos sobre el maravilloso Reino de Dios que Él establecerá desde Jerusalén y el trono de David.
David no se limitó a decir que estaba preparando una “casa de Dios”, ¡sino “para la casa de MI Dios”! “Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios” (versículo 3). El templo ni siquiera estaba construido todavía; apenas estaba reuniendo todo para que Salomón pudiera construirlo; sin embargo, puso su afecto en él y dio generosamente de su propia riqueza para la casa de su Dios. Amaba de verdad y conocía personalmente a Dios, y así lo demostró. Este es mi Dios, ¡y quiero que todo el mundo vea cómo es mi Dios! ¡David quería que toda la humanidad quedara impresionada por la casa de su Dios!
Gran alegría
Observe los maravillosos resultados de la actitud humilde y apasionada de David: “Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a [el Eterno] voluntariamente. Asimismo se alegró mucho el rey David” (1 Crónicas 29:9-10). Esta gente estaba siguiendo a David, ayudándole en todo lo que podían a construir, y eso les hizo regocijarse. ¡Estaban emocionados de formar parte de ello!
El rey estaba preparando la construcción de la casa de Dios con todas sus fuerzas. Los obreros trabajaban duro. ¡Y todos se regocijaban! David no sólo tenía alegría; ¡tenía “gran alegría” porque estaba tan involucrado en la Obra de Dios!
¿Quiere más alegría en su vida? El ejemplo de David nos muestra cómo conseguirlo: ¡Haga la Obra de Dios con todas sus fuerzas! Sí, tenemos pruebas y desafíos, pero ésta es una vida de regocijo. ¡Qué emocionante es tener el honor de hacer la mismísima Obra de Dios y compartir Su verdad con el mundo!
David se sintió decepcionado al no verla construida, pero aun así tuvo una actitud maravillosa. En una oración ante el pueblo, dijo: “Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Crónicas 29:13-14).
Realmente debemos alabar y dar gracias a Dios de esta manera. ¿Quiénes somos nosotros para poder contribuir hoy a la Obra de Dios? David se maravilló ante tal oportunidad.
Hoy la verdadera Iglesia de Dios tiene el honor de proclamar Su mensaje al mundo como advertencia y de cuidar a los verdaderos cristianos que Él llama. También hemos tenido el prestigioso honor y la exaltada bendición de construir una casa para Dios: el Armstrong Auditorium en Edmond, Oklahoma. Es la única casa de Dios en la Tierra hoy.
Herbert W. Armstrong guio al pueblo de Dios a construir una hermosa casa para Dios en Pasadena, California, en 1974. Lamentablemente, la gran mayoría del pueblo de Dios pronto se apartó de su amor por Dios y perdió el entusiasmo por Su casa y Su Obra. Acabaron vendiéndola, dividiéndose en muchos grupos o abandonando la religión por completo y perdiendo su gran alegría.
La casa de Dios es algo de gran magnitud que nunca debemos dar por sentado. Somos muy bendecidos por tener la casa de Dios hoy.
En la medida de nuestras posibilidades, nos esforzamos por construir el tipo de campus que existirá en el Mundo de Mañana. Lo que sale hoy de este campus conduce a la Segunda Venida de Jesucristo si hacemos nuestra parte. Además, proporciona al menos una idea de los espectaculares planes y ambiciones de Dios. ¿Quiénes somos nosotros para tener el honor de formar parte de tan noble empeño?
El templo para el que David hizo preparativos y que Salomón construyó era mucho más impresionante que la casa que el pueblo de Dios ha construido para Dios actualmente. Pero espiritualmente, ¡el verdadero templo es USTED! Los verdaderos cristianos son el templo espiritual, que supera con creces lo que construyó Salomón (Hageo 2:9). ¡Ustedes son hijos de Dios que están a punto de nacer en la Familia de Dios para siempre!
Esdras-Nehemías y el trono de David
Esdras fue autor tanto de Crónicas como de Esdras-Nehemías. Tenía un poderoso mensaje sobre la llave de David. Es el mismo mensaje que Dios dice en el libro de Apocalipsis que le da a esta Iglesia y a la obra de Elías. Es el único mensaje que Dios da a las dos últimas eras de Su Iglesia.
Durante la vida de Esdras, el trono de David ya no estaba en Jerusalén. En el 585 a. C., Babilonia conquistó el reino de Judá, mató a los hijos del rey Sedequías y se lo llevó cautivo. Muchos creen que la dinastía real de David terminó allí y han perdido su fe en Dios y en la Biblia. Ni siquiera el profeta Jeremías lo entendió al principio. Sin embargo, años más tarde, Esdras estaba escribiendo lo que se convertiría en el último libro del Antiguo Testamento, y seguía hablando y señalando al trono de David. ¿Por qué lo haría si éste había sido destruido y Dios había roto Su promesa?
Esdras sabía exactamente lo que había sucedido con el trono de David y que Dios nunca rompió Su promesa al rey David. Si desea saber más al respecto, lea El nuevo trono de David y El libro de Crónicas. Repase Esdras-Nehemías y estudie lo que dicen esos libros sobre David. ¡Esdras y los judíos no dudaban en absoluto de la promesa de Dios! ¡Hablan del trono de David como si estuviera entre ellos! Sabían que Dios cumplía Su promesa y que el trono de David seguía existiendo. Dios lo preservó milagrosamente en ese tiempo, lo ha preservado milagrosamente desde entonces y ahora lo ha colocado en Su única Iglesia verdadera.
Génesis 49 describe lo que les sucedería a los descendientes de Israel “en los días venideros” [o últimos días, vkj] (versículo 1). Esta profecía del tiempo del fin está registrada en el primer libro de la Biblia. El versículo 10 dice: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos”. Dios prometió que siempre habría un hombre sentado en ese trono y que Jesucristo tomaría entonces el control y, bajo la dirección de Su Padre, traería la salvación a la humanidad.
Este versículo también indica que justo antes del regreso de Cristo habrá algo nuevo: ¡un nuevo trono y una nueva piedra! El cetro y la ley se combinan en la Iglesia de Dios. A diferencia de cualquier otra era de la Iglesia, ahora tenemos tanto la ley como el trono de David. Y esto nos lleva directamente a la Segunda Venida.
Dios quiere que el nuevo trono y la nueva piedra se introduzcan en el proceso de construcción espiritual y física y de levantar las ruinas que Su verdadera Iglesia está haciendo ahora. Dios dice que con la ley y el cetro juntos, ¡ahora podemos construir de verdad!
Construyendo como David
En tiempos de Esdras y Nehemías, los judíos que regresaron a Jerusalén del exilio se juntaron “como un solo hombre” (Esdras 3:1). Tenían una hermosa unidad en mente y propósito. Así es como se hace eficazmente la Obra de Dios. Los ministros de Dios hoy deben trabajar para reunir al pueblo de Dios como un solo hombre.
Al reconstruir Jerusalén, primero construyeron el altar, que simboliza el sacerdocio y el ministerio: “Y colocaron el altar sobre sus base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a [el Eterno], holocaustos por la mañana y por la tarde” (versículo 3). Colocaron el altar justo donde había estado dentro del templo que David había preparado y Salomón había construido.
Espiritualmente en la actualidad, construimos de la misma manera: justo sobre la base, los cimientos, de lo que construyó el Sr. Armstrong. Él es el sello de Dios y nuestro ejemplo para construir (Hageo 2:23). Zorobabel, el constructor en Esdras-Nehemías, fue un precursor del Sr. Armstrong. Zorobabel fue un verdadero constructor, y también lo fue el Sr. Armstrong.
“Y cuando los albañiles del templo de [el Eterno] echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a [el Eterno], según la ordenanza de David rey de Israel” (Esdras 3:10). Ellos alababan profundamente a Dios, y todo se hizo “según la ordenanza de David rey de Israel”. El rey David no estaba allí, ni tampoco su trono. Sin embargo, seguían sus directrices. Puede leer esta “ordenanza” relativa a la alabanza institucionalizada en 2 Crónicas 29:25. Para estos judíos no se trataba sólo de una sugerencia, ¡sino de un mandamiento! Tenían en muy alta estima a David y a Dios. Sabían que la promesa de Dios a David seguía cumpliéndose.
“Y cantaban, alabando y dando gracias a [el Eterno], y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a [el Eterno] porque se echaban los cimientos de la casa de [el Eterno]” (Esdras 3:11). Estos son dos de los versículos más inspiradores del libro de Esdras. Tras la mera colocación de los cimientos de este templo mucho más humilde, el pueblo lo celebró poderosamente. ¡Estaban emocionados por formar parte de este proyecto de construcción! ¡Se sentían honrados de estar levantando las ruinas de Jerusalén!
La Iglesia de Dios está construyendo hoy. Hemos levantado las ruinas, estamos siguiendo el patrón que Dios estableció a través del Sr. Armstrong, y estamos añadiendo a la casa espiritual que él construyó. Cuando se logra algo en la Obra de Dios hoy, ¿ama usted tanto a Dios que tiene ganas de celebrarlo?
Uno de los principales trabajos del ministerio de Dios hoy es construir un templo de alabanza y alegría espiritual, de felicidad y amor. Hay autoridad, pero ésta es la Familia de Dios. Dios está lleno de felicidad, alegría y amor, ¡y quiere que todos estemos así! Si usted tiene la actitud de, ¿quién soy yo para ser llamado y formar parte de esto? entonces realmente se regocijará en esta Obra.
Se puede ver el respeto de Esdras por David en todo el libro de Esdras-Nehemías, así como en Crónicas.
‘El gran rey de Israel’
Esdras 5 describe a Zorobabel y Josué construyendo la casa de Dios junto con varios ayudantes. Estos hombres sabían que estaban construyendo siguiendo la gran tradición del rey David, y esto fortaleció sus esfuerzos.
Como siempre ocurre al realizar la Obra de Dios, vinieron enemigos a obstaculizarles. “En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros?” (versículo 3). Estos hombres intentaban intimidar a los constructores y detener su edificación. ¡Querían borrarla!
Zorobabel sabía que contaba con el respaldo de Dios y se negó a dejarse intimidar. Estos hombres malvados se marcharon y llevaron el asunto hasta el rey Darío. Cuando se lo comunicaron al rey, he aquí cómo Zorobabel respondió audazmente a su desafío: “Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel” (versículo 11). ¡Estos hombres se veían a sí mismos levantando las ruinas de la noble obra de David! El gran rey David había preparado aquella casa y su hijo la había construido. El recuerdo de aquella historia real brillaba en el interior de Zorobabel y Josué. Servían al mismo Dios que aquellos antiguos reyes, ¡y nosotros también!
Un escriba diligente en la ley
Esdras 8:2 menciona a un hijo que descendía del linaje real de David. Esdras 7:2 muestra que el propio Esdras era literalmente hijo de Sadoc, el guerrero y sacerdote que permaneció leal a David de principio a fin. No creo que sea una coincidencia. Esdras respetaba a David del mismo modo que lo hacía Sadoc. Nosotros también somos hijos de Sadoc si somos leales al trono de David como lo fue Sadoc.
Esdras tenía la misma actitud hacia la ley de Dios que tenía el rey David. “Este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que [el Eterno] Dios de Israel había dado…” (versículo 6). Esdras era diestro en la ley de Dios. ¡Realmente guardaba esa ley! Antes de ir al cautiverio, los judíos habían quebrantado la ley y no guardaban el día Sábado. Bajo Esdras, Dios les estaba haciendo aprender lo que habían olvidado. Y ansiaban hacerlo.
Este es el punto que Dios quiere hacer entender: si usted quiere el trono de Dios, también debe tener la ley de Dios. Eso requiere el gobierno de Dios. Si usted no tiene el gobierno, no tiene la ley. Si usted va a estar asociado con el trono de David, ¡debe guardar la ley!
Tenemos que aprender a amar la ley como lo hizo David. “La ley de [el Eterno] es perfecta”, escribió (Salmos 19:7). ¡Es una ley perfecta! ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! David utilizaba expresiones como esa continuamente.
El respeto de Esdras por la ley de Dios impresionó profundamente al rey gentil Artajerjes. Este rey lo comisionó así: “Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría que tienes de tu Dios, pon jueces y gobernadores que gobiernen a todo el pueblo que está al otro lado del río, a todos los que conocen las leyes de tu Dios; y al que no las conoce, le enseñarás. Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión” (Esdras 7:25-26).
¿Podría usted juzgar de acuerdo a la ley de Dios como lo hizo Esdras? Dios nos recompensará a todos según cumplamos la ley, y nos castigará si la abandonamos.
Esdras 8 continúa mencionando a los hombres que regresaron a Jerusalén con Esdras del cautiverio babilónico. El versículo 20 menciona: “Y de los sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres”. Otra mención más de cómo estaban restaurando los detalles del servicio del templo tal como David los había establecido.
Cuando escribí originalmente mi folleto sobre Esdras-Nehemías, no incluí muchas de estas Escrituras porque no reconocí lo importantes que son. Ahora puedo ver cuánto necesitamos enfatizar la forma en que hablaban de David en este libro cuando ni siquiera tenían el trono. Sabían que el trono de David seguía activo, ¡y sabían dónde estaba!
Nehemías también exalta a David
Nehemías 3:15-16 habla de la Ciudad de David y muestra que la gente de aquella época sabía dónde estaban los “sepulcros de David”: al parecer, conectados con el palacio de David. Nosotros colaboramos en excavaciones arqueológicas en ese lugar exacto. Quizás las tumbas de los reyes sean descubiertas justo allí en el palacio del rey David.
¿Quiénes somos nosotros para participar en proyectos arqueológicos en Jerusalén? ¿Quiénes somos nosotros para construir una casa para Dios? ¿Quiénes somos nosotros para tener este honor y esta oportunidad de participar en esta impresionante Obra de Dios? Debemos seguir creciendo en la actitud que tenía David: ¿Quién soy yo para poder dar ofrendas, para dar dinero a la Obra de Dios? Esa es una actitud maravillosa, y es la forma en que Dios quiere que pensemos.
Nehemías 8 describe a Esdras enseñando la ley a toda la congregación en la Fiesta de las Trompetas (“el primer día del mes séptimo”, versículo 2). Ese día santo trata de la venida del trono de David, sobre el que se sentará Jesucristo. Así que incluso ahí se está hablando indirectamente de David.
Nehemías 12 menciona a los sacerdotes y levitas que participaron en las obras en Jerusalén. El versículo 23 dice: “Los hijos de Leví, jefes de familias, fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib”. Esdras había escrito este libro años antes de escribir Crónicas, pero más tarde añadió esta referencia para mostrar el vínculo entre Esdras-Nehemías y Crónicas. Los eruditos bíblicos pasan esto por alto y no le dan ninguna credibilidad. Sin embargo, Dios da numerosas señales para mostrar cuál es la verdad; sólo necesitamos tener la actitud correcta y estar decididos a encontrarla.
El versículo 24 menciona a “los principales de los levitas” que estaban allí “para alabar y dar gracias, conforme al estatuto de David varón de Dios, guardando su turno”. Una y otra vez, Esdras traía a David a escena. Quería que todos vieran cómo David dispuso ciertas cosas y que ellos hacían lo mismo que David ordenaba desde su trono. Ese trono estaba vivo en la mente de Esdras. Él seguía lo que David hizo y continuamente hablaba de ese trono.
Si se tiene el trono de David, hay una ley. Un “mandamiento de David” ¡era en realidad un mandamiento de Dios! David aprendió a someterse al gobierno y a promulgarlo.
Esdras dijo: ¡Alabamos y damos gracias tal como nos lo ordenó David! Alabar y dar gracias a Dios es el núcleo de estar centrado en Dios y ser un hombre conforme al corazón de Dios. ¡Cada uno de nosotros necesita priorizar esto personalmente e institucionalizar la alabanza y el agradecimiento en nuestras propias vidas! Necesitamos buscar cumplir cada detalle de lo que Dios quiere de nosotros. Esa es una actitud de querer no sólo obedecer al Padre, sino complacerle como lo hizo Cristo.
Este pasaje continúa describiendo la dedicación del muro que rodeaba Jerusalén. Esta celebración estuvo llena de música. El versículo 36 menciona a la gente que usaba “los instrumentos musicales de David varón de Dios”. ¡Tenían los instrumentos de David! Ese es el nivel al que miraban a este hombre, un hombre conforme al corazón de Dios. Alababan a Dios con esos instrumentos, igual que lo hacemos hoy en la Iglesia de Dios.
“Y a la puerta de la Fuente, en frente de ellos, subieron por las gradas de la ciudad de David, por la subida del muro, desde la casa de David…” (versículo 37). Sabían dónde estaba la casa de David.
“Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio de la expiación, como también los cantores y los porteros, conforme al estatuto de David y de Salomón su hijo. Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había un director de cantores para los cánticos y alabanzas y acción de gracias a Dios” (versículos 45-46). ¡Este fue un mandamiento inspirado por Dios!
Recuerde, ¡hacían todo esto a pesar de que no tenían el trono de David con ellos!
La credibilidad de Dios está en juego con la promesa hecha a David. Los que pensaban que el trono había llegado a su fin deberían haber tenido sus mentes en Jeremías. Fue encarcelado y estuvo a punto de morir en el fango. ¿No cree que Dios tenía un propósito al salvar a Jeremías? ¡Tenía un trabajo para que él lo terminara! Incluso después de ser llevado cautivo por los babilonios, Jeremías fue liberado de nuevo y se le dio dinero y provisiones. Nabucodonosor estaba al tanto de su advertencia a Judá y reconoció que era un profeta de Dios. Jeremías se llevó a Irlanda a Tea-Tefi, la hija de Sedequías y heredera de la dinastía de David, junto con la piedra del destino. Jeremías había sufrido tanto y se preguntaba cómo Dios podría mantener Su promesa a David; ¡sin embargo, Dios lo usó a él para ayudar a continuar esa promesa y ese trono!
Cómo tener gozo
Esdras y Nehemías dijeron al pueblo: “Porque el gozo de [el Eterno] es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Esdras les estaba mostrando cómo tener verdadero gozo. Hay causa y efecto. Una ley está en vigor lo sepamos o no. Desobedecerla causa daños y maldiciones. ¡Obedecerla trae gozo a su vida! Si usted es realmente alegre y tiene el gozo de Dios, ¡esa es su fuerza! Todos queremos gozo y Dios quiere dárnoslo en abundancia.
“Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos” (Nehemías 12:43). Toda la familia se regocijaba. Así es con la ley de Dios. No es sólo para los adultos; ¡incluso los jóvenes pueden alegrarse de verdad! Aquellos en tiempos de Esdras estaban tan felices y tan llenos de alegría porque todos obedecían la ley de Dios, como lo hacemos nosotros hoy en la Iglesia de Dios.
Lamentablemente, habían sido necesarios 70 años de cautiverio para que este pueblo adoptara esta actitud. Una y otra vez a lo largo de este libro, Dios los llamó “los hijos de la cautividad” para seguir recordándoles que su reino había sido destruido y su pueblo conquistado (p. ej., Esdras 6:16-21; 10:7, 16; Nehemías 7:6; 8:17). Dios lo había permitido porque habían quebrantado el Sábado, los días santos y Sus demás leyes, ¡y no escucharon lo que David o Jeremías les habían enseñado! Así que realmente estaban trabajando para arrepentirse de esos pecados.
Ese cautiverio de pesadilla era sólo un tipo de la Gran Tribulación venidera. Los verdaderos cristianos que hoy se han vuelto contra Dios serán los hijos de ese cautiverio, ¡la peor aflicción que jamás haya habido en este planeta! El cincuenta por ciento de los laodicenos se arrepentirán y sacrificarán sus vidas por Dios. ¡Considere el castigo que se necesita antes de que aprendan esa lección! No debería ser así, pero es la única manera de que puedan seguir siendo la Esposa de Cristo, y aun así perderán su recompensa de la sede.
Queremos ayudarles a todos ellos, a quienes debemos amar profunda y entrañablemente. Queremos hacerles llegar el mensaje de advertencia de Dios.
La visión de la Casa de Dios
Esdras bendijo al pueblo con un mensaje positivo a causa de su cautiverio de 70 años. Quería animarlos e inspirarlos. Así que en el libro de Crónicas, les dio los aspectos positivos de su historia.
Salomón había multiplicado esposas y concubinas para sí, honraba a otros dioses, confiaba en su ejército y no dirigió al pueblo como le dijo su padre. David le había advertido que si abandonaba a Dios, Dios lo desecharía para siempre (1 Crónicas 28:9). El hecho de que Esdras lo incluyera significa que Salomón debe haberse arrepentido y llegará al Reino de Dios. (Puede leer sobre el arrepentimiento de Salomón en mi folleto gratuito Cantar de los Cantares—el más grandioso canto de amor de Dios).
“Acabada toda la obra que hizo Salomón para la casa de [el Eterno]” (2 Crónicas 5:1). ¡El templo era la casa de Dios! Hoy tenemos una casa de Dios en el campus de nuestra sede en Edmond. Aquí es donde está la presencia de Dios.
“Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel y a todos los príncipes de las tribus, los jefes de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto de [el Eterno] de la ciudad de David, que es Sion” (versículo 2). Desde Salomón hasta la destrucción de Jerusalén, el arca del pacto estuvo alojada en el templo.
En el capítulo 6, Salomón comenzó su oración de dedicación. Se necesitan dos páginas en la Biblia Reina Valera para explicar cómo Salomón oró a Dios sobre este templo, la gloria de Dios que llenaba la casa, ¡y cómo el fuego bajó del cielo y consumió los sacrificios! ¡Los sacerdotes ni siquiera pudieron entrar en el templo durante un tiempo porque allí se manifestaba la sobrecogedora gloria de Dios! La gente se postró sobre sus rostros y clamó a Dios. Querían glorificar a Dios.
El Sr. Armstrong evocó esta historia cuando pronunció su oración de dedicación del Auditorio Ambassador en 1974, diciendo: “Ahora llegamos al momento en que quiero dedicar esto en el nombre del Jesucristo vivo para el honor y la gloria del gran Dios. Dios todopoderoso, por favor, concédenos que siempre utilicemos este edificio para tu honor y gloria; que no ocurra nada aquí que te desagrade. Te pido, Dios Todopoderoso, que honres las oraciones que suben a ti desde este edificio. Te pido que bendigas a quienes entren en él. Te pido que bendigas a todos los que hablen en sermones o en estudios bíblicos desde esta plataforma. Te pido que bendigas a todas las personas que vengan y que abras sus oídos y sus mentes a lo que se les predicará en este edificio. Te pido, Dios Todopoderoso, que lo bendigas y lo protejas en todos los sentidos, para preservarlo, porque Tú eres el gran Creador, y eres el Creador que preserva lo que crea. Así que te pedimos que lo conserves inmaculado, limpio y hermoso, y que lo mantengas limpio para que represente el carácter limpio, honesto y franco. Que sea una inspiración para todos los que entren. Y te pedimos todas las bendiciones, Padre, para las personas que vengan, y te damos las gracias, en la medida en que humildemente podemos, por permitirnos tener un lugar tan hermoso en tu Iglesia sede para honrarte. Gracias, en el nombre de Jesús. Amén”.
Recordamos a nuestros miembros esa oración cada seis meses. El Sr. Armstrong dijo que ese edificio era una visión tangible y maravillosa para que la gente de este mundo lo viera ¡y que ilustraba el carácter bello y exquisito de Dios! Dijo que mirando esa casa se puede empezar a ver cómo vive y piensa Dios. Se ve un reflejo del propio carácter de Dios, de lo que Le agrada y de lo que disfruta en esta vida.
Aspiramos a ese mismo nivel al construir el Armstrong Auditorium. Nuestro auditorio es de menor calidad que el que el Sr. Armstrong pudo construir gracias a las bendiciones de Dios, pero sigue siendo muy impresionante. El simple hecho de estar en él es una experiencia verdaderamente edificante e inspiradora.
Queremos llevar la actitud constructora de David y su enfoque a la Obra de Dios hoy. David trabajó fervientemente “con grandes esfuerzos”. Aunque tuvo pruebas y dificultades, aun así dio todo lo que tenía a la Obra de Dios para guiar a esa gente a construir una casa para “mi Dios”.
¡Si Él es realmente mi Dios y su Dios, individualmente, entonces vamos a completar esta Obra, y estaremos listos para sentarnos en el trono de David y gobernar con Jesucristo para siempre!