“Nuestro enfoque principal en la vida debe ser cómo hablamos con Dios en la oración”.
Mi padre escribió esa declaración en un artículo de 1998 titulado “Midiendo el templo”, y continuó: “Esa es nuestra prioridad número uno. Así es como crecemos en la familia de realeza de Dios”.
La Biblia contiene varios ejemplos de personas, incluyendo adolescentes, que hicieron su relación con Dios su enfoque principal en la vida. A un adolescente en particular, debido a su devoción por servir a Dios, se le dio una parte para establecer el trono de David; y no, no estoy hablando de David mismo, me refiero al hombre que ungió a David: Samuel.
Durante el período de los jueces, todo hombre en Israel hacía lo que bien le parecía (Jueces 17:6; 21:25). La sociedad era muy parecida a la sociedad en la que vives hoy, pero Dios tenía un plan para cambiarla a través de una persona, ¡un adolescente extraordinario! Fíjate en 1 Samuel 3:1: “El joven Samuel ministraba a [el Eterno] en presencia de Elí; y la palabra de [el Eterno] escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia”. Samuel era sólo un niño, tal vez de unos 13 años, pero eso no le impidió “ministrar al Eterno”, o hacer la Obra de Dios.
En 1 Samuel 3:2-9 puedes leer cómo Dios dejó de trabajar con el juez anciano Elí y empezó a trabajar con Samuel. Samuel seguía oyendo que alguien le llamaba por su nombre, pero no era Elí. Finalmente, se dio cuenta de quién era. “Y vino [El Eterno] y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye” (versículo 10). Samuel fue muy receptivo a su llamado. “Habla, porque tu siervo oye” es la actitud que todo adolescente necesita tener en su compañerismo con Dios.
“Y [El Eterno] dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.” (versículo 11). ¡Samuel era el único en todo Israel calificado para entregar la nueva verdad que Dios estaba revelando! Elí debería haber recibido este mensaje, pero él no estaba cerca a Dios. De hecho, Dios utilizó a Samuel para corregir a Elí (versículos 16-18). Fíjate que, “Samuel se lo manifestó todo [a Eli]” (versículo 18).
Eso tuvo que haber requerido mucha valentía y coraje.
“Y Samuel creció, y [El Eterno] estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras” (versículo 19). Samuel era un ejemplo brillante de un adolescente que tenía su vida fundada en la Palabra de Dios. En su libro Los profetas anteriores,
el Sr. Flurry escribe: “Él solo era un adolescente, ¡pero no dejó que ninguna de las palabras de Dios cayera a tierra! ¡Ni una sola! Esa es una descripción maravillosa de un gran profeta de Dios. Él tenía tanta hambre y sed de justicia que, en espíritu, él lo absorbió todo. Dios amaba esa actitud.”
¿Cómo es TU actitud hacia la oración y el estudio de la Biblia? ¿Estás deseoso por cada palabra?
“Todos necesitamos más de esa actitud, de hacer que nuestra meta sea entender toda palabra lo más perfectamente posible,” continúa el Sr. Flurry. “¡Si podemos hacer eso, puedes estar seguro de que Dios nos utilizará para dirigir y levantar colegios en el futuro!”
Vamos a estar estableciendo colegios Armstrong por toda la eternidad. Si eso es algo que tienes como meta, ¿qué estás haciendo ahora para prepararte? Quizás piensas que eres lo suficientemente joven como para posponer los asuntos espirituales y volver a ellos más tarde en la vida, pero Samuel no pensaba así.
Mientras más valor le das a la oración, más emocionante y efectiva será, pero tú tienes que darle un alto valor. Tienes que demostrarle a Dios que es importante para ti. La oración nunca es algo que se considere fácil –la oración es un trabajo difícil– pero cuanto más te adentres en ella, más emocionante será esa conversación con Dios.
La vida de oración del Sr. Armstrong
Otro gran ejemplo de alguien cuya vida de oración promovió la obra de Dios, es el Sr. Armstrong. Esto es lo que escribió en su autobiografía sobre su vida de oración: “Este fue el pequeño —en realidad infinitesimal—
comienzo de lo que estaba destinado a convertirse en una Obra importante mundial del evangelio, alcanzando a varios millones de personas cada semana”.
“Pero si fue pequeño, comenzó con una ráfaga de energía e inspiración. Primero, comenzó con oración privada intensa y sincera. En la parte trasera de la granja de los Fisher había una colina de buen tamaño. Corriendo por la cima de esta colina para hacer ejercicio, descubrí una piedra de unas 14 pulgadas de altura. Estaba en un lugar aislado. Me vino a la mente cómo Jesús había despedido a las multitudes y se había ido a una montaña ‘aparte’ para orar a solas con Dios. Me arrodillé ante esta roca, que parecía tener la altura ideal para arrodillarse, y empecé a orar fervientemente por el éxito de las reuniones. Ir a esta roca se convirtió en una especie de peregrinaje diario (durante mi estancia en la casa de los Fishers); esa roca se convirtió en mi ‘roca de oración’. Estoy seguro de que obtuve mucha energía, fortaleza espiritual e inspiración en esa roca de oración.”
La roca de oración del Sr. Armstrong fue donde él absorbió la energía que él necesitaba para hacer la Obra de Dios. Si tú también quieres estar avivado por la Obra de Dios, ¡entonces es en la oración donde ese avivamiento tiene que comenzar!
Al comienzo del ministerio del Sr. Armstrong, la Iglesia de Sardis no estaba dando mucho fruto. Estaban muertos espiritualmente (Apocalipsis 3:1), todo porque no estaban tomando la energía que necesitaban a través de la oración. En una ocasión, el Sr. Armstrong fue nominado para dar mensajes públicos para tratar de revivir la obra. Él aceptó hacerlo si los miembros de la congregación aceptaban una condición: “Si cada uno de ustedes aquí en esta reunión se comprometeahora mismo a dedicar no menos que una hora todos los días a la oración ferviente, creyente y constante para el éxito de estas reuniones, para que Dios me ayude y hable a través de mí, para que Dios haga que los que está llamando y atrayendo asistan, y para que Dios convenza a los que está llamando, y si ustedes se comprometen solemnemente a mantener esta hora o más al día de oración, comenzando ahora, y hasta la última noche de las reuniones, entonces emprenderé esta campaña.”
La congregación aceptó orar una hora al día, ¡y la campaña tuvo éxito! Como puede atestiguar toda la vida del Sr. Armstrong, la oración es lo que hace que cualquier esfuerzo funcione bien. Siempre recuerdo la respuesta de mi padre cuando le contaba algo que iba mal en mi vida. Su respuesta era siempre preguntar: “¿Lo has llevado a Dios? ¿Has orado por eso?”. Cuando era adolescente, a veces me preguntaba: ¿No hay alguna otra causa para esto, aparte de no haber orado lo suficiente al respecto? En la mente de mi padre, ¡no la había! Todo se reduce a la oración, ¡ese es tu salvavidas! Cuando necesitamos ayuda, podemos “llamar a un amigo” a través de la oración, ¡y ese amigo es Dios!
Santiago 5:16 dice, “…La oración eficaz y ferviente del justo puede mucho” (versión kj) ¿Tu oración “puede mucho”? Los siguientes versículos de este capítulo hablan del Elías del tiempo del fin. ¡Fíjate en eso! Los versículos que se refieren al Sr. Armstrong están precedidos por un versículo sobre la oración. El Sr. Armstrong dijo de su ministerio: “…No hay una sola cosa en la que haya tenido que confiar en Dios, y pedirle en oración por ello, por mí y mi familia y por Su Obra maravillosa que me ha encomendado, que no haya sido contestada” (Good News, Las Buenas Noticias, Abril 1980).
¡Qué ejemplo! Ese es alguien que tenía el corazón en la Obra. Ese es alguien que tenía una vida de oración apasionada y que estaba entusiasmado por su futuro de realeza.
Puede ser que pienses que no eres capaz de hacer oración como la del Sr. Armstrong, pero la Biblia dice lo contrario: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18). Dios escuchó y respondió al Sr. Armstrong, un hombre como tú y yo. Si él pudo hacerlo, ¡tú también puedes!
Si oras como describe Santiago 5:16, esas oraciones darán dirección a tu vida y abrirán puertas emocionantes. No tengas envidia de los demás ni te sientes a desear que las oportunidades y las bendiciones caigan en tu regazo. ¡Acude a Dios y pide responsabilidades y puertas abiertas! Eso es lo que hizo el Sr. Armstrong, y mira lo que pasó: ¡Su roca de oración es ahora un símbolo del trono de Dios! No olvides dónde comenzó el nuevo trono de David; comenzó con un hombre orando humildemente a Dios por ayuda.
Cómo estar avivado para orar
Jeremías fue muy perseguido a lo largo de su vida. Él fue encarcelado muchas veces, e incluso enterrado hasta el cuello en un pozo de cieno. Muchos príncipes de Judá querían matarlo y él estaba desanimado y desgastado. Hubo momentos en los que, al igual que tú, se puso un poco negativo y desanimado. ¡Pero nunca se rindió! En Jeremías 23:9, él escribió, “A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de [el Eterno], y delante de sus santas palabras.” ¡La relación de Jeremías con Dios realmente lo conmovió! Lo que lo hizo regresar al camino cada vez que estaba tentado a rendirse, fue su relación con Dios, o sea, su oración y su estudio.
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20:9). ¡Sencillamente él no podía rendirse! Las palabras de Dios ardían como un horno de fuego dentro de él.
¡Hablar con Dios en oración nos aviva! Esto avivó a Jeremías, Samuel, el Sr. Armstrong y todos los otros grandes hombres de Dios. Ninguno de ustedes es demasiado joven para establecer el hábito de la oración y el estudio todos los días.
Todos luchan con oraciones adormiladas a veces, pero tú puedes mejorar en esto si estás dispuesto a ponerte a trabajar. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Timoteo era un obrero cuando se trataba de su vida espiritual. ¿Qué tan duro estás dispuesto a trabajar para darle a Dios tu mejor tiempo en la mañana?
El ejemplo de Cristo
¿Cómo fue la vida de oración de Jesucristo? “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
¡Nadie ha tenido tantas exigencias en su horario como Jesucristo! Sin embargo, mira lo que Él hizo para poder hacer el continuo. Tuvo que levantarse muy temprano antes que amaneciera. Él no era casual con su rutina, y hacía su oración sin importar lo que estaba sucediendo a Su alrededor. Él era humano como nosotros, ¡pero Su oración lo avivaba! Incluso Él despidió a las multitudes cuando necesitó apartarse a una montaña para orar.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Hebreos 5:7). ¡Jesucristo oró con tanta audacia, con tanta energía, con tanto fervor, que una vez incluso sudó sangre (Lucas 22:44)! ¡Así de dependiente era Él de Su vida de oración para poder superar pruebas y Su prueba suprema! Su enfoque principal en la vida era cómo hablaba con Dios en oración. Ese también debe ser nuestro enfoque principal. Cristo sabía que una vez que uno deja de orar, ¡empieza a morir espiritualmente!
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:14-15).
Cristo es nuestro Abogado y Sumo Sacerdote. Él sabe exactamente lo que es luchar contra los tirones de la carne. Él añade una gran dimensión al salón del trono de la Familia Dios. Debido a Su experiencia como humano, Él intercede en nuestro nombre y le da a Dios la información sobre lo difícil que pueden ser algunas de nuestras luchas. Dios quiere ser perfectamente justo en la forma en que trata con nosotros. Los dos escuchan atentamente nuestras oraciones. Por eso Pablo nos amonestó, “Acerquémonos, pues, osadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (versículo 16. Versión kj).
La traducción de Moffatt de Hebreos 4:16 dice que debemos venir ante el trono de Dios con confianza. ¡Todos necesitamos una confianza de acuerdo a Dios, y obtenemos esa confianza al ofrecer oraciones eficaces, fervientes y avivadas, que pueden mucho!
No te quedes donde estás; ¡mejora tu vida de oración! Acércate osadamente al trono de Dios. Se receptivo. Dile a Dios que lo escuchas y pregúntale en qué dirección quiere que vayas entodo. Se como Cristo, Jeremías, el Sr. Armstrong y Samuel: Acude diariamente a Dios de rodillas y se ¡avivado!