En un “Personal” de 1967 sobre el Programa Educativo de Verano para los jóvenes de la idu, Herbert W. Armstrong escribió: “Estos jóvenes se mantienen tan ocupados, en el trabajo que disfrutan, en el estudio que encuentran absorbente y emocionante, en la recreación como la natación, canotaje, paseo en bote, esquí acuático, juegos y diversión, que no hay tiempo para travesuras, morales o de otro tipo. Se mantienen ocupados hasta la hora de acostarse, y luego están tan cansados que se alegran de poder ir a dormir” (La Pura Verdad, septiembre de 1967).
No es así para la mayoría de los jóvenes de hoy. Según un artículo titulado: “The Great Indoors: Today’s Screen-Hungry Kids Have Little Interest in Being Outside [Encerrados: Los niños hambrientos de pantalla de hoy tienen poco interés en estar afuera:]”, el niño promedio de entre 6 y 16 años en el Reino Unido pasa sólo una hora al día afuera, y juega videojuegos por más del doble de ese tiempo.
“Los niños y adolescentes de hoy” dice el artículo, “… prefieren una gran cantidad de actividades a jugar en el barro. Estas actividades incluyen jugar videojuegos, mirar televisión, navegar por Internet y escuchar música. (…) ‘Con juegos como Fortnite apoderándose de la vida de muchos niños pequeños, estos prefieren quedarse en casa que jugar al fútbol con amigos o pasear por el bosque’, dice Chris Allen, gerente de departamento [de una cadena minorista de artículos deportivos], en un comunicado” (StudyFinds, 23 de julio de 2018).
¿Te imaginas un videojuego apoderándose de tu vida? ¡Esto es común para muchos jóvenes de hoy!
“Más sorpresas: 4 de cada 10 adolescentes británicos nunca han ido de campamento, casi la mitad nunca ha construido una guarida o un fuerte, y más de la mitad nunca se ha subido a un árbol. Muchos de los que habían probado estos ritos de iniciación no podían dejar de pensar en su dispositivo” (ibíd.).
Los niños de hoy no trepan árboles. No salen a la calle. No patean una pelota. No juegan juegos activos al aire libre. En cambio, miran pantallas todo el día.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Winston Churchill adjuntaba calcomanías rojas que decían “Acción hoy” a cualquier documento o memorando que requería una acción inmediata. La verdadera vergüenza es que los jóvenes en el Reino Unido y en todo el mundo hoy no tienen el hábito de vivir vidas activas. Sus videojuegos y aparatos no los van a motivar a entusiasmarse con una vida de acción.
Algunos de los momentos de risa a carcajadas de El último león:Visión de gloria, el primero de tres volúmenes de la biografía de Winston Churchill, de William Manchester, son aquellas secciones que describen cómo era cuando joven. Él era muy activo.
Al lo largo de su vida, escribió Manchester, Churchill “fue en varias ocasiones piloto de avión, artista, agricultor, esgrimista, cazador, criador de caballos de carreras, jugador de polo, recolector de peces tropicales y cazador de animales salvajes en África”. Estaba acostumbrado a la acción.
Esto se hace aún más claro al observar los temas sobre los que le gustaba escribir. Manchester escribió: “Más de la mitad de los 56 libros que publicó trataban sobre la guerra y los guerreros; las dos que más lamentó no haber tenido tiempo para escribir fueron las biografías de César y Napoleón. En parte esto se debió a que él sabía que la paz no tiene sus héroes, y pretendía ser heroico. (…) Estuvo de acuerdo con George Meredith: ‘Es un gran decreto en la vida que deben actuar los que quieren prevalecer”.
Los que prevalecen son hombres y mujeres de acción. Ese es un concepto poderoso, y muestra cuán importante es la acción. Satanás está detrás del movimiento que hace que los jóvenes se sienten frente a una pantalla todo el día. Como dijo Albert Einstein: “Nada sucede hasta que algo se mueve”. No vas a lograr nada con propósito —nada significativo— a menos que emprendas algún tipo de acción. Toda iniciativa exitosa surge de algún tipo de acción.
Churchill era más receloso de la inacción que de la acción. Él creía que las medidas a medias eran más peligrosas que ninguna en absoluto: que si vas a actuar, debes hacerlo de todo corazón. Eclesiastés 9:10 respalda la creencia de Churchill: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.
Cuando el Imperio Británico estaba en la cúspide de su poder, tomó medidas constantes. “Bajo Victoria” escribió Manchester, “un regimiento u otro había estado en acción cada año, en algún lugar de los cinco continentes, luchando desde Adén y Afganistán hasta Zululandia y el valle de Zhor. Casi siempre salían victoriosos. Una razón era su coraje sublime e insoldable. (…) Un número asombroso realmente disfrutaba cortejando a la muerte”.
No sólo era Churchill, en sus viajes a la India, Egipto y Suráfrica a quien le gustaba cortejar a la muerte: esta era la forma inglesa. Y cuando el Imperio Británico entraba en acción, cuando estaba a la ofensiva, expandía su territorio, poder, influencia y alcance.
En 1897, cuando sólo tenía 22 años y pronunciaba su primer discurso político, Churchill dijo: “No faltarán quienes digan que en este año del Jubileo nuestro Imperio ha alcanzado la cima de su gloria y poder, y que ahora comenzaría a declinar, como declinaron Babilonia, Cartago y Roma. No creas a quienes graznan, pero desmiente su lúgubre graznido al mostrar con nuestras acciones que el vigor y la vitalidad de nuestra raza no se han visto afectados y que nuestra determinación es defender el Imperio que hemos heredado de nuestros padres como ingleses”.
Churchill no iba a dejar que el Imperio Británico cayera sin luchar. Eso es lo que dijo en 1897. ¡Con razón salvó a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial! Tuvo el mismo espíritu de acción desde la juventud hasta la vejez.
Winston Churchill no era de ninguna manera un Pequeño Inglés. Era un hombre de visión. Era un hombre de acción. Este es el espíritu que queremos cultivar en la Iglesia de Dios y en los campamentos juveniles de Dios. Churchill llevó este espíritu orientado a la acción a la hora más oscura de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial.
Antes que Churchill se convirtiera en primer ministro, Gran Bretaña había pospuesto cualquier acción contra Adolfo Hitler. Alemania marchó por Europa, apoderándose de Polonia y Dinamarca y amenazando a Bélgica y Francia; aun así, Gran Bretaña no tomó ninguna acción decisiva. No tenía un líder que estuviera dispuesto a pasar a la ofensiva.
Cuando Churchill asumió el cargo el 10 de mayo de 1941, Gran Bretaña finalmente obtuvo lo que necesitaba en un líder: alguien dispuesto a llevar la lucha al enemigo. No esperó hasta mañana, el próximo mes o el próximo verano. Actuó ese día.
Herbert W. Armstrong es otro ejemplo de alguien que tomó acción, y comenzó en los días de su juventud. Lee sobre sus primeros años en su Autobiografía. Él era extremadamente activo, particularmente después de los 16 años, cuando recibió esa chispa de ambición. Así lo describió en una transmisión de televisión de El Mundo de Mañana el 28 de septiembre de 1984: “El hombre para el que trabajaba puso su brazo sobre mi hombro y me dijo lo bien que estaba trabajando. (…) Y siguió diciéndome este tipo de cosas, animándome, y de alguna manera despertó la ambición en mí. Y me di cuenta de que la ambición era sólo dos cosas. Por supuesto, es un deseo de tener y triunfar, pero también es la determinación de trabajar y producir ese resultado deseado. Y no es fácil, y yo lo sabía”.
El Sr. Armstrong se dio cuenta de que la ambición es la determinación de actuar. ¡Él pasó a la acción! En su autobiografía, escribió: “Es imposible calcular la importancia de este repentino despertar de ambición, esta inyección de un intenso deseo de éxito, este inicio de la chispa de energía decidida a alcanzar un logro digno. Este fue el punto inflexión de mi vida”.
Una vez que el Sr. Armstrong estableció esta determinación de trabajar y producir, comenzó a trabajar y nunca paró. Una vez que se convirtió, este impulso y determinación de tener éxito se reenfocó para servir y dar a Dios. La ambición que tenía que producir es el ingrediente vital que falta en la mayoría de los jóvenes de hoy. No tienen esta determinación para trabajar duro.
El Sr. Armstrong dijo en esa transmisión: “La educación consiste en estudiar; consiste en pensar; en combinar las mentes con otras personas; en viajar; en observaciones, pensamiento y acción. Entonces, decidí que tenía la ambición y el deseo de trabajar, y de esa manera obtendría mi educación”. El Sr. Armstrong se educó a sí mismo, muy similar a lo que hizo Winston Churchill.
La razón por la que tenemos escuelas y universidades, dijo un tío del Sr. Armstrong, es porque la mayoría de la gente es demasiado perezosa para educarse a sí misma. Son demasiado perezosos para actuar. Necesitan ir a la escuela donde se presenta el programa para ellos. Hay un gran propósito para la escuela y la universidad: las escuelas de Dios son excelentes lugares de capacitación para los jóvenes; pero la educación no se detiene una vez que recibes el título o diploma. Continúa a lo largo de la vida, si eres lo suficientemente activo como para perseguirla.
El Sr. Armstrong se encontró con una falta de ambición en el Ambassador College. Algunos de los estudiantes simplemente estaban “dando vueltas”. Cuando hablaba con ellos, se daba cuenta de que no tenían un objetivo. No tenían una meta que los impulsara a la acción. Una jovencita dijo que su meta había sido ir al Ambassador College, y ahora que había logrado esa meta, no tenía ninguna otra. El Sr. Armstrong la ayudó a fijar la meta correcta y, después de eso, ella tuvo ambición y pasó a la acción. Simplemente siguió el objetivo correcto.
¿Qué tan grandes son tus metas? Tu meta no debería ser sólo llegar al Armstrong College. Incluso graduarse del colegio es sólo el comienzo. Es sólo el principio. Necesitamos metas más grandes. Necesitamos metas épicas, física y espiritualmente. De lo contrario, comenzamos a atascarnos.
La mayoría de los jóvenes no piensan en tener una meta. No piensan en lo que quieren hacer como una ocupación de por vida. En cambio, su atención se desperdicia en jugar Fortnite y dedicar tiempo a sus dispositivos. No salen de sus casas. No construyen cosas ni practican deportes. No oran ni estudian. No se superan.
Dios dice que debemos poner nuestras mentes en las cosas de arriba (Colosenses 3:2). Debemos tener grandes metas espiritualmente, y las metas correctas vendrán con la motivación para lograrlas. Después de una vida de experiencia, el Sr. Armstrong escribió el folleto Las sietes leyes del éxito. Él sabía lo que se requería para tener éxito. La primera ley es fijar la meta correcta, ya sea tu trabajo futuro o tu meta de alcanzar el Reino de Dios. Necesitas tener metas a largo, mediano y corto plazo. Identifica claramente esas metas para saber a qué apuntar.
La segunda ley del éxito es la educación. El Sr. Armstrong sintió que tenía la motivación y la determinación para educarse a sí mismo. Una vez que fijes la meta correcta, concéntrate en educarte hacia ese objetivo y estarás motivado para aprender cuanto te sea posible.
La tercera ley del éxito es una salud buena y vigorosa para tener la energía para impulsarte, que es la cuarta ley del éxito. Tienes que ser capaz de darte el empujón para pasar a una acción real y efectiva. El Sr. Armstrong siempre tuvo este sentido de urgencia, y Winston Churchill también lo tenía.
La quinta ley del éxito es el ingenio o, como escribió el Sr. Armstrong en la Autobiografía, “pensar en el problema que se presenta”. La sexta ley del éxito es la perseverancia: nunca darte por vencido, incluso cuando parece que has fallado. La séptima y más importante ley es el contacto con Dios.
Saca Las siete leyes del éxito de tu estantería y repasa cada una de esas leyes. Notarás que todos son pasos de acción. Debes pasar a la acción para delinear claramente tus objetivos. Tienes que tomar acción para educarte. Debes tomar medidas si vas a tener una salud buena y vigorosa. Se necesita acción para impulsarse y encontrar una manera de ser ingenioso y apegarse a algo. Y a través de todo eso, se necesita acción para asegurarse de que Dios esté justo en el centro, que lo estás buscando a Él, Su Reino y Su Justicia por encima de todo lo demás (Mateo 6:33).
Recuerda lo importante que es actuar si vas a lograr algo que valga la pena. Recuerda lo importante que es actuar cuando se trata de vencer y conquistar al diablo, pasar a la ofensiva contra él. Esa es una estrategia orientada a la acción, y se necesita acción para ganar.